(17 de mayo de 1866, Honfleur, Francia - 1 de julio de 1925, Arcueil, Francia)
Poema encontrado en un paraguas
Cadáver
aerófago de ojos descocidos, de mirada trunca, de miembros gangrenados.
¿Por qué tu
boca me devuelve olvidados paraísos?
Mejor harías en
volver al sueño disolvente del que emergiste brillante,
como una estela
de celestes crucifijos.
Yo te maté en
la medianía de las horas,
yo fui verdugo
de esos huesos rotos,
fui la cárcel
sangrienta de tus cabellos cobrizos esplendentes,
mismos que en
mitad de la plaza he visto fulminar a más de uno en melífugos pelotones.
Suspiro por tus
suaves dedos blancos,
el sarcoma de
la sangre coagulada forma dulces motas de escarlata y púrpura: ¡tu cuerpo se
cubre de nenúfares!.
Mis manos estremecen
tu dulce carne y el tacto me devuelve el tierno aguijón de la pulpa de una
fruta madura.
¡Qué embeleso
de labios!
¡Qué delicadeza
cincelada de alabastro son tus pies!
¡Qué tersa la
carrera de las aguas sobre tu vientre blanquísimo!.
Blancos ojos,
blancas piernas, blanca impronta en la carrera de los vivos que se cruzan en
tus caminos.
Por años
concebí la noche, reclamando los incendios de tus ojos, ¡ahora me otorgaste la
sombra!.
Mis devotos
labios cercenados por mieles y vino son testigos:
de la gracia
muda y elegante con que habitan los dioses el universo de los vivos,
de las
profundas hondonadas en que gimen tibios los fantasmas de la infancia,
de las palabras
temblorosas que dirigen los amantes piadosos cuando se consume la vigilia.
Yo te amo
criatura endeble e infinita,
como se aman
ciertas cosas terribles,
como el oneroso
fuego sobre playas de ambrosía,
como la sangre
tibia que endulza las manos de inocentes,
como el anverso
monstruoso de la noche pintando eones olvidados,
¡Devuélveme el
flagelo frío de los astros con tus labios despojados!
¡Muéstrame el
camino tibia mortaja de sombras, carroña esplendorosa, suave nido de apetitos
dormidos!
¡Ámame
finalmente, con la tersura acompasada de la muerte, con la beatitud esplendorosa
del silencio, con la eternidad indescifrable de tu cuerpo quieto!
‘Sonatina burocrática’
ALLEGRO
Ya ha salido.
Va alegremente
a su despacho ‘gavilándose’.
Mueve la cabeza
contento.
Le gusta una
guapa dama muy elegante.
También le
gustan su portaplumas,
Sus mangas de
lustrina verde y su gorrito chino.
Da grandes
zancadas:
Se precipita a
las escaleras que sube a cuestas.
¡Qué ventolera!
Sentado en su
sillón
Está feliz y lo
demuestra.
ANDANTE
Reflexiona
sobre su ascenso.
Tal vez obtenga
un aumento
Sin necesidad
de ascender.
Cuenta con
trasladarse el próximo trimestre.
Ha echado el
ojo a un piso.
¡Ojalá ascienda
o aumente!
Nuevo sueño
sobre el aumento.
VIVACA
Canturrea un
viejo aire peruano
Que ha recogido
en la baja Bretaña de un sordomudo.
Un piano vecino
toca una pieza de Clémenti.
Qué triste es
todo esto
El piano
reanuda su ejecución.
Nuestro amigo
se interroga con benevolencia.
El frío aire
peruano se le sube a la cabeza
El piano
continúa
Lástima, tiene
que abandonar su despacho, su bonito despacho.
Ánimo, vámonos,
dice.
Pablo y Virginia
Virginia
cantaba como una patita muy mona.
La canción de
Virginia hacía llorar a los cisnes.
Entonces Pablo
bailaba sobre un pie para no molestar a sus padres.
A Virginia le
gustaba verle bailar.
Robinson Crusoe
Por la noche,
se tomaban la sopa
e iban a fumar
sus pipas a la orilla del mar.
El olor del
tabaco hacía estornudar a los peces.
Robinson Crusoe
no se divertía en su isla desierta.
“Está realmente
demasiado desierta”, decía.
Su negro
Viernes era del mismo parecer.
Decía a su
querido amo:
“Sí, señor, una
isla desierta está realmente demasiado desierta.”
Y meneaba su
gran cabeza negra.
Don Quijote
¿Qué me
importan estos vallecillos, estos palacios, estas chozas?
Objetos vanos
cuyo encanto se ha desvanecido para mí.
Ríos, peñascos,
bosques, soledades tan queridas,
os falta un
solo ser y todo está despoblado
Gymnopédie 1
Por la ciudad
la luz evanescente
descubre entre
las gotas de la lluvia
los círculos
antiguos
de humedad
solitaria.
Un hombre se
hace nube
sobre aceras
desnudas
y los
escaparates de las tiendas
le observan sin
el miedo.
Gymnopédie 2
Una mujer alada
deambula por el
parque de la niebla.
En sus ojos
habita
el tiempo de la
rosa
resguardado en
los labios
que se ocultan
en nidos de cristal.
Sobre un banco
de bruma
hay marionetas
blancas
que alegran la
ciudad con su presagio.
Gymnopédie 3
Una cita en el
metro
donde resuena
el mundo de lo onírico.
Los amantes
caminan
hacia el
vórtice herido de su historia,
pero ellos no
lo saben.
Ciegos avanzan
siempre
atrapados en
cúmulos de tierra.
IV
Gnossiene 1
Respiran los
suburbios
sobre el polvo
del pánico
al tiempo que
los niños en la acera
permiten
regresar a la extraviada infancia.
El vacío
transcurre sin raíces
entre charcos
de lluvia.
A los lejos
descansan las orillas
imantadas por
el vaho.
V
Gnossiene 2
Imposible
llorar
en una tarde
inmóvil.
Todo habla de
la noche,
mas nadie lo
percibe.
Ignorancia del
viento...
Los amantes se
miran
se devoran sin
grietas ni acritud.
Pronto vendrá
el invierno,
pero ellos no
lo saben.
VI
Gnossiene 3
La sombra de
los días se perfila
como el barro
que no se acaba nunca.
Se escuchan los
acordes
de un piano en
la distancia.
El crepúsculo
llora sin las máscaras
el final de un
capítulo de amor.
Los ojos de la
herida
amenazan con
golpes
el recuerdo
perfecto del pasado.
VII
Gnossiene 4
Amanece en las
calles poco a poco
mientras
envuelta en niebla
la mañana
contiene
el pulso
iridiscente
de los orgasmos
níveos, subterráneos.
La sonrisa de
hielo de los cómplices
y susurros
dormidos...
VIII
Gnossiene 5
Rodeada de
dulces
una muchacha
espera
el encuentro
ancestral en su guarida
mientras suena,
casi imperceptible,
el ladrido de
un perro.
Ana Muela
Sopeña
www.laberintodelluvia.com/2014/09/erik-satie.html
Encontre este blogg, de oir e investigar a Erik Satie, muchas gracias por que me encuentro aqui y con poetas compositores y sus poesías!!, super tu blogg gracias !!
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