A UNA CUALQUIERA EULALIA
Eulalia… Eulalia…Eulalia…
va gritándome el viento
pedregoso y hambreado
que deambula esta noche.
Eulalia… Eulalia… Eulalia…
y en sus garras curvadas
va empotrada mi sangre
sedienta y arañada.
Eulalia… Eulalia… Eulalia…
y me rebruja el alma,
me arranca los cabellos
y me invade de escarchas.
Eulalia… Eulalia… Eulalia…
me reprocha la niebla
encaramada arizca
sobre los altos riscos
y encima de mi cara.
Eulalia… Eulalia…Eulalia…
me quedaré nombrándote,
ciego bajo tu nombre y tu distancia!
UN DIA YO FUI UN NIÑO
Un día yo fui un niño…
Y sentí la tristeza de los viajes sin rumbo.
Yo era un niño y quería ser marino.
¡Y no conocía el mar!
Y sabía la nostalgia de las playas
cuando un barco se va.
cuando un atardecer ojos y labios
se dan en un adiós,
cuando el mundo naufraga en una lágrima
porque el amor se va y no volverá.
Yo era un niño;
y tuve miedo
de mirar más allá....!
YO NO QUIERO MATARTE!
Yo no quiero matarte gritándote mi sangre,
que se hizo más negra desde que me negaste;
mi alma se encontró sóla con la noche y la muerte
y le hincó sus raíces de dolor a la tierra.
Porque vine del barro mordiendo mis entrañas,
cuando mi hambre clamaba el cuerpo de las piedras;
porque un espasmo amargo me hizo hombre en ese vientre
que me parió con sangre, batallas y cadenas.
Las primeras angustias fueron silencios negros;
aprendí la blasfemia de la carne quemada;
y supe que los niños lloran si tienen hambre,
y que las madres atan a sus hijos
con la hiel dulce de los senos.
AYUDAME AMOR MIO A DESNUDARME
Aún es la noche. Y llueve.
¡Ayúdame, amor mío, a desnudarme!
A quitarme estas llagas que me vistes,
estas tiras de cuero que me amarran
y estos cicatrizados promontorios
que me aplastan el cráneo y las espaldas.
Ayúdame, amor mío, a desnudarme,
que siento que la carne se me quema
y ya la lluvia cae a goterones.
Ayúdame, amor mío, a quedar sólo piel.
Ayúdame a trizar estos despojos
de lienzos y sotanas
Arroja estas pretinas a la ciénaga.
Tira estas camisolas a la cloaca.
Y ayúdame a crecer desnudamente
desde cada pulgada de mi carne,
desde cada latido de mis vísceras,
desde cada segundo angustiado de mi sangre.
Ayúdame a salir,
desnudo hacia tu encuentro.
Ayúdame hasta siempre a
lavar este lastre
fétido que me enmarca,
a romper estas nieblas resecas y encostradas
que me ciegan la lengua, el pellejo y el alma.
Ayúdame, amor mío, a estar desnudo,
totalmente desnudo,
sin tapujos, ni eclipses, ni enjalmas.
Tan solo como soy,
frente a tus ojos,
en medio de tus manos,
cara a cara a tu cuerpo iluminado,
y naciendo debajo de la lluvia
que nos sigue cayendo a goterones.
Ayúdame, mi amor, que astas dos manos
-mis dos únicas manos, ya cuarteadas-
no me son suficientes no me alcanzan
para barrer de encima de mis años
tanta sombra y basura acumuladas.
Ayúdame, mi amor, a ser de nuevo.
Ayúdame a nacer, que el sol ya viene
corriendo entre la lluvia a libertarnos
AMOR MOTORIZADO ES MAS VELOZ
Con mi amor peatón
no he logrado ascender ni una sola pulgada
desde el polvo hasta tí.
Más si tuviera un Cadillac modelo 2.000
por tus piernas arriba sería fácil treparme
y abrirme pronto paso entre tus muslos
y llegarte a las ingles,
y hasta el alma llegarte…
BUSCANDO APOSTADOR O APOSTADORA
“Juego mi vida, cambio mi vida…”
León
de Greiff
Sobre el tapete verde-tumultuario
de la ciudad
voy a jugarme.
A tirarme rodando en el asfalto
como un dado gigante
apostando mis propios tesoros andrajosos
contra 12 monedas descaradas de estaño.
En el garito sucio barrialoso
de las calles
voy a jugarme.
Y a apostarme en paro,
y a perderme,
contra un cheque sin
fondos,
de
amor falso,
posdatado cien años.
HOY
Amor! Amor! Te entrego hoy mis entrañas,
y te tiendo mi vida de par en par abierta.
No me resisto más y no me escondo.
Voy hacia ti, tranquilamente ardiendo.
Hoy no cierro mis puertas ni las tranco,
y echo a rodar al polvo mis murallas.
Hoy quiero caminarte hasta lo último,
como en el día de mi primer naufragio
sin miedo en medio de ella, la de entonces.
Hoy quiero renacer sobre mis tumbas
aunque tan solo sea
en el último metro de tierra desmontada
Amor! Este grito voraz que se levanta
lo viviremos juntos…!
Y SIGUEN VIVOS AUN SUS ASESINOS...
Si al llegar a tu casa, muchacha,
te regañan y dicen que es muy tarde,
responde acusadora que qué importa
si a Fermin Charry lo mataron.
Si el marido te coge, mujercita paciente,
y grita y te ofende y te apalea,
rebélate por fin, vuelve a la vida,
que a Fermín Charry lo mataron.
Que a Fermín Charry lo mataron
de tres tiros traidores por la espalda;
y quedó con los ojos fusilados,
abiertos, alumbrando y fusilando.
Si mañana te cobran, estudiante, el arriendo
y tienes que empeñar tus dos vestidos
y te queman los libros y los lápices
y te saquean la cama y las cobijas,
sál desnudo a las calles y a las plazas,
golpea en las puertas, llama a los transeúntes
y con un trozo de carbón de piedra
escribe en las paredes, bien teñido,
que a Fermín Charry ya lo asesinaron
y siguen vivos aún sus asesinos.
Si te dejó la novia, jóven triste,
y se fue al cine con el otro amigo;
si no llegó la carta, y si el destino
-que apenas es un perro callejero-
no te cumplió la cita;
si dos más dos son cuatro y tú lo sabes,
si todo el mundo lucha por la vida,
cierra tu puño y lánzalo a los vientos
detrás de las quijadas de los buitres,
que a Fermín Charry nos lo asesinaron
en Gaitania, en Enero, un lunes once
¡Y siguen vivos aun sus asesinos!
CUATRO PROCLAMAS
En memoria de los jóvenes estudiantes
fusilados.
La sangre derramada el 8 y 9 de junio de 1
954 se levantó triunfante y multitudinaria
el 10 de mayo de 1957.
- I -
SU MENSAJE
Golpes de sangre ardiente y desangrada
me tumbaron la puerta a media noche,
me invadieron el sueño de insomnios dolorosos,
me sitiaron con púas el silencio,
me sembraron de lluvias disparadas
y me echaron espinas en los ojos.
Golpes de sangre joven fusilada
me cercaron el cuarto y el reposo,
me dejaron el cuerpo amargo y sin cobijas,
me bajaron la vida de la cama.
Golpes de juventud sacrificada
me cayeron, me hundieron, me inmolaron,
y de nuevo, con golpes de futuro,
me libertaron hacia la esperanza.
La juventud venía en tropel de muerte
a despertarme de mi lejanía,
a levantarme, a urgirme, a repoblarme,
a exigir mi batalla por su vida,
a marcarme en la sangre su mensaje
y a enterrar en mi lecho su agonía.
¡La juventud cayó en tropel de muerte
y renació triunfante y encendida …!
- II -
LA JUVENTUD NO MUERE
En Colombia la sangre está creciendo
-juvenil, valerosa, derramada.
Mi pueblo crece, lucha, se desborda.
La dictadura ladra con sus balas.
Más allá de la muerte está la vida.
¡La juventud cayó inmortalizada!
Los campesinos luchan en los campos.
Los estudiantes van hacia el mañana.
Los obreros levantan sus consignas.
Las mujeres florecen su esperanza.
Los artistas laboran el futuro.
Los ancianos le ganan a sus canas.
Y los niños creciendo y atronando
forjan un nuevo día de manzanas.
La juventud aun marcha por las calles.
La juventud no ha sido asesinada.
Sabedlo bien, tiranos de mi patria:
¡La juventud aun vive, lucha y sangra!
-III-
MI PUEBLO YA APRENDIO
Mi pueblo es inmortal ante la muerte.
La esperanza no muere encarcelada.
Las ideas no se matan con decretos.
La verdad crecerá ilegalizada.
Mi pueblo se ha sembrado en tierra firme,
de sus propias entrañas se levanta,
en sus propios esfuerzos se sostiene,
con sus propias consignas y batallas.
Mi pueblo conoció hasta dónde puede,
hasta dónde es su fuerza organizada,
y ya no olvidará que sólo él mismo
ha de labrar su historia y su esperanza.
Mi pueblo ya aprendió que los tiranos
son bárbaros y débiles tiranos,
que siempre se hundirán si el pueblo unido
los vuelve al polvo con sus propias manos.
Mi pueblo aprenderá que sólo el pueblo
habrá de gobernarse en el mañana;
liberado por obra de sus luchas,
y con la firme luz de su vanguardia.
- IV -
ASI MURIERON ELLOS
Me moriré de pueblo y de combate,
de batalla campal y encarnizada;
yo no quiero morir pasivamente,
tendido en una cama.
Me fundiré de pronto y centellando,
con el alma voraz y afogonada;
yo no acepto apagarme lentamente,
con la vida en temblor y esclavizada.
Me extinguiré en acción, diseminándome
en pueblo, en mundo abierto, entre las balas;
yo no acepto una tumba solitaria
tras una puerta estrecha y atrancada.
Me acabaré con truenos en la lengua,
volcánica la boca y desbocada;
yo no acepto caer entumeciéndome,
con la sangre pacífica y callada.
No cederé ni un grito, ni un tumulto,
ni un solo fogonazo aborrascado;
me enterrarán a tumbos o de rastra,
pero no de rodillas ni acostado.
No me hundiré con la cabeza baja,
con el sexo escondido ni asustado;
me abatirán a golpes de tormenta
porque estaré viril y huracanado.
No he de morir pasivo ni en silencio,
ní caído, ni triste, ni cansado;
moriré joven, con el mundo a cuestas,
de pie junto a mi pueblo levantado.
Me moriré de patria combatiente,
de pueblo luchador y ensangrentado,
y no me enterrarán tranquilamente;
ario golpeare el cajón con sus mil clavos,
patearé las heridas, las tinieblas,
he de sobrevivirle a los gusanos,
y activo seguiré arando la tierra
desde el polvo, el olvido y los años.
Y seguiré gestándome, ascendiendo
por el barro, la hierba y los ganados,
hasta la leche que mi propio hijo
morderé en los pezones de su madre
¡Y en su ser seguiré inmortalizándome
entre gigantes pueblos libertados!
Tomado de:
https://pdfcoffee.com/qdownload/plutarco-elias-ramirez-antologia-pdf-free.html
Un día me fui
Un día me fui de la ciudad dejando
las suelas de mis zapatos hechas polvo
sobre las calles.
Me fui cayendo a trozos y rodando.
Dejé lo que no tuve y lo vivido.
Me fui de mi mismo y de mi cuarto.
Dejé las tardes en su sitio, andantes.
Dejé las noches, agrias de candela.
Y me quedé con mis impulsos grandes,
mi barba roja y mi ruda corteza esperanzada.
Me fui desde la amada desamada.
Desde mi sexo amargo.
Y me llevé mis garras tempestuosas
y mi hambre caminante y agrietada.
Me fui desde el pasado y el presente,
con mi sola esperanza atormentada,
a vivir una vida grande y dura,
a morir una muerte dura y grande.
¡Vivir entre mi pueblo, aunque a piltrafas!
¡Morir junto a mi pueblo, aunque de rastra!
Tu adiós
Amada:
Para el día en que dejes de amarme
¡niégame hasta el recuerdo!
Se implacable mi amor.
quítame todo,
no me des ni un suspiro de adiós,
ni un bondadoso segundo de silencio,
ni una lágrima apenas de limosna.
El día en que te vayas para siempre
no vuelvas la cabeza siquiera,
échate tierra en los ojos
y lunas y mordazas,
para no saber ya cómo me quedo.
El día en que te arranques de mis brazos
no me pidas permiso,
ni me ofrezcas adioses,
ni consueles mi angustia,
ni me demuestres futuras esperanzas.
Mirando alto, tan sólo,
ándate pronto,
muy dueña de tus pasos.
Amada:
Para el día que ya no me quieras,
niégame hasta el recuerdo,
mátame hasta en la sombra,
¡y ándate tan sólo!
Tomado de:
No hay comentarios.:
Publicar un comentario