viernes, 12 de julio de 2019

POEMAS DE LUCIJAN KORDIĆ


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(Grljevići Ljubuski , 9 de junio de 1914 - Siroki Brijeg , 16 de junio de 1.993)

EL PAÍS ESPERE A LA PASCUA


País esperando la Pascua ...!
la cima de su miel y colinas,
cuando no se
perderán más estacas de nieve congelada , congelada y humilde;
Cuando no habrá ríos
inundados , no habrá carreteras sin un convoy y dirección.

País esperando la Pascua ...!
cuando el coro de pájaros se arremolinará,
que sobre el horizonte de la coyuntura de vidrio;
cuando ninguna bestia en el bosque
sentirá la sed de sangre de los nervios humanos, los
restos de la congelación,
cuando no habrá coronas rígidas
ni marcas de dientes venenosos

País esperando la Pascua ...!
cuando no habrá más odio o derrocamiento de los
ejércitos en marcha o de los genios locos,

cuando los soldados de la nave ya no
secuestrarán las municiones y sacudirán a los muertos;
cuando desaparezcan el engaño y el robo, la
abominación del trabajo de los trabajadores;
cuando el emigrante en el umbral de otro,
como el fruto de la ciruela y el mártir,
comerá su mordedura pacíficamente.

País esperando la Pascua ...!
cuando cesen los calabozos y los bancos de sangre, los
campos de los novatos asesinan;
cuando los fuegos
y la ira de la carne desaparezcan del rostro , que es silencioso;
cuando el hombre ofrezca al hombre una flor de flores;
Cuando el reinado de la primavera, la sonrisa
y el amor coronarán la mano extendida.

País esperando la Pascua ...!
que
se rompa la edad de la luz en nuestro hogar y el buey de la esclavitud;
cuando el hijo terrenal comienza a creer
que está creado para vivir por la victoria y la libertad.
La tierra está esperando la Pascua ... ¡La paz del pueblo de Dios!





El fugitivo


Serpiente como el borde de la madre tierra.

Y una valla de espinas. Y el mundo es una choza fría.

En el cual la oscuridad y la constricción devoran el alma.

Me llamo: mártir y sin hogar;

Los campos son mi guarida y la nube mi manta acuosa.

Yo declaro la guerra a la luz ya las estrellas.

Y trato de esconder los soles lejanos con la palma de mi mano:

No ver la oscuridad y el abismo.

Fruncido en mi cara por los vagabundeos y la pasión;

No escuchar el grito de mi miseria y la de los demás.

En el que canta la víbora y florece el espino negro.

Sin mi tierra nativa y los amaneceres del sol.

Me convertí en un aullido y una cruz de roble anudada.

Criado en la noche de los disturbios y el vuelo.

O cuando mis brazos se conviertan en alas,

Que me convierta solo en espíritu, realidad y vida;

¡Un fugitivo rescatado en este planeta manchado de sangre!


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