EN CONTRA
Yo intento evocar la lluvia o el llanto. Obstáculo de las
cosas que no quieren irse camino de la desesperaci6n ingenua. Esta noche quiero
ser de agua, que tu seas de agua, que las cosas se deslicen a la manera del
humo, imitándolo, dando setales ultimas, grises, frías. Palabras en mi
garganta. Sellos intragables. Las palabras no son bebidas por el viento, es una
mentira aquello de que las palabras son polvo, ojalá lo fuesen, así yo no haría
ahora plegarias de loca inminente que suelta con súbitas desapariciones,
migraciones, invisibilidades. El sabor de las palabras, ese sabor a semen
viejo, a vientre viejo, a hueso que despista, a animal mojado por un agua negra
(el amor me obliga a las muecas más atroces ante el espejo). Yo no sufro, yo no
digo sino mi asco por el lenguaje de la ternura, eso hilos morados, esa sangre
aguada. Las cosas no ocultan nada, las cosas son cosas, y si alguien se acerca
ahora, y me dice al pan pan y al vino vino me pondré a aullar y a darme de
cabeza contra cada pared infame y sorda de este mundo. Mundo tangible, maquinas
emputecidas, mundo usufructuable. Y los perros ofendiéndome con sus pelos
ofrecidos, lamiendo lentamente y dejando su saliva en los árboles que me enloquecen.
1961
ESBOZ0 1
-Me parezco a ciertos animales que solo viven de noche.
-Solo pido una cosa, y es todo: que mires la claridad, el
sol.
-No me faltan ojos para constatar que aquí el sol es el sol,
el
verde es verde, y cuando esto se pone rojo, es rojo.
-No es necesario comprender tanto. Te amo. lQue otra cosa
pude haber hecho sino extraerte de la noche?
-lMe sacaste de la noche?
Yo tenía un cuchillo y deje que mi acto continuara en vez de
mi lengua.
Comprobé que parecido a un cerdo era ese hombre agónico.
-Exactamente como un cerdo -dije.
Pero él no contestaba nada y me miraba con ojos embrutecidos.
Al sol primero y a mi después.
1. Hoja mecanografiada con correcciones a mano. Sin fecha.
Probablemente
de 1970.
ANUNCIO
iFuMECALIBAN!
-CALIBAN, un cigarrillo para todos.
-Si es para todos, será la muerte.
-Francisco, no se apure.
-Me apuno.
-P fav, Fr.
-Mierda.
-En fin, hace circular mi cajetilla de cigarrillos. Un indio
aranculo aceptó uno.
Cre6se un grisáceo corro de fumadores azules.
Acompañado por su oscuro paje, Cristóbal Quilombo penetró
en el quiglobo. Allí, la Madama fustigaba al bramaje que pedía
pan con manteca.
Sigo con Caliban.
El primer cambio de impresiones se produjo.
-Voces. lQue quieren de mi las voces? Chapa tu bujan, decían.
Le cante las cuarenta ladronas. Luego, ya podrido, le cante
cuatro frescas.
-No comprendo.
-Le dije lo que tenía que decirle.
-Pero lo mataste.
Sonrió enigmáticamente.
Acto seguido me regal6 un cigarrillo color mierda que examine
al microsc6pek: encontré tabaco. Su sabor era algo turbador.
Por
su humo hube de apreciar su perfumo. Ello me hizo comprender,
no sin bonhomía, la idiosincrasia del hombre que, a pesar de
hablar con gerundios, me dej6 chupar su singular cigarrillo.
Es así como se me reveló la soledad del hombre de mi tierra.
Yotuelnosotrosvosotrosellos fumamos CALIBAN.
Madame Destina, la vidente, sugiere:
Que seas el tarrudo bacan que se aboca sobre el pucho y lo
acamala.
Imposible no invitar a Marcel Duchamp:
Quand lajumee de tabac sent aussi de la bouche qui l'exhale,
les deux odeurs s'epousent par infra-Mince.
Rose Scelavy nos inculca:
Un CALIBAN se fume,
y un canfbal se esfume.
Gardel atanguece:
jViaja a Nueva Calibania!
Leopoldo Bloozones cacofonea de esta suerte:
jBufe Fumanchu!
A lo cual responde Concepción Arenal:
Y, por Ultimo, Sir Walter Raleigh:
Gracias a CALIBAN, Mme. Blavatsky tiene ojos de gavilán, como
Peladan.
Cortina musical: «la deplorable rumba El manisero». *
El coro de los pintores sin cara canto:
Las chinches repiten a gritos:
compinches: ¡cigarrillos con pitos!
• Borges: Historia universal de la infamia
DESCONFIANZA
Mama nos
hablaba de un blanco bosque de Rusia: «... y hacíamos hombrecitos de nieve y
les poníamos sombreros que robábamos al bisabuelo ...» Yo la miraba con
desconfianza. lQue era la nieve? ¿para qué hacían hombrecitos? y ante todo, lQue significa un bisabuelo?
1965
NINA ENTRE AZUCENAS
Obscenidad en algunos pequeñitos instantes del día
compartido, no de la noche que es solo mía. Algo tan modesto como una mano abrió
mi ardiente memoria. Un gesto tenue al doblar los dedos cuando cerro la mano en
forma de azucena. El execrado color de la azucena subió a mi cerebro con todo
el peso fatal de su triste y delicado perfume. Instada por la visión de esa
mano recogida en si misma con dedos como cinco falos, hable de la doble
memoria. Evoqué las azucenas detrás de las cuales una vez me escondí, minúscula
salvaje, para comer hormigas y cazar moscas de colores. El gesto de la mano dio
una significaci6n procaz a la figurita del memorial, la escondida entre
azucenas. Comencé a asfixiarme entre paredes viscosas (y solo debo escribir desde
adentro de estas paredes). Tan ofensiva apareci6 la imagen de mi niñez que me
hubiera retorcido el cuello como a un cisne, yo sola a mi sola. (Y luchas por
abrir tu expresión, por libertarte de las paredes.)
[Sin fecha]
NINA EN JARDÍN
a Daniela Haman
Un claro en un jardín oscuro o un pequeño espacio de luz
entre hojas negras. Allí estoy yo, dueña de mis cuatro años, señora de los pájaros
celestes y de los pájaros rojos. Al más hermoso le digo:
-Te voy a regalar a no sé quién.
-¿Cómo sabes que le gustare? -dice.
-Voy a regalarte -digo.
-Nunca tendrás a quien regalar un pájaro -dice el pájaro.
1966
CUIDADO CON LA PINTURA1
Un busto de Saturno se levantaba a la entrada del jardín. Las
emisiones que de los agujeros faciales salían eran negras, pero tres sochantres
reunidos a su alrededor las pintaban de rojo.
A H. esto le pareció muy curioso, y se acercó a ellos para
ver cómo lo hacían, para saber por qué lo hacían. En aquel momento oy6 que uno
de ellos le decía al otro:
-Me has manchado de pintura, te voy a matar. Nadie me descubrirá
pues las manchas de pintura proceden ineluctablemente a la ocultaci6n de la
identidad.
APRENDIZAJE 1
-Admire solo la ejecución de los muñecos -dijo.
Cuanto más los miraba, mas fuerte era mi certidumbre de que nunca
formularía, en mis poemas, signos iguales o parecidos a los que emitían esos
muñecos. Yen verdad, ¿Cómo comparar una
paciente serie de pequeños actos con el impulso desenfrenado
de
la materia verbal errante?
-Ya no hay más nombres -dije a la loca.
-Si se queda unos años en el hospicio, le enseñaré a hacer
muñecos como estos -dijo.
¿acaso es nada la vida? ¿por qué conceder tanto tiempo a tan
inútil aprendizaje?
-No quiero quedarme -dije-. De lo que se llama la locura, he
oído hablar, como todo el mundo, pero no basta querer estar
loca.
Se señaló a sí misma.
-No la abandone. No la deje sola.
Empezamos a llorar. Entro el médico. La señalé a ella y dije:
-Lo he dado todo y ahora me dejan sola.
Así aprendí como se hace un muñeco. Pero ustedes admiren
solo la ejecución de los muñecos.
1.Hoja
mecanografiada y corregida a mano. Probablemente de 1970.
RETRATO DE VOCES1
a mi abuela, la princesa Dounia Fedora Kolikovska,
a quien ruego perdone mi desinterés por la magia
y mi adhesión excesiva al samovar
-Al alba dormiré con mi muñeca en mis brazos, mi muñeca la
de ojos azul oro, la de la lengua tan maravillosa como un
poema
a tu sombra. Muñeca, personajito pequeño, ¿quién sos?
-No soy tan pequeña. Sos vos quien es demasiado grande.
- ¿Que sos?
-Soy un yo, y esto, que parece poco, es suficiente para una
muñeca.
-Pequeña marioneta de la buena suerte, se debate en mi
ventana según quiere el viento. La lluvia ha mojado su vestido, su cara y sus
manos, que se decoloran. Pero le queda su anillo, y con ello su poder. En invierno
ella golpea en el vidrio con sus piececitos calzados de azul y danza, danza de frío,
de alegria, danza para calentar su corazón, su corazón de madera, su corazón de
la buena suerte. En la noche ella eleva sus brazos suplicantes y crea a
voluntad una pequeña noche de luna.
1. Publicado en Árbol de Fuego, año 5, num. 52, julio de
1972. lncluido en Textos
de Sombra y últimos poemas, Sudamericana, Buenos Aires, 1982.
LA VIUDA DEL CICLISTA
a Felicite de Coiseul-Meuse
Esta el otoño, Señor, sobre mi vida, y todavía, Señor, no
logro
olvidar ese chiste malísimo que, en el verano de 1893, hos
infligió esta patasanta en Hail-les-Bains, a un grupo de argentinos que tomábamos
sol sin decir oxte ni moxte. Estábamos Eduardo
Mancilla, Eduardo Wilde, Eduarda Mancilla, el segundo
triunvirato, un indio ranquel, Ulrico Schmidl (supuesto amante de Isadora
Duncan), un indio prendido, un indio aranculo, un indio
cano, Leopoldo Lugones (supuestamente amante de La Sobaquinha),
Andres Bello (del brazo de Tórrida, su prometida), Leandro Alem, Parquechas,
Chiclana y el Bebe Campo de Mayo.
-A ver si haces un poco de mutis, pedazo de medio y verde
pelo recorriendo la Costa Azul en bañadera -dijo la noble
coja o, mejor, la blenojaco. Y arrodill6se no sin agregar:
-No me arrodillo ante vos, mierda que te vendo mierda, sino
ante la mierda de la humanidad, a la que también le duelen
las
putas, no vayas a creer.
-Puta que veo, puta que creo. Ergo: hacete a un lado,
aborrecida
-dijo el meridiano de Greenwich objetivando un esputfn de
verdin
color sonámbulo. El mentado no cesaba de esputar porque no
cesaba de chupar morosa verdemente una papa-crea-soda, helas.
-Víctor Hugo era un loco que se creía el Benjamin Constant de
Vieytes, helas -dijo Cojapicora o Jicora de Alcoganda o Las
Aventuras de C6jaca a caballo entre cobayos, jíbaros y tarahumaras.
-Coja que medra no mierda -jact6se la jacto-. Jicorar con un
buen coro, humoro; pero jibir bajo un jibarita, es divinox.
Moraleja: en caja de coja, carcaj al carajo.
-El Pigmeo meó a su antojo después de ponerse los anteojos
-dijo el pericolador de todas las indias.
- ¡Más Noches -dijo Hernandarias guiñando un ojo a Hernán
Cortes!
-Noches!! -chilló la malcojida anotando en su diario:
Jimmy tu mon fe
dans ma larinx
en disant jjSoirs!! A l'adore H.
-Bosta es una bestia. Y ni siquiera eso, porque muri6 -dijo
el
animal.
Ionesco quiso sosegar a Perilesco.
-Amigo Perlasco: es Bosta Watson, el marido, quien muri6.
Ella, Bosta Watson, vive. Cierto, cuando el marido vivía, los
dos
se llamaban Bosta Watson. Quien juntos los viera, nunca los
diferenciase, pues que tengan un solo y mismo nombre. peste de
¡Bosta y Bosta de peste! Era bostial el despiole que se
armaba y,
sobre todo, la confusión, e inclusive -me atrevo a decirlo-
el enredo. Todavía hoy día, que no somos ayer, hay giles sueltos que
creen que quien muri6 es ella, Bosta. Y se acercan lo más
panchos y le dan el pésame al muerto, a Bosta, el marido, pobre
Bosta, quedarse así, sin su Bosta.
- ¿y tu hermana? ...
-dijo el hada Arist6teles, quien estaba justito en el medio.
-Se pescó -respondió Ensimismo jarrita- una tranca y apareci6
en Sala tranca. * Cuando baila sardanas, enardece a las sardinas. Cual jaula,
el aula Alejandra Magna se llena de mancas
cuando Sala coja entra.
-Tu hermanca A ula Renga sabe la flor de la arenga como
Malena -dijo melifluencia, en Alabama, la Estagirita me
emborracho bien.
- ¡a callar, culos ligados! -picocteau la Tapette Criarde de
Tomboctcul esputeando al dorso de unos sellos postales con el prop6-
sito de enviar anónimos extorsionantes a personalidades de la
talla de Fritz y Franz, Laurel y Hardy, Pavlov y Pavlova, Reich y
Reik, Rimsky-Korsakoff. Reconociendo con inocencia su culpa,
San Pericles, comediante y sastre, estir6 la pata a fin de
encender la radio.
Al verlo en cierta postura aureolada por mil escándalos,
todos
pensaron en una frase de la bizca, pero aplicada a
Arist6teles:
«Pericles nos tiende un espejo en el que tenemos que
mirarnos.»
A lo cual respondieron con risitas indecentes algunas
parejas:
Groucho y Engels; la bella y la Bosta; el ciclista y el
inflador; y
Helioglobo.
* La frase evoca: «Se pesc6 una mina y apareció en Salamina».
LA VERDAD DEL BOSQUE
Como un golfo de soles este espacio hermético y transparente:
una esfera de cristal con el sol adentro; con un cuerpo
dorado (un ausente, querido tu) con una cabeza donde brillan los ojos más azules
delante de sol en la esfera transparente.
La acción transcurre en el desierto y que sola atravesé mi
infancia como caperucita el bosque antes del encuentro feroz. ¿Qué sola
llevando una cesta, que inocente, que decorosa y bien dispuesta, pero nos
devoraron a todos porque para que sirven las palabras si no pueden constatar
que nos devoraron? -dijo la abuela.
Pero de la mía no se vistió el lobo. El bosque no es verde
sino en el cerebro. La abuela dio a luz a mi madre quien a su vez me dio a
tierra, y todo gracias a mi imaginaci6n. Pero allí, en mi pequeño teatro, el
lobo las devor6. En cuanto al lobo, lo recorte y lo pegue en mi cuaderno
escolar. En suma, en esta vida me deben el festín.
- ¿y a esto llamas vida? -dijo la abuela.
1966
TANGIBLE AUSENCIA1
Que me dejen con mi voz nueva, desconocida. No, no me dejen.
Oscura y triste la infancia se ha ido, y la gracia, y la
disipaci6n de los dones. Ahora las maravillas emanan del nuevo centro (desdicha
en el coraz6n de un poema a nadie destinado). Hablo con la voz que esta detrás
de la voz y con los mágicos sonidos del lenguaje de la endechadora.
A unos ojos azules que daban sentido a mis sufrimientos en
las noches de verano de la infancia. A mis palabras que avanzaban erguidas como
el corcel del caballero de Bemberg. A la luz de una mirada que engalanaba mi
vocabulario como a un espléndido palacio de papel.
Me embriaga la luz. No nombro más que la luz. Quiero verla.
Quiero ver en vez de nombrar.
No sé dónde detenerme y morar. El lenguaje es vacuo y ningún
objeto parece haber sido tocado por manos humanas.
Ellos son todos y yo soy yo. Mundo despoblado, palabras
reflejas que solo solas se dicen. Ellas me están matando. Yo muero en poemas
muertos que no fluyen como yo, que son de piedra como yo, ruedan y no ruedan,
un zozobrar lingüístico, un inscribir a sangre y fuego lo que libremente se va
y no volvería. Digo esto porque nunca más sabré destinar a nadie mis
poemas.
¿Vida, mi vida, ¿Que has hecho de mi vida?
hemos consentido visiones y aceptado figuras presentidas
según los temores y los deseos del momento, y me han dicho
tanto sobre cómo vivir que la muerte planea sobre mí en este
momento que busco la salida, busco la salida.
Volver a mi viejo dolor inacabable, sin desenlace. Temía
quedarme sin un imposible. Y lo halle, claro que lo halle.
La aurora gris para mi dolor infuso, me llaman de la habitación
más cercana y del otro lado de todo espejo. Llamadas apresurándome a cubrir los
agujeros de la ausencia que se multiplican mientras la noche se ofrece en
bloques de dispersa oscuridad.
Luz extraña a todos nosotros, algo que no se · ve sino que se
oye, y no quisiera decir más porque todo en mí se dice con su sombra y cada yo
y cada objeto con su doble.
Tomado de:
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