Dispersión
Forma de sabueso
tiene el origen de las dispersiones.
Quise borrar su huella
y me siguió
en la brecha
en la huida.
Permaneció en el iris de mis ojos
y recorrió mis vetas más exhaustas.
El regreso
Supe de mi regreso
desenvolviendo nombres y señales
asignando regalos a la curiosidad.
Reproduje las voces anteriores,
traté de restaurar la imagen extraviada
y se desvaneció en el lienzo
sin matices.
Y me sentí más grande que el olvido.
Breve fundamento para una ciudad
Amanecimos
con la mirada abierta
contra el viento.
Trazamos un haz de luz
desde el centro de nuestros ojos
hacia el valle.
Amantes contemplamos el paraíso
desde la bóveda donde trasiegan
espíritus como insectos.
Me arrullas
me colmas de adornos y agasajos,
me instas a fundar una ciudad
y a compartir la generosidad de nuestras tierras.
Apresuras mis pasos entre los sacabastos
de altos penachos ondeando al sol,
nos escabullimos de la mirada de los negros
que danzan con la marimba
haciendo agua su boca
haciendo agua su pie.
Tomas mis manos
y depositas tu camisa de verano
te plantas en el remanso
de los ríos que se juntan
en cuyo centro albean pequeñas piedras
que vienen a chocar en mi vientre.
Este es el sitio.
Este es el lugar.
Cien años después amanece y las fachadas se
descubren
como mujeres que han pasado la noche en su sitio.
Casa abierta
a Roger Brindis
En las caballerizas las bestias jadean
han traído los beneficios de la huerta:
el aroma de racimos recién cortados
invade el patio...
En el jardín merodean
los pavones, los pijijis, los alcaravanes
entre el almendro, el tamarid, las rosas...
Pies descalzos prodigan su frescura en los corredores.
En la mesa se extienden frutos habituales,
todo es festinado en el quehacer o en la holganza.
Cada mañana
las puertas se abren de par en par,
en el zaguán hallan reposo el loco y el mendigo,
y los viajeros, sin traspasar cerrojos,
se cobijan del sol a mediodía.
Hacienda de San Agustín
El claustro derruido.
Oro cae sobre la casa grande
en rayos de luz
o entre mis manos polvo.
En las espigas un niño se confunde
por el color de heno de su pelo.
Agitación entre quienes lo buscan:
Eres mi hijo, padre,
mi niño hallado en el templo.
Piscis
Padre, tus pies,
peces ornados con sandalias,
se deslizan cautelosos
en el mar oscuro.
Esa profundidad que todo lo contiene
eres tú mismo.
Buscas tu sitio,
mar de los sargazos,
para depositar tu vida que se apaga.
Somos el cardumen que te sigue
en la corriente que acostumbraste
con sabiduría a la ceguera.
Creemos que todo ha cambiado
desde que no nos miras
y mar adentro de ti somos los mismos
tres niños que sujetos a tu ropa
se estremecen
mientras fluye
el tiempo de agua
holgado en tu camisa.
Ciudad interior
Fragmentos
Sólo una flama palpita como deseo escondido. Es la
oración del sastre que cae como aguja en la tarima del terciopelo nocturno.
Ahí donde se alzan de día los cuerpos desnudos esperando el entallado de sus
ropas.
* * *
La ciudad ve partir a sus exarcas a países remotos,
como la certidumbre de su cometido. Después de que el último peregrino recibe
la sombra en su cuerpo, como un vaso olvidado, cierra sus puertas.
La ciudad vuela cuando el desierto enfría. Su muralla
es el canto de una moneda que se acerca al ojo del Gran Coleccionista.
Lanzada al cofre de sombra como una parábola, encalla
en mar ajeno.
Ojos que dormían se abren y no recuerdan un ocaso sin
mar. Alaban y vuelven a cerrarse avecindados en su revelación.
***
Ah, ciudad que viaja para desconcierto de las
caravanas. Ninguna cartografía señala su espesor de tejo sobre el polvo.
* * *
La ciudad contra el cielo avanza y deja tras de sí sus
cementerios, ahuyenta bandadas de perdices. En los ojos de las aves nocturnas,
el llanto de sus hijos extraviados. En la cancelación del duelo, su errancia
interminable.
Tomado de:
https://materialdelectura.unam.mx/poesia-moderna/16-poesia-moderna-cat/326-174-elva-macias?showall=1
Marzo
La dueña del restaurante leía una revista para chinos
de ultramar,
la cajera se afanaba con el ábaco y en los biombos se
adormecían
unos antifaces.
Me gusta este lugar tan deprimente,
parece que no estamos en Tuxtla,
no conocemos ni nos conoce nadie.
La tarde es tibia, con mucho viento.
Es riesgoso pedir un vino,
mejor hay que beber una cerveza
y pensar que estamos en cualquier parte:
En Tijuana, en el bar de coreanos
aficionados a los juegos de azar y al karaoke;
en una cantina de mojados
o en un salón de baile donde viejas obreras
seducen a jóvenes con sus cartillas de residentes
en Estados Unidos.
Estamos, puede ser, en una Chifa de Perú
o en el muelle de Cantón a punto de cruzar el río
Perlas.
Este restaurante no existe,
apareció en Tuxtla con el cometa Hyakutake
el día de tu cumpleaños
y nos sustrae de la tristeza de esta tarde.
De vuelta, en el patio de la casa contemplamos la
noche: el restaurante,
el cometa y nosotros, apareceremos de nuevo en esta
fecha dentro de
veinte mil años.
Aguas impares
Recordando a
Joaquín Gutiérrez
De San José hasta la costa atlántica cruzamos Costa
Rica.
Dos ríos bajan de la sierra:
amarillo el de azufre, azul el de agua clara.
Me recuerdan a un hombre que vi cuando era niño,
tenía un ojo café y el otro azul,
dijo el patriarca cuando cruzábamos las aguas
del río Sucio y el río Hondo
en su breve trayecto paralelo.
Abajo, en la junta, los ríos se mezclan,
desembocan en la Bahía de Puerto Limón
y ambos pierden su color.
Pero los ojos impares de aquel desconocido
jamás se confundieron
en el recuerdo nebuloso del anciano.
La comunión del viaje
El pan y la sal son una casa para los que mendigan
o para aquellos que duermen en tiendas regias
Es un pabellón de peregrinos
en los acantilados de los monasterios
o bajo las cruces inmensas del cementerio de Tenejapa
El pan es una balsa, una isla,
retina desprendida de los Andes
Es un camino largo como el sueño
blando como el labash, panarmenio
que contiene la sabiduría del Matenadarán
El pan fue sombra ázima para los que atravesaron
el Sahara y cruzaron el mar Rojo abierto
como una vulva infinita.
Es la escudilla en los ríos SyrDariá y AmúDariá,
arterias de un gigante dormido
en la Estepa del Hambre
Es una palabra de arrepentimiento
Uno puede perderse en las cavernas de una hogaza
como en un desfiladero o elevarlo en ofrenda
para la boca cerrada de los muertos
Es el mantó repartido entre eunucos y pesa más
en la balanza que en el hambre de los culíes,
y provoca furia y levantamientos
El pan dormido es la soledad que fermenta
deseo en las doncellas.
El pan de ayer es la oblación negada.
Es el totopo de Tehuantepec cocido bajo tierra
para la cuaresma y el estiaje.
El pan de maíz es la comunión de América,
tortilla que levanta un incendio de voces.
Noviembre
En noviembre reparábamos los exámenes de geografía.
Tan viejo era el maestro
que hablaba de países que habían desaparecido.
En el casino del pueblo organizaban
un baile al que iban disfrazados de rancheros,
como si hiciera falta.
En otro distante noviembre,
mientras caía una gran nevada,
di a luz no lejos del río Moscova.
Y en ese mismo mes –años más adelante–
ocurrió el parto de mi parto
en la cercanía de los volcanes.
Noviembre:
Caluroso en el Congo Belga
y el Sudán Anglo- egipcio,
nublado y fresco en la Conchinchina,
nevado en el invierno de Moscovia.
Veneciana
A Gustavo García
Obituarios de papel
pegados en los muros
evocaban la epidemia.
En una plaza ciega posé para una fotografía
apoyada en una pileta,
débil por la fiebre que contagia el siroco.
Fuera de temporada
en el Hotel de Baños
nos impidieron entrar al salón
donde DirkBogarde oye Para Elisa
ensimismado,
como se leen las novelas de amor
cuando se vive una pasión.
Caminé el sendero de tablas en la playa
donde Tadzio mostró
su andrógino esplendor adolescente.
El color de los vestidores se prolongaba
en el azul impresionista del Mediterráneo.
Quise apagar mi sed ante tanta emoción y cinefilia
y pedí una bebida de naranja.
El glamourse vino abajo
cuando el mesero me sirvió
–como en las fiestas municipales en el trópico–
una botella de Mirinda.
Tomado de:
https://www.laotrarevista.com/2019/08/aguas-impares-elva-macias/
LA MEMORIA TE INSCRIBE EN LA LEYENDA...
La memoria te inscribe en la leyenda.
Y por esa dicha de haberte cuidado
como el hijo varón que nunca tuve,
después de tu traición te consuelo y resguardo.
Niño deseado por todos,
como hechizado inicias la marcha
y a tu galope, no emboscadas, no ejércitos,
ni fieras salvajes se enfrentan.
Sólo encrucijadas:
El peine que tu amada tiró
se vuelve un zarzal inextricable,
espinas que partirán tus brazos.
El espejo en que tu madre contempló su
desencanto, será un lago de agitadas aguas que cruzará
tu
barca.
La espada que abandonó tu padre abrió al caer de tajo
un precipicio que librarán tus pasos.
Desde la almena donde hilo la red en el insomnio,
te prevengo de las trampas de tu destino.
ZONA DE DESASTRE
Cae una gota de tinta en el mapa y se convierte en un
lago
Se anegan casas sembradíos
familias enteras de hombres y animales
desaparecen por mi descuido
A los bordes del lago
llegan hormigas de la salvación
saben cómo organizar el acarreo
A los que logran salvar
les cambian el nombre para siempre
Supe que al mover el tintero
podía desatar un desastre
He alterado la geografía he de beber la tinta
de esta corriente oscura
INVASIÓN DE ALAS
Aves que no vuelan
han invadido la ciudad
Dan pequeños saltos
apenas tocan los adoquines
Oscurecen la plaza
como papeles quemados
Sobre nuestros monumentos hacen irreverencias
Se zambullen en la fuente sacuden sus alas toman sol
Algunas se posan en los quicios
como los grajos de un escudo y nos vigilan
La gente
resignada ante la invasión
ha empezado a buscar
sus mejores granos para alimentarlas
Tomado de:
http://www.antoniomiranda.com.br/iberoamerica/mexico/elva_macias.html
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