CABALLOS EN EL OCÉANO
A Ilya Ehrenburg
Los caballos saben nadar pero no se aventuran lejos
Es un hecho, y aquí está la historia:
En ia paz, recién terminada ia guerra
Había un barco llamado Gloria.
Por el mar navegaba un día alegre
A través del océano haciendo su camino.
Sobre las agiiarias olas se movía y volteaba,
Con mil caballos encerrados en su bodega.
cuatro iiii: ;iei-i-adui-as-l iia
Y aún así nunca alcanzaría la orilla.
m- -^ Lul;u una mina y !o deshizo,
Y parte de él viose retorcido y doblado.
Los botes salvavidas a bordo, ay, era= pocos;
Los botes salvavidas se utilizaron para salvar la
tripulación.
Ccmc para !es cabu!!cs, !u tragzdiu zru zmrmc,
Quisieran o no, tuvieron que nadar.
Nxhndv, nd~ndv murrhurm detrás de !es Uctes,
Un islote de caballos con abrigos rojizos.
Al principio en calma, pues no podían soñar
Que el océano fuera más que una corriente de agua.
Pero se estiraban sin fin como una noche de invierno
Y la orilla esperada nunca se puso a la vista.
En su camino de agua malgastaron su fuerza,
Y relinchaban de miedo y de no entender.
Relinchaban, se quejaban, luchaban por respirar
Cuando se huildían en su muerte de agua.
Hay cosas a las que uno se resigna,
Pero aquellos caballos sin suerte permanecen aún en mi pensamiento.
Tomado de:
https://mdc.ulpgc.es/cdm/ref/collection/fablas/id/150
FÍSICOS Y LÍRICOS
Los físicos están de buena,
Los poetas están de mala,
Y no por cálculo frío
Sino que por ley del mundo.
Quiere decir que nosotros
No hemos descubierto lo que debíamos descubrir.
Quiere decir que son débiles
Las alas de nuestros versos
Y que nuestros pobres caballos
No dan alcance a Pegaso.
Ésta es la causa por qué
Los físicos están en la buena
Y los poetas en la mala.
No discutamos, la cosa
Es evidente por sí misma.
Por eso será que no duele.
Por el contrario, resulta
Interesante comprobar
Que mientras nuestros versos merman
Como si fueran de espuma,
La verdadera poesía
Se repliega a los logaritmos.
1959. Traducción de Nicanor Parra.
Tomado de:
Dios
Una vez que todos vivíamos
juntos con Dios, uno al lado del otro,
Él no habitaba en el cielo, lo
veíamos de vez en cuando con
vida, en el mausoleo.
Era mucho más inteligente y malvado
que ese otro Dios, el viejo,
conocido en el mundo como Jehová, a
quien derrocó con estrépito
y redujo a un montón de cenizas,
luego restauró
y reclutó para servir a la causa.
Por una vez, todos solíamos vivir
juntos con Dios, uno al lado del otro.
Un día, mientras deambulaba por
el Arbat, me encontré con Dios en un desfile
con cinco limusinas y rodeado
de guardias que vestían
abrigos grises , encorvados de miedo.
Era temprano y tarde; en lo alto,
la luz gris de la mañana se mostraba
mientras rozaba con sus
ojos crueles y omniscientes los corazones de los
hombres,
desenmascarando a los desviados y traidores.
Porque vivimos en una época en la que
Dios mismo era nuestro prójimo.
de Boris Slutsky (Abramovich Boris Slutsky)
( 1955 )
traducido por Stephen Capus
Tomado de:
https://ramblingatthebridgehead.wordpress.com/2019/03/03/бог-god-by-boris-slutsky
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