miércoles, 30 de septiembre de 2015

POEMAS DE MIGUEL RASH ISLA



Miguel Rash Isla

Miguel Rash Isla por Ricardo Rendón


Amor errante


                                    La donna se ben fa come la luna
                          e sempre quella sia bruna sia bianca.
                                                                             D' Annunzio


Así dijo en la noche, desolado, el viajero:
vengo de las diversas comarcas del amor;
crucé por muchas almas y en todas fui extranjero;
de todas salí siempre con fatiga y dolor.

Vi en los ojos más claros un mirar traicionero,
y en las bocas más frescas hallé el mismo sabor;
no hubo brazos capaces de hacerme prisionero,
ni carnes que temblaran con un nuevo temblor.

De una mujer en otra fui pasando y en cada
una dejé una parte de mi vida inmolada...
Ya no tengo que darles ni espero que me den.

Sólo con los amores que he soñado me quedo,
y con el tuyo ¡oh muerte! aunque me causa miedo
que tus labios destilen sólo tedio también.



De bohemia


Noche invernal. En torno de la mesa
transcurre humildemente la velada;
ella calla y me mira; en su mirada
tiembla su corazón hecho promesa.

Callo también y sueño. Me embelesa
la quietud de este cuarto de barriada
en que vivo una hora, sazonada
con mieles de pecado y de sorpresa.

Un abandono lánguido me embarga,
pues en la noche embrujadora olvido
del diario afán la pequeñez amarga,

y porque en el silencio y a su lado,
gozo un minuto libre, en el florido
regazo del azar y del pecado.



Dedicatoria

En un ejemplar de Para leer en la tarde

Gasté la ilusa juventud primera
esperando un amor que nunca vino,
y a la sombra de un árbol del camino,
me senté a ver morir la primavera.

¡Qué triste ocaso el que a mi vida espera!
pensaba ante el avance vespertino;
mas repentinamente hubo un divino
florecimiento en mi ánima: Ella era...

Eras tú que venías. Y este libro,
en el que a todos los anhelos vibro,
es mi ayer; es un parque abandonado
donde duermen en paz viejos amores.
¡Pasa cantando y deshojando flores
sobre las hojas secas del pasado!
 



 

Dualidad fatal

Cuando se daba entera a mi albedrío,
muchas veces salí de entre sus brazos
con mi pobre ilusión hecha pedazos
y con el corazón turbio de estío.

Y hoy que, por propio o por fatal desvío,
de otro amor se adormece en los regazos,
como quisiera renovar los lazos
de aquel amor que me atedió por mío.

Oh dualidad entre infernal y loca:
padecí taciturno desaliento
siempre que un beso desfloré en su boca.

Y cuando ajena a mi ansiedad la siento,
dar la vida y el alma me provoca
por besarla otra vez sólo un momento.




Eclipse


En medio a mis congojas, en mitad de mi hastío,
tu recuerdo lejano, tu recuerdo clemente,
vino, desde las sombras, a posarse en mi frente
y a decirme que aún vive nuestro amor, amor mío.

Perdóname! La culpa del injusto desvío
fue del hombre que sueña, no del hombre que siente.
Míra: puede en su rumbo desviarse la corriente
pero la imagen sigue reflejada en el río.

Tu recuerdo en mi alma se nubló como aquella
lumbre de los luceros que en la noche callada
se eclipsa si las nubes se detienen ante ella.

Mi olvido fue una nube que ya va de partida,
y tu amor es la estrella que un momento eclipsada
sigue irradiando inmóvil en lo azul de mi vida.



Edén de los edenes

En la grata penumbra de la alcoba
todo, indecisamente sumergido
y ella, desmelenada en el mullido
y perfumado lecho de caoba;

tembló mi carne enfebrecida y loba,
y arrobeme a su cuerpo repulido
como un jazminero florecido
una alimaña pérfida se arroba;

besé con beso deleitoso y sabio
su palpitante desnudez de luna
y en insaciada exploración, mi labio

bajo al umbroso edén de los edenes
mientras sus piernas me formaban una
corona de impudor sobre las sienes....
 



El nido


Cuando llegué a tus brazos, mi corazón rendido
venía del desierto de una pena tenaz;
tus brazos eran tibios y muelles como un nido,
y en ellos me ofreciste la blandura y la paz.

Con flatiga del mundo, con nostalgia de olvido,
escondí entre tus senos perfumados la faz,
y me quedé sobre ellos dulcemente dormido,
como un niño confiado sobre un valle feraz.

Quiero que así transcurra la vida que me resta
por vivir: sin anhelos, sin dolor, sin protesta,
sintiendo que tú encarnas mi insa,ciado ideal.

y cuando ya la muerte se llegue cautelosa,
pasar, como en un sueño, de tus brazos de rosa,
a los brazos solemnes de la noche eternal.



El retrato de la amada

Ella es así: la frente marfileña,
a sol bruñidos los cabellos de oro,
y dichoso compendio del sonoro
brazo de un arpa la nariz risueña.

Su perfil reproduce el de fileña
concha de mar en que durmió un tesoro,
y los hombros, de helénico decoro,
son dignos de un reposo de cigüeña.

Es tan blanca, que a veces se confunde
su cuerpo con la luz. en lo que mira
una instantánea castidad infunde;

a su lado inocencia se respira,
y en conjunto feliz ella refunde
nieve, perla, ave, flor, ángel y lira.

***
Ella es así: por donde pasa deja
de subyugante sencillez la nota;
cada expresión que de sus labios brota
algún móvil purísimo refleja.

Nunca turba su voz áspera queja;
nunca innoble pesar su alma denota;
donde impera la sed, ella es la gota;
donde falta el panal. ella es la abeja.

La intimidad de los jardines ama;
ingenua devoción le inspira el arte
que en el dolor de sus bálsamos derrama.

Cual pan de Dios la comprensión reparte;
si dicha no le doy no la reclama,
mas si alguna le dan, tengo mi parte.




El secreto

Guardo en mi triste corazón inquieto
un recóndito amor. Nadie lo ha visto
ni lo verá jamás, pues lo revisto
-para hacerlo más mío- del secreto.

Ella lo inspira en mí, pero discreto
nunca lo nombro ni en mirarla insisto
cuando, por un feliz don imprevisto,
de su vago mirar soy el objeto...

Callada vive en mis ensueños como
en virgen concha adormecida perla,
o leve aroma en repulido pomo.

Y si presiento en mi inquietud perderla,
a el alma bajo y con temor me asomo,
para poder, sin que me miren, verla.




El tesoro

Dos columnas pulidas, dos eternas
columnas que relucen de blancura,
forja la línea irreprochable y pura,
como trazada en mármol, de tus piernas.

Con qué noble prestigio las gobiernas
cuando al marchar, solemne de hermosura,
imprimes a tu cuerpo la segura
majestad de las Venus sempiternas.

Y cuando, inmóvil, luminosa y alta,
en desnudez olímpica te ofreces,
entre tus muslos de marfil resalta,

como una sombra, el bosquecillo terso
de ébano y seda, bajo el cual guarneces
el tesoro mejor del universo.

 



Elogio primaveral


Estábamos a solas en el parque silente
la tarde en desmayadas medias tintas moría,
y era tal el encanto que en las cosas había
que daban como anhelos de besar el ambiente.

Primavera llegaba y el retoño incipiente
-anuncio placentero de la flor- verdecía
y el alma contagiada del milagro del día
florecía lo mismo que el jardín renaciente

Ella escrutaba el cielo con fijeza tan honda
que el verdor transparente de sus ojos cordiales
transformóse en un verde sensitivo de fronda.

Yo la miré y ansioso de halagar sus antojos,
la dije ante los tiernos brotes primaverales:
esta vez ha empezado la estación en tus ojos.




Espasmo

Después de que con lúbrico recreo
ávidos besos en tu boca imprima,
como quien logra ambicionada cima
te escalaré en la fiebre del deseo.

Buscaré el montecillo de Himeneo
donde celoso musgo lo escatima,
y en contubernio de tu carne opima
llegaré del deleite al apogeo.

Pasado el lujurioso escalofrío,
sentiré ante tu carne poseída
odio a tu cuerpo, repugnancia al mío;

y también la congoja repetida
de ver que sólo a destilar hastío
se abre, mujer, tu impenitente herida.




Éxtasis


En la noche de enero plenamente estrellada,
como acaso en los siglos no lo ha sido ninguna,
parecían los cielos constelados de luna,
florestas por donde iba pasando una nevada.

Era un lecho de bodas la tierra perfumada;
propicio era el silencio; la paz era oportuna;
mas la noche inspiraba tal arrobo, que ni una
vez osaron mis labios besar los de la Amada.

Unción ultraterrena de dos almas; delicia
de dos seres que, a solas, eluden la caricia
y que juzgan sacrílego contemplarse un momento.

Noche, de tan hermosa, noche casi imposible,
en la que era su carne, cual la luz, intangible,
y puro, cual los astros, era mi pensamiento.



Grito de amor

Qué demencia, con soplo arrebatado,
me impulsa a ti en un vértigo? Lo ignoro,
sólo sé que te ansío, que te adoro,
y que en ti el universo he compendiado.

Tu hechizante beldad brilló a mi lado
y no la supe ver; perdí el tesoro
de tu belleza espléndida; y hoy lloro
la infausta ceguedad de mi pasado.

Mejor así: te ennobleció la vida
en la cruz del pesar, y al encontrarte
te siento a mí por el dolor unida.
Hago de tu dolor sangre del arte,
y te amo con amor cuya medida
se extiende al tiempo que dejé de amarte.

 


Idilio columbino

Sobre el techo rojizo de la iglesia aldeana
se congregan en corte las palomas. El día
confunde con el d'ellas su blancor: se diría
que milagrosamente las brotó la mañana.

De súbito, ascendiendo, la legión se desgrana
en un vuelo vibrante que en el éter se amplía,
para tomar con una cadenciosa armonía
bajo la rutilante claridad meridiana.

Vibra el soplo fecundo del amor. El palomo
ronda a su compañera, que se le postra, como
dócil cojín de plumas que la luz tornasola.

Como al solio un monarca, sube en ella de un paso
y busca el sexo esquivo, desplegando la cola
a manera de un lúbrico abanico de raso.




Iniciación

Sobre el busto de mármol se contornan los senos,
y apartando con nimias complacencias la bata,
succiono los erguidos pezones de escarlata:
pomos donde se acendran invisibles venenos.

Ella ciñe los muslos, vigorosos y plenos,
donde el sexo apremiado se defiende y recata,
mientras se contorsiona con lujurias de gata,
al roce de mis labios que la exploran obscenos.

A un desmayo de toda su belleza vibrante,
logra mi mano intrusa desligar un instante
de sus piernas esquivas el frenético nudo.

Y de todas mis ansias en el ímpetu ciego,
busco el cáliz virgíneo de su cuerpo desnudo,
y a una lenta tortura de puñales le entrego.




Las manzanas del Edén 

                (fragmento)

A ti viciosamente me encadena,
tu cuerpo insano en que la muerte aspiro:
eres sierpe o mujer, hada o vampiro,
o ángel con maleficios de sirena?

Da sopor como un vino tu melena;
quema como una brasa tu suspiro;
tu beso, que es voraz, quita el respiro,
y tu aliento, que es de áspid, envenena.

En el lecho te ciñes a quien te ama,
convulsa y frenética, lo mismo
que a seco tronco enardecida llama.

Y cuando amor en tus entrañas siembra,
se siente un frío vértigo de abismo
sobre el abismo de tus muslos de hembra.

martes, 29 de septiembre de 2015

The Who - My Generation

POEMAS DE VIOLETA PARRA


retrato

La Jardinera


Para olvidarme de ti,
Voy a cultivar la tierra,
En ella espero encontrar,
Remedio para mi pena.
Aquí plantaré el rosal,
De las espinas más gruesas,
Tendré lista la corona,
Para cuando en mi te mueras.

Para mi tristeza violeta azul,
Clavelina roja pa' mi pasión,
Y para saber si me corresponde,
Deshojo un blanco manzanillón.
Si me quiere mucho, poquito o nada,
Tranquilo queda mi corazón.

Creciendo irá poco a poco,
Los alegres pensamientos,
Cuando ya estén florecidos,
Irán lejos tu recuerdos.
De la flor de la amapola,
Seré su mejor amiga,
La pondré bajo la almohada,
Para dormirme tranquila.

Para mi tristeza...etc.

Cogollo de toronjil,
Cuando me aumenten las penas,
Las flores de mi jardín,
Han de ser mis enfermeras.
Y si acaso yo me ausento,
Antes que tu arrepientas,
Heredarás estas flores,
Ven a curarte con ellas.

Para mí tristeza...etc.

Autobiografía en verso

(fragmento)
Pa’ cantar de un improviso
se requiere buen talento,
memoria y entendimiento,
fuerza de gallo castizo.
Cual vendaval de granizos
han de florear los vocablos,
se ha de asombrar hast’el diablo
con muchas bellas razones,
como en las conversaciones
entre San Peiro y San Paulo.
También, señores oyentes,
se necesita estrumento,
muchísimos elementos
y compañero ‘locuente;
ha de ser güen contendiente,
conoce’or de l’historia;
quisiera tener memoria
pa’entablar un desafío,
pero no me da el sentí’o
pa’ finalizar con gloria.
Al hablar del estrumento
diríjome al guitarrón,
con su alambre y su bordón
su sonoro es un portento.
Cinc’ ordenanzas le cuento
tres de a cinco, dos de a tres,
del clavijero a sus pies
l’entrasta’ura ‘legante,
cuatro diablitos cantantes
debe su caja tener.
Y pa’ cantar a porfía
habrá que ser toca’ora,
arrogante la cantora
para seguir melodía,
galantizar alegría
mientras dure’l contrapunto,
formar un bello conjunto
responder con gran destreza.
Yo veo que mi cabeza
no es capaz par’ este asunto.
Por fin, señores amables,
que me prestáis atención,
me habéis hallado razón
de hacerle quite a este sable;
mas no quiero que s’entable
contra mí algún comentario,
pa’ cominillo en los diarios
sobran muchos condimentos.
No ha de faltarm’ el momento
que aprenda la del canario.
*
Muda, triste y pensativa
ayer me dejó mi hermano
cuando me habló de un fulano
muy famoso en poesía.
Fue grande sorpresa mía
cuando me dijo: Violeta,
ya que conocís la treta
de la vers’á popular,
princípiame a relatar
tus penurias “a lo pueta”.
Válgame Dios, Nicanor,
si tengo tanto trabajo,
que ando de arriba p’abajo
desentierrando folklor.
No sabís cuánto dolor,
miseria y padecimiento
me dan los versos qu’encuentro;
muy pobre está mi bolsillo
y tengo cuatro chiquillos
a quienes darl’ el sustento.
En ratitos que me quedan
entre campo y grabación,
agarro mi guitarrón,
o bien, mi cogot’e yegua;
con ellos me siento en tregua
pa’ reposarme los nervios,
ya que este mundo soberbio
me ha destinado este oficio;
y malhaya el beneficio,
como lo dice el proverbio.
Igual que jardín de flores
se ven los campos sembra’os,
de versos tan delica’os
que son perfeutos primores;
ellos cantan los dolores,
llenos de fe y esperanzas;
algotros piden mudanzas
de nuestros amargos males;
fatal entre los fatales
voy siguiendo estas andanzas.
Por fin, hermano sencillo,
que no comprendís mi caso;
no sabis que un solo lazo
lacea un solo novillo.
Pica’o tengo el colmillo
de andar como el avestruz,
sin conseguir una luz,
ni una sed de agua siquiera.
Mientras tanto, la bandera
no dice ni chuz ni muz.
*
Pero, pensándolo bien,
y haciendo juicio a mi hermano,
tomé la pluma en la mano
y fui llenando el papel.
Luego vine a comprender
que la escritura da calma
a los tormentos del alma,
y en la mía que hay sobrantes;
hoy cantaré lo bastante
pa’ dar el grito de alarma.
Empezaré del comienzo
sin perder ningún detalle,
espero que no me falle
lo que contarles yo pienso;
a lo mejor no convenzo
con mi pobr’ inspiración
escas’ ando de razón,
mi seso está ‘polilla’o,
mi pensamiento nubla’o
con tanta preocupación.
Recularé algunos años
y de lugar mudaré,
así les resaltaré
sin “coilas” y sin engaños;
que se descarguen los daños
en la pobre relatora,
por no valerle hast’ahora
haberse amarra’o a Chile.
Si el canto no le da miles,
válgame Dios, la cantora.
Primero, pido licencia
pa’ “transportar” la guitarra;
después, digo que fue Parra
quien me donó l’existencia.
Si me falta l’elocuencia
para tejer el relato,
me pongo a pensar un rato
afirmando el “tuntuneo”,
a ver si así deletreo
con claridez mi relato.
Tenga calma la compaña
ya viene la despedí’a;
la poca sabiduría
mis ocurrencias empaña.
Siempre la suerte m’engaña
por mucha ilusión que tenga;
que la fuerza me sostenga
si el sacrificio es en vano,
y no me condene, hermano:
no hay mal que por bien no venga.
*
Aquí presento a mi abuelo,
señores, démen permiso,
él no era un ñato petizo,
muy pronto van a saberlo;
en esos tiempos del duelo
versa’o fue en lo de leyes,
hablaba lengua de reyes,
usó corbata de rosa,
batelera elegantosa
y en su mesa pejerreyes.
José Calixto su nombre,
fue bastante respeta’o,
amistoso y muy letra’o,
su talento les asombre;
más le aumente su renombre
al decir muy en breve,
no más entre marte’ y jueves
procura mostrar su honor,
defendiendo el tricolor
el año setentainueve.
En la ciudad de Chillán
vivía en un caserón,
dueño de una población
de gran popularidad.
Pa’ mayor autoridad
manda sus hijo’ a l’escuela,
y a petición de mi abuela
les enseña a solfear
par’ un’ orquesta formar
de arpa, violín y vihuela.
El día de San José,
nombre del dueño de casa,
s’hizo una fiesta grandaza
según lo supe después.
Había muerto una res,
llegan noventa visitas
con flores y tarjetitas,
besan y abrazan al santo,
lo avisan con harto canto,
valse, mazurca y cuadrilla.
Las damas con abanico,
de fraque los caballeros,
perfumosos y altaneros,
como son siempre los ricos,
saltaban como unos quicos
cuando bajaron del coche
y armaron tremendo boche
los chiquillos copuchentos,
hormigueando to’os mugrientos
entremedio ‘e los fantoches.
*
Mi abuelo por parte ‘e maire
era inquilino mayor,
capataz y cuidador
poco menos que del aire;
el rico con su donaire,
lo tenía de obliga’o
caballerizo monta’o,
de viñatero y rondín,
podador en el jardín
y hortalicero forza’o.
Todo esto, señores míos,
por un cuartito de tierra
y una galleta más perra
que llevaba a sus críos;
algunos reales, ¡Dios mío!,
pa´alimentar quince humanos,
sin mencionar los hermanos
que se apegaban al pial;
Don Ricardo Sandoval
cristiano entre los cristianos.
Al verlo a primera vista
parece mi lindo abuelo
algún arcángel del cielo
gemelo de Juan Bautista;
azules sus pupilitas,
dorada su cabellera,
montado en su yegua overa
no hay niña que no lo mire,
ni vieja que no suspire
por detrasito ‘e mi abuela.
Cuenta mi madre afligida
que mi abuelito Ricardo,
era un hermoso leopardo
pa’ batallar por la vida;
fuera de noche o de día
de aquí para allá galopa;
…………………………*
en los inviernos terribles,
y en los veranos temibles
sudaba como as de copa.
Mi abuela a cargo ‘e la casa,
amamantando sus críos,
llevando el agua del río
pa’ preparar buena masa,
criando pollos de raza,
sacando miel en enero,
limpiando trigo en febrero
para venderlo en abril;
y en mayo, ¡qué perejil
cosecha junto al estero!

Al centro de la injusticia

Cada familia tiene muchos chiquillos
con su miseria viven en conventillos.
Claro que algunos viven acomodados,
pero eso con la sangre del degollado.

Arauco tiene una pena

Ya rugen las votaciones,
se escuchan por no dejar,
pero el quejido del indio
¿por qué no se escuchará?
Aunque resuene en la tumba
la voz de Caupolicán,
levántate, Huenchullán.

Hace falta un guerrillero

Las lágrimas se me caenpensando en el guerrillero,
como fue Manuel Rodríguez
debiera de haber quinientos,
pero no hay ni uno que valga
la pena en este momento

La Carta

De esta manera pomposa
quieren conservar su asiento
los de abanico y de frac,
sin tener merecimiento,
van y vienen de la iglesia
y olvidan los mandamientos, sí.

Me gustan los estudiantes

Me gustan los estudiantes
porque levantan el pecho
cuando le dicen harina
sabiéndose que es afrecho,
y no hacen el sordomudo
cuando se presenta el hecho.
Caramba y zamba la cosa
¡el código del derecho!

Porqué los pobres no tienen

El cielo tiene las riendas,
la tierra y el capital,
y a los soldados del Papa
les llena bien el morral,
y al que trabaja le meten
la gloria como un bozal.

Para seguir la mentira,
lo llama su confesor,
le dice que Dios no quiere
ninguna revolución,
ni pliegos ni sindicatos,
que ofende su corazón.

Que dirá el Santo Padre

Miren cómo nos hablan
de libertad
cuando de ella nos privan
en realidad.
Miren cómo pregonan
tranquilidad
cuando nos atormenta
la autoridad.

Según el favor del viento

No es vida la del chilote, 
no tiene letra ni pleito,
tamango llevan sus pies,
milcao y ají su cuerpo,
pellín para calentarse,
del frío de los gobiernos,
llorando estoy,
que le quebrantan los huesos,
me voy, me voy.

lunes, 28 de septiembre de 2015

Lunes Otra Vez Sui Generis

When black holes collide

When black holes collide

POEMAS DE JUANA DE IBARBOUROU


JUANA DE IBARBOUROU


JUANA DE IBARBOUROU... ¡POEMAS!.








RAIZ SALVAJE

Me ha quedado clavada en los ojos
la visión de ese carro de trigo
que cruzó rechinante y pesado
sembrando de espigas el recto camino.

¡No pretendas ahora que ría!
¡Tu no sabes en qué hondos recuerdos
estoy abstraida!

Desde el fondo del alma me sube
un sabor de pitanga a los labios.
Tiene aún mi epidermis morena
no sé que fragancias de trigo emparvado.

¡Ay, quisiera llevarte conmigo
a dormir una noche en el campo
y en tus brazos pasar hasta el día
bajo el techo alocado de un árbol!

Soy la misma muchacha salvaje
que hace años trajiste a tu lado.


COMO LA PRIMAVERA

Como una ala negra tendí mis cabellos
sobre tus rodillas.
Cerrando los ojos su olor aspiraste,
dicendome luego:
-¿Duermes sobre piedras cubiertas de musgos?
¿Con ramas de sauces te atas las trenzas?
¿ Tu almohada es de trébol? ¿Las tienes tan negras
porque acaso en ella exprimiste un zumo
retinto y espeso de moras silvestres?
¡Qué fresca y extraña fragancia te envuelve!
Hueles a arroyuelos, a tierra y a selvas.
¿Que perfume usas? Y riendo te dije:
-¡Nintuno, ninguno!
Te amo y soy joven, huelo a primavera.
Este olor que sientes es de carne firme,
de mejillas claras y de sangre nueva.
¡Te quiero y soy joven, por eso es que tengo
las mismas fragancias de la primavera!



DESPECHO

¡Ah, qué estoy cansada! Me he reido tanto,
tanto, que a mis ojos ha asomado el llanto;
tanto, que este rictus que contrae mi boca
es un rastro extraño de mi risa loca.

Tanto, que esta intensa palidez que tengo
(como en los retratos de viejo abolengo)
es por la fatiga de la loca risa
que en todo mi cuerpo su sopor desliza.

¡Ah, qué estoy cansada! Déjame que duerma;
pues, como la angustia, la alegría enferma.
¡Qué rara ocurrencia decir que estoy triste!
¿Cuándo más alegre que ahora me viste?

¡Mentira! No tengo ni dudas, ni celos,
Ni inquietud, ni angustias, ni penas, ni anhelos,
Si brilla en mis ojos la humedad del llanto,
es por el esfuerzo de reirme tanto...



TE DOY MI ALMA DESNUDA

Te doy mi alma desnuda,
como estatua a la cual ningún cendal escuda.

Desnuda con el puro impudor
de un fruto, de una estrella o una flor;
de todas esas cosas que tienen la infinita
serenidad de Eva antes de ser maldita.

De todas esas cosas,
frutos, astros y rosas,
que no sienten vergüenza del sexo sin celajes
y a quienes nadie osara fabricarles ropajes.

Sin velos, como el cuerpo de una diosa serena
¡que tuviera una intensa blancura de azucena!

Desnuda, y toda abierta de par en par
¡por el ansia del amar!



LA HORA

Tómame ahora que aun es temprano
y que llevo dalias nuevas en la mano.

Tómame ahora que aun es sombría
esta taciturna cabellera mía.

Ahora que tengo la carne olorosa
y los ojos limpios y la piel de rosa.

Ahora que calza mi planta ligra
la sandalia viva de la primavera.

Ahora que mis labios repica la risa
como una campana sacudida a prisa.

Después..., ¡ah, yo sé
que ya nada de eso mas tarde tendré!

Que entonces inútil será tu deseo,
como ofrenda puesta sobre un mausoleo.

¡Tómame ahora que aun es temprano
y que tengo rica de nardos la mano!

Hoy, y no mas tarde. Antes que anochezca
y se vuelva mustia la corola fresca.

Hoy, y no mañana. ¡Oh amante! ¿no ves
que la enredadera crecerá ciprés?


EL POZO

Asiento de musgo florido
sobre el viejo brocal derruido.
Sitio que elegimos para hablar de amor,
bajo el enorme paraíso en flor.

¡Ay, pobre del agua que del fondo mira,
tal vez envidiosa, quizás dolorida!
¡Tan triste la pobre, tan muda, tan quieta
bajo esta nerviosa ramazón violeta!

-Vámonos. No quiero que el agua nos vea
cuando me acaricies. Tal vez eso sea
darle una tortura. ¿Quién la ama a ella?
-Tonta! ¡Si de noche la besa una estrella!


LA HIGUERA

Porque es áspera y fea,
porque todas sus ramas son grises,
yo le tengo piedad a la higuera.

En mi quinta hay cien árboles bellos:
ciruelos redondos,
limoneros rectos
y naranjos de brotes lustrosos.

En las primaveras,
todos ellos se cubren de flores
en torno a la higuera.

Y la pobre parece tan triste
con sus gajos torcidos que nunca
de apretados capullos se visten...

Por eso,
cada verz que yo paso a su lado,
digo, procurando
hacer dulce y alegre mi acento:
-Es la higuera el más bello
de los árboles en el huerto.

Si ella escucha,
si comprende el idioma en que hablo,
¡qué dulzura tan honda hará nido
en su alma sensible de árbol!

Y tal vez a la noche,
cuando el viento abanique su copa,
embriagada de gozo, le cuente:
-Hoy a mi me dijeron hermosa.


LA PROMESA

¡Todo el oro del mundo parecía
diluído en la tarde luminosa!
Apenas un crepúsculo de rosa,
la copa de los árboles teñía.

Un imprevisto amor, mi mano unía
a tu mano, morena y temblorosa.
¡Eramos Booz y Ruth ante la hermosa
era que circundaba la alquería!

"¿Me amarás?", murmuraste. Lenta y grave
vibró en mis labios la promesa suave
de la dulce, la amante moabita.

Y fué como un ¡Amén! en ese instante
el toque de oración que alzó vibrante
la rítmica campana de la ermita.


VIDA - GARFIO

Amante: no me lleves, si muero al camposanto
A flor de tierra abre mi fosa, junto al riente
alboroto divino de alguna pajarera
o junto a la encantada charla de alguna fuente

A flor de tierrra, amante. Casi sobre la tierra,
donde el sol me caliente los huesos, y mis ojos,
alargados en tallos, suban a ver de nuevo
la lámpara salvaje de los ocasos rojos.

A flor de tierra, amante. Que el tránsito así sea
más breve. Yo presiento
la lucha de mi carne por volver hacia arriba,
por sentir en sus átomos la frescura del viento.

Yo se que acaso nunca allá abajo mis manos
podrán estarse quietas.
Que seimpre como topos arañarán la tierra
en medio de las sombras estrujadas y prietas.

Arrójame semillas. Yo quiero que se enraícen
en la greda amarilla de mis huesos menguados.
¡Por la parda escalera de las raices vivas
Yo subiré a mirarte en los lirios morados.


Cual la muerte de Lot

Un perfume de amor me acompañaba.
Volvía hacia la aldea de la cita,
bajo la paz suprema e infinita
que el ocaso en el campo destilaba.

En mis labios ardientes aleteaba
la caricia final, pura y bendita,
y era como una alegre Sulamita
que a su lar, entre trigos regresaba.

Y al llegar a un recodo del camino
tras el cual queda oculto ya el molino,
el puente y la represa bullidora,

volví atrás la cabeza un breve instante,
y bajo el tilo en flor, ¡vi a mi amante
que besaba en la sien a una pastora!




Como una sola flor desesperada

Lo quiero con la sangre, con el hueso,
con el ojo que mira y el aliento,
con la frente que inclina el pensamiento,
con este corazón caliente y preso,
y con el sueño fatalmente obseso
de este amor que me copa el sentimiento,
desde la breve risa hasta el lamento,
desde la herida bruja hasta su beso.
Mi vida es de tu vida tributaria,
ya te parezca tumulto, o solitaria,
como una sola flor desesperada.
Depende de él como del leño duro
la orquídea, o cual la hiedra sobre el muro,
que solo en él respira levantada.




Despecho


¡Ah, que estoy cansada! Me he reído tanto,
tanto, que a mis ojos ha asomado el llanto;
tanto, que este rictus que contrae mi boca
es un rastro extraño de mi risa loca.

Tanto, que esta intensa palidez que tengo
(como en los retratos de viejo abolengo),
es por la fatiga de la loca risa
que en todos mis nervios su sopor desliza.

¡Ah, que estoy cansada! Déjame que duerma,
pues como la angustia, la alegría enferma.
¡Qué rara ocurrencia decir que estoy triste!
¿Cuándo más alegre que ahora me viste?

¡Mentira! No tengo ni dudas, ni celos,
ni inquietud, ni angustias, ni penas, ni anhelos.
Si brilla en mis ojos la humedad del llanto,
es por el esfuerzo de reírme tanto...





El fuerte lazo


Crecí
para ti.
Tálame. Mi acacia
implora a tus manos su golpe de gracia.

Florí
para ti.
Córtame. Mi lirio
al nacer dudaba ser flor o ser cirio.

Fluí
para ti.
Bébeme. El cristal
envidia lo claro de mi manantial.

Alas di
por ti.
Cázame. Falena,
rodeé tu llama de impaciencia llena.

Por ti sufriré.
¡Bendito sea el daño que tu amor me dé!
¡Bendita sea el hacha, bendita la red,
y loadas sean tijeras y sed!

Sangre del costado
manaré, mi amado.
¿Qué broche más bello, qué joya más grata,
que por ti una llaga color escarlata?

En vez de abalorios para mis cabellos
siete espinas largas hundiré entre ellos.
Y en vez de zarcillos pondré en mis orejas,
como dos rubíes, dos ascuas bermejas.

Me verás reír
viéndome sufrir.
Y tú llorarás.
Y entonces... ¡más mío que nunca serás!




Estío


Cantar del agua del río.
Cantar continuo y sonoro,
arriba bosque sombrío
y abajo arenas de oro.

Cantar...
de alondra escondida
entre el oscuro pinar.

Cantar...
del viento en las ramas
floridas del retamar.

Cantar...
de abejas ante el repleto
tesoro del colmenar.

Cantar...
de la joven tahonera
que al río viene a lavar.

Y cantar, cantar, cantar
de mi alma embriagada y loca
bajo la lumbre solar.

 



Fusión

Mi alma en torno a tu alma se ha hecho
un nudo apretado y sombrío.

Cada vuelta del lazo sobre humano
se hace raíz, para afianzarse hondo,
y es un abrazo inacabable y largo
que ni la muerte romperá. ¿No sientes
cómo me nutro de tu misma sombra?

Mi raíz se ha trenzado a tus raíces
y cuando quieras desatar el nudo,
sentirás que te duele en carne viva
y que en mi herida brota sangre tuya.!

Y con tus manos curarás la llaga
¡y ceñirás más apretado el nudo!





Hora morada


¿Qué azul me queda?

¿En qué oro y en qué rosa me detengo,
qué dicha se hace miel entre mi boca
o qué río me canta frente al pecho?

Es la hora de la hiel, la hora morada
en que el pasado, como un fruto acedo,
sólo me da su raso deslucido
y una confusa sensación de miedo.

Se me acerca la tierra del descanso
final, bajo los árboles erectos,
los cipreses aquellos que he cantado
y veo ahora en guardia de los muertos.

Amé, ay Dios, amé a hombres y bestias
y sólo tengo la lealtad del perro
que aún vigila a mi lado mis insomnios
con sus ojos tan dulces y tan buenos.

domingo, 27 de septiembre de 2015

POEMAS DE WOLE SOYINKA


Wole Soyinka
    - Akinwande Oluwole Soyinka -
   (Nigeria, 1934)
Soyinka
  Seudónimo de Akinwande Oluwole Soyinka, dramaturgo, poeta, novelista y conferenciante nigeriano, galardonado con el Premio Nobel de Literatura. Nació en Abeokuta y estudió en la Universidad nigeriana de Ibadan y en la Universidad de Leeds, en el Reino Unido. Tras regresar a Nigeria fundó el grupo de teatro Masks, en 1960, y produjo sus propias obras además de otras de dramaturgos africanos. Durante la Guerra Civil nigeriana fue detenido por el gobierno y encarcelado en régimen de aislamiento de 1967 a 1969. En 1986 se convirtió en el primer escritor africano y el primer escritor negro galardonado con el Premio Nobel de Literatura. Su obra, escrita fundamentalmente en inglés, se inspira en los mitos y en las tradiciones tribales, si bien emplea formas occidentales. También utiliza los recursos del flashback, el simbolismo y una complicada estructura de la trama para enriquecer su estilo dramático. Entre sus obras más conocidas figuran La danza del bosque (1960), que celebra la independencia de Nigeria; El hombre muerto (1965), escrito durante los años que pasó en prisión; y La muerte y el caballero del rey (1975). Otras obras dignas de mención son las novelas Los intérpretes (1965) y Ogun Abibiman (1976), la autobiografía Aké (1982), y varias colecciones de poesía.  © M.E.



Muerte a la aurora

Viajero, debes partir
A la aurora, enjuga tus pies sobre
La humedad de nariz perruna de la tierra
Deja que la aurora sosiegue tus lámparas. Y mira
Languidecer el ataque de las espinas ante la luz
Pies algodonosos para disolver en el azadón
Las lombrices tempranas
        Ahora las sombras se extienden con debilidad
Ni muerte de la aurora ni triste postración
Esta suave charamusca, suaves engendros que desisten
Rápidos goces y recelos para un
Día desnudo. Barcos cargados se
Someten a la asamblea sin rostro de la niebla
Para despertar los mercados silenciosos -Veloces, mudas
Procesiones por grises desvíos... Sobre este
Cobertor, hubo
Súbito invierno a la muerte
Del solitario trompetero de la aurora. Cascadas
De blancos pedazos de pluma... pero ello decidió
Un rito banal. Conciliación salvajemente
Exitosa, primero
El pie derecho para el júbilo, el izquierdo para el pavor
Y la madre suplicaba, Hijo
Jamás camines
Cuando el camino aguarda, hambriento.
Viajero, debes proseguir
Al alba.
Te prometo prodigios de la santa hora
Presagios como el aleteo del gallo blanco
Perverso empalamiento -Como quien desafiara
Las iracundas alas del progreso del hombre...
Más, ¡semejante espectro! Hermano
Mudo en el sobresaltado abrazo de
Tu invención -Esta mueca de burla
Esta contorsión cerrada - ¿Soy yo?


Viaje

Aunque llegué al final del viaje,
Jamás sentí que hubiera llegado.
Tomé la carretera
Que sube despacio la cuesta de las preguntas, y que me lleva
Incluso a descender a la tierra que conduce a casa. Yo sé
Que mi carne está limpiamente mordisqueada, perdida
Para el perturbado pez entre las vainas susurrantes-
Yo los dejé atrás en mi ruta
Y así también con el pan y el vino
Necesito la repartición de derrota y carestía
Yo los dejé atrás en mi ruta
Jamás sentí que hubiera llegado
Aunque amor y bienvenida me atrapan en casa
Los usurpadores pasan mi copa en cada
Banquete como en una última cena
Traducciones de Rafael Patiño



Ujamaa

(para Julius Nyerere)


El sudor es levadura para la tierra
no su tributo. La tierra henchida
no desea homenaje por sus labores.
El sudor es levadura para la tierra
no un homenaje para un dios en su fortaleza.
Tu manos de tierra negra desencadenan
la esperanza de mensajeros de la muerte, de
caninomanoides endogámicos que resultan
más macabros que La Parca, insaciables
predadores de la humanidad, su carne.
El sudor es levadura, pan, Ujamaa
pan de la tierra, por la tierra
para la tierra. La tierra es la gente.





TELEPHONE CONVERSATION

The price seemed reasonable, location
Indifferent. The landlady swore she lived
Off premises. Nothing remained
But self-confession. “Madam,” I warned,
“I hate a wasted journey–I am African.”
Silence. Silenced transmission of
Pressurized good-breeding. Voice, when it came,
Lipstick coated, long gold-rolled
Cigarette-holder pipped. Caught I was foully.
“HOW DARK?” . . . I had not misheard . . . “ARE YOU LIGHT
OR VERY DARK?” Button B, Button A.* Stench
Of rancid breath of public hide-and-speak.
Red booth. Red pillar box. Red double-tiered
Omnibus squelching tar. It was real! Shamed
By ill-mannered silence, surrender
Pushed dumbfounded to beg simplification.
Considerate she was, varying the emphasis–
“ARE YOU DARK? OR VERY LIGHT?” Revelation came.
“You mean–like plain or milk chocolate?”
Her assent was clinical, crushing in its light
Impersonality. Rapidly, wave-length adjusted,
I chose. “West African sepia”–and as afterthought,
“Down in my passport.” Silence for spectroscopic
Flight of fancy, till truthfulness clanged her accent
Hard on the mouthpiece. “WHAT’S THAT?” conceding
“DON’T KNOW WHAT THAT IS.” “Like brunette.”
“THAT’S DARK, ISN’T IT?” “Not altogether.
Facially, I am brunette, but, madam, you should see
The rest of me. Palm of my hand, soles of my feet
Are a peroxide blond. Friction, caused–
Foolishly, madam–by sitting down, has turned
My bottom raven black–One moment, madam!”–sensing
Her receiver rearing on the thunderclap
About my ears–”Madam,” I pleaded, “wouldn’t you rather
See for yourself?”

1962

CONVERSACIÓN TELEFÓNICA

El precio parecía razonable, el lugar
indiferente. La casera juró vivir
sin prejuicios. Nada quedaba salvo
la auto-confesión. “Madame”, advertí,
“Detesto perder un viaje- Soy Africano”
silencio. Transmisión silenciada de
fingida buena educación. Voz que llega
como larga boquilla dorada y tubular, impregnada de lápiz labial
Fui sorprendido por su vileza.
“Qué tan oscuro?”… no había escuchado mal… ”
¿Es usted claro o muy oscuro?
Hedor a rancio vaho de refugio público para telefonear.
Cabina roja, buzón rojo, rojo autobús doble
aplastando el alquitrán. ¡Era real! Avergonzada
por el silencio enfermizo, llevé al límite su
turbación para suplicar explicación
ella, considerada, cambió el tono
“¿Es usted oscuro? ¿o muy claro?” advino la revelación
“Quiere usted decir, cómo chocolate puro, o con leche? ”
Su asentimiento fue clínico, rayando en la frialdad de la luz
Rápidamente, una vez ajustada la longitud de onda,
escogí Sepia Oeste- Africano- tras reflexionar dije:
“lo certifica mi pasaporte” Silencio para un espectroscópico
vuelo de ilusión, hasta que el acento de su sinceridad retumbó
con fuerza en la bocina. ¿Cómo así? dijo condescendiente
“No sé lo qué es”. “No del todo”
Facialmente, soy moreno, pero madame, debería ver usted
el resto de mí. Las palmas de mis manos, las plantas de mis pies
son de un rubio oxigenado. la fricción lo ha causado-
torpemente madame – por sentarme, mi trasero se ha tornado
Negro Cuervo- ¡Un momento madame! sintiendo
su auricular elevarse al sonido del trueno
en cuanto a mis orejas- “madame”, sugerí,
¿no preferiría verlas usted misma?
Traducción de Carlos Ciro y Raúl Jaime

CIVIL Y SOLDADO

Mi espectro se levantó de entre la lluvia de plomo,
Y declaró “soy un civil” logrando tan sólo
Acrecentar tu miedo. ¡Mas cómo habría
De levantarme yo, un ser de esta tierra, en aquella hora
De muerte impasible! entonces pensé:
tu batalla no es de este mundo.
Inmóvil permaneciste
Por ambas eternidades, y yo aprendí, sin duda, la lección
En tus prácticas de combate sigiloso.
No dejes que un indeciso neutral vaya en la retaguardia,
Pues tras de ti se abrasará la tierra. Mi dilema civil,
Que aparece de nuevo atrincherando la tierra,
Bajo el ritual de plomo de tus más ávidos amigos,
Te abismó aún más en la confusión y cuando
Me prestaste el arma para protegerme y la
Muerte me guiñó el ojo, tu promesa
Y todo tú se esclarecieron ante mí.
En el curso de mi vida
Espero encontrarme algún día
De nuevo con tu espectro en la trinchera,
Anunciando, soy un soldado. Entonces no habrá titubeo
Y te habré de disparar certero y justo
Con la carne y el pan y la vasija de vino.
Un racimo de pechos en cada brazo y aquella
Solitaria pregunta, ¿sabes amigo, incluso ahora,
El por qué de todo esto?
Traducción de Raúl Jaime y Carlos Ciro

FONDO Y FRISOS

Mil variantes distintas
le dieron a la Muerte, de súbita
a paulatina. Vírgenes sangrantes
en orgías de leprosos
las calles, adoquinadas con muertos innúmeros
Jacques d’Odan
ángel sabio por no precipitarse
donde no osan pisar los héroes
susurra: ¡Alto!
Esta carnicería es un descontrol (y un descabello)
Se aclara
los dedos limpios en una palangana
de sangre, y con humildad se añade
estrellas y galones
a las hombreras, el contrapeso del general
Soy un hombre
de palabra. A quien concedo
el salvoconducto prometido
le garantizo
un recorrido seguro por la calle de sentido único
Los músicos callejeros
entonan mi canción: soy
el instrumento elegido por Dios
¿Qué oigo?
¿Me tocan unos dedos gordos e impíos?
¿Botas? ¿Culatas?
Tan sólo un pequeño reproche
y vive, este reptil de barro
¡Atended a las sirenas!
¡Echaos al mar cuando me acerque!
Humano
mi código de conducta, credo
de buenas intenciones, compañero de armas
al estilo de Cromwell
algún día le enseñaremos a leer a la soldadesca
¡Fuera las manos!
Esto es un asunto interno
espera mi escudilla de mendigo
pues cuando esté saciado
yo seré llamas, tú darás auxilio puro y eterno
Una playa
oculta el guijarro. Forma
aun con lejía (o cal)
mojones
de huesos para esconder el esqueleto del odio
fútil escudo
previo a los sacrificios rituales
madre e hijo, infructuosas
plegarias
una vieja escena, que entren los actores
Semana setenta y cinco:
bienvenidos los observadores. Las visitas
guiadas con mal gusto, ¡atención!
Tenemos limpias las manos.
Dos veces ha llovido y honda es la tierra.

PLANES FUTUROS

Se convoca la reunión
del odio: Falsificadores, farsantes
Falseadores Internacionales.
El presidente, un caballo negro,
un jamelgo de circo hecho esprínter con anteojeras
Mach 3
lo calificamos: uno por el Cuchillo
dos por Maquiavelo, tres…
Velocidad que rompe
la barrera de la verdad con decreto de arrestos en picado
Proyectos en perspectiva:
Mao Tse Tung confabulado
con Chiang Kai. Nkrumah
firma un pacto
secreto en Verwoerd, que Hastings Banda jura.
Comprobado: Arafat
en flagrante con
Golda Meir. Castro borracho
con Richard Nixon
parva de anticonceptivos bajo la litera papal…
… y más por venir

APRÈS LA GUERRE

No ocultes las cicatrices
en la rápida destilería de la sangre
he olido
efluvios de narcóticos conocidos,
no ocultes las cicatrices
El tubérculo de nuestra carne común
pisoteado hasta lo hondo de la tierra combate
la muerte, recién cinchado arremete contra el sol
mas temiendo que resulte ser una concha hueca
o que los pies de las vidas recién nacidas
se hundan en el vacío de la falsedad
no hinches la piel ajada de la tierra
para glasear las grietas del tambor
No te cubras de costras
ni hagas del dolor el lamento
de un farsante con mala lengua
su rostro una máscara de velos pintada
el aliento reseco por su propia bilis
un corazón de retazos y una sonrisa de calavera
para burlar los rigores del
exorcismo.
Grietas en la pintura. Legad
los solos latidos del duramen
a los seguidores del velatorio
recién nacidos.