domingo, 29 de septiembre de 2024

POEMAS DE IBN QUZMAN


DEL ZOCO QUIERO A UN CHICO 

 

Del zoco quiero a un chico.

De verlo, lo conoces.

Su nombre te diría;

Pero nombrarlo no oso.

Tú que a la gente matas,

aunque otra cosa digas:

¿Qué almizcle es ése, amigo?

¡Ven, ven, ante el maestro!

¡Por Dios, qué presumido!

Saluda, por lo menos.

Conviene, si te entonas,

que el entonar te siente.

Yo callo y sufro, pero

lo quiero, pese a todo.

Con verlo ya me pasmo.

¿Negar voy lo que es cierto?

De estar ello en mi mano,

lo que celar no puedo.

¡Ay, tú el de los achares

y los celillos dulces!

¿Por qué me gusta hablarte,

cuando ese hablar me mata?

 

<< ¡Ay, corazón, aguanta.

No te escapes nunca!>>.

 

¡Por Dios, bien sufre el pobre!

Vigor y ayuda dale.

El de los ojos garzos,

el de las cejas finas

me llama su criado:

verdad es lo que dice.

Mas, siendo sus esclavos

poetas y escritores,

ni va eso en mi desdoro suyo.

¿Por qué va a ser afable,

por qué va a hacerme caso,

si al verlo dos mujeres,

y ver su airoso talle,

le dijo la una a la otra:

 

<< ¡Que el Allahl de amor te aqueje,

 y que con él te acuestes!>>,

 

y << ¡Sí, sí!>>, la otra dijo?

 

Más Súna está más cerca.

No esponjes, si saluda,

porque a la gente engaña

con sus palabras dulces.

Parécete inocente

si tira de las riendas,

y así, su cepo tiende.

¡Quien cae en él bien grita!

Por él ardo de día;

De él hablo por la noche.

Desde que di en amarlo

tan solo eché una siesta.

Trocarle tengo urdido

un zéjel por un beso;

mas, si antes me lo diera

del trueque, ¿mal habría?

Acorta tu poema;

dejarlo has terciadillo.

Besar tus dedos quiero,

ay hijo del más noble.

Mas no me gustaría

que nadie se enterara.

Todo en mi contra sale:

lo que tú cueces, aso.

¿Ay, déjame esta noche

que goce y pegue brincos,

que de placer me embriague

y que amanezca turbio!

 

Soto de Ben Abî-l-Hazz

Waskî bebió conmigo.

Pegar no pude ojo,

sirviéndote y bebiendo

Completo queda el zéjel,

que me salió del alma.

 

Babel me dio su magia,

Y es un montón de perlas.

Oirás que dicen todos:

<< ¡Cosa es genial amigo!>>,

y se ha de alzar.....

...... cuando lo cante.

 

 

ZEJEL PANEGÍRICO

Que beba la hermosa y me dé a beber,

sin centinela ni polizonte que nos espíe.

Así es más bonito.

¡Cuán deliciosa noche se pasaría

acariciándonos con besos y abrazos!

¿A dónde vas? ¿Por qué estás inquieta?

¡No te muevas! ¡Cede tus gracias al amante!

¡Quien haya estado en situación tan violenta

como la mía que considere!

¡Si es poco lo que pretendo!

Y.… no lo consigo.

 

La juventud debiera ser menos esquiva.

Invitadla, invitadla a que venga y sea cariñosa.

¡Oh! ya está aquí;

jamás he visto hembra más gentil.

Enciende en mi escuálido pecho ardorosa pasión;

sobre el suyo, en cambio, palpitan ingentes los senos...

¡Hay que perder la vergüenza!

 

Mira la boquita, pequeña como anillo

cuyas perlas se han engarzado sin artificio.

Es capaz de enloquecer al asceta más beato.

Y eso que no tiene trazas de venir a echar sermones.

Mi corazón en su ausencia se vuelve [chiquitín] como el engarce de una sortija.

 

¡Es... muy resalada!

 

La conversación se entabla;

el vino se bebe, yo canto, ella se emociona.

Le pido, luego, lo... que hay que pedir.

Me dice que sí; concededme sus favores...

Alborea el alba. ¡Alba maldita!

¿Por qué viene el alba?

 

Me levanto a coger la capa apresuradamente.

Ella me dice: ¿Te vas? ¿Qué quieres hacer?

Deja la capa y estate aquí conmigo.

Yo le contesto: No; déjame, debo marcharme:

A Abenzomaida Abulcácim he de loar.

 

De aquél cuyos tesoros tan sabrosas esperanzas ofrecen,

cantaré las excelencias y hermosas cualidades.

Todos los que le ven exclaman:

Mira ¡qué bondadoso! A juicio mío es un ser superior.

¿Se ha hecho proverbial la generosidad de Hátim?

Aun es él más generoso.

 

 

PUES ME DESDEÑA, NO SALUDA

 

Pues me desdeña, no saluda

si me lo topo.

¡Ay lo que Allah me ha echado encima

con tal cariño!

Para el amor de estos hermosos

no hay medicina.

Da igual que ante ellos nos quejemos

o estemos mudos.

A Allah no temen cuando tratan

así al amante.

 

Son genios bravos (¡Allah nos libre

De genios tales!).

Piedad no tienen del amante,

con verlo triste,

ni saben cuánto sufre el pobre

con lo que cata,

al menos que a catar lo mismo

des den a ellos.

 

No más favor me da que celos

y que congojas,

y a él no consigo unirme nunca

más que en deseos;

mas no deparan dicha a nadie

para a la mía

cuando soñando le doy besos

o si lo abrazo.

 

 

GASTO MI CAUDAL

 

Gasto mi caudal y empeño ropas

Por el vino añejo.

No te de cuidado que no beba,

pues tengo el beber por obligado.

Si alguien te contó que me arrepiento,

cosa es que jamás se me ha ocurrido.

 

¿Genio he de mudar con penitencia?

No seré yo, amigo, quien tal haga.

Arrepentimiento, ¡vaya necio!

Iba a decir que... ¡Mejor callarse!

Tiende el porrón tu mano diestra,

 

Y, si uno rezó de tus censores:

<< ¿Tal, Abû Fulano, es lo que haces?>>,

le has de decir: <>.

 

Temen al faquí los inexpertos.

Yo, respétole, pero lo huyo.

¡Puta la madre es de los abstemios,

aunque al frente lleven a Gazzâli!

Tomado de:

https://www.poetasandaluces.com/poema/2361/

 

El sacrificio de la cebolla

   Festejé ya mi día de Pascua:

     por carnero maté una cebolla.

 

1   No la pude colgar de una pata

     y empecé a desollarla allí mismo.

     No es flexible el pellejo, y se rompe;

     Si decís de curtirlo, me mato.

 

2   Grande apuro me entró al desollarla:

     me cansé, me lloraban los ojos.

     Me decía: “Soy dura, y no cuezo,

     “y echa mucha pimienta al freírme”.

 

3   Dije viendo lo blanco: “—Un lebrillo,

     “chico, trae en que ponga esta pringue”.

     Mas divieso y tumor lo hallé todo,

     cual galleta más dura que peña.

 

4   Si empuñé aún el cuchillo animoso,

     no era, a fe, cosa fácil usarlo.

     Mala víctima es ésta: no sirve.

     No hay en ella siquiera asadura.

 

5   Disparé de repente estos versos

     —arco el genio, saeta la pluma,

     venenoso yerbajo la tinta—

     y he logrado coger las ideas.

 

6   Nunca usé repertorio guardado.

     De improviso me viene la vena.

     Cacarearme no pueden las rimas:

     soy azor, y ellas son como el CHÁLCHAL.

Tomado de:

https://poemas.nexos.com.mx/el-sacrificio-de-la-cebolla/

 

 

AHORA TE AMO A TI, ESTRELLITA

 

(Zéjel X)

 

¿Quién te ama y se muere por ti?

 

Si me matan, solo por ti será.

 

Si mi corazón pudiera dejarte,

 

no compondría esta cancioncilla.

 

Madre mía, me veo despreciado.

 

Tu hijo está triste y con pena.

 

Lo ves que durante todo el día

 

no prueba más que un bocadito.

 

Yo les digo: ¡Dios es grande!

 

No puedo ya sufrir más esto:

 

si me voy a la Mezquita Verde,

 

ella se va al Pozo del Alamillo.

 

¡Oh tú, ornato de las reuniones,

 

hermosa, sí, e inteligente!

 

¡Qué piedrecillas, en vez de mizcales,

 

te tiraría, leprosilla!

 

Todos tus enamorados están ardiendo.

 

El hechizo de Babilonia se cifra en ti.

 

De ti se oye todo lo precioso,

 

en cuanto dices una palabrita.

 

Como manzanas son tus pechitos,

 

como harina blanca son tus mejillitas,

 

como puro cristal son tus dientecillos,

 

como azúcar es tu boquita.

 

Si prohibieras ayunar a los hombres

 

y dijeras: ¡Sed infieles, oh gentes!,

 

no quedaría hoy la Aljama

 

más que cerrada por una soguilla.

 

Eres más dulce que el alfeñique.

 

Yo soy tu esclavo, tú eres mi señor.

 

Mi señor, sí, y a quien diga que no,

 

le daré un cachetillo en el pescuezo.

 

¿Hasta cuándo me tendrás ese desvío?

 

¿Hasta cuándo tendrás de mí esas sospechas?

 

¡Que Dios haga de ti y de mí

 

en una casa vacía, un hacecillo de flores!

Tomado de:

https://buzos.com.mx/noticia/ibn-quzman-un-poeta-callejero

 

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