ALLEGRO
Después de día negro toco a Haydn
y siento un sencillo calor en las manos.
Las teclas obedecen. Golpean dulces martillos.
El acorde es verde, vivaz y sereno.
La música dice que la libertad existe
y que alguien no paga el impuesto al césar.
Meto las manos en mis bolsillos haydn
e imito a alguien que contempla el mundo con
serenidad
Izo bandera haydn —eso significa:
» No nos rendimos. Pero queremos paz. «
La música es una casa de cristal en la ladera
Donde vuelan las piedras, ruedan las piedras.
Y las piedras atraviesan la casa rodando
pero todos los cristales quedan intactos.
poeta transtromer
Visión de la memoria
Una mañana de junio, demasiado temprano
para despertar, pero tarde para volver a dormirse.
Tengo que salir al verdor que está lleno
de recuerdos, y ellos me siguen con la mirada.
No se ven, se funden totalmente
con el fondo, camaleones perfectos.
Estoy a un paso de oírlos respirar
pero el canto del pájaro ensordece.
Versión de Roberto Mascaró
17
Blanca y negra,
terca urraca, en zigzag
va por el campo.
Tomado de:
https://epicavamurta.blogspot.com/2013/06/thomas-transtromer-el-poeta.html
El cielo a medio hacer
El desaliento interrumpe su curso.
La angustia interrumpe su curso.
El buitre interrumpe su vuelo.
La luz tenaz se vuelca;
hasta los fantasmas se toman un trago.
Y nuestros cuadros se hacen visibles,
animales rojos de talleres de la Época Glaciar.
Todo empieza a girar.
Andamos al sol por centenares.
Cada persona es una puerta entreabierta
que lleva a una común habitación.
Bajo nosotros, la tierra infinita.
Brilla el agua entre árboles.
La laguna es una ventana a la tierra.
Versión de Roberto Mascaró
De "El cielo a medio hacer" 1962
Nórdica Libros S.A. 2010
Elegía
Abro la primera puerta.
Es una gran habitación soleada.
Un camión pasa por la calle
y hace vibrar la porcelana.
Abro la puerta número dos.
¡Amigos! Vosotros bebisteis la oscuridad
y os hicisteis visibles.
Puerta número tres. Una estrecha habitación de
hotel.
Vistas a un callejón.
Un farol que reluce en el asfalto.
El hermoso residuo de las experiencias.
Versión de Roberto Mascaró
De "Senderos" 1973
Nórdica Libros S.A. 2010
Haikus
10
Sol de noviembre...
Mi sombra nada, enorme:
se hace espejismo.
* * *
11
Me ve la muerte:
problema de ajedrez.
Ya lo ha resuelto.
* * *
25
Zumba la lluvia.
Yo susurro un secreto
para entrar allí.
* * *
26
Escena de andén.
Qué extraña esta quietud:
la voz interna.
* * *
28
El silencio gris.
Pasa, azul, el gigante.
La brisa del mar.
Versión de Roberto Mascaró
De "29 Haikus y otros poemas" 2003
Nórdica Libros S.A. 2010
Kyrie
A veces, mi vida abría los ojos en la oscuridad.
Una sensación como de multitudes ciegas e
inquietas,
que pasan por las calles camino de un milagro,
mientras yo, invisible, permanecía inmóvil.
Como el niño que se duerme con miedo
escuchando los pasos pesados del corazón.
Largo tiempo, hasta que la mañana pone sus rayos
en la cerradura
y se abren las puertas de la oscuridad.
Versión de Roberto Mascaró
De "Secretos del camino" 1958
Nórdica Libros S.A. 2010
La roca del águila
Tras cristal de terrario
los reptiles
extrañamente inmóviles.
Cuelga una mujer ropa
en silencio.
La muerte es calma chicha.
En lo hondo de la tierra
se resbala mi alma
como un cometa, sorda.
Versión de Roberto Mascaró
De "29 Haikus y otros poemas" 2003
Nórdica Libros S.A. 2010
Lamento
Él dejó la pluma.
Quedó quieta en la mesa.
Quieta en el vacío.
Él dejó la pluma.
¡Demasiado lo que no se puede escribir ni callar!
Está paralizado por lo que sucede muy lejos
aunque la prodigiosa mochila late como un corazón.
Afuera, es el comienzo del verano.
Del verdor llegan silbos -¿personas o pájaros?
Y cerezos en flor que palmean los camiones que
llegaron a casa.
Pasan semanas.
Se hace lentamente noche.
Las polillas en la ventana:
pequeños, pálidos telegramas del mundo.
Versión de Roberto Mascaró
De "El cielo a medio hacer" 1962
Nórdica Libros S.A. 2010
Las piedras
Oigo caer las piedras que arrojamos,
transparentes como cristal a través de los años.
En el valle
vuela la confusión de los actos
del instante, vociferantes, de copa
en copa de los árboles, se callan
en un aire más tenue que el presente, se deslizan
como golondrinas desde una cima
a otra de las montañas, hasta
alcanzar las mesetas ulteriores,
junto a las fronteras del ser. Allí caen
todas nuestras acciones
claras como el cristal
no hacia otro fondo
que el de nosotros mismos.
Versión de Roberto Mascaró
De "17 poemas" 1954
Nórdica Libros S.A. 2010
Llanura estival
Uno ha visto tanto.
A uno la realidad lo ha consumido tanto:
pero al fin, ha llegado el verano:
un gran aeropuerto -el controlador baja
carga tras carga de gente
congelada del espacio.
La hierba y las flores: aquí aterrizamos.
La hierba tiene un jefe verde.
Yo me pongo a sus órdenes.
Versión de Roberto Mascaró
De "Tañidos y huellas" 1966
Nórdica Libros S.A. 2010
Solsticio de invierno
Mi ropa irradia
un resplandor azul.
Solsticio de invierno.
Tintineantes panderetas de hielo.
Cierro los ojos.
Hay un mundo sordo,
hay una grieta
por la que los muertos
traspasan la frontera.
Versión de Roberto Mascaró
De "Góndola fúnebre" 1996
Nórdica Libros S.A. 2010
Visión de la memoria
Una mañana de junio, demasiado temprano
para despertar, pero tarde para volver a dormirse.
Tengo que salir al verdor que está lleno
de recuerdos, y ellos me siguen con la mirada.
No se ven, se funden totalmente
con el fondo, camaleones perfectos.
Estoy a un paso de oírlos respirar
pero el canto del pájaro ensordece.
Versión de Roberto Mascaró
De "La plaza salvaje" 1983
Nórdica Libros S.A. 2010
Tomado de:
http://amediavoz.com/transtromer.htm
El sueño de Balakirev
(1905)
El piano de cola negro, la araña brillante,
temblorosa estaba en el medio de su red de música.
En la sala de conciertos fue tocado un país
donde las piedras eran livianas como rocío.
Pero Balakirev se durmió con esta música
y soñó con el carruaje del Zar.
Avanzaba rodando sobre los guijarros
derecho hacia la oscuridad graznando como cuervo.
Él mismo estaba solo, sentado, veía desde el carruaje
pero también corría por el mismo camino.
Sabía que el viaje había sido largo
y su reloj medía años, no horas.
Había un campo en que yacía el arado
y el arado era un pájaro caído.
Había una bahía donde estaba el barco
congelado, apagado, con gente en la cubierta.
El carruaje se deslizaba sobre el hielo y las
ruedas
zumbaban y zumbaban con sonido de seda.
Un pequeño navío de guerra: “Sevastopol”.
Él estaba a bordo. Se acercó la tripulación.
“Te salvarás de morir si es que sabes tocar.”
Le mostraron un extraño instrumento.
Parecía una tuba o un fonógrafo,
o parte de una desconocida maquinaria.
Paralizado y desamparado comprendió: era
el instrumento que dirigía el navío.
Se volvió hacia el marino más cercano,
ansioso, gesticulando, con la mano pidió:
“¡Haced la señal de la cruz como yo, haced la
señal!”
El marino lo miró triste como un ciego,
estiró los brazos, hundiendo la cabeza:
estaba como clavado en el aire.
Sonaron los tambores. Sonaron los tambores.
¡Aplausos!
Balakirev se despertó de su sueño.
Tableteaban las alas de los aplausos en la sala.
Vio levantarse al hombre del piano de cola.
Afuera, las calles oscurecidas por la huelga.
Rápidos pasaban los carruajes en la oscuridad.
(MILIJ BALAKIREV
COMPOSITOR RUSO, 1837-1910)
(de Secretos en el
camino)
La ventana abierta
Parado frente a la ventana abierta,
en un primer piso,
me estaba afeitando una mañana.
Encendí la afeitadora.
Comenzó a zumbar.
Zumbaba más y más.
Creció hasta el estruendo.
Creció hasta ser un helicóptero
y una voz –la del piloto- penetró
a través del estruendo; gritaba:
“¡Mantén la vista alerta!
Es la última vez que ves esto.”
Nos elevamos.
Volamos bajo sobre el verano.
¿Importa saber cómo me gustaba todo esto?
Docenas de dialectos en verde.
Y en especial el rojo de las casas de madera.
Los escarabajos brillaban en el barro, al sol.
Sótanos arrancados por las raíces
llegaban por el aire.
Actividad.
Las prensas se arrastraban.
En ese momento la gente
era lo único que estaba quieto.
Guardaban un minuto de silencio.
Y especialmente los muertos del cementerio rural
estaban quietos
como cuando posábamos para las fotos infantiles.
¡Vuela bajo!
No supe adónde volvía yo
mi cabeza:
con visión dividida
como un caballo.
(de
Ver en la oscuridad)
Para amigos tras una frontera
Fui tan parco en mi carta. Pero lo que no pude
escribir
se hinchó e hinchó como un antiguo zepelín
y se perdió al fin por el cielo nocturno.
II
Ahora el censor tiene la carta. Enciende su
lámpara.
En el resplandor vuelan mis palabras como monos en
una reja,
se sacuden, se aquietan y ¡muestran los dientes!
III
Leed entre líneas. Nos encontraremos en 200 años
cuando estén olvidados los micrófonos de hotel
y podamos dormir al fin, hacernos ortoceratitas.
(de Senderos)
Boceto en octubre
El remolcador, pecoso de herrumbre. ¿Qué hace
tierra adentro?
Es una pesada lámpara, apagada en el frío.
Pero los árboles tienen colores salvajes. ¡Señales
hacia la otra costa!
Como si algunos pidieran que los recojan.
Camino a casa veo los hongos surgir en la
gramilla.
Son dedos que piden ayuda, dedos de uno
que para sí mismo sollozó largo tiempo, en la
oscuridad de abajo.
Pertenecemos a la Tierra.
(de Senderos)
La parroquia dispersa
I
Acordamos mostrar nuestras viviendas.
El visitante pensó: son buenas viviendas.
La villa miseria está dentro de ustedes.
II
Dentro de la iglesia: bóvedas y columnas
blancos como yeso, como venda de yeso
en torno a los brazos rotos del trono.
III
Dentro de la iglesia está el cuenco del mendigo
que se levanta a sí mismo del piso
y camina a lo largo de las hileras de bancos.
IV
Pero las campanas de la iglesia tienen que
ocultarse bajo tierra.
Cuelgan en los túneles de las cloacas.
Repican bajo nuestros pasos.
V
El sonámbulo Nicodemus en camino
a la Dirección. ¿Quién tiene la dirección?
No sé. Pero hacia ella vamos.
(de Senderos)
Tomado de:
https://alpialdelapalabra.blogspot.com/2016/01/tomas-transtromer-diez-poemas-suecia.html