La historia de un rikshawala
¡Tocaste la música de nuestro «crin, crin,
allegro»
con tanta ternura esta tarde!
Aquí, por favor, toma estos 25 paisa,
y te consigues un buyo en el camino de
regreso.
Dile a Badar que ponga un poco de esencia
en tu buyo.
Mejor no tomes el de zarda bajo este sol
tan fuerte.
A diferencia de mí, no vas a estar sentado
junto a la suave brisa
de un ventilador eléctrico, escuchando las
canciones de Atulbabu.
Llevarás a los pasajeros a la estación de
tren,
a Noumahal, a Kanchijhuli.
Un borracho incorregible puede subirse a
tu riksha,
debes llevarlo al muelle, necesita urgente
aire fresco.
Hay ebrios en el tráfico, jeeps rugientes
con el emblema del gobierno,
patanes, tontos, torpes caminando por las
calles,
cruces de ferrocarril,
los montacargas, el fastidio de que salte
la cadena de tu triciclo, y las disputas
de los pasajeros impacientes.
Tienes que estar constantemente atento.
Tocando un allegro de «crin, crin»
te precipitarías a lo largo de la tarde
a lo largo de los estrechos caminos sin
pavimentar.
Bueno, ¡y si de repente comienza a llover!
Los pasajeros fruncirían sus narices
por el débil olor a orina de tu lungi
humedecido.
Puede que de pronto recuerdes a tu niño de
piel oscura.
Se ha vuelto tan hiperactivo últimamente.
Qué soñadores son sus ojos,
te han estado esperando,
ya debe estar durmiendo en los brazos de
su madre,
tu esposa estará pensando en ti mientras
cose la colcha
para el vecino de al lado.
¿Cuándo volverás a casa, señor?
¿Ha entrado algo más tu estómago desde
esa comida de arroz sobrante que tuviste
antes de que salieras esta mañana?
Aparte de un ‘Gopal bidi’ que fumaste hace
un par de horas,
no has tenido tiempo para ti mismo.
Sólo pasajeros, pasajeros tras pasajeros.
«Hey, muévete, maldito bastardo!»
Estabas descansando un momento al lado de
la calle
por tu fatiga
antes de que la policía de tráfico te
echara.
Vuelves a casa, destrozado,
abatido, exhausto.
Aun así, estás contaminando a los peatones
con tu dulce allegro de «crin, crin».
En tus dos puños tienes las gargantas
de dos cobras venenosas sujetas con tesón.
Tienes sudor en tu espalda,
ampollas en tus pies, lágrimas en tus
ojos.
La corona moribunda
La corona moribunda
¿La tierra está ahora llena de cráneos
malditos?
Posiblemente, también brilla la corona
del limitado conocimiento humano en mi
cabeza!
Exijo la libertad incondicional de la luz
que la cortadera anhela todos los días.
Tiemblo de pena por la terrenalidad del
hombre,
cuando la civilización con sus millones de
manos
detiene la procreación de la naturaleza,
en una pervertida pasión por su propia
existencia.
Con un tirón más fuerte en mi arco
destrozo la implacable tierra sin arar;
mi tiempo, el tiempo eterno, fluye, como
yo
intoxicando mi millón de ojos con la vista
sobre los cultivos excedentes.
El crimen perpetrado por los hombres
contra hombres
me sacudió en un ataque de temblor;
arranco la corona moribunda del egoísmo
de mi cabeza indignada.
En esta tierra natural cubierta de flores,
las hojas, la tierra y el agua,
alimento al recién nacido con la sabiduría
que reuní a través del esfuerzo.
¡He aquí, llega el hijo del comunismo!
¡Liberará al mundo y liberará al país!
Yo, el padre de la civilización de la
riqueza acumulada,
me inclino aquí, rogando su perdón,
nada más que su perdón.
Fuego
Hay una gran multitud en la estación de
policía.
Soldados suspicaces en la ciudad se están
llevando todas las armas de fuego.
Ciudadanos asustados, de acuerdo con las
directivas de los militares,
están depositando sus escopetas,
rifles, pistolas y cartuchos como ofrendas
prometidas
en algún santuario sagrado. En la mesa
yace la mano del santo como una flor.
Sólo yo desobedezco la directiva militar,
convirtiéndome en un leve rebelde. Regreso
francamente
a mi habitación y ahora descansa conmigo
un arma de fuego terrible como el corazón.
No la entregué.
Qué pecado me redimiría
Nunca he probado la fruta
del árbol prohibido,
he estado esperando – esperando –
como el mar que espera al río,
o el río la marea alta,
con la remota esperanza
que un sentimiento se arrastraría hacia
arriba
desde el interior de las rocas
y me encendiara el corazón con pasión.
Nunca he estado en un burdel,
ni nunca me revolqué en ese placer
prohibido,
he estado esperando, esperando –
me gusta la revolución que se cuece a
fuego lento
y espera con impaciencia la hora cumbre,
o como el pecho agitado de una joven
doncella
esperando a su primer amor.
Nunca he dormido con ninguna placentera
joven
con la esperanza
que el amor, como un monstruo marino
agitando el mar en un violento duelo de
apareamiento,
me enseñara el arte.
Dime, alma sabia, por favor hazlo,
qué pecado me redimiría.
Traducción del inglés al castellano de
Jona & Tobías Burghardt
De 100 Poemas de Bangladés, Edition Delta,
Stuttgart (Alemania), 2020.
Tomado de:
https://www.abisiniareview.com/tal-vez-no-soy-un-humano/
Escribiendo una línea
Quiero escribir una línea
En el mar o en la orilla
Dónde tú existas
A excepción de todo.
La verdad sobre una mujer fértil
Aférrate al cuerpo descompuesto
¡De tu marido, en tus brazos, oh Sati!
Envuélvelo con cuidado en el paño que
vistes,
Y cuando su forma se desvanezca, búscalo
en la ausencia de toda forma,
Dibuja su perfil intacto como una pintora
experta.
El conflicto es la verdad esencial, y más
que él es la luz
Y la forma material dibujada con sus
líneas abstractas;
Al final del día se quemará en la pira
funérea
Y el incienso será encendido en los
hogares:
El hijo y la hija de la tierra crean los
ornamentos de la vida.
La verdad de tus sueños también se halla
en las sombras y en las ilusiones,
Con tus manos humanas habrás de elevar una
morada;
Tendrás muchas cosas que ganar, nada que
perder,
Rebrotes de arroz hervido se requieren,
Es tu parte del pacto.
Sol y lluvia sostienen la fertilidad
continua,
Una mujer fértil es verdadera, la sequía
es apenas efímera.
El cuerpo quiere alimento
Has llevado todos sus huesos en la canoa,
Los restos mortales de tu marido.
No pueden dejarse expuestos sin cuidado,
Cubiertos de tela han de permanecer
En el núcleo mismo del corazón.
El cuerpo que quiere alimento, es en sí
mismo alimento para otros
Seres etéreos buscando eternamente formas
de vida.
El alma que es mezclada con los cinco
elementos de acuerdo a la ley divina
Ese cuerpo toma un vuelo dichoso en el
firmamento del amor.
Estás segura que tu marido no está muerto,
Morir por una mordedura de serpiente, qué
conjetura convincente.
Por ello has prometido restaurar su
imperceptible respiración.
¿Quién puede destruir la ideal vida
conyugal de Sati?
Dejen que los dioses y las diosas convivan
felices en el cielo
La tierra sostiene a los retoños del
hombre y de la mujer.
Tú eres la hija de la tierra fértil,
Por tu intermedio las semillas crecen y
continúan,
Mientras tu esposo sea tu amante
compañero,
Nada es el cielo ante tu suave lecho.
Tú eres la hija de la tierra fértil,
Por tu intermedio las semillas crecen y
continúan,
Mientras tu esposo sea tu amante
compañero,
Nada es el cielo ante tu suave lecho.
Tomado de:
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