A la Plaza de Armas me iré entre palomas
Me pagas con mala moneda, mujer,
y con un sueldo vital el empleo
que te hago de mi amor y de mi tiempo.
Me voy a jubilar un día de estos
y me retiraré a vivir gastado,
sólo con mis pobres rentas.
Letra de canción para una melodía vieja
Me escuece y arde esta vieja areola.
Se me enrojece y descama
cuando me tocan tu vida
o cuando yo mismo la rozo
yendo hacia atrás con mis dedos.
Como temo me la alivie
la pomada del tiempo,
te rasco y me hiero
y hago saltar la costra y la sangre
para aceptar la cicatriz
de que no tienes olvido.
Lata
Ya no te bastan mis ojos
para corroborar tu belleza.
Buscas en las calles
ajenos espejos, otros ojos,
la cabeza de un clavo
es una luna diminuta.
Contemplas una lata
de sardinas con agua de lluvia.
El demoledor
Dormíamos abrazados
como dos gotas de agua
cuando nos despertaron
unos golpes en la puerta
de la antigua casa.
Soy el demoledor, dijo
sonriendo a mi esposa,
un extraño,
y entrando se acostó
entre nosotros al revés
en el medio de la cama.
Temores
A veces
las gatas
tienen
perritos.
Hoy no haré trabajo voluntario
Para Andrés y Mauricio Millán
Aunque en las calles lluevan
palos y piedras hoy debo
atravesar la ciudad revuelta.
Nada podrá detenerme,
ni barricadas llameantes
ni gases lacrimógenos.
Avanzo como un ciempiés
bajo una cascara de huevo
llevando a casa de mi padre
una pequeña tina de baño
para mi hermano recién nacido.
Y no puedo detenerme.
Después escribo.
Nido
No me alabo. Hago por ti
lo que por su hembra
un pájaro carpintero:
el nido en un árbol podrido.
Drogadicto
Un drogadicto necesita
unos 2.000 dólares semanales
para su hábito.
Yo necesito mucho menos,
escuchar tu voz,
de vez en cuando
divisarte por la calle.
Al frente
Salgo del hospital
con un tobillo quebrado.
Los olmos desfilan
por la orilla del camino
de regreso al frente,
marchando en un solo pie,
enyesado por la nieve.
Tomado de:
https://www.zendalibros.com/14-poemas-de-gonzalo-millan/
CAZADOR DE UN FUEGO FATUO
Te persigo asordado por mi ruido
y el viento, y sigo y me huyes
como el falso brillo de aguas
que jamás se alcanza en los caminos,
mariposa fosforescente y sedosa
que atrapé y desprendí quemada
de mi motor humeante y al rojo.
LA CIUDAD
38.
Por ahora no sé quién eres
ni adónde estás siempre.
Sé que nos ha tocado vivir
en la misma ciudad
y en un mismo país de la tierra
al mismo tiempo.
Y eso me basta.
Hoy es de noche, pero mañana
saldré como ayer en tu busca.
Estoy seguro sabré reconocerte.
Por si acaso, para que sepas,
andaré como siempre,
con anteojos negros y bastón blanco.
Tomado de:
http://www.elnuevocantaro.com/poemas-gonzalo-millan.htm
Historieta sobre
un gato y un pájaro del agua
Repetido por los vidrios y el agua,
dorado, me pavoneo ante ti, contentísimo,
y mis castañas alas de mojadas plumas
agité y envuelto en mi larga y doble cola
de velos y abanicos, saqué espuma.
Pececillo muerto ya,
tieso y seco sobre el piso,
luego que tu blanda zarpa
volcó la pecera de la mesa.
En un reloj de arena
Sentado en escalonadas y repletas graderías,
diviso entre la arena del embudo
la pinta pálida y perdida de tu rostro.
En el fondo los huecos oradores juveniles
repiten sólo viejas consignas,
y til eres el único entre los opacos granos
que me dice algo en su caída.
Rompiente
Como una ola y de espuma pesada de cal y filuda
me derrumbo yo sobre tu carne
y peces muertos semienterrados en la arena
y en la marea te arrastro en mi marea
sobre conchas pegajosas de sangre
te revuelco y leños delfín hembra
devorada caliente y viva por los perros
pez mujer comida
en el vaivén y el tiempo
silencioso de las aguas
por las arañas de mar y las estrellas
Si me abrieras el puño,
me hallarías sucia la palma de la mano
Sabes mis ojos y sobre mi boca sabes
el número infantil de los lunares.
Conoces mi risa de torcidos labios
y sabes además,
que levanto un hombro cuando camino.
Falta sólo que vuelques
la faz soleada y lisa de la piedra
y mires mi otra cara,
hundida dentro de la tierra.
Hago señas y signos pasajeros
En aquel mismo árbol fui a buscar
otro verano, el corazón ése, mal grabado
sobre una playa de corteza tersa
con la hoja viva y rota de un cuchillo.
La crecida del invierno y de la savia
había arrastrado nuestras letras,
flechas y dibujos infantiles,
hasta perderlos en el laberinto para siempre
tragados por el remolino de las ramas.
Consuelo
Si pensara que en tu cuerpo,
ya perdido, y tu belleza,
el coto de la muerte crece,
mi preocupación sería, creo,
para llorar de pura risa.
Tomado de:
https://www.isliada.org/poetas/gonzalo-millan/
Nadie
Las calles están silenciosas
y desiertas. Solamente cruzan
las sombras de los árboles.
No se oyen pájaros, bocinas,
ni siquiera el motor inminente
de un auto siempre aproximándose.
Los ascensores, las escaleras
y pasillos de los edificios, vacíos.
En una cocina un charco
en torno al refrigerador
que se deshiela
con sus bandejas desnudas
y la puerta abierta.
Conservada en el hielo
no hay más que una arveja
muy pequeña, redonda y verde.
El paseo del sastre desnudo
Después de clavar esa aguja
con dos manos en la silla
y cerrar ojales y cortinas,
camino.
Puede que observe los vinos o el río
o doble bruscamente las esquinas
tratando de huir
del figurín oscuro que me sigue,
o puede que de pronto me detenga
y cierre mi único ojo y mi bordado
con un nudo negro sin más hilo.
Vida de perros
Los gatos se agazapan
entre la floja maleza
del jardín maloliente
por el gas de los escapes;
saltan y acezan chillando
sobre sus gatas.
Después entran
por su plato de leche;
se limpian a lentos
lengüetazos el pelaje,
se van por las murallas
o échanse en los trapos.
Yo les paso largo rato
la mano por el lomo
y los envidio siete veces.
Mitos
La gallina, la vaca, el cerdo
son animales inverosímiles;
logotipos de marcas registradas.
Todo ocurre en el refrigerador
entre el crepúsculo y el alba;
las yemas y claras de los huevos
consolidan en cubetas de hielo
con docenas de concavidades.
El tocino rebanado por si solo
cae de las lardosas paredes.
Mientras soñamos
hablando en lenguas muertas,
mugientes, cacareadoras, porcinas,
el refrigerador ordeña la luna.
¿No han oído acaso su canturreo
alucinado en la duermevela?
Y al despertar nos aguardan
fritos los huevos y el tocino,
el vaso de leche fresca y fría.
Chicle
Como un chicle que ha perdido
hace tiempo su sabor y aroma,
vuelves a corregir este texto
soso, amorfo y descolorido
que ya solo sabe y huele
a la lengua que lo amasa,
a los dientes que lo mastican.
Aspiración expirada
Llegar a escribir
algún día
con la simple
sencillez del gato
que limpia su pelaje
con un poco de saliva.
Palabras sueltas
Recuerdas unas palabras sueltas
de la jerga propia de la muerte.
Pertenecen a tu lengua materna
que has olvidado como un niño
criado en el exilio.
Sin hueso
Alentado tan solo
por la nube cálida
de su propio aliento,
los ojos ardientes
únicamente visibles,
el perro verbal
del esquimal escarba
y escarba
en la página de nieve,
pero nunca
entierra el hueso.
Tomado de:
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