miércoles, 18 de diciembre de 2024

POEMAS DE MANUEL ANTONIO ÁLVARES DE AZEVEDO



Mi sudor 

 

I

 

 

Caballero con armas oscuras,

¿Te arrepientes de las impuras tinieblas

que empuñan una espada ensangrentada?

¿Por qué brillan tus ojos ardientes

y, riendo, tus labios temblorosos

sacan fuego de tu corazón?

 

 

 

         ¿Estarás arrepentido en conciencia?

Del caballo a lomos vas

Y galopas por el valle...

Despertando al pulpo en el camino,

¿Sientes que lloras lastimosamente

Y muerdes a un fantasma en los pies?

 

 

 

         ¿Te arrepientes de las impuras tinieblas,

Caballero de las armas oscuras,

Macilento que muere en el sepulcro?...

¿Te ves...? ¿En la montaña

un tropel vas galopando?

¿Resuena un grito de venganza?

 

 

 

         Caballero, ¿qué eres, qué misterio,

quién eres fuerte en el imperio lúgubre

para la noche envuelta en vagancia?

 

 

EL FANTASMA

 

Sueño Soy tu propia esperanza,

Soy tu fiebre que nunca descansa,

¡Es el delirio que te matará!...

 

 

 

 

 

        ¡Si me matas mañana!

 

 

 

Si muriera mañana, vendería

mis ojos para cerrar a mi triste hermana;

Mi madre murió hace un año

         si yo muero mañana.

 

 

 

¡Qué gloria veo en mi futuro!

¡Qué hermoso futuro y mañana!

¡Me perdería leyendo estas coronas

         si muero mañana!

 

 

 

¡Qué sol, qué cielo azul, qué dulce mar!

¡La vida es más emocionante!

¡No me ladres al pecho con tanto amor

         si mañana me matas!

 

 

 

Más el dolor del mundo que devora

Esta pasión de gloria que se cuida...

El dolor de mi pecho se callaría

         ¡Si muriera mañana!

Tomado de:

http://www.antoniomiranda.com.br/iberoamerica/brasil/manuel_antonio_alvares_de_azevedo.html

 

 

¡Adiós, mis sueños!

 

¡Adiós sueños míos, lloro y muero!

¡No extraño la existencia!

Y tanta vida que llenó mi pecho

¡Murió en mi triste juventud!

¡Miserable! Voté mis pobres días

Al destino loco de un amor infructuoso,

Y mi alma en la oscuridad ahora duerme

Como una mirada que la muerte envuelve en luto.

¿Qué me queda, Dios mío?

Muere conmigo

La estrella de mis cándidos amores,

Ya no veo en mi pecho muerto

¡Ni siquiera un puñado de flores marchitas!

 

 

RECUERDOS DE MORIR

 

Dejo la vida como se va el aburrimiento

Del desierto, del errante atardecer,

- Como las horas de una larga pesadilla.

Que se desmorona como un campanero;

 

Como el exilio de mi alma errante,

Donde el fuego sin sentido la consumió:

Sólo lo extraño, son esos tiempos

Que amorosa ilusión embelleció.

 

Sólo extraño una cosa: son esas sombras

que sentí vigilando mis noches.

¡De ti, oh madre mía, pobrecita,

que a causa de mi tristeza te consumes!

 

Si una lágrima inunda mis párpados,

si un suspiro aún tiembla en mis pechos,

es por la virgen que soñé. que nunca

tocó mis labios con mi hermoso rostro!

 

Sólo tú a la juventud soñadora

Del pálido poeta de estas flores.

¡Si vivió, fue por ti! y espero

disfrutar de tus amores en la vida.

 

Besaré la verdad santa y desnuda,

veré cristalizar el sueño amigo.

¡Oh virgen mía de los sueños errantes,

Hija del cielo, contigo amaré!

 

Descansa mi cama solitaria

En el bosque olvidado de los hombres,

A la sombra de una cruz, y escribe en ella:

Fue poeta - soñó - y amó en vida.

 

 

amor

 

 ¡Quiero!

que el amor viva en tu corazón!

¡Sufre y ama este dolor

que desfallece de pasión!

En tu alma, en tus encantos

Y en tu palidez

Y en tus lágrimas ardientes

¡Suspira con languidez!

 

Quiero beber de tus labios

Tus amores del cielo,

quiero morir en tu pecho

¡En el arrobamiento de tu pecho!

¡Quiero vivir con esperanza,

quiero temblar y sentir!

¡En tu fragante trenza

quiero soñar y dormir!

 

¡Ven ángel, doncella mía,

alma mía, corazón mío!

¡Qué noche, qué hermosa noche!

¡Qué dulce es el turno!

Y entre los suspiros del viento

De la noche al suave frescor,

Quiero vivir un momento,

¡Para morir contigo de amor!

Tomado de:

https://leopoldinense.com.br/coluna/679/poemas-de-alvares-de-azevedo

 

 

mi desgracia

 

Mi desgracia, no, es no ser poeta,

ni en la tierra del amor no tener eco,

y mi ángel de Dios, mi planeta,

tratarme como a un muñeco...

 

No es andar con los codos rotos,

Tener la almohada dura como una piedra...

Lo sé... El mundo es un barro perdido

cuyo sol (¡ojalá!) sea el dinero...

 

Mi desgracia, oh doncella inocente,

Lo que hace que mi pecho sea tan blasfemo,

Es tener que escribir un poema entero,

Y no tener ni un centavo para una vela.

Tomado de:

https://www.todamateria.com.br/alvares-de-azevedo/

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