Waria
Nuestros
padres enterraron a sus dioses
y nosotros
con desdén
borramos las
huellas del valle elegido.
Tras la
huida la inercia los cuerpos
las
plegarias y el cielo
cayéndose a
pedazos.
A nuestra
espalda los bosques
agudas
llamaradas
la cara
el gesto
las manos
las heridas.
Demasiado
tarde para lamentos.
Demasiado
tarde para ternuras.
Déjame
limpiar el rostro pétreo
de esta
carne débil.
Déjame el
susurro
unas pocas
palabras.
Las calles y
avenidas
aplastaron
los sueños
los cercos
como lanzas
hacia el
cielo.
El mirar de
reojo la mueca
el
silencio... y luego
nada que nos
hable
de nosotros.
Nada detrás
de estas murallas.
Sueños en el
valle
Heme aquí́,
apartada de mis muertos,
perdida en
el Valle del Águila,
olvidada del
pehuén y la montaña.
En sueños he
visto
que brota
sangre en mi costado
y nacen aves
rapaces de mis sienes
que devoran
mis manos y mi lengua.
Mas, me
nacen otras manos
y otra
lengua
que son
devoradas nuevamente
y luego
nacen otras
que oculto
cuidadosa
entre
metawes.
Pero también
son alcanzados
los metawes
y sus restos
dispersados
por el
valle.
Entonces me
levanto y me rehago,
la misma
cara, el mismo cuerpo
y el mismo corazón
acongojado.
No es la
muerte
quien me espanta
a esta hora,
sino la
distancia con las montañas
No son los
rapaces centinelas,
sino el inútil
deseo
del retorno
a las quebradas.
Mas, heme aquí́,
cuerpo y sueño
sobre este
suelo baldío.
Tuwin Malen
Porque yo
desciendo del alba
instinto soy
y delirio,
silencio
dormido
en el mar
del inicio.
Yo, la luz
de la noche
que inunda
tu sangre
Ven,
acércame la dulzura
de tu
lengua,
estallido de
pétalos
y llamaradas,
mariposas
huyendo
de la niebla
y el eco,
oscuridad de
selvas
aguardando
la estrella
del presagio.
Acércate,
pero no
profanes.
Ni una nota
en mis
abismos
has de
tocar.
Allá en el
fondo
ocultaré mis
temores.
Cada
horizonte
guarda una
alborada.
Cada enigma
las venas
del origen
Porque viento soy
y peñasco
y ola blanca
y fría
que roe las
certezas
y perfume de
miel
y manzano
soy,
florido y
fecundo
cielo de
luna
y estrellas
desperdigadas
en la tierra
de los sueños.
Ven, mira la
oscuridad
en mis ojos
y bebe con
lentitud
el misterio
en mis cabellos,
desnudo el
saber de mis labios
mira el
sello de mi cuerpo,
pero no
levantes el velo
de mi
soledad sin memoria.
Tomado de:
https://www.festivaldepoesiademedellin.org/es/Festival/29/MaribelMora/
Atardecer en el río
Una garza
blanca
desafía la
tarde.
Su figura
inmóvil
desborda el
horizonte.
El último
rayo de luz,
huye
sigiloso por el río.
La tierra
respira hondo
Para seguir
viviendo.
Perrimontun
Bebí la
angustia de la tierra
lentamente
hundí mi
savia en el azul
y mi impulso
fue sangre
Mi voz
oculta entre malezas
se perdió
entre laderas y valles
la luna que
de niña saludaba
vino a besar
anhelos
que
deshacíanse en la nada
Hija mía me
dijo
no brotes de
crepúsculos
cubrirán tus
huesos las flores del alba
parirán tus
sueños
No temas a
las horas marcadas
tu signo no
es de muertos
brotaste con
las lluvias anhelante
tu paso
alumbrará la noche
y tu huella
será el camino
No temas
hija mía
el grito de
la aurora abrió tus ojos
y te
abandoné en el valle
pero guardo
los sueños
que de niña
sembraste
No temas
ya brotan de
tus manos
parirán
ahora las flores del alba
los
condenados
Avance del libro inédito "Koyaq de las confinadas".
(Koyaq significa diálogo o interpelación en mapudungun.
En este caso se trata de una interpelación poética hacia un poeta suicida
de principios del siglo XX).
los
condenados
I
Teresa Wilms
Montt, te nombro,
viajero
condenado al silencio, te lo pido
¿Sabías de
mis abuelos mapuches en la montaña?
¿Conocías
sus canciones sobre sus miedos?
Porque miro
tu cara, Wilms Montt, y el reflejo
el reflejo
de tu alma vuelve a mi
de mi alma
albergando alegría
secreto de
las palabras.
Poeta
maldito
y tu gesto
es de tal manera que mi boca
y mis deseos
aumentan al unísono
rezas
torciendo las visiones
como sierpes
de un alma inflamada.
¡No puedes
ser malo! te digo
¡Con esos
ojos no! ¡Con esas manos no!
La bondad
del corazón desborda tu cuerpo.
¡Tú no eres
el malvado que te destroza!
La ausencia
de paz frente a ti.
no eres un
podrido por dentro...
Es el siglo
moribundo de las vanidades humanas,
como dijiste
La tierra
fértil donde beber la locura.
II
¿Hace cuánto
que no duermes?
¿Desde
cuándo no duermo?
El amanecer
extraña los sueños de los espejos.
Afuera está
lloviendo como en Londres. La noche se desmorona.
Los truenos
hacen piruetas como en el sur de Chile.
¿Cómo podría
explicar la angustia del poeta?
ahora que
respiras en mi propio pecho!
Ahora que me
hablas y te hablo en una cama blanda
donde mi
pewma se detiene
antes del
siniestro momento del aliento muerto.
Wezakepewma
wezakedungun años miserables.
Tú y yo
estamos muy separados en el sudor de clase, Teresa.
sufriendo
las mismas formas de dolor por las cosas
que han
callado ante la ausencia del amado.
Y tal vez
solo querías, como yo, un fuerte abrazo.
eterna como
la mirada de un niño.
Y luego
dormir para siempre. tu querías
que el dueño
de ese abrazo nunca supo
¿Quién eras
y en qué estabas pensando?
Que no supo
amar y como soñar
en esos
sueños tuyos.
Que él no
sabía de tus miedos. Y a su vez,
Lo supe todo
en el vértigo de tu mirada
en el
vértigo de la caída.
III
¿Y la caída
de Teresa? Esa palabra que se repite
en el
universo de palabras que se repiten
y repetir y
repetir y repetir
demasiadas
veces tratando de olvidarlos.
La caída de
un ángel rebelde
es la
creación de un mundo.
Un mundo da
a luz
la caída de
una ingenua Eva
y la caída
de un Adán pusilánime y denunciante
como el corazón
psicópata de Caín repitiéndose
cada cierto
tiempo
cada cierta
tragedia de la historia.
O la caída
más ruidosa de Lot y sus hijas
en una vida
de sexo sin destino
o con la
caída por destino
de su
descendencia y de toda la descendencia
durante
siglos de siglos
Tal como
estaba escrito.
IV
El dolor
santifica las almas sublimes
y arrastra
los inferiores, dijiste.
Cuanto daría
por la santidad de tus ojos
y por
quitarme el dolor de mi cuerpo!
Diluyendo en
dos lágrimas tu mirada,
perdido en
las paredes o en un par de versos
escapando de
tu boca
Si el poeta
te negó, como a tantos, te estremeces
con
caricias, con palabras
regresa a la
tierra, confúndete con la noche
quema la
fragua de tu alma rebelde.
Histeria, hiperestesia,
parestesia sentenciadas
palabras
garabateadas insultando la página.
Páginas de
palabras que no supieron decir tu nombre
en esa jerga
insultante que escupieron la ciencia y tu clase.
Pero aléjate
de los afectos de esa clase.
¿Qué pasa con
tus perfumes?
de sus
cuerpos que de sus cortinas y telas,
¡Tú y yo
estamos tan separados en texturas!
Y sin
embargo las mismas sensaciones de este cuerpo.
abandonado
en ESTE mundo.
V
En este
mundo todos somos huérfanos de amor,
como dijiste
de tu linaje
Wilms Montt que te dejó huérfano.
¡Y me dices
que no eres bueno!
¡Y te digo
que no soy bueno!
Aunque
confieso que alguna vez quise ser santo.
Que quería
escapar de mí como tú
del origen
de la piel y la sangre,
de la humanidad
y feminidad
y de la
mapuchidad que a veces oprime.
Aunque al
igual que tú nunca lo sabré
si soy malo
o si soy bueno o si soy santo
Al final
solo sé que sufro
y que en
cada acto humano se consuela su contrario.
Hay un vacío
de alma en tu mirada.
Aterriza sin
espesor en mis palabras.
Sombras,
silencio, memoria mapuche
Reiteraciones
maníacas Poesía.
Palabras más
que locura.
LOCURA más
que visiones.
Ulkantun
perdido en la noche
Perrimontun
de las serpientes
Cruzando la
línea que lo separa todo.
Premoniciones
en estos versos nocturnos.
Tomado de:
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