Te amo aun
Hubo un tiempo ¿recuerdas? que a tu mano
estrechaba la mía tiernamente;
hubo un día, es verdad, que allá en tu frente
mi ardiente labio se posaba ufano.
¿Quién me dijera entonces que cercano
estaba el fin de nuestro amor vehemente,
y que a tu corazón indiferente
mi corazón invocaría en vano?
Embriagado en tu rostro, yo creía
eternas tu pasión y mi ventura;
pero al fin de olvidarme llegó el día;
se extinguió de tu amor la llama pura,
y hoy miras impasible mi agonía
y yo adoro en silencio tu hermosura!
Tomado de:
http://poesiabreve-briefpoetry.com/manuelvigil.html
La Libertad
Ama el inocente niño
Lo que comprender no sabe;
Su hermoso plumaje de ave
Y su blancura de armiño;
Ama con puro cariño
A su doncel la beldad;
La líquida inmensidad
El pez de brillante escama;
Sus perfecciones Dios ama
Y el hombre, la libertad.
Yo la vi desfalleciente,
Ante Dios puesta de hinojos,
Con lágrimas en los ojos,
Con espinas en la frente;
Encadenada y doliente,
Cubrir de luto su faz;
Y por un héroe falaz,
Por más de un apóstol falso,
Pasar del trono al cadalso…
¡Envilecida… jamás!
En su honda melancolía
Devora su pena a solas,
Como devoran las olas
El rayo del medio día;
Ella en su misma agonía
Su santa misión pregona,
Y tiene cuando perdona,
Como sultana o cautiva,
Por todo centro la oliva
Un triángulo por corona.
De la América señora,
Es en Bolívar altiva;
En Wáshington progresiva;
Como en Lincoln redentora;
En Barrundia pensadora;
En Larrazábal afán
De alejarse del titán
Que le impusiera sus leyes;
Festiva en el Padre Reyes
y mártir en Morazán.
Con su benéfica influencia
Regenera las naciones,
Deifica los corazones
Y alumbra la inteligencia.
En su bendita existencia
Va derramando gloriosa
Con Soto la paz hermosa,
Su inteligencia y su calma;
Sus armonías con Palma,
Sus pensamientos con Rosa.
Palpita aquí donde estamos
En este solemne instante,
Como palpitó triunfante
En el Domingo de Ramos.
La sentimos y la amamos
Con infinita ternura,
Como ama una virgen pura
En sus dorados ensueños,
Los pensamientos risueños
De su primera ventura.
Tuvo su aurora inmortal
Tras una noche de horrores,
Y llenó de resplandores
Esta América Central.
La patria alegre y jovial
Pobló de himnos el espacio;
El sol tuvo por topacio
En su corona de estrellas,
Por su alfombra flores bellas
Y el limpio azul por palacio.
Es tan pura como el cielo,
Como la mar, majestuosa;
Cándida como una rosa,
Sublime como el consuelo.
Vestida de blanco velo,
En donde imprime su planta
Algo grande se levanta
De la humanidad en bien,
Como Jesús en Belén,
Y en Hungría Isabel santa.
Ella inspira del poeta
Las sentidas armonías,
Y las dulces melodías
Del desgraciado profeta;
En Cuba, al solio sujeta,
Agobiada de dolores
Como una mártir de amores,
De la noche entre el capuz,
Los cánticos de la cruz
Inspira a sus trovadores.
Aquí, cual madre querida,
En sus rodillas nos duerme;
Allá, cansada o inerme,
Arrastra una amarga vida;
De gloria aquí revestida,
Ventura y bien atesora;
Misericordia allá implora
Al peso de pena tanta;
Aquí clon sus hijos canta,
Allá con sus esclavos llora.
¡Dolorosa diferencia
Que arranca llanto del alma!…
Y tú en el destierro, Palma,
En pos de la independencia.
Tu pasas ¡ay! la existencia
Como e pájaro perdido
Que busca en extraño nido,
De su cantar el arruyo (sic),
El dulce calor del suyo
Por la inclemencia destruido.
Levanta al cielo las manos,
Ten en Dios los ojos fijos!
Mira cuál lloran sus hijos!
Ve cuál mueren tus hermanos!
Oye los ayes lejanos
Que en las alas de la brisa
Envía al mundo sumisa
Esa infeliz procelaria,
Que desmaya solitaria
Entre humo, sangre y ceniza!
¡Infeliz! En tu semblante
La sonrisa jugar veo;
¿En donde está Prometeo,
Tu corazón palpitante?
¿qué se hizo tu fe constante?
Tus lágrimas qué se han hecho?
¿O sonríes a despecho
De tus eternos agravios,
Dando esa miel a tus labios
Mientras desgarras el pecho?
No, no; tu sonrisa es pura,
Expresiva, humilde, franca,
Cual la sonrisa que arranca
El genio de la ventura;
Tiene la misma dulzura
Hoy que de glorias te bañas,
Que ayer que en notas extrañas
Cantabas de corazón
La primera Exposición
De la Patria de Cabañas.
Allí Honduras te escuchaba
Con inefable alegría;
De victores (sic) te cubría,
De aplausos te coronaba;
Allí tu rostro brillaba
Ya sonriente, ya sereno;
Y tu acento de amor lleno
Resonaba en ese día,
Del aura con la armonía,
Con la majestad del trueno.
Entonces, en el exceso
De tu ardiente inspiración,
Profetizabas la unión,
Santificando el progreso,
Dios te escuche y guarde ileso
De esta patria el alto Honor;
Que ella al brindarte, cantor,
Su inmarcesible laurel,
Dos cosas te ofrece con él:
Su admiración y su amor.
Recógelo! Es merecido,
Y colócalo en tu seno;
Que endulce un poco el veneno
Que el español te ha ofrecido,
Para que un día querido,
De tu patria, a los fulgores
De su libertad, implores
Olvido de penas a sus plantas
Como una ofrenda de amores.
Las gracias, las hermosuras
Que en este salón respiran,
Por medio de Soto miran
Brindarte su premio Honduras.
Ellas en sus almas puras
Victorean tu laúd;
Y toda la multitud,
De tus avances testigo,
Viene a decirte conmigo:
¡Salud, mil veces salud!
En Un Baile: A Dolores López
No sé si es blasfemar, pero yo creo
Que Dios de tus encantos se enamora,
Y que olvidado de los mundos vive
Contemplando tus gracias seductoras;
Yo sé que al darte vida sonreía,
Y que empeñó su omnipotencia toda
Para formarte cual ninguna tierna,
Para formarte cual ninguna hermosa.
Más pura que el azul del firmamento,
Más placida que el rayo de la aurora,
Y aún más sensible que la humilde planta
Que “sensitiva” el Universo nombra.
Es poca la existencia para amarte,
La humanidad para adórate es poca;
El hombre siempre al contemplarte sufre
Y al mismo tiempo en sus dolores goza;
Sufre al mirar la inmensidad que media
Entre él, insecto vil, y tú, paloma,
Cuánto puede sufrirse aquí en la tierra,
Cuánto puede gozarse allá en la gloria.
No vuelvas a los bailes
No vuelvas por favor
Que allí se hace pedazos
Mi pobre corazón.
No vayas al paseo,
Ni al templo del señor:
Tengo celos del mundo,
Tengo celos de Dios.
Tomado de:
https://manuelmolinavijil.wordpress.com/
EN TIERRA
Vuelvo, mi patria, a tu seno,
Donde de ventura lleno
Pasé mi primera edad;
Ya tus brisas
Mis sonrisas
Bañarán a todas horas,
Y mitigó mi dolor,
Si algún día
El alma mía
Te olvida, niega o infama,
Un rayo en tu cielo inflama,
Vengador.
Tomado de:
https://hondurasnuestropais.com/base-de-conocimiento/manuel-molina-vijil/
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