Miserere
La juventud, amor, lo que
se quiere,
ha de irse con nosotros.
¡Miserere!
La belleza del mundo y lo
que fuere
morirá en el futuro.
¡Miserere!
La tierra misma lentamente
muere
con los astros lejanos.
¡Miserere!
Y hasta quizás la muerte
que nos hiere
también tendra su muerte.
¡Miserere!
Simil
En el bello jardín de mis
ensueños
Donde nacen las flores.
mis quimeras,
Nacieron muchos lirios que
risueños
A la vida entonaron sus
primeras
Canciones de dulzuras,
halagüeños.
Mas sopló el vendaval y
esas mis flores
Dobláronse en sus tallos
juveniles;
¡Oh blancos lirios, flor
de mis amores!
Desde entonces las flores
infantiles
Con su olor no calmaron
mis dolores.
Los lirios del jardín, son
ilusiones;
Sus risas y cantares,
pensamientos;
Y el vendaval de fieros
aquilones,
Son las pasiones viles que
cual vientos
Sin cesar despedazan
corazones.
Sobre tus ojos de mujer
Sobre tus ojos de mujer
se habrá de cerrar un día
el sol de un atardecer.
En tus dos pálidas manos
se apagarán los fulgores
de los luceros lejanos.
Sobre tus labios marchitos
pasará la eternidad
con sus besos infinitos.
Y cuando yazgas dormida
la muerte dirá en tu oído
que un hombre te amó en la
vida:
yo también me habré
dormido.
Día de lluvia
(En el puerto)
Hay algo de tristeza en el
paisaje
la mañana
penetra con su luz por mi
ventana
a mi ser interior y es
como ultraje
al fastidio sin fin de mi
tristeza.
Aunque trate
de no ver el paisaje
exterior, miro
en una pieza
que hay frente a frente a
la ventana mía
dos viejecitas: una que
bosteza
y otra que lentamente bebe
mate...
Yo siento no se qué
melancolía.
De vez en cuando pasa por
la calle
un transeúnte que fuma un
cigarro
o pasa algún chiquillo que
contento
pisa las pozas salpicando
barro.
El paisaje brumoso
serpentea en los cerros,
tortuoso
y se desliza por las
calles planas.
Crepúsculo:
I
Frívolos madrigales de las
sutiles rosas
ritman en los jardines las
musas de belleza
y comulga en los ritos del
alma de las cosas
como una ofrenda triste mi
llanto: voz que reza.
En las gamas exóticas de
la tarde doliente
finge la luz un iris -raro
florecimiento
crepuscular-. Y pasa
rozándome la frente
el murciélago sombra en
las alas del viento...
La sombra ya penumbra la
arena de las sendas,
perfúmanse de rosas los
líricos jardines
y reinan en las pantas
fabulosas leyendas.
Los nocturnos de seda de
ignorados violines.
¡Crepúsculo de ensueño y
evocación de amadas!...
La tarde con mi espíritu
la comunión empieza
y al final, como epílogo
de oraciones rezadas,
dominará en mí la sombra,
la noche, la tristeza
Noche:
II
Como una enorme sierpe sus
escamas de plata
desenrosca la noche; como
raras pupilas
de luz, en los azules, su
estelación desata
el infinito... El viento
va girando las lilas
¡El recuerdo una amada que
se fue...!
Y en la fría
nostalgia -voz de tumba-
un suspiro que se arranca
en las alas sutiles de la
melancolía
que empuja los lirismos de
una tristeza blanca...
¡El recuerdo: unos labios
mortales...! se deshoja,
perfumando de rosas, un
rosal florecido...
¡Unos labios mortales y
una rosa muy roja
pusieron en mi carne besos
de amor y olvido...!
III
Despiertan los aromas
nocturnos... (Los enanos
juegan con princesitas en
sus reinos)...(Las rondas
de sátiros y ninfas
tomadas de las manos
fraternizan -mintiendo- en
las sagradas frondas)
IV
La luna mis ensueños,
romántica, ilumina.
Las rosas a la luna
protestan sus querellas,
y un paisaje interior se
disfumina
en florecimiento de mágica
estrella.
12-III-1914
Tomado de:
http://www.poemaspoetas.com/jose-domingo-gomez-rojas
El parque dormido
Sendas que se bifurcan
todas blancas de luna;
árboles que proyectan sus
formas recostadas;
escaños solitarios;
fuentes cuyas cascadas
remedan una orquesta.
Sobre la gran laguna
la brisa orla su peplo.
Pilastras con jarrones
donde el fauno sonríe con
sus belfos lascivos
mientras la ninfa mueve
sus dos flancos esquivos
dando a su cuerpo esbelto
violentas contorsiones…
Cada estrella ha encendido
su blanco lampadario.
Cada árbol es como un
perfumado incensario
que entonara las glorias
del parque florecido;
y vagando por los aires
indefinibles notas.
Mientras las fuentes ríen
sus carcajadas rotas
llora la luna un salmo
sobre el parque dormido.
Polvo y viento
Hoy caen los crepúsculos
de mi alma
y dormido me encuentran
las auroras;
tengo tantas estrellas en
mi ensueño
que hay un divino azul
hasta en mi sombra.
Es tan honda la noche de
mi espíritu
que en un éxtasis vivo su
belleza
y la muerte se acerca
hasta mis besos
como virgen vestida con
estrellas.
Yo dormiré algún día bajo
tierra
y ni mi sombra vagará
perdida;
no seré ni recuerdo, ni
fantasma,
ni amor lejano, ni canción
perdida.
Sólo entonces, tal vez,
duerma tranquilo,
sin inquietud alguna… Las
estrellas
seguirán en los cielos, y
los hombres
viviendo sus dolores por
la tierra.
Y yo estaré tranquilo con
el polvo
sobre mi corazón, sobre
mis labios;
pasarán los millones de
centurias…
habrán muerto y nacido
muchos astros…
Así quiero dormir bajo los
siglos,
vestido con el polvo de lo
eterno;
yo que rodé cual lágrima
en el mundo
quiero apenas ser polvo
sobre el viento.
Tomado de:
https://poemasamoryamistad.com/jose-domingo-gomez-rojas
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