PERRAS
No puedo imaginar a esa mujer blanca y
tonta
contigo. Su piel rosada en tu oscuridad.
Tu lengua sobre la de ella. No puedo
imaginar sin reírme.
Quién lo hubiera pensado.
No su ex novio…
tu viejo camarada favorito,
el que juraste que era más grueso que los
parientes
tu hermano de sangre blanca, tu amigo–
que quiere cortarte abierto
como a un cerdo
y no lo culpo.
No es gracioso.
Él actuando como mexicano,
tú actuando como blanco.
No me puedo imaginar a esta mujer.
ni a tu ex esposa blanca, ni a ninguna
de aquellas a quienes abrazaste y
sostuviste,
tan extrañas del país que compartimos.
Maldita sea. ¿Dónde está tu respeto?
Podrías haber usado un poco de
imaginación,
elegir a alguien que no conocía. O al
menos,
una perra más a mi gusto.
PORQUÉ NO LO HICE
Claro,
Yo iba a, ya sabes.
o tal vez no lo sabes…
Mi boca se había suavizado,
cuando me diste un beso de buenas noches
y me dejaste ir.
Pero en lugar de amor
sólo había un viejo saco de dormir,
que me lanzaste y tres
mordidas de pulgas en mi vientre
a la siguiente mañana.
No sabias eso
¿O sí?
No lo creo.
Ni tu nombre que robé
y llevo conmigo
todo el camino desde San Antonio
a Puerto Escondido.
Y hoy cuando esperé,
que apareciera
tu camioneta para recogerme.
Volveré y me dejarás ahí,
en tu cochera llena de maletas y
cajas y sierras y cedro.
Entré en tu habitación
y me acosté en tu cama
solo para ver si me conviene.
Las sábanas estaban frescas
y un fino talco de polvo yacía por todas
partes.
la forma en que algunos hombres que viven
solos
están acostumbrados a vivir.
Oh, estoy asustada
¿No te has dado cuenta?, Lo estoy,
soy tímida cuando me gusta un hombre.
Y a decir verdad,
no estoy segura de que el amor valga
el riesgo de perder una amistad.
Habría sido fácil,
podría haberte reclamado.
Tenía miedo de la oscuridad,
soy, ya sabes. Miedosa, quiero decir.
Pero ahí estaba ese avión
que tomar la mañana siguiente.
Y tenías que ir a trabajar.
Además, yo tenía sueño.
Y el amor, ese pez demasiado viejo para
escapar,
estará allí a la mañana siguiente. Y si
no,
hay otras mañanas, otros peces.
Sacás la mexicana en mí
Sacás la mexicana en mí.
El escondido espiral grueso y oscuro.
El núcleo de un grito del corazón.
La amarga bilis.
El tequila de lágrimas en sábado todo
hasta el próximo domingo de la semana.
Sos el único al que me gustaría dejar ir
con otros amores,
entregar mi casa de mujer sola.
Permitirte el vino tinto en la cama,
incluso con mis sábanas de encaje vintage.
Puede ser. Puede ser.
Por vos.
Sacas la Dolores del Río en mí.
El rabiosa mexicana en mí.
Las navajas crudas, brillo y pasión en mí.
El ascenso de Caín y el baile con el
diablo de patas gallo en mí.
Las lentejuelas salpicadas en mí.
El águila y la serpiente en mí.
La sangre de las trompetas de mariachis en
mí.
La guerra de amor azteca en mí.
La lengua feroz obsidiana en mí.
la berrinchuda, bien-cabrona en mí.
La curiosidad de Pandora en mí.
La muerte pre-colombina y la destrucción
en mí.
El desastre de la selva, la amenaza
nuclear en mí.
El miedo de los fascistas en mí.
Sí, lo hacés. Sí, lo hacés.
Sacas la colonizadora en mí.
El holocausto del deseo en mí.
El terremoto en la Ciudad de México del
’85 en mí.
El Popocatépetl / Iztaccíhuatl en mí.
La ola de la recesión en mí.
El Agustín Lara romántico empedernido en mí.
Los taquitos barbacoa del domingo en mí.
La cubierta de los espejos con un paño en
mí.
Dulce gemelo. Mi otro malvado,
Soy la memoria que rodea tus pernoctaciones,
que te tira tenso como la luna de océano
remolcado.
Te afirmo todo mío,
arrogante como el Destino Manifiesto.
Quiero sacudirte y rasgarte en dos.
Quiero contaminarte y elevarte al
infierno.
Quiero sacar los cuchillos de cocina,
opacos y afilados, y batir el aire con
cruces.
Me sacas lo mexicana en mi*,
te guste o no, cariño.
Sacás el Uled – Nayl en mí.
La atenta perra blanca en mí.
La navaja en el maletero de mí.
La clavadista de Acapulco en mí.
El desastre de montaña Flecha Roja en mí.
El dengue en mí.
La ¡Alarma! asesina en mí.
Podría matar en nombre tuyo y pensar
si vale la pena. Blandir un tenedor y
aterrorizar rivales,
femeninos y masculinos, que pierden el
tiempo y te miran,
lánguido en tu luz. Oh,
Soy mala. Soy la sucia diosa Tlazoltéotl.
Soy la succionadora de pecados.
La diosa de la lujuria sin culpa.
El libertinaje delicioso. Sacás
la exquisitez primordial en mí.
La obsesión desagradable en mí.
El pecado venial corporal en mí.
la transgresión original en mí.
Ocre rojo. Ocre amarillo. Índigo. Cochineal.
Piñón. Copal. Pasto dulce. Mirra.
Todos ustedes santos, beatos y terribles,
Virgen de Guadalupe, diosa Coatlicue,
Los invoco.
Quiero ser tuya. Sólo tuya. Sólo vos.
Quiero amarte. Atarte. Amarrarte.
Amar de la forma en que una mujer mexicana
ama. Déjame
mostrarte. Amar de la única forma que
conozco.
Solteronas
Mis primas y yo,
no nos casamos.
Somos muy viejas para
los estándares mexicanos.
Y los familiares
sospecharon desde hace tiempo
que no estaremos más
de blanco.
Mis primas y yo,
somos solteronas
de treinta años.
Quién no vestiremos a los chicos,
y nunca santos –
aunque los desvestiremos.
Las tías,
se rindieron con nosotras.
No más codazos – Sos la que sigue.
En vez de –
¿Qué pasó en tu infancia?
¿Qué te dejaron todas estas adolescentes?
¿Quién te lastimó, cariño?
Pero estudiamos
matrimonios demasiado tiempo
Tía Ariadne,
Tia Vasti,
Comadre Penélope,
querida Malintzin,
Señora Cáscara de calabaza –
las lecciones nos sirvieron mucho.
Lo dejo que me lleve
Lo dejo que me lleve
por encima del umbral y de
la rodilla. Serví y seguí,
albergué mis cosas
y peregriné con él.
Ellos se rieron de mi elección
cuando asumió
e hice
una vigilia de esa
soledad,
mi vida.
Trabajé el amor,
suturado feroz
y lo alimenté.
Encamado y esposado.
Él nunca decepcionó,
hirió, abandonó.
Marido, amor, mi poema
vida.
Tu nombre es mío
Y sacra de mí Y tu espíritu
Y ese doble divino
La muerte me reconoce en mi sexo
Una respiración completa Y este silencio
¡Confío Y aúllo! Este cuerpo este
Espíritu que me diste
Un regalo de lluvia de Taxco
Fino como la plata
Un placer antiguo
Obsidiana y jade
Los siglos que te conocí
Incluso antes de conocer a tu hombre
Madre sexual de mí la elegancia
De tu boca de jaguar
Tomado de:
https://www.isliada.org/poetas/sandra-cisneros/
Un último poema para Richard
24 de diciembre y terminamos de nuevo.
Esta vez es definitivo, lo sé, porque
no te eché de la casa – y nos despedimos
incluso con la mano.
No hubo zapatos. Ni puertas enojadas.
Doblamos nuestra ropa y nos fuimos
cada quien por su lado.
Tú dejaste esa camisa de franela
que me gustaba, pero te acordaste de
llevar
tu cepillo de dientes. ¿Dónde estarás esta
noche?
Richard, es Nochebuena de nuevo
y los viejos fantasmas vuelven a la casa.
Estoy sentada al lado del árbol de Navidad
preguntándome qué hicimos mal.
Okey, no funcionó, y los recuerdos,
a decir verdad, no son buenos.
Pero hubo buenos tiempos.
El amor era bueno. Amaba tu dormir chueco
a mi lado y nunca tenía miedo al soñar.
Deberían haber estrellas para grandes
guerras
como las nuestras. Deberían haber premios
y mucha champaña para los supervivientes.
Después de todos los años de
degradaciones,
de muchos días festivos fallidos,
debería haber algo
para conmemorar el dolor.
Algún día olvidaremos el gran desastre de
Brasil.
Hasta entonces, Richard, te deseo lo
mejor.
Deseo que tengas romances y mucha agua
caliente,
y mujeres más amables que lo que yo te
traté.
Olvidé la razón, pero una vez te amé,
¿lo recuerdas?
Tal vez en esta temporada, borracha
y sentimental, estoy dispuesta a admitir
que una parte de mí, desquiciada y
kamikaze,
propicia para la anarquía, ama todavía.
Tomado de:
https://vuelapalabra.com/un-ultimo-poema-para-richard-de-sandra-cisneros/
DESPUÉS DE TODO
Siempre es lo mismo.
sin alcohol en casa,
el último puro apagado en sus cenizas
y una gran dosis de poemas.
A las 2 a.m. sabes
eso no es bueno para ti.
Pero ahí vas,
arterias crujiendo como
artillería cuando marcas
el teléfono.
Este u oeste.
Central o Pacífico.
Chicago, San Antonio, Nueva York.
Y cuando atraviesas,
lanzando palabras tan grandes como
piedras,
cortando el aire con la lengua,
detonando esposas y
sentando bebés llorando.
Y cuando tus amantes terminan
diciéndote: ¡estás loca,
jódete, deja de gritar
y habla inglés por favor!
Después de todo
lo rompible está roto,
el silencio salió caro,
el tono del teléfono aúlla
como tu corazón.
Traducción de Zel Cabrera
***
El olor de alguien tostando café, el olor
a tortillas de maíz calientes junto con el pat-pat de las manos de las mujeres
haciéndolas, el ardor de los chiles cuando los asan en tu garganta y en tus
ojos. Algunas veces un olor en la mañana, muy fresco y limpio que te pone
triste. Y un olor en la noche cuando las estrellas se abren blancas y suaves
como un bolillo recién horneado.
Cada año que cruzo la frontera, es lo
mismo: mi mente olvida. Pero mi cuerpo siempre recuerda.
Tomado de:
https://libroemmagunst.blogspot.com/2019/05/sandra-cisneros-3-poemas-3-1.html
Poema bahía de Berkeley
En las mañanas yo todavía
busco por ti antes
de abrir mis ojos
Un hábito viejo del
verano pasado cuando nos empujábamos
los dos en el calor de nuestros cuerpos
y estómago, dormíamos con una mano
alrededor del otro.
El sol the Texas era así
como un cuerpo durmiendo contigo
pero cuando abro mis ojos
la niebla en la ventana y la luz azul
de la bahía, yo recuerdo
donde estoy.
Este peso
en el otro lado de la cama
solo son libros, y no tú. Lo que
dije que amaba más que a ti.
Verdad.
aunque estas mañanas
yo desearía que los libros me amarán
también.
Tomado de:
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