LAS ALCANTARILLAS
Como el arte, no existen en la naturaleza
y ni siquiera cuando somos pocos.
Como el lenguaje la rueda el fuego
o las lavadoras no se sabe quién las inventó,
lo que quiere decir que son muy importantes.
Donde llegaban, los romanos construían
carreteras puentes teatros y tumbas: y
alcantarillas,
enseñando a todos como esconder
lo que molesta. Imperios y alcantarillas.
Las alcantarillas no están más cerca de San
Vittore [1]
que, de San Pedro, de los hospitales que, de las
salas de fiestas,
de las escuelas que, de los establos, de los
mataderos que, de los bancos,
de los manicomios que de los ministerios
y en La Meca no se puede prescindir de ellas
más que en Las Vegas, en Courmayeur y en Pero [2],
en Silicon Valley más que en Gardaland
en Suiza más que en Swaziland.
Puedo concebir Nueva York sin corriente eléctrica
pero Nueva York sin alcantarillas ni pensarlo.
Nuestras calles están llenas de bocas de
alcantarilla
que parecen los sellos de una civilización,
y abriéndolos, aquellos documentos, trampas
de donde aparece y desaparece el deus ex máchina,
las partes que seguimos olvidando,
se podría escribir una historia de la Historia
vista desde abajo.
Notamos que existen si algo se deteriora,
si hay obras en una boca,
si un conducto se ha obstruido o el tiempo está
mudando
y de los lavabos sube el olor
también al trigésimo piso con los grifos de oro.
En India las alcantarillas son a cielo abierto
total, allí ¿qué tienen que esconder?
Es inútil torcer la nariz
antes o después yo también tendré que usarlas.
EL BOSQUE DE LOS CELTAS
Escondidas entre las hojas están las ramas
y en las ramas está el aire, la sangre verde,
y cuando ya no quedan hojas
las ramas son como los cuernos
en la cabeza de la tierra.
Las plantas son animales
y te asustan las castañas de los erizos abiertos
que apenas si te miran puntiagudas y oscuras,
el rostro sin rostro de la naturaleza
que abre los ojos para morirse.
El lago es un ojo gris o negro o azul
siempre abierto para mirar el cielo
y cuando hay sol entre arena y agua
se ve una red de luz,
que he visto junto a ti en la cama
encenderse en tus ojos.
El mundo es un nudo,
como los bordados de los átomos en el vacío,
el lago cosido por la luna cuando oscurece,
como en el cráneo está el cerebro
y en el cerebro una maraña de química y niervos
y allí dentro un ovillo de recuerdos
y en los recuerdos estamos tú y yo y el mundo.
Los animales son plantas y piedras
pero de prisa, porque les queda poco tiempo:
he visto una hoja en las venas de una mano,
el corazón que puede caer como una manzana madura
y un perfil - un perro, una cara - emergiendo
despacio de la niebla espesa
como un retrato en la hoja de un pintor.
Hoy hace frio y he visto la niebla,
la tierra que respiraba.
TAMBIÉN el verdugo tiene sus horas de pausa:
claro, se queja con su mujer
porque el lazo no se deslizaba bien
y le han cortado durante media hora la corriente
pero luego se calma, juega con su perro,
riega las plantas y cuelga un cuadro
(naturalezas muertas casi siempre) más se
sobresalta
de repente al transponerse en una silla.
En fin, entran en su casa como en la del doctor:
solos, en un sitio discreto, limpio
que se parece a un quirófano
y él se hace cargo de todos los males.
Tendrá a lo mejor algún amigo,
o estrecha manos afables e ignaras
o sube del jardín con las manos sucias
y no ha encontrado aún el jabón justo.
Cuando no lo oyen, sus vecinos
piensan: se ha adormecido, pero es larga
demasiado larga esta sobremesa y las ventanas
de vez en cuando tiemblan por los aviones.
[1]
Nombre de una cárcel de Milán
[2]
Pequeña ciudad de Lombardia
Tomado de:
Balzarine
Son un puñado de granjas
en un flanco de Lombardía
con las casas sentadas en torno a los corrales
como viejas alrededor de una mesa,
contando historias de antaño.
Alguna
más tambaleante, se apoya
en un bastón
mientras pedazo a pedazo
vuelve
a la tierra.
En esta basílica abandonada,
que se desmigaja llena de grietas
como una hogaza chamuscada
por lo años, mucha gente ha venido
a llenarse la panza de la conciencia,
gente que a duras penas podía vivir.
La construyeron en una colina
que como muchos lugares sagrados domina los
pueblos
y hoy vendría bien para una antena
aunque ellos hablaban con el cielo
y nosotros a duras penas hablamos entre nosotros.
¿Qué estoy buscando aquí?
¿Una grieta en el muro de la historia?
Pienso en ello, y pensando yo,
que no tengo hambre, me siento más saciado
saltando una comida del menú universal
de la dieta de hoy,
un peso en el estómago de doce canales.
Los chicos
Bautizados por la gasolina, los chicos
en las motos como animales en jaula
salen disparados de sus cancelas;
son mujercitas ya, y hombrecitos,
la primera estación del amor ya está aquí
y las glándulas parecen locas.
Sosos, ni guapos ni feos
ni grandes ni pequeños, solo los ves
como los granos en la cara, en grupos.
En las cazadoras llevan palabras inglesas
y les parece normal no entender nada
hoy y aún menos dentro de un mes;
pero vete a tomar me cago en diez
es el vocabulario que chapurrean por ahí
para alzarse un palmo por encima de los demás.
En casa el gran ojo de la maestra, con la bola
de astróloga siempre encendida, les da clase
hinchándoles como pavos en Navidad.
La luz acerba de marzo cubre los pupitres
e incluso entre los que se aburren están
surgiendo mil dudas, mil preguntas.
Pero por hoy ya hay bastante, la hora está vieja…
alegres, no saben qué les espera.
Per B.
Tú también recuerdas las rebanadas de luna,
cuando en el cielo no se veía nada,
había una oscuridad descolorida, bochornosa,
y las clases con fiebre y las fiestas
modestas, de pueblo o de barrio,
en las que la gente reposaba los brazos en las
mesas.
Bajo los toldos estaba la sombra de la oscuridad,
pero entonces ni tú ni yo nos preguntábamos
qué era lo que en el mundo hacía el mundo;
para nosotros había cubos de agua fresca,
pilas de sandías como si hubieran rodado del cielo
y las mesas atestadas de vasos, cuchillos y lunas,
grandes rebanadas de luna roja
para devolver el alma al cuerpo, y las caras
redondas
que no parecían menos buenas... Tú te ríes,
y yo también me río, pero no nos equivocábamos
y también ellas, en realidad, eran la luna.
Tomado de:
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