(15 de abril de 1856, Atenas, Grecia - 30 de abril de 1910, París, Francia)
No digáis que la vida...
No digáis que la vida es un festín
alegre;
Lo dice un alma tonta o bien un alma baja.
No digáis sobre todo: es desdicha sin
fin;
Lo dice un alma débil
que temprano se cansa.
Reíd como las ramas en primavera
agítanse,
Llorad como los vientos o la ola en la playa,
El placer y el dolor padeced y gozad; y decíd:
Es mucho todo esto y es la sombra de un sueño.
Ah
¿Quién debería
hacer que mi corazón se desanime? -
Reproducción automática
del siguiente video
AH,
¿quién debería
desanimar mi corazón?
Mi
corazón se alborotó
jadeando y sangrando?
Reina
Cleopatra que necesitaría,
Y
Melusina y la rubia
Aglaura
a quien el Soldan se puso rígido
Navegó
con su corteza.
Desde
que Susan viene a cortejar,
Vayamos
donde las palomas se arrullan.
Mi
corazón guerrero no tiene piedad;
Ah,
¿quién debe hacer que mi corazón
se rinda?
Princesa
Aurelia la tierna,
Y la
reina Ismene cuyas mejillas superan
Sobre
las nieves los tonos de rosa
La mañana
en la montaña lanza.
Desde
que Alice viene a cortejar,
Vayamos
donde las palomas se arrullan.
traducido
por Jethro Bithell
Reprimenda de Julieta
Para
protegerte del desastre
Banderas
de amor y estándares que fluyen,
Te di
mi cabello con el brillo de
El mar
cuando sopla el viento del norte.
Bucklers
con lemas leales
De
amor y caridad,
Te di
mis ojos orgullosos para protegerte
De tu
propia vulgaridad.
Copa
de música y bálsamo,
Te di
para tu deleite
Mi
boca viva nunca se calma
Como
la rosa en el rosal brillante.
Damas
del armario y la cámara,
Para
traerte todo,
Te di
mis manos que son más nobles
Que la
corona en la frente de un rey.
Y te
di por tus placeres,
Te di
un montón en lo alto,
Todos
los tesoros de mi espíritu
Como
perlas fundidas en una pocilga.
traducido
por Jethro Bithell
TÚ QUE SOBRE MIS DÍAS DE TRISTEZA Y DE PRUEBA…
¡Tú
que sobre mis días de tristeza y de prueba
aun,
sola, brillas como
un
cenit estrellado que, en la noche de un río,
parte
sus flechas de oro;
amable
poesía, rodéame
el espíritu
de un
sutil elemento,
que me
convierta en agua, en sarmiento y en hoja,
en
tempestad y en fuego;
que,
sin las inquietudes que atormentan al hombre,
suba
hacia el cielo, verde
cual
un roble divino, que me consuma igual
que
una llama esplendente!
Traducción
de Juan Ramón Jiménez.
El rufián
traducido
por Jethro Bithell
EN el
espléndido ataúd
de su forro escarlata
El
esmalte de sus dos y treinta dientes brilla.
Su
cabello, que una vez una abadesa amaba con el pecado ,
Acurrucado
en rizos de la manera más astuta,
Caídas
- carbuncos como de Fairylike - a sus ojos,
Cuyas
cejas curvadas parecen teñidas con curcumina.
Sobre
su corazonada descansando sus dedos enguantados en negro,
Con
gorra con cresta y espada de arrastre, se demora
Bajo
altos balcones donde se inclinan las damas.
Su
doblete es de seda; empujado en su faja,
Hildeado
con gavillas plateadas, sus dagas destellan,
Conjunto
con diamantes blancos y esmeraldas verdes.
Y
sensual es su alcoba con el aplastado
Pétalos
de flores dejados por grandes damas, enrojecidos
Con
amor que los lanzó jadeando sobre su cama.
Besar
sus ojos tan vivos como las estrellas , sus bendiciones
Traen
de joyas, pistolas y doblones,
Y
morderse los labios como el ganado sacrificado rojo.
Así,
guapo como un dios , valiente como su daga,
Habiendo
matado en un duelo al marqués de Montmagre,
Diez
condottieri, cuatro sobrinos del papa,
Con
calma, cabeza alta, marcha por las ciudades,
Y
arrastra a sus talones a las mujeres que nunca se compadece,
Cuyos
corazones sobre su floreciente belleza adoran.
Voces que regresan
VOCES
regresando, acunadnos, acunando voces:
Ecos
atenuados de lo que amamos a medida que pasa,
Campanas
de mulas girando los pasos de montaña,
--Las
voces regresan, nos acunan, acunan voces.
Intoxícanos,
tú
también, frascos que encarcelan a los
de antaño:
Olores
en las cosechas cosechadas, vellones despojados de las horas,
Carne
de ámbar y almizcle, bocas de
gillyflowers,
--Intoxícanos,
tú
también, frascos que encarcelan a la
antigua.
En
esta mañana de invierno , y de sombras
frías,
En
esta mañana de invierno, la voz de la
alondra está quieta.
--Las
voces regresan, nos acunan, acunan voces.
Los
lirios se cortan en el jardín, y cada rosa,
Y los
lirios por las aguas, aguas malhumoradas.
--Intoxícanos,
tú
también, frascos que encarcelan a la
antigua.
traducido
por Jethro Bithell
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