sábado, 27 de abril de 2024

POEMAS DE CLAUDIO WILLER


Poética

 

 

1

 

entonces es eso

cuando creemos que vivimos extrañas experiencias

la vida como una película

o chispas que saltan de un núcleo

no propiamente la experiencia amorosa

sino aquello que la precede

y que es aire

concreción cargada de todo:

la ciudad refluye hacia su hora nocturna y todos van para casa o buscan encuentros improbables y absurdos, rumor de la multitud que circula por el centro y por los barrios, mientras las tiendas cerradas aún están iluminadas, los locos predican en las esquinas, la humedad de la lluvia que aún no pasó, incluso el recuerdo de la noche anterior en el cuarto revolviéndonos en caricias y también nuestro encuentro en la tibia oscuridad de un bar –hora confesional, exponiendo las sucesivas capas de las cosas que pasan– donde la proximidad de los cuerpos confunde todo, palabra y beso, gesto y caricia

todo grabado en el aire

y no lo hacemos por voluntad propia

más bien por atavismo

 

 

 

2

 

la sensación de estar ahí

armonía no necesariamente cósmica

plenitud muy poco mística

pero sencilla proximidad

de la aberrante experiencia de vivir

algo como el calor

que se siente junto a una forja

(tal vez yo debiese viajar, o mejor, ser llevado por el viaje, cargar todo junto, dejarse conducir por uno mismo)

al penetrar en el opalino acuario

(esto se relaciona con que estemos juntos)

y sentir el mundo en la temperatura del cuerpo

mientras allá afuera (lejos, muy lejos) todo es otra cosa

entonces

el poema es despreocupación

 

 

 

Anotaciones de viaje

 

 

1

 

meDioDía

 

la Tierra respira

hormigas transitan por sus nervaduras

arabescos de pájaros

puntualizan el pausado discurso de las nubes

solo existe el espacio

el paisaje lacustre

que ahora cubre una ciudad sumergida

y sin saber por qué vine a dar aquí

qué me trajo a esa frontera de lugares y sensaciones

entro al agua

la claridad me lleva a la deriva

floto en el espacio

embebido en el día más que tibio

me sé huésped de quién he sido

(la superficie del lago

se deshace en el movimiento de los círculos concéntricos)

 

 

 

2

 

playa EN LA isla

 

es así como me gusta: nadie cerca

solo el acolchado de blanda arena

extendido entre las dunas

donde el esfuerzo de andar

transforma los pasos en gestos que se vuelven hacia abajo

en la dirección de la caldera

en donde se debate el humeante cordaje

laberinto de convulsiones

vacío atravesado por espasmos

ovillo de tentáculos de espuma, de corriente polar

y las manos de hielo

que aprietan la garganta y deslizan por el vientre

llamaradas de mar, ganchos clavados en las costas

para arrastrarnos al fondo

–penetrar en ese abismo

es navegar el dorso de la muerte, transformar la conciencia

en patio de vendavales

 sin embargo

no somos de aquí

venimos de muy lejos

para descubrir la última playa desierta

en el costado oceánico de la isla

cercada de murallas de viento y claridad

en donde cobijas de marejada

son extendidas sobre nuestros cuerpos

mansamente reclinados

sobre la piel dorada del Tiempo

 

Playa Mole, Florianópolis, 1981

 

 

 

3

 

carta

 

 

 

Al artista plástico Elvio Becheroni,

a propósito de su libro Luoghi di Memoria

 

 

 

Me pides escribir algo para tu libro de grabados

quieres que hable de Río de Janeiro

y cuente historias

de lugares y viajes y memorias

tal vez

cualquier cosa

cómo en 1979, yo llegaba a Río de Janeiro

por el camino del litoral, por las playas de Río-Santos

traía en el rostro quemado de sol la expresión tranquila

de quienes viven a la orilla del mar

cualquier cosa

como aquella noche en el alto de la Urca

entonces se llamaba Concha Verde

y antes se llamara Frenetic Dancing Days

ella intentaba convencerme

de que las luces de la ciudad eran ojos dorados que chisporroteaban en la neblina

y yo concordaba en que había ruidos de mar

resonando en el fondo de nuestra locura

cualquier cosa

como aquel día entero en un caminar por la playa:

nos impulsaba cierta atracción por lo sublime

y nosotros nos entreteníamos en descifrar la errante caligrafía del tiempo

nerviosamente garabateada en la pauta de las olas

hasta que puñales de nubes arcaicas que enmarcaban el atardecer

vinieran a clavarse en nuestro infinito

y sintiéramos los cabellos de la noche creciendo pausadamente

pues la oscuridad había llegado

para reclinarse en tu colchón de mareas

entonces,

entre la ola y el centellear de la ola

entrevimos el perfil en llamas de nuestros cuerpos

entre lo vivido y lo no vivido

el trazo cambiante de la reventazón

entre los ruidos del mar y los ruidos de la ciudad

la complicada geometría de nuestros silencios

y un inesperado perfume de jazmines

por mí

nunca más saldría de allí

me quedaría por allí mismo

recorriendo para siempre la playa

 acompañando a la insoportable inquietud de los astros presos de sus órbitas

acabamos perdiéndonos

entre redomas de luz amarilla de mercurio

en los confusos laberintos de un jardín

y hay tantas historias que tienen que ser contadas

y tú me pides que escriba sobre Río de Janeiro

pero no existen ciudades

son nuestros viajes que crean rutas,

mapas de superficie luminosa

como estos de tus cuadros, reflejos del cielo más estrellado de Samarcanda, del límpido atardecer florentino, el otoño transparente de São Paulo más la inquietante niebla de Nueva York, centelleos dorados de un campo lombardo, su poniente animado por el soplo de la planicie,

las ciudades no existen

solo los encuentros son reales, las prolongadas conversaciones

capaces de transformar cualquier lugar en playa desierta al anochecer

solo existe el diálogo,

nuestra primitiva capacidad de sentarnos alrededor de la mesa

para atravesar la noche contando historias

de viajes, descubrimientos, visiones

con candor de niños que truecan figuritas

investidos, sin embargo, por nuestra identidad de brujos

que hacen sonar su tambor nocturno

nos sabemos observados todo el tiempo, de soslayo,

por el rostro insomne de lo Bello.

 

 

 

 

Llegar allá

 

 

Y ahora quiero la palabra reducida al sencillo gesto de aferrar alguna cosa, pura denotación, lenguaje referencia, mano extendida apuntando esos pedazos de realidad –o entonces la fiesta con todos sus fantasmas sentados en el sillón de ajenjo mientras sangran los dedos de la memoria, todo en el límite de lo que pueda ser verdad, el cuaderno escrito de atrás hacia delante y el libro leído a partir de la última página, y también podría hablar de las nubes de vapor y cortinas de humo en los cuartos, y narrar la historia completa de las fiebres tropicales– pero solo nosotros dos fuimos capaces de movernos en ese plano intermediario en el que realidad y sueño se confunden, tocados por la sugestión de otra escena o situación. Esencia, ese es el nombre de nuestra transacción. ¡Esencia, esencia!, grita la legión de los Irreales desde el fondo de su existencia probable. Esencia, el verdadero nombre del juego de mutaciones. No es necesario hablar en alucinaciones, es como atravesar una pared invisible, y ya estamos allá. El texto febril. Las luces prendidas. Luces prendidas. Las luces, prendidas. Por ejemplo –pero el número de ejemplos es mayor que toda la existencia– por ejemplo, las luces prendidas, rebotadas un poco torpemente por los azulejos blancos que iluminan nuestros cuerpos, mientras nosotros nos preparábamos para empezar un juego amoroso más. Me acuerdo también de las playas desiertas, recorridas de punta a punta. O cuando descubrimos aquella cascada en medio del mato, aquel salto que debía tener unos 30 ó 50 metros de caída libre, sus salpicaduras heladas nos alcanzaban en la orilla, imposible llegar muy cerca, aquella catarata en el matorral nos inducía a la complicidad. Las luces prendidas. Complicidad. Esencia. Y aquel espejo antiguo –aquel espejo antiguo biselado, patinado, recubierto por el amarillo del tiempo– aquel espejo antiguo nos reflejó durante una tarde. Estaba en el tocador frente a la cama en el cuarto del caserón colonial de la hacienda, con los demás muebles macizos y pesadotes y el olor a polvo de cosa antigua del cuarto. También encontrábamos muchos santuarios religiosos en nuestros viajes, era como si nos impulsase una atracción magnética por lo sagrado. Ciertas tardes insoportablemente calientes, demasiado sofocantes. Hubo un tiempo en que. Las luces. Esencia. Impregnando irremediablemente todo lo que fue hecho después. Como la transgresión es cotidiana e imperceptible, como ser maldito es apenas una especie de indiferencia, lasitud, dejarse llevar. El olor a polvo sobre los tapizados. Yo quiero que todo quede muy claro. No solo las palabras, el texto, sino otro plano, ahora definitivamente llevado a lo real. Quedó un olor extraño, impregnando a la piel. Todo verdadero. Todo. Mas ese gesto de contar historias imposibles, ¿cuál es su significado? ¿Que botón apreté? Y ahora, no dejar piedra sobre piedra. Transformar lo cotidiano en hipérbole, laberinto en donde todos se perderán jugando con despreocupación. La opacidad es casi banal. El juego de la vida y de la muerte es trivial. Despertemos al irascible niño que habita en cada uno de nosotros. No hay misterio. Que no se hable de locura. El lado de allá, el lado de allá, que camina suavemente sobre tus sandalias de suela de hule, el lado de allá disfrazado en arte del plumaje, el lado de allá que sonríe afablemente mientras nos mira de soslayo, el lado de allá es sencillo y está aquí, basta estar abierto y disponible. Somos dioses.

 

 

Poemas para leer en voz alta

 

Ninguna agitación podría perturbar la íntima familiaridad de nuestras horas oscuras

 

Joyce Mansour

 

 

1

eros

 

viajantes inertes

inmersos en el silencio de esas horas

cuando el tiempo no es más tiempo

sino lasitud

y nuestros cuerpos jadeantes construcciones

envueltas en desnudez

atestiguado apenas por los objetos de la casa, cuadros en la pared, los pesados muebles, los libros y sus lomos, macetas, espejos y además la negra silueta de los edificios recortados contra la ventana

rostro ciego de la ciudad ahora adormecida al observarnos fijamente

yo brujo, tú sibila

¿qué dioses adoramos?

parados en la pausa entre sobresaltos

¿qué alquimia inventamos?

el peso que nos paraliza y adormece

no es cansancio

sino otra cosa

sensación de lo profundo

el oscuro sentir

del mundo que respira

por los poros de la oscuridad

y nosotros, maniatados por el placer, apenas conscientes

de la presencia de los objetos de la casa, muebles, macetas, libros, almohadones esparcidos por el piso, nuestras ropas tiradas al azar, más el negro recorte de los edificios por detrás de la ventana,

perfil del paisaje urbano, testigo impasible

apenas sabemos quiénes somos

apenas recordamos nuestros nombres

nos quedan el reposo y una intuición

despierta para el tibio mundo de nuestros cuerpos

nunca, nunca había sentido eso antes así

 

2

 

cuando el calor de la noche de verano

y la lluvia de la noche de verano

se encuentran

y son la misma corriente de vida que se escurre por nuestras arterias

entonces

nos reconocemos por las caricias

un arco iris puede sentarse en la cabecera de la cama

una nube puede servir de cobija

un paisaje de sol naciente

en una playa marcada por tiendas de campaña

se refleja el lago luminoso de tu vientre

la montaña con su ladera cubierta de matorrales

en donde cierta vez nos perdimos entre nacientes de ríos

proyectan su sombra en tus muslos

planicies batidas por el viento alisio

que atraviesa el continente, el universo

es nuestra imaginación febril

 

3

 

la colcha era verde

y la lámpara azulada

acostumbraban a oír músicas lentas y suaves

creían que el estante repleto de libros tenía un aire solemne

y les gustaba eso

 cualquier cosa

que sugiriera un ambiente sobrenatural

eran rápidos, muy rápidos en sus juegos intelectuales

se servían en copas desbordantes, burbujeantes

y todo era practicado con una cierta indiferencia

con la naturalidad de hace tanto tiempo

 que nos hemos habituado a estar juntos, a quedar desnudos, a besarnos en la boca

y acostarnos sobre la colcha verde del sofá, a la luz azul de la lámpara

al lado del estante de libros que componían un clima de ritual

sugestión de cosa esotérica

ciertamente se miraban

y quedaban de volver a encontrarse otro día

(las noches pasaban de prisa)

 

4

 

nuestros hábitos delicados y perversos

nuestras diversiones medio delincuentes, medio filosóficas

nuestros placeres íntimos y raros

las pláticas irisadas de memoria

gestos poco a poco entretejiéndose

en la plenitud de la desnudez familiar

mientras íbamos transformándonos

en los pulsantes personajes crepusculares

de nuestras historias

rodeados por un silencio vivo, un tiempo latente

de la noche recorrida

para no llegar a lugar alguno

 

durante el día

éramos simples mortales

 

5

 

es hora de decir claramente cómo son las cosas:

abres tus puertas tus piernas tus brazos tu boca

tu cuerpo

te abres de par en par

yo me embarco en ti

yo me engancho me prendo me aferro y te navego

planeo en un juego de arriesgado equilibrio

me hundo en tus abismos

navego suavemente en tu brisa

enfrento tus maremotos

viajo por tu velocidad

me pierdo en la maraña de tu pantano, en el laberinto de tierra y de arena, de agua del mar y de agua dulce

– nosotros somos el pantano y somos el laberinto

 me ciego en tu blancura

me alzo en tu ondulación

eres el planeta en donde poso

la nube en que me envuelvo

aura estelar, disipación de colas de cometas

llévame y condúceme

en esa danza desarticulada

hacia lo lejos              hacia lo alto                hacia lo profundo

arrástrame

amor oxímoro

amor, palabra de paradojas

 

6

 

tus ojos tienen muchos colores

que reflejan el brillo de cada hora

extrañas palabras

atraviesan nuestra plática

ES PRECISO QUE SEAMOS MODERNOS COMO EL AMOR

pero no lo sé

sino nos cegaremos

confundidos ante la visión de nuestra crueldad

 

7

 

El EPÍLOGO: jadeantes, serpenteantes, abandonamos todo, dejamos atrás lo que en nosotros podría haber de humano. De nuestras bocas buscamos extraer el aire húmedo y sofocante de las cavernas. Mundo transformado en víscera, paisaje pulsante, túnel en donde nuestros gestos simulan avance por la oscuridad. Sé que nos amaríamos con mayor vigor aunque si fuésemos capaces de ponernos al revés, fundirnos en el puro contacto, abrazo de cada célula, ninguna barrera para la unión inmemorial. Con que facilidad descubrimos nuestras entradas. Reducidos al puro presente, perdida la memoria, la idea de que hay futuro y el recuerdo de un pasado, cualquier cosa que no sea percibir la presencia del otro. Innecesario hablar: ahora es solo la vida expectante de ciertas colonias de larvas ecuatoriales. Nada, nada más por hacer, quedan apenas los lentos avances de la naturaleza, el cambio del paisaje con el tiempo, algunos fragmentos, restos y recuerdos de la aventura. Extraños al mundo, indiferentes al mar, a la playa y al viento, sabemos apenas de los rayos y truenos que acompañan a la tempestad de verano nocturno.

 

8

 

La noche nada puede:

arrancar todas las paredes

transformar la casa en campamento erótico

cuando nos multiplicamos en movimientos excéntricos

de serpiente que no llega a morder su cola

bañados por la luz ausente

nos amamos así

no más que gota de agua en el océano

pero transformados en animales provisionales y articulados,

maravillados

por percibirnos en otro planeta, jadeante, pulsante

paisaje transformado en mutación cómplice

calidoscopio de plantas vivas en un jardín de espasmos

juego amoroso, sí, pero ¿quién juega y quién es la pieza del juego?

el juego de desarmar, desarreglar todo, esparcir los cuerpos, desmontar la película, placer exacerbado al cual me aferro

para construir una nueva vida para vivir nuestras vidas

 

 

 

9

 

aguijón, diente afilado

 que lacera lo tibio del sueño

con una leve sensación dolorosa

como la de salir una mañana de sol al campo después de días y

días de lluvia

es cuando tú apareces

y me abrazas luminosa

brisa de besos que atraviesa las décadas

pasión de revolverse en la esencia

tú reapareces

límpida

como la honestidad de confesiones íntimas

tú traes en tus manos

un vacío chispeante de rubíes

tú llegas

para enseñarme las artes de lo real,

 no mucho más

que saber construirnos

como materia plural

erigida en la extensión

entre sábanas y crepúsculos

 

 

 

10

 

ah, pero tú no viste nada

esa fiesta a la cual me invitas             

solo puede ser en el claro del matorral en llamas

en el subsuelo del edificio que se derrumba en escombros

pues el verdadero amor, el amor sumado al placer, es otra cosa

sobredosis, éxtasis infernal

que fatalmente nos destruirá

Tomado de:

https://www.festivaldepoesiademedellin.org/es/Revista/ultimas_ediciones/86_87/willer.html

 

 

DIARIO INACABADO

 

A veces ni siquiera era el fotógrafo

de ese mundo que se abría en las playas al atardecer, en los océanos a contraluz,

en la naturaleza con los brazos abiertos

(vi todas las caras del mar)

(qué me decía el perfil de los árboles frente al agua) ? )

fotografía, obra del azar – siempre – verdadera fotografía

 

cuando la belleza es terrible

 

y las fotos nos atraen

 

por tu tristeza

 

¿Los registros de lo que fue – lo que éramos? – Nunca podré volver a mirarlos sin que se me haga un nudo en la garganta o, si tengo que hablar, con la voz entrecortada.

 

Fotos que son notas de soledad, si.

 

la hora – podría ser 1930

 

en un país congelado en el tiempo

 

(el tiempo siempre es diferente, siempre diferente

 

Siempre es así)

 

y mi vínculo es con la palabra – sólo

 

♣♣♣

 

MENSAJES, 1: MIENTRAS ROLEYE A ALLEN GINSBERG

 

porque el mundo es mágico

 

Escribo instalado en un rincón tranquilo de la ciudad.

 

donde sirven café

 

y sé que soy socio de las leyes secretas que rigen lo real

 

tú ves / yo veo adelante / atrás

 

lo que fue y lo que será

 

La poesía es esto: saber mirar.

 

atentamente, distraídamente

 

y contar

 

todo lo que nadie necesita saber

 

♣♣♣

 

 

“Mi tumba era así”, de Artur Cruzeiro Seixas

 

POESÍA PICTÓRICA Y VISUAL: SIMBOLOGÍA DEL AGUA

 

Cuando la playa donde estás se siente real sólo porque te trae un recuerdo vívido de los olores, luces y ruidos de la otra playa donde estuviste, hace tanto tiempo,

 

cuando no queda más que la impresión de que vivir era inútil y que morir es algo completamente idiota,

 

filtrado por una sensación de lo sublime, de estar conectado a tierra.

 

o entonces

 

cuando, al regresar temprano en la mañana, tuve la impresión de que se abría un abismo, un paso a otro plano, donde se unían las calles de Pernambuco, Río de Janeiro y Praça Vilaboim, y esto fue como darme cuenta de que en toda mi vida nada No hice más que seguir las huellas de mi propia muerte.

 

cuando la vida es sólo un pretexto: entonces, seleccione para publicación lo más extraño, lo más anguloso, lo más geométrico, lo más fuera de cuadrado, que pueda ser recitado en un tono de voz muy inocente, casi sorprendido, simulando alguien que apenas cree en lo que dice.

 

 

 

POEMAS PARA LEER EN VOZ ALTA

 

4

 

nuestros delicados y perversos hábitos

 

nuestras diversiones mitad delincuentes, mitad filosóficas

 

nuestros placeres íntimos y raros

 

nuestras iridiscentes conversaciones de la memoria

 

gestos que se entrelazan lentamente

 

en la plenitud de la desnudez familiar

 

mientras nos estábamos transformando

 

en los palpitantes personajes del crepúsculo

 

de nuestras narrativas

 

rodeado de un silencio vivo, un tiempo palpitante

 

de la noche pasada

 

para no llegar a ninguna parte

 

 

 

durante el día

 

éramos simples mortales

 

♣♣♣

 

 

“La pérdida de la inocencia”, de Artur Cruzeiro Seixas.

5

 

Las sábanas brillaban como si hubiera tomado veneno.

 

Herberto Helder

 

Es hora de decir claramente cómo son las cosas:

abres tus puertas, tus piernas, tus brazos, tu boca, tu cuerpo, te par en par de

abres navego suavemente por tu brisa me enfrento a tus maremotos viajo por tu velocidad. Me pierdo en la maraña de tu pantano, en el laberinto de tierra y arena, agua de mar y agua dulce – somos el pantano y somos el laberinto me enceguezco en tu blancura y me levanto en tu ondulación eres el planeta donde Aterrizo la nube en la que me envuelvo aura estelar, disipación de colas de cometa me toma y me lleva en esta danza inconexa más arriba en lo profundo me arrastra amor oxímoron amor, palabra de paradojas

 

♣♣♣

 

TENGO QUE DECIR ESTO DESDE HACE TIEMPO

 

Todavía no han logrado destruir el mar, no han

podido estrangularlo con cables eléctricos y carreteras, ni

desmenuzarlo con vallas

ni subdividir las manchas de su espalda para poder ver el mar para ir penetrando poco a poco en ellas. Refugios cálidos, cuevas del sueño primitivo, útero de filamentos luminosos, necesitamos desnudarnos por completo y saber reconocernos a través del tacto de nuestra piel como algo que termina y comienza dos poemas entrelazados que se muerden como la serpiente mítica. el mar y sus cajones de cristal, sus andamios de plata, su conspiración burbujeante de gelatinas, su afán de culebrones trepidantes, sus túneles de rieles descendentes, su desnudez llameante, su tiempo de redes desmoronándose en la arena, sus barcos sumergidos en la espera definitiva, sus pozos artesianos de sal, su relleno de pinturas abstractas tu cornucopia de deseos oscuros tus puñales envueltos en sargazo tus torres de castillo de pura belleza tus amplias avenidas batidas por el viento tu arcoiris bailando el ballet del amanecer tus manos de dedos transparentes hasta el ojo puedo ver guardián de los nombres de los suicidas que deambulan por las calles de las ciudades sumergidas, un laberinto de recuerdos, un laberinto de luces y sombras vívidas, olas que hacen contar su interminable momento de ruido, chocando con la furia de los metales en las batallas de Paolo Ucello , una jungla de ruido, una jungla de ausencias y tiempo en la playa, pura realidad de siluetas labio de vagina húmeda de los continentes lomo de un gato de angora rozando la tierra seca clamor de corales resonando en campos submarinos ahuyentando a las medusas que llegan a la orilla como banderas de naciones febriles (En esta calle adoquinada y llena de gente en una ciudad de edificios inútiles que se asoman al mar, seguros de su fatal corrosión,

me encuentro con un viejo e inesperado amigo, que lleva consigo su traje hindú de seda negra y una extraña mirada visionaria estampada en su Con el rostro pálido

nos retiramos a un lugar tranquilo, nos sentamos a conversar entre palmeras y una brisa fresca,

hablamos de la gente y las aventuras de los años 60 y 70, todo lo que pasó, estos escenarios frágiles ahora vistos desde esta perspectiva favorable de un bar. mesa, eterna como todas las mesas de los bares, en este mismo lugar donde ya he escrito otros poemas

demasiado cerca de la arena para no ser estrictamente sinceros,

nombramos a los personajes: uno que se fue a vivir a Punta del Este a hacer quién sabe qué, otro que viajó a Francia y se hizo muy rico, el que vive en un barco y contempla cada mañana el vacío, el que hace líneas alucinadas en el papel, los que escriben cosas absurdas con la firme convicción de albaceas

y hay también los que se suicidaron, los que estaban muertos, los que se asustaron y entraron en la condición definitiva de fantasmas, los marineros por los siglos de los siglos

el amigo se despide y se va, se sumerge en el calor de la tarde de un comienzo de verano, cruza la barrera de un seto de follaje, se disuelve en la niebla que siempre se forma estos días,

arrastrando consigo este haz de biografías entrelazadas

y la pregunta aún en el aire de qué hacer con todo esto.

Me levanto y me acerco al muro que lo separa. el jardín, ahora desierto,

me acerco

(la tarde comienza a derramar su momento de alucinación carmesí)

ME ACERCO

Paso por un filtro de aire de mar

Me recojo en las olas la simetría de este poema

las nubes se desgarran unas a otras separarse en una batalla final de colores

mientras el mar

(un río más indomable) respira pesadamente

pasando frente a mí

con la lentitud solemne de las procesiones de barqueros religiosos

extendiendo su manto de noches

sofocando las hogueras del fondo

encendidas en los claros donde se ahogan. la gente intenta calentarse las manos

la presencia humana es murmullo y soledad

sólo quedan estos dos cargueros

sombras dentadas en la distancia

dos barcos – dos puntos

insignificantes y nulos voces solitarias

hundiéndose en el vacío gris

y este velero

mancha agitada en un mapa de las negaciones

deslizándose rápidamente en su hora nocturna

el humano se retira de una vez por todas

ahora todo es distancia y el vacío

disuelve las palabras y el paisaje

sólo queda lo otro,

todo lo que nos es extraño, como un

texto hueco de la memoria viva,

una oscura red de encuentros románticos,

lo negativo de nuestro mundo de coordenadas terrestres

con su sordo murmullo de infinitas fuentes.

 

♣♣♣

Tomado de:

https://athena.pt/2018/05/13/poemas-de-claudio-willer/