Negrísima casa de luz
Aquel día en Ui-dong
caía la aguanieve
y mi cuerpo, compañero de mi alma,
tiritaba con cada lágrima derramada.
Sigue tu camino.
¿Está dudando?
¿Qué estás soñando, flotando así?
Casas de dos pisos encendidas como flores,
debajo de ellas aprendí la agonía
y hacia una tierra de alegría aún sin
tocar
como una tonta extendí una mano.
Sigue tu camino.
¿Qué estás soñando? Sigue caminando.
Hacia los recuerdos que se formaban sobre
la farola, caminé.
Allí miré hacia arriba y dentro de la
pantalla de luz
había una casa negrísima. Una negrísima
casa de luz
El cielo estaba oscuro y en aquella
oscuridad
las aves residentes
volaron deshaciéndose del peso de sus
cuerpos.
¿Cuántas veces tendría que morir para
volar así?
Nadie sostendría mi mano.
¿Qué sueño es tan hermoso?
¿Qué recuerdo
brilla con tal fulgor?
El aguanieve, como las puntas de los dedos
de la madre,
se amontona en mis cejas despeinadas
golpea las heladas mejillas y de nuevo
acaricia ese mismo lugar,
Date prisa y continúa tu camino.
Invierno a través de un espejo
1.
Mirar la pupila de una llama.
Azulado
corazón
ojo moldeado
lo más caliente y brillante
eso que lo rodea
la llama interior naranja
lo que parpadea más
eso que rodea de nuevo
la llama externa semitransparente
mañana por la mañana, la mañana
que parto a la ciudad más alejada
esta mañana
el ojo azulado de una llama
mira más allá de mis ojos.
2.
Ahora mi ciudad es mañana de primavera, si
traspasas el centro de la tierra, taladras recto hasta el centro sin vacilar,
esa ciudad aparece, la diferencia horaria allí exactamente doce horas menos, la
estación exactamente medio año atrás de modo que aquella ciudad es ahora una
tarde de otoño, como si siguiéramos en silencio a alguien a quien la ciudad
sigue detrás de la mía, para cruzar la noche para cruzar el invierno espero en
silencio, mientras mi ciudad deja atrás a aquella como alguien que te adelanta
en silencio
3.
Dentro del espejo el invierno está
esperando
Un lugar frío
Un lugar totalmente frío
tan frío
que los objetos no pueden temblar
tu cara (congelada una vez)
no puede hacerse añicos
No extiendo mi mano
tú tampoco
quieres extender la mano
Un lugar frío
Un lugar que se mantiene frío
tan frío
que las pupilas no pueden vacilar
los párpados
no saben cómo cerrarse (juntos)
Dentro del espejo
el invierno espera y
dentro del espejo
no puedo evitar tus ojos y
tú no quieres extender la mano
4.
Dijeron que volaríamos durante un día
entero.
Dobla bien veinticuatro horas métetelas en
la boca y
entra en el espejo dijeron.
Cuando haya deshecho el equipaje en una
habitación de esa ciudad
debería tomarme un momento para lavarme la
cara.
Si el sufrimiento de esta ciudad en
silencio me sobrepasa
en silencio me quedaré rezagada y
cuando no estés mirándola durante un
instante
me apoyaré en la espalda escarchada del
espejo
y canturrearé despreocupada.
Hasta que, habiendo doblado bien
veinticuatro horas
y habiéndolas escupido empujadas por tu
lengua caliente
vuelvas y me observes
5.
Mis ojos son
dos cabos de vela que deslizan gotas de cera mientras consumen la mecha, no es
abrasador ni doloroso, dicen que el temblor del núcleo de la llama azulada es
el advenimiento de las almas, las almas se sientan en mis ojos y tiemblan,
canturrean, la llama externa que se balancea en la distancia oscila para llegar
más lejos, mañana partes hacia la ciudad más lejana, aquí estoy yo ardiendo,
ahora pones las manos en la tumba del vacío y esperas, la memoria te muerde los
dedos como una serpiente, no te abrasas ni te duele, tu inquebrantable rostro
no se quema ni se hace añicos.
[Poemas pertenecientes a Stowed Evening in
the Drawer que he traducido desde la versión inglesa realizada por Sophie
Bowman.
Tomado de:
https://sakuranomonogatari.wordpress.com/2017/09/27/dos-poemas-de-han-kang/
Baile en silla de ruedas
Las lágrimas
se han convertido ya en costumbre,
Pero eso
no me ha devorado.
Las pesadillas también
se han convertido ya en costumbre.
Ni siquiera una noche de insomnio que
incendie
todos los vasos sanguíneos de mi cuerpo
puede tragarme por completo.
Mira. Estoy bailando.
En una silla de ruedas en llamas
sacudo los hombros.
Oh, intensamente.
No tengo magia,
ni métodos secretos.
Es sólo que no hay nada
que pueda destruirme por completo.
Ni un infierno,
ni una maldición
o tumba,
tampoco ese sucio y helado
granizo ni el pedrisco
como hojas de cuchillo
pueden aplastarme.
Mira,
estoy cantando.
Oh, silla de ruedas
que escupes intensamente llamas,
baila silla de ruedas.
Mark Rothko y yo — Muerte en febrero
Sin nada que declarar por adelantado,
no existe relación alguna entre Mark
Rothko y yo.
Él nació el 25 de septiembre de 1903,
murió el 25 de febrero de 1970.
Yo nací el 27 de noviembre de 1970
y sigo viva.
Es sólo que
a veces pienso en el espacio de nueve
meses
que separa mi nacimiento de su muerte.
Sólo unos pocos días
después de aquella mañana temprano en que
se cortó las venas
en la cocina aneja a su estudio,
mis padres unieron sus cuerpos
y poco después una mota de vida
se debió quedar alojada en el tibio útero.
Mientras en el invierno tardío de Nueva
York
su cuerpo aún no se habría descompuesto.
Eso no es algo maravilloso,
es algo solitario.
Me debí quedar alojada como una mota
cuyo corazón aún no había empezado a
latir,
sin saber nada del lenguaje,
sin saber nada de la luz,
sin saber nada de las lágrimas,
dentro de un útero rosado.
Entre la vida y la muerte,
febrero como una brecha
que perdura,
perdura y finalmente sana.
En la tierra a medio derretir, todavía más
fría,
su mano aún no se habría descompuesto.
(Traducción de Ángel Salguero a partir de
la versión en inglés de Brother Anthony y Eun-Gwi Chung)
Tomado de:
https://www.poetica2puntocero.com/cuatro-poemas-de-han-kang-premio-nobel-de-literatura-2024/
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