lunes, 2 de diciembre de 2024

POEMAS DE JAN WAGNER


de un témpano en el mar de weddell

 

(expedición de shackleton, 1915)

 

ya no nos quedan más perros para filetear

y siempre, de blanco, nuestra mesa, cual festejo.

el mundo, donde todo se puede descontar,

todo menos hambre, y muerte, y frío: es el hielo,

 

la creación desnuda. nuestro barco, desde el frente

hasta la popa congelado, y apachurrado

como un simple grano de pimienta, lentamente,

fue tragado por la capa de hielo lozano.

 

la esperanza, muy ligera, de que la deriva

y buenos vientos a noroeste nos conduzcan;

la espera, con un lápiz de punta carcomida

para hacer nutricia de palabras la escritura

 

de cartas – sin franqueo, que nunca nadie envió.

tres metros más abajo comienzan los abismos

surcados de ballenas. de tierra no hay un trozo

donde posar la mirada. sólo jeroglifos

 

en las aves, bautizadas de fulgor azul:

un albatros, sobre nosotros, casi nos toca,

una gaviota. Y el horno arroja un denso humo

de madera de trineos y tocino de foca.

 

incesante, desde la orilla hasta las entrañas,

se consume el témpano. de rodillas en él

somos letras entintadas de negro, tiznadas.

el horizonte en blanco. Esta hoja de papel.

(versión del alemán de Gonzalo Vélez)

Tomado de:

https://poemas-celebres.blogspot.com/2014/05/jan-wagner-estampas.html

 

 

tabernas de provincia

 

 

tras la barra, frente a la puerta,

la foto enmarcada del equipo de fútbol:

héroes sonrientes procurando que no se adviertan

las puntillas oxidadas en la parte trasera de sus camisetas

 

                   (De: Probebohrung im Himmel, Berlin Verlag, Berlin 2001)

 

 

 

el gorrión de guericke 1

                                               “… más exquisito que el oro, libre

                                               de todo devenir y perecer”

                                               Otto von Guericke

 

¿qué es, aunque invisible, tan poderoso

que ninguna fuerza se le opone? El círculo

de ciudadanos alrededor del maestro guericke

y su construcción: la bomba de vacío

que sobre tres patas se levanta en el recinto,

perfecta y con la gracia obscena

de la mantis religiosa. Brillo de latón,

como recipiente la bola de vidrio. En ella

el gorrión que ha empezado a titilar

como una llama de alcohol; por el aire

que se hace escaso. Frente a la ventana maduran

las ciruelas, zumba el calor, crece

el pasto en las ruinas. En la pared

un grabado en cobre de la antigua magdeburgo.

la imperturbabilidad del reloj de péndulo,

dioptra, podómetro, astrolabio;

el globo sobre la mesa donde la aleta dorsal

de nueva Zelandia acaba de surcar

el pacífico y, como llegando de muy lejos,

el trote lento de un carruaje de caballos.

“este gorrión muerto”, susurra alguien,

“volará una vez más a través de un cielo vacío.”

 

1 El alemán Otto von Guericke (Magdeburgo 1602 – Hamburgo 1686) fue una personalidad polifacética: político, hombre de leyes, veterinario, físico e inventor. Precursor de la meteorología, también obtuvo gran reconocimiento por sus investigaciones neumáticas. Sus logros científicos más sobresaliente pertenecen al campo de la técnica del vacío. (N. de la T.)

 

 

 

jardín botánico

 

 

sopesando las palabras para decirte

–las parejas en silencio por los caminos rastrillados,

la era cubierta de hojarasca, los árboles desnudos,

las verjas con sus flores frías de hierro forjado,

la luz con la palidez aristocrática de la cera–

vi en la colina el invernadero de vidrio,

sus costillas blancas, fin de siclo,

y recordé en el acto aquellos esqueletos

de cetáceo por los que uno, cuando era niño,

torcía el cuello en los museos: colgados

de alambres invisibles parecían flotar.

aquellos monstruos arrojados en una costa  

desde profundidades inmemoriales,

ahogados por su propio peso.

 

                   (De: Guerickes Sperling, Berlin Verlag, Berlin 2004)

 

 

 

navidad en huntsville, texas

                               “Es como vivir junto al terraplén de un ferrocarril.

                               Al principio se presta atención a cada tren, luego

                               simplemente ya no se oyen.”

                               Un habitante de Huntsville

 

al irse la luz esa noche

titilaron las bombillas

del árbol de navidad, se apagaron. a lo lejos

el último tren. Nosotros, la noche, el olor del asado.

Los gansos nadaban tranquilos en los lagos

de porcelana blanca. A la luz de la luna

los huesos roídos de las verandas.

Escuchábamos el suave vaivén de cuna

del gran bosque que rodea la ciudad,

luego la música coral retornó al radio.

En cada televisor, sentado, un presidente.

el terraplén del ferrocarril, sin principio, sin fin.

el asado de ganso.

 

                   (De: Guerickes Sperling, Berlin Verlag, Berlin 2004)

 

 

 

elegía de una pequeña ciudad

 

 

la caravana de sombras, cada mañana

partiendo, y el lavadero de carros

que despertaba siempre de un sueño puro.

 

y en las camionetas oscilaban

las mitades de cerdo entre sí y no,

a los tilos les brotaban corazones. y no cabía

 

más que una hoja de papel entre yo y el mundo.

y en los jardines, detrás de todos los setos,

las podadoras anunciaban el mes de mayo.

 

                   (De: Guerickes Sperling, Berlin Verlag, Berlin 2004)

 

 

 

Perturbador 2

                                „Soy el noveno, no es un buen puesto.

                               Pero él aún camina. “

                               (Günter Eich)

 

aún camina; la cabeza mirando el cuerpo

que avanza dando tumbos. Pero ¿dónde

está él, él mismo? ¿En las últimas miradas

lanzadas desde el canasto o en los pasos ciegos?

soy el noveno y es octubre;

el frío y la soga cortan más hondo

en la carne. Estamos de rodillas, en fila; las nubes

sobre nosotros en manchas blancas, como si desplumasen

allá arriba aves domésticas, igual que las mujeres

antes de las fiestas. Papá con sus puños blancos

sostenía el mango y el hacha brillante

que guiñaba a la luz. la gallina, entretanto,

corría ensangrentada, aleteando para hallar su camino

entre dos mundos, pasando al lado de nuestros gritos de niños.

 

                   (De: Guerickes Sperling, Berlin Verlag, Berlin 2004)

Tomado de:

https://www.festivaldepoesiademedellin.org/es/Revista/ultimas_ediciones/84_85/wagner.html

 

 

ensayo sobre los mosquitos

 

como si todas las letras del periódico

se hubieran desprendido de golpe

y formarán un enjambre en el aire;

 

forman un enjambre en el aire,

sin traer una sola de las malas noticias,

musas menesterosas, raquíticos

 

pegasos, se zumban tan solo al oído a sí mismos;

creados a partir del último hilo

de humo al extinguirse la vela,

 

tan leves que apenas se puede decir: existen,

aparecen casi cual sombras

que alguien arrojara desde otro mundo

 

hacia el nuestro; bailan, con miembros

aún más finos que trazados a lápiz;

diminutos cuerpos de esfinge;

 

la piedra de rosetta sin la piedra.

 

 

ensayo sobre el jabón

 

siempre ha habido una pastilla a la mano,

siguiendo sus propias fases,

menguando, como casi todo,

luego resurgía, lleno otra vez

y blanco radiante en la jabonera.

 

pesaba en el puño como una piedra,

espumaba, se reblandecía:

uno lavaba el Caín del Abel.

 

si lo olvidábamos, se deshacía

en una lasca de asteroide cuarteada,

pero helo ahí, húmedo y refulgente

como un objeto extraído del fondo del mar,

primoroso durante algunos segundos,

 

estamos todos sentados a la mesa:

Una noche sin luna, las manos fragantes.

 

 

hipocampo

 

lo que quedó no fue el medio limoncello

de la luna sobre Nápoles, ni la suite con vistas al golfo,

lo que quedó fue la luz difuminándose,

el borboteo tras los gruesos cristales

de la facultad de ciencias marítimas, los caballitos de mar,

 

reflejándose uno al otro; los dos caballitos de mar

cada uno en su armadura, casi cristalinos,

más que nadar aparentaban estar quietos,

cual, si se escucharan mutuamente, o a una suite

de Bach, como las efes de un violonchelo.

 

 

hamburgo – berlín

 

el tren se detuvo en medio del trayecto. Fuera

dejaron de girar la manivela: la campiña estaba quieta

como un cuadro ante el tercer golpe del subastador.

 

un pueblo de espaldas al día. Los árboles en grupo

con capuchas oscuras. Campos rectangulares,

las cartas de un enorme solitario.

 

a lo lejos dos turbinas eólicas realizaban

una perforación exploratoria en el cielo:

dios contuvo la respiración.

Tomado de:

https://periodicodepoesia.unam.mx/texto/diminutos-cuerpos-de-esfinge/

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