martes, 14 de mayo de 2024

POEMAS DE REGINO PEDROSO - INICIADOR DE LA POESÍA SOCIAL EN CUBA-

 


PARABOLA DE LA MUJER SEDIENTA

-Señor, estoy sedienta. Como la tierra seca,

mi alma, ardiente espera la bendición del riego;

soy ansia y fiebre toda, devoradora llama;

el pozo es hondo, y sola, junto al brocal, sed tengo.

-Yo calmaré tus ansias, mitigaré tus fiebres.

Mujer, soy agua viva de amor, ten fe, que luego,

en tu alma, como un hondo milagro de infinito,

haré brotar la linfa de un manantial eterno.

Así, bajo los cielos de estrellas florecidos,

hablóle el Cristo, y era, frente al azul sereno,

frescura bienhechora de paz cada parábola...

Un halo de luz alba rielaba en el sendero,

y el alma aquella, ansiosa de amor, su sed calmaba

del agua que era el Verbo divino del Maestro.

 

 

UN POETA HA PARTIDO
HACIA LAS FUENTES AMARILLAS

Era el más joven, y ya ha partido.

Mensajero del iris en la región de atmósfera de barro en

donde desfallecen sin el vuelo las alas.

Las praderas de sombras, el país de los blancos bambúes,

las Fuentes Amarillas,

para sus ojos nítidos ya no tienen misterios.

Hoy junto al kiosko la soledad mis pasos acompaña.

Ya ni su risa, ni su canto infantil, ni su palabra trémula

enflorecida de musicales ecos.

Ante el cercano invierno sólo el otoño pálido, volando en

mi camino conchas amarillentas.

No era el trigal del viento, ni los terrestres ríos, ni la

misma ciudad, ni las creencias,

lo que en el ancho océano armoniosos trenzaban nuestras

almas hermanas.

Era la luz, la atmósfera impalpable, la clara tierra astral de

un universo inexistente.

Apenas si en el breve segundo de la vida pudieron

estrecharse nuestras manos;

pero él se ha ido, amarillo entre rosas, en su brumosa barca

de alas insondables;

y hoy se abre ante mis ojos un mar de sombras de tan

inmensa soledad,

que a su sola presencia mi corazón naufraga.

Se alejó con su voz de aguas de estrellas, de luz de música

y presencias irreales;

y la raíz de su voz, su espíritu, nacido en los celajes que

alimentan los sueños.

Hoy toco su presencia en la noche infinita de latidos que

entre mis dedos dejan amargura de ausencia.

La helada que comienza mi sendero a emblanquecer ya no

es aquella que viera retornar las primaveras.

Todo ha empezado a enmudecer para el blanco silencio:

las flautas, las danzas, las manos, las canciones; recogidas

en sus ecos, las caracolas líricas...

¡qué solo miro en torno amarillear los últimos rosales!

Y uno ha partido, sobre mar espumosa de misterios, uno ha

partido!

Ha partido ya aquél con quien en el invierno, yo hubiera

querido calladamente dialogar, sin pronunciar palabras.

Regino

 

 

 

PROMETEO

¡Pesa sobre mi vida, lejana, una tristeza

de no sé cuántos siglos! No sé qué ley atávica,

igual que a Prometeo, vencido me encadena

a un dolor milenario como a la roca trágica.

¿Refleja mi existencia pesares primitivos

que vienen de la oculta raigambre de mi raza?

¿De qué oscuro y remoto pasado que yo ignoro

llega a mi alma esta noche de angustia hereditaria?

¿Algún mi antepasado robóle el fuego al cielo?

¿De dónde mis tristezas e inquietudes amargas?

Pienso que en mí se cumple de un dios fatal castigo,

que aún saciará en mi sangre futura su venganza...

y estoy sobre la vida como el héroe titánico

en la roca, sintiendo deshechas mis entrañas.

 

 

Y MI VOZ CANTARA SOBRE TU MUERTE

1

Aquí muriendo en agua corrompida,

desangrado, negado y perseguido,

venciendo al odio y tu puñal de olvido

mi voz se elevará sobre la vida.

En carne de verdad y angustia herida

sueño fui, dolor soy, amor he sido;

no vencerán mi ser estremecido

tu veneno, tu hiel, cárcel ni brida.

Por anchos cauces de un gran sueño humano

volará mi canción; seco ni preso

por tu noche he de ser; aún más profundo,

sobre mentira cruel y odio inhumano,

con luz de alma y con blancor de hueso

contra ti mismo salvaré mi mundo.

2

Ante el alba de amor que está cantando

canción de eternidad en la mañana,

remo en mi nave, y mi voz quemando

desnuda su emoción en luz se ufana.

Por mares de amargura voy sangrando,

y hacia una inmensidad ancha y lejana,

la llama de mi vida va soñando,

más alta en su dolor y más humana.

Podrás hacer de mí ceniza o roca;

en mármol de opresión sellar mi boca;

vencer mi carne y apagar mi aliento.

Con hondura infinita, sobrehumana,

el hombre vencedor del sufrimiento

clamará con mi voz desde el mañana.

3

Frente a una lobreguez de oscuros cielos,

en ansias de otro mundo alcé mi lanza;

y quien bogó por mares de esperanza

vio en turbias olas naufragar anhelos.

Vida y clamor, en noches de desvelos,

lloraron siglos de desesperanza;

y ante esta sombra que al futuro avanza

el alma sólo ve miseria y duelos.

Mas en playa de azul el hombre espera

- ¡árbol de luz, canción de primavera! -

libre en olas de sol, desnudo y fuerte.

Mientras tú pasarás hacia la nada,

con tu noche, tu crimen y tu espada,

entre aguas turbias y mudez de muerte.

¡Y mi voz cantará sobre tu muerte!

 

 

CANTO A MI MARTILLO

¿Cuándo te cansarás

de golpear inútilmente

sobre tu duro piano de hierro?

Harto de tu cantar,

un día te arrojaré a la fragua

para hacer un juguete.

Eres fiel a mi vida,

mi hermano y compañero desde niño:

tu golpear fue mi canción de cuna,

contigo, en la esperanza y la fatiga,

he forjado la dura cadena de mis días

con largos eslabones de miseria.

Camarada en heroicas batallas del trabajo

que sobre el yunque dócil golpeando, golpeando,

golpeando,

doblegas el acero con recio canto entre las llamas;

repujas, recalcas, remachas,

forjas la rueda, la palanca, el puñal;

pero, aunque eres útil y fuerte,

un día te arrojaré a la fragua

para hacer un juguete.

Estoy enamorado de ese mágico espejo,

alargado y cortante,

que usan los hombres en la boca de sus fusiles,

y en donde se reflejan los astros, la mañana, el universo,

en bárbaros crepúsculos de sangre.

Y como de niño nunca supe de juegos,

ahora quiero reír, cantar, clamar también

con un grito más hondo y humano,

frente a esos hombres recios que juegan a la muerte:

¡Alto! ¡Alto! ¡Alto!

Y que mi grito quede

clavado en el inmenso corazón de la tierra.

Pero como tú eres dócil y humano,

laborioso y pacífico,

y tu canto de amor y justicia es inútil,

para hacerme ese duro cristal de acero que todo

lo refleja,

un día te arrojaré a la fragua...

¡y te haré bayoneta!

Tomado de:

http://www.hispanista.org/poema/plibros/46/46lbp.pdf

 

 

MAÑANA

 

Como forjamos al hierro forjaremos días nuevos.

 

 

 

Sudorosos y fuertes,

 

descenderemos a lo profundo

 

y arrancaremos a sus entrañas las nuevas conquistas.

 

 

 

Ascenderemos a las montañas,

 

y el sol nos llenará su vida:

 

seremos pedazos de sol!

 

 

 

Forjaremos otra vida grandiosa y humana;

 

la eternizaremos con un potente esfuerzo unánime.

 

Y bajo el ojo virgen de los amaneceres,

 

cantaremos a la fuerza creadora del músculo

 

y a la armonía fraterna de las almas.

 

 

 

Muchos,

 

y seremos solo uno.

 

Para el gran canto sólo tendremos una voz.

 

 

 

Cantaremos al hierro,

 

a la belleza fuerte y nueva de la máquina.

 

Los yunques, los tractores

 

que violan a la tierra en cópula mecánica;

 

la turbina, el dinamo;

 

la fuga infinita de los rieles

 

 - sistema venoso de acero por onde circula la vida.

 

Los canales de luz de los cables eléctricos

 

 - células cerebrales del mundo,

 

donde vibra la fuerza.

 

 

 

Cantaremos al hierro, porque el mundo es de hierro,

 

y somos hijos del hierro.

 

Pero estaremos sobre la máquina.

 

 

 

Un sentimiento nuevo surgirá en nuestros pechos,

 

y será tan inmenso,

 

que para amarlo se hará la tierra un corazón.

 

¿Dónde estará entonces nuestra amargura?

 

¿Dónde estos días miserables y inválidos?...

 

 

 

Como forjamos el hierro forjamos otros siglos.

 

Enjoyados de júbilos,

 

los días nuevos nos verán,

 

musculosos y fuertes, desfilar frente al sol.

 

 

 

Vendremos de los campos, de las ciudades, de los talleres:

 

cada instrumento de trabajo será como un arma;

 

- una sierra, una llave, un martillo, una hoz -

 

y ocuparemos la tierra como un ejército en marcha,

 

saludando a la vida con nuestro canto unánime!

 

 

HERMANO NEGRO

 

 Negro, hermano negro,

 tú estás en mí: ¡habla!

 Negro, Hermano negro,

 yo estoy en ti: ¡canta!

 Tu voz está en mi voz,

 tu angustia está en mi voz,

 tu sangre está en mi voz...

 ¡También yo soy tu raza!

 

 

 

 Negro, hermano negro,

 el más fuerte, el más triste,

 el más lleno de cantos y lágrimas!

 

 

 

 Tú tienes el canto,

 porque la selva te dio en sus noches

 tus ritmos bárbaros;

 tú tienes el llanto,

 porque te dieron los grandes ríos raudal de lágrimas.

 

 

 

 Negro, hermano negro;

 más negro por dolor que por la raza!

 

 

 

 Tú fuiste libre sobre la tierra,

 como las bestias, como los árboles,

 como tus ríos, como tus soles...

 Fué carcajada bajo los cielos tu cara ancha.

 

 

 

Y luego, esclavo,

 sentiste el látigo

 encender tu carne de humana cólera,

         cantabas.

  ¡Negro, Hermano negro!

 ¡Tan fuerte en el dolor que al llorar cantas!

 

 

 

Para sus goces

el rico hace de ti un juguete.

Y en París, y en New York, y en Madrid,

                                      y en la Habana,

  igual que bibelots,

 se fabrican negros de paja para la exportación;

 hay hombres que te pagan con hambre la risa:

 trafican con tu sudor,

 comercian con tu dolor,

 y tú ríes, te entregas y danzas.

 

 

 

¿Tú amaste alguna vez?

 Ah, si tú amas, tu carne es bárbara.

¿Gritaste alguna vez?

Ah, si tú gritas, tu voz es bárbara.

 

¿Viviste alguna vez?

Ah, si tú vives, tu raza es bárbara.

 

¿Y es sólo por tu piel? ¿es sólo por color?

No es solo por color, es porque eres,

bajo el prejuicio de la raza,

hombre explotado.

 

 

 

Negro, hermano negro,

silencia un poco tus maracas.

 

 

 

Y aprende aquí,

y mira allí,

y escucha allá en Scottsboro, en Scottsboro,

entre un clamor de angustia esclava,

ansias de hombre,

iras de hombre,

dolor y anhelo humano de hombre sin raza.

 

 

 

Negro, hermano negro,

enluta un poco tu bongó.

 

 

 

¿No somos más que negro?

¿No somos más que jácara?

 

 

¿No somos más que rumba, lujurias negras

                                               y comparsas ?

¿No somos más que mueca y color,

mueca e color?

 

 

 

Aprende aquí,

y escucha allí,

y mira allá en Scottsboro, en Scottsboro,

bajo vestido de piel negra,

hombres que sangran.

 

 

 

Negro, hermano negro,

más Hermano en el ansia que en la raza.

Negro en Haití, negro en Jamaica, negro en

                              New York, negro en la Habana,

— dolor que en vitrinas negras vende la

                                                         explotación —

escucha allá en Scottsboro, en Scottsboro,

                                                        en Scottsboro...

 Da al mundo con tu angustia rebelde

 tu humana voz...

 ¡y apaga un poco tus maracas!

Tomado de:

http://www.antoniomiranda.com.br/iberoamerica/cuba/regino_pedroso.html

 

 

La exquisita amiga

A una dama extranjera, cuya fragancia aún

flota en mis recuerdos como el aroma del té

que se evapora de mi taza.

 

¡Oh Maestro, tengo una amiga exquisita!

Su boca es dulce como los cerezos de Nao Kao;

son sus pestañas suaves como el plumón, de seda;

tiene su cuello el ritmo y la gracia del cisne;

y al andar, fina y grácil, con ondulante talle,

no sé si un ritual danza,

si es una rama en flor que mece el aire,

o si es una mariposa que vuela.

 

Cuando la ven mis ojos

es como si alcanzara la irrealidad de un sueño.

Y cuando ríe, y su voz armoniosa,

como divino pájaro vuela de su garganta,

quisiera que esa diosa de frágil porcelana,

no fuera una extranjera

nacida bajo el cielo de Occidente

aunque de ilustre alcurnia se cuentan de ella historias.

 

¡Ah, Maestro, qué cultura

la de esos mundos de Occidente!

En la terraza de las Mil Caricias

ayer, con labios húmedos,

el fénix del amor nos sorprendió en su vuelo.

por único ropaje su divina figura

envuelta sólo estaba con la túnica de oro

con que la prestigiaba el pincel del crepúsculo.

 

Toda la tarde el Kiosco de los Besos

resonó la armonía.

Los pájaros callaron para escuchar la música.

 

Y yo esperé la noche, ¡que descendió sin luna!

para abrir el más íntimo Cofre de los Secretos.

Pues no hubiera querido, bajo luz indiscreta,

que el astro nacarado hubiese sorprendido

cuán pequeñita era ante tanta cultura

mi desnuda ignorancia.

 

¡Ah, ¡Maestro, tengo una amiga exquisita!

 

 

Salutación fraterna al taller mecánico

Tensión violenta del esfuerzo

muscular. Lengua de acero, las mandarrias

ensayan en los yunques poemas estridentistas

de literatura de vanguardia.

 

Metalurgia sinfónica

de instrumentales maquinarias;

ultraístas imágenes de transmisiones y poleas;

exaltación soviética de fraguas.

 

¡Oh, taller, férreo ovario de producción! Jadeas

como un gran tórax que se cansa.

Tema de moda del momento

para geométrico cubismo

e impresionismo de metáforas.

 

Pero tienes un alma colectiva

hecha de luchas societarias;

de inquietudes, de hambre, de lacería,

de pobres carnes destrozadas:

alma forjada al odio de injusticias sociales

y anhelos sordos de venganza

Te agitas, sufres, eres

Más que un motivo de palabras.

 

 

Sé tu dolor perenne,

Sé tu ansiedad humana,

Sé cómo largos siglos de ergástula te han hecho

Una conciencia acrática.

 

Me hablas de Marx, del Kuo Ming Tang, de Lenin;

y en el deslumbramiento de Rusia libertada

vives un sueño ardiente de redención;

palpitas, anhelas sueñas; lo puedes todo y sigues

tu oscura vida esclava.

 

Y me abrumas, me entristeces el alma,

me haces escéptico, aunque a veces

vibre al calor de tus proclamas,

y diga siempre a mis hermanos

de labores:

«Buenos días, compañero, camarada.»

 

Son tus hijos, los hijos

de cien generaciones proletarias,

que igual que hace mil años piden en grito unánime

una justicia igualitaria.

 

Son tus hijos, los tristes,

que angustiados trabajan, trabajan, trabajan

en un esfuerzo fértil de músculos y nervios;

pero estéril al sueño de gestas libertarias.

 

 

Son tus hijos que sueñan,

mientras los eslabones de sus días se enlazan,

que en los entristecidos cielos de sus pupilas

surge un fulgor de nuevas albas.

 

Son tus hijos que a diario

te ofrendan las vendimias de sus vidas lozanas

que gritan sus angustias al rechinar del torno

mientras tú, apenas óyeles, como a cosas mecánicas.

 

¡Oh, taller resonante de fiebre creadora!

¡Ubre que a la riqueza y la miseria amamanta!

¡Fragua que miro a diario forjar propias cadenas

sobre los yunques de tus ansias!

 

¡Esclavo del Progreso,

que en tu liturgia nueva y bárbara

elevas al futuro, con tus voces de hierro,

tu inmenso salmo de esperanza!

 

Ah, cómo voy sintiendo que también de mí un poco

te nutres; yo que odiaba,

sin comprender, tu triste alma colectiva

y tu tecnología mecánica.

 

 

Yo que te odié por absorbente;

que odié tus engranajes y tus válvulas;

que odié tu ritmo inmenso porque ahogaba

mi ritmo interno en ronca trepidación de máquinas.

¡Yo te saludo en grito de igual angustia humana!

 

¿Fundirán tus crisoles los nuevos postulados?

¿Eres sólo un vocablo de lo industrial: la fábrica?

¿O también eres templo

de amor, de fe, de intensos anhelos ideológicos

y comunión de razas?

 

Yo dudo a veces, y otras,

palpito, y tiemblo, y vibro con tu inmensa esperanza;

y oigo en mi carne la honda VERDAD de tus apóstoles:

¡que eres la entraña cósmica que incubas el mañana!

 

 

Five o clock tea

Voy con las manos sucias de grasa.

Los hermosos vehículos no se detienen cuando los llamo;

y marcho por las calles, pródigo de saludos,

pero los hombres me ignoran, y pasan;

porque en la fiesta espléndida de la ciudad lujosa

llevo las manos sucias de grasa.

Sólo el paisaje y el crepúsculo me abrazan cordiales

y el viejo pavimento

que recuenta el cansado rosario de mis pasos.

 

Pero las grandes vitrinas de lujo

me cierran sus puertas;

el ascensor de la opulencia no me conduce a las terrazas

donde la vida canta y ríe;

porque en la hora ebria del té fragante de oro,

de enriquecer al mundo,

llevo las manos sucias de grasa.

Tomado de:

https://www.isliada.org/poetas/regino-pedroso-y-aldama/

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