(Tokio, en 1932)
El cielo de la nevera
Un bocadillo de
invierno en un plato
en cuyo extremo
sin cesar
está nevando.
(El mundo es
mítico.)
Una noche así,
en un rincón del
cielo,
agoniza un
gigante,
con su campo de
cultivo manchado de sangre...
Una noche así,
en el revés de las
estrellas
el sol del ocaso
burbujea susurrante,
mientras la madre
difunta da a luz un bebé
sobre la sábana
ondulante color rosado.
(El mundo gira
varias veces).
Cierro la puerta,
y en la cocina,
lejos de la bóveda celeste
lavo las fresas
del invierno pleno.
Bajo el encierro
del cielo nocturno,
el plato helado
se atrasa
en el sueño.
El caballo desbordante
Es un terreno fangoso de primavera.
De la superficie nacen caballos,
con brío, como los melones que se maduran.
Cuando flamean sus crines,
se mueven como cachipollas...
Se meten en mi sueño,
y atraviesan todos los rincones,
dejando una sensación de fuelle vivo...
(Hay un caballo que, borrado en un recodo,
se convierte en una mata amarga de ortiga).
Yo siempre pensaba que
la primavera llegaba así de afanada.
(Al desplazarme en medio del sueño,
dándome vueltas, uno de mis ojos
reconoce una luz de la casa vacía que desconozco,
y el otro una vela encendida
que se consume al lado de la cama,
tambaleante).
De muchas partes,
se levanta el aroma vegetal hacia la ventana,
y ahí al lado, desamparado,
relincha un pequeño caballo.
(Acaso... ¿le di agua?),
me quedé con la duda.
La sensación de pelaje... parecida a la costra del árbol,
la llegada de los caballos... tan abrupta.
La tierra se crispa como pellejo...
En el sueño de primavera
se extienden pisadas dispersas de los caballos
que no volverán jamás.
El repollo primaveral
Aunque de parte en parte
se han dispersado en el aire,
al subir la escalera larga,
tejida con fibras de yerbas,
se ve el interior del repollo
a través del resquicio del cielo.
Si es en primavera,
al fondo del establo verde,
los caballos
incuban como polillas.
Los cascos transparentes
rascan con insistencia
el interior de la cáscara del huevo,
y los tentáculos en forma de plumas
se estiran hacia el cielo.
(El día del repollo es interminable...)
Gira el sol trigueño.
Sobre el corazón grueso
se sienta un hombre pequeño.
Se ve algún objeto en sus manos cerradas con distracción...
¿Será una trompeta?
¿O un látigo?
Mientras el hombre está de guardia por cien años,
el repollo aún se va madurando despacio.
Con el oído aguzado,
escuchas sin cesar el sonido con que las hojas se envuelven
en algún lugar de la bóveda celeste,
y el corazón del repollo
permanece en la oscuridad de la nebulosa
El universo lechuga
En la penumbra del sueño
se vislumbra el cielo color yerba.
Los objetos interplanetarios con color verde claro
forman torbellinos vehementes,
y luego se inclinan como soñando
para coagularse en estrellas parpadeantes
que llenan el cielo.
Ese es el universo lechuga en estado primordial...
En esas estrellas
todavía no se han instalado las mesas de los humanos,
ni se han sembrado las semillas del apetito...
Las lechugas, que todavía no toman formas vegetales,
se arraigan con elementos químicos
en el terreno de las plantas oscuras
como permeándolas.
(Sin embargo, ya en ese instante,
revolotea una polilla en la bóveda celeste,
intentando poner nebulosas de huevos
sobre una hoja medio enrollada con ternura...)
¿Desde cuándo sería?
Una oruga azul
mastica con chasquidos rítmicos
el interior de la lechuga,
llenando el intestino verde claro
de la penumbra cósmica
sin cesar.
Arquitrave
Nº 46, Diciembre de 2009
ME MANDO A ESCRIBIR :ATRÁS TENGO CIELOS VISTOS
ResponderBorrarNOELOS AUN DEL TODO
EL SUR AUN NO ME SIGUE
DESPIERTO EN INCONSIENTE
ABRO PUERTAS
DEJO ABIERTAS LAS VENTANAS
SE A HECHO AGUJEROS EN MI,
EN MIS TECHOS VENCIDOS
…VEN SI DOS
PALABRAN SIN CAPARAZÓN
HAGA LO PAR
HAZLO PARTIR
HAZ TU PARCA PROPIA
APROPIATE DEL RESQUICIO DE LUZ
QUE TOCO TU VOZ
OYE SUS CASCOS HACIA TI
VOCES SIN CÁSCARA
TEJIENDO HUELLAS DISPERSAS
......