Sin título
Acostumbrado a pasar las largas noches de primavera,
llevaba conmigo a mi esposa y a mi polluelo; mis sienes
mostraban hilos de seda.
En el sueño, vagamente, veía las lágrimas de mi amorosa
madre;
en lo alto de la muralla de la ciudad las banderas de los
grandes reyes cambiaban sin regla.1
Resisto mirar a mis amigos convertidos en nuevos fantasmas;
iracundo busco pequeños poemas hacia los lados de las
bayonetas.
Suspendo la declamación y bajo las cejas; no hay lugar donde
escribir.
La luz de la luna parece agua brillando en mi traje negro.
(1931)
Inscripción en la Pagoda de las Tres Justicias
La Pagoda de las Tres Justicias es el esqueleto de una que
estaba ubicada en Zhabei (Shanghai). Ahora está en Japón, construida
completamente por los campesinos.
Corren rápido los rayos, vuelan las flamas y aniquilan a los
hijos de los hombres;
se suprimen los pozos, se derrumban las murallas y sólo queda
una tórtola hambrienta.
Por casualidad fue apartada de la casa en llamas por un
hombre de gran corazón;
al final permanece en su memoria una alta pagoda en
Yingzhou.2
El ave jing3 en sueños siente que todavía lleva piedras en el
pico;
los combatientes, de verdad, se oponen con firmeza a la
corriente.4
A través de toda la ola de desgracias los hermanos aún están;
se encuentran con una sonrisa y sepultan el amor y el odio.
(1933)
Sin título
En la tierra de Yu5 vuelan muchos generales;
en las humildes casuchas quedan los refugiados.
De noche incito a mi sombra desde el fondo del estanque
profundo;
con vino oscuro encomio la benevolencia del emperador.
(1933)
Sin título
La niebla y el agua son asuntos corrientes
para el pescador en la desolada aldea.
En la profunda noche despierta de su honda borrachera;
por ninguna parte consigue ni zizania ni espadaña.6
(1933)
Como diversión por una crónica periodística que daba cuenta de haber contraído yo encefalitis
¿Acaso mi mirada fiera capturó a las mujeres bellamente
ataviadas?
De improviso ofendí el corazón de las mujeres.
Hoy la imprecación se ha tornado en modelo;
no hay nada que hacer, el cerebro de este servidor parece
hielo.
(1934)
Sin título
Miles de rostros pintados de negro, sumergidos entre las
artemisas;
¿se atreverá alguien a cantar una canción que conmueva a la
tierra triste?
Las preocupaciones en mi corazón son vastas y se unen al
extenso mundo;
donde no hay sonido se escuchan espantosos truenos.
(1934)
Sensaciones de una noche otoñal
Detrás de la cortina de gasa con dibujos vuela el tiempo;
al lado del conjunto de cipreses y castaños hay un terreno
para los oficios taoístas.
El emperador Wang7 al fin hace que cambien las hierbas
fragantes;
se desorienta el sol y escasamente adorna el gran campo desolado.
¿Quién viene a ofrendar dulces y frutas a los mil budas?
Difícilmente las flores de loto se asemejan a los seis mozos.
A la medianoche el gallo canta y el viento y la lluvia se
juntan;
enciendo un cigarrillo y siento una nueva frescura.
(1934)
Al señor Xu Guangping, escrito en el tercer volumen del “Libro modelo de pintura del Jardín de las semillas de mostaza”
Por diez años, cogidos de la mano, juntos enfrentamos
dificultades y peligros;
sumergidos en la espuma pasamos aflicciones.
Por poco tiempo tomaste prestadas las pinturas para alegrar
tus ojos cansados;
lo dulce y lo amargo de adentro sólo nuestros dos corazones
lo saben.
(1934)
Escrito por azar a fines del otoño del año Hai
Ya asustado por la gravedad del otoño alojado bajo el cielo,
¿me atrevería a enviar la calidez de la primavera a que
trepase al extremo del pincel?
En el vasto polvo del mar se sumergen cien sensaciones;
un viento dorado susurra y se marchan mil funcionarios.
Cuando regrese viejo, las zizanias acuáticas de la gran
charca estarán agotadas;
los sueños caerán en nubes vacías y mis dientes y cabellos se
helarán.
Atemorizado escucho al desolado gallo y luego el silencio;
me levanto a mirar las estrellas justamente entrecruzadas.
De acuerdo a la leyenda, era el rey del Estado de Shu, al
final de la dinastía Zhou (año 256 a. C.). Luego se convirtió en emperador y se
le dio el título de Wangdi (“Reputado Emperador”). Su nombre era Du Yu. Después
de retirarse, murió y su alma se transformó en el ave dujuan o duyu (cuco o
cuclillo).
El año yihai: 1935.
Tomado de:
https://letralia.com/transletralia-traducciones/transpoesia/2021/10/19/lu-xun/
"El sueño"
Muchos son los sueños que se reúnen con la puesta del sol.
Antes de que el primer sueño empuje al último sueño, el
último sueño ya ha atrapado
Al sueño que lo precedía.
El primer sueño, que ya ha desaparecido, era negro como la
tinta; en el último sueño, la tinta
Es igual de negra que en el primer sueño.
El que los imita ya ha desaparecido, y me dijo: «Mira mi buen
color».
El color era bueno, pero vete a saber qué esconde,
Y vete a saber a dónde va. Y el que nos habla, ¿quién es, en
realidad?
Vete a saber qué nos esconde: quizá la fiebre y el dolor de
cabeza.
Tú vienes y vienes y ahora comprendes los sueños.
1918
Tomado de:
https://franciscocenamor.blogspot.com/2015/09/poema-del-dia-el-sueno-de-lu-xun-china.html
LA DESPEDIDA DE LA SOMBRA
No sabría decirte hasta qué hora duerme la gente, pero sé que
luego les viene una sombra que viene a despedirse y dice:
La felicidad que me falta está en el paraíso, pero yo no
deseo ir a ese lugar. La felicidad que me falta está en una prisión, pero yo no
deseo ir a ese lugar. La felicidad que me falta está en vuestro mundo dorado,
pero yo no deseo ir a ese lugar.
Tú, no obstante, eres la felicidad que me falta.
Amigo, yo no puedo seguirte, y tampoco quiero detenerme.
No, no quiero.
Y grito como un loco porque no quiero pararme; lo que quiero
ahora es vagabundear sin rumbo fijo.
No soy más que una sombra. Quiero dejarte y hundirme en la
oscuridad. La oscuridad, pese a todo, también querrá juntarse conmigo y la luz,
pese a todo, hará que yo desaparezca.
Y pese a todo, no quiero seguir errando por un camino de
luces y sombras porque yo no soy la oscuridad.
Y pese a todo, seguiré vagabundeando por un camino de luces y
sombras porque no distingo las luces del crepúsculo de las del alba. Alzaré con
mis manos negras como la ceniza una taza de vino y me la beberé; luego, no sé
cuándo, me marcharé lejos de aquí y lo haré en soledad.
Y grito como un loco por si anochece porque la noche oscura
vendrá a engullirme. Si no, si por casualidad amanece, será la luz del día que
me hará desaparecer de este mundo.
Amigo, ese momento no está lejos.
En la oscuridad me dejo ir, así, sin rumbo fijo.
Tú quieres hacerme un regalo. ¿Qué puedo ofrecerte yo a
cambio? Si no me paro, me esperará la oscuridad y el vacío. Nada más. Sin
embargo, yo solo deseo entrar en la oscuridad o desaparecer en la luz de tus
días; deseo, simplemente, el vacío y no profetizar sobre lo que siente tu
corazón.
Yo lo deseo, amigo…
Me marcharé lejos de aquí y en soledad; y tú no estarás
conmigo, ni las sombras volverán a habitar el misterio de la oscuridad. Sólo yo
me hundiré en la oscuridad y el mundo me pertenecerá.
24 de septiembre de 1924
LOS MENDIGOS
Camino por la calle junto al muro alto y desconchado. Piso el
polvo, el polvo que se ha desprendido del muro. Al mismo tiempo, hay gente que
camina por la calle. Se ha levantado un viento suave y las ramas de unos
árboles altos asoman por encima del muro. Esas ramas tienen unas hojas secas
que tiemblan sobre mi cabeza. Se ha levantado un viento suave y el polvo lo
ocupa todo.
Un niño se me acerca y me pide limosna. Va vestido con un
pantalón fino y una camisola, pero no parece que se vaya a acabar el mundo. Más
bien parece que forma parte de una obra de teatro, pero a mí el lamento de ese
niño me avergüenza.
Al mismo tiempo, hay gente que camina por la calle. Se ha
levantado un viento suave y el polvo lo ocupa todo.
Un niño se acerca y me pide limosna. Va vestido con un
pantalón fino y una camisola fina, pero no parece que se vaya a acabar el
mundo; es mudo y mueve las manos para llamar mi atención.
Yo odio ese gesto que hace con las manos. Quizá no es mudo y
mueve las manos porque esta es la manera de actuar de los mendigos.
Yo no le doy ninguna limosna. Mi corazón no tiene limosnas
para dar a nadie. Yo estoy por encima de las limosnas; me ofenden, no me fío de
ellas y las odio.
Camino, por la calle, junto al muro ruinoso. Unos ladrillos
rotos tapan los agujeros del muro, pero dentro del muro no hay nada. Se ha
levantado un viento suave que anuncia al otoño y al invierno. Ese viento
penetra mis ropas. El polvo lo ocupa todo.
Creo que yo pediría limosna de otra manera: hablaría, ¿pero
cómo?; y si me hiciera el mudo, ¿qué gestos haría con las manos?
Al mismo tiempo, hay gente que camina por la calle.
Yo nunca podré dar limosna. Mi corazón nunca tendrá limosnas
para dar a nadie. Yo he logrado estar por encima de las limosnas porque me
ofenden, no me fío de ellas y las odio.
Yo me serviría de cualquier cosa para medir limosnas sin
tener que abrir la boca.
Al menos, no me quedaré sin nada.
Se ha levantado un viento suave y el polvo lo ocupa todo. Al
mismo tiempo, hay gente que camina por la calle.
El polvo; sí, el polvo…
…
El polvo…
24 de septiembre de 1924
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