de un témpano en el mar de weddell
(expedición de shackleton, 1915)
ya no nos quedan más perros para filetear
y siempre, de blanco, nuestra mesa, cual festejo.
el mundo, donde todo se puede descontar,
todo menos hambre, y muerte, y frío: es el hielo,
la creación desnuda. nuestro barco, desde el
frente
hasta la popa congelado, y apachurrado
como un simple grano de pimienta, lentamente,
fue tragado por la capa de hielo lozano.
la esperanza, muy ligera, de que la deriva
y buenos vientos a noroeste nos conduzcan;
la espera, con un lápiz de punta carcomida
para hacer nutricia de palabras la escritura
de cartas – sin franqueo, que nunca nadie envió.
tres metros más abajo comienzan los abismos
surcados de ballenas. de tierra no hay un trozo
donde posar la mirada. sólo jeroglifos
en las aves, bautizadas de fulgor azul:
un albatros, sobre nosotros, casi nos toca,
una gaviota. Y el horno arroja un denso humo
de madera de trineos y tocino de foca.
incesante, desde la orilla hasta las entrañas,
se consume el témpano. de rodillas en él
somos letras entintadas de negro, tiznadas.
el horizonte en blanco. Esta hoja de papel.
(versión del alemán de Gonzalo Vélez)
Tomado de:
https://poemas-celebres.blogspot.com/2014/05/jan-wagner-estampas.html
tabernas de provincia
tras la barra, frente a la puerta,
la foto enmarcada del equipo de fútbol:
héroes sonrientes procurando que no se adviertan
las puntillas oxidadas en la parte trasera de sus
camisetas
(De: Probebohrung im Himmel, Berlin Verlag, Berlin 2001)
el gorrión de guericke 1
“… más exquisito que el oro, libre
de todo devenir y perecer”
Otto von Guericke
¿qué es, aunque invisible, tan poderoso
que ninguna fuerza se le opone? El círculo
de ciudadanos alrededor del maestro guericke
y su construcción: la bomba de vacío
que sobre tres patas se levanta en el recinto,
perfecta y con la gracia obscena
de la mantis religiosa. Brillo de latón,
como recipiente la bola de vidrio. En ella
el gorrión que ha empezado a titilar
como una llama de alcohol; por el aire
que se hace escaso. Frente a la ventana maduran
las ciruelas, zumba el calor, crece
el pasto en las ruinas. En la pared
un grabado en cobre de la antigua magdeburgo.
la imperturbabilidad del reloj de péndulo,
dioptra, podómetro, astrolabio;
el globo sobre la mesa donde la aleta dorsal
de nueva Zelandia acaba de surcar
el pacífico y, como llegando de muy lejos,
el trote lento de un carruaje de caballos.
“este gorrión muerto”, susurra alguien,
“volará una vez más a través de un cielo vacío.”
1 El alemán Otto von Guericke
(Magdeburgo 1602 – Hamburgo 1686) fue una personalidad polifacética: político,
hombre de leyes, veterinario, físico e inventor. Precursor de la meteorología,
también obtuvo gran reconocimiento por sus investigaciones neumáticas. Sus
logros científicos más sobresaliente pertenecen al campo de la técnica del
vacío. (N. de la T.)
jardín botánico
sopesando las palabras para decirte
–las parejas en silencio por los caminos
rastrillados,
la era cubierta de hojarasca, los árboles
desnudos,
las verjas con sus flores frías de hierro forjado,
la luz con la palidez aristocrática de la cera–
vi en la colina el invernadero de vidrio,
sus costillas blancas, fin de siclo,
y recordé en el acto aquellos esqueletos
de cetáceo por los que uno, cuando era niño,
torcía el cuello en los museos: colgados
de alambres invisibles parecían flotar.
aquellos monstruos arrojados en una costa
desde profundidades inmemoriales,
ahogados por su propio peso.
(De: Guerickes Sperling, Berlin Verlag, Berlin 2004)
navidad en huntsville, texas
“Es como vivir
junto al terraplén de un ferrocarril.
Al principio se presta
atención a cada tren, luego
simplemente ya
no se oyen.”
Un habitante de
Huntsville
al irse la luz esa noche
titilaron las bombillas
del árbol de navidad, se apagaron. a lo lejos
el último tren. Nosotros, la noche, el olor del
asado.
Los gansos nadaban tranquilos en los lagos
de porcelana blanca. A la luz de la luna
los huesos roídos de las verandas.
Escuchábamos el suave vaivén de cuna
del gran bosque que rodea la ciudad,
luego la música coral retornó al radio.
En cada televisor, sentado, un presidente.
el terraplén del ferrocarril, sin principio, sin
fin.
el asado de ganso.
(De: Guerickes Sperling, Berlin Verlag, Berlin 2004)
elegía de una pequeña ciudad
la caravana de sombras, cada mañana
partiendo, y el lavadero de carros
que despertaba siempre de un sueño puro.
y en las camionetas oscilaban
las mitades de cerdo entre sí y no,
a los tilos les brotaban corazones. y no cabía
más que una hoja de papel entre yo y el mundo.
y en los jardines, detrás de todos los setos,
las podadoras anunciaban el mes de mayo.
(De: Guerickes Sperling, Berlin Verlag, Berlin 2004)
Perturbador 2
„Soy el noveno,
no es un buen puesto.
Pero él aún camina.
“
(Günter Eich)
aún camina; la cabeza mirando el cuerpo
que avanza dando tumbos. Pero ¿dónde
está él, él mismo? ¿En las últimas miradas
lanzadas desde el canasto o en los pasos ciegos?
soy el noveno y es octubre;
el frío y la soga cortan más hondo
en la carne. Estamos de rodillas, en fila; las
nubes
sobre nosotros en manchas blancas, como si
desplumasen
allá arriba aves domésticas, igual que las mujeres
antes de las fiestas. Papá con sus puños blancos
sostenía el mango y el hacha brillante
que guiñaba a la luz. la gallina, entretanto,
corría ensangrentada, aleteando para hallar su
camino
entre dos mundos, pasando al lado de nuestros
gritos de niños.
(De: Guerickes Sperling, Berlin Verlag, Berlin 2004)
Tomado de:
https://www.festivaldepoesiademedellin.org/es/Revista/ultimas_ediciones/84_85/wagner.html
ensayo sobre los mosquitos
como si todas las letras del periódico
se hubieran desprendido de golpe
y formarán un enjambre en el aire;
forman un enjambre en el aire,
sin traer una sola de las malas noticias,
musas menesterosas, raquíticos
pegasos, se zumban tan solo al oído a sí mismos;
creados a partir del último hilo
de humo al extinguirse la vela,
tan leves que apenas se puede decir: existen,
aparecen casi cual sombras
que alguien arrojara desde otro mundo
hacia el nuestro; bailan, con miembros
aún más finos que trazados a lápiz;
diminutos cuerpos de esfinge;
la piedra de rosetta sin la piedra.
ensayo sobre el jabón
siempre ha habido una pastilla a la mano,
siguiendo sus propias fases,
menguando, como casi todo,
luego resurgía, lleno otra vez
y blanco radiante en la jabonera.
pesaba en el puño como una piedra,
espumaba, se reblandecía:
uno lavaba el Caín del Abel.
si lo olvidábamos, se deshacía
en una lasca de asteroide cuarteada,
pero helo ahí, húmedo y refulgente
como un objeto extraído del fondo del mar,
primoroso durante algunos segundos,
estamos todos sentados a la mesa:
Una noche sin luna, las manos fragantes.
hipocampo
lo que quedó no fue el medio limoncello
de la luna sobre Nápoles, ni la suite con vistas
al golfo,
lo que quedó fue la luz difuminándose,
el borboteo tras los gruesos cristales
de la facultad de ciencias marítimas, los
caballitos de mar,
reflejándose uno al otro; los dos caballitos de
mar
cada uno en su armadura, casi cristalinos,
más que nadar aparentaban estar quietos,
cual, si se escucharan mutuamente, o a una suite
de Bach, como las efes de un violonchelo.
hamburgo – berlín
el tren se detuvo en medio del trayecto. Fuera
dejaron de girar la manivela: la campiña estaba
quieta
como un cuadro ante el tercer golpe del
subastador.
un pueblo de espaldas al día. Los árboles en grupo
con capuchas oscuras. Campos rectangulares,
las cartas de un enorme solitario.
a lo lejos dos turbinas eólicas realizaban
una perforación exploratoria en el cielo:
dios contuvo la respiración.
Tomado de:
https://periodicodepoesia.unam.mx/texto/diminutos-cuerpos-de-esfinge/
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