martes, 31 de marzo de 2015

Corazón Puro de József Attilla. Tiszta szívvel

WILLIAM WORDSWORTH

ALGUNOS POEMAS DE “LYRICAL BALLADS” (BALADAS LIRICAS).

 
ANÉCDOTA PARA PADRES mostrando cómo el arte de mentir, puede ser enseñado. (1798)
(ANECDOTE FOR FATHERS SHEWING HOW THE ART OF LYING MAY BE TAUGHT.)

Tengo un niño de cinco años de edad,
Su cara es bella y fresca de ver;
Sus miembros son piezas fundidas en el molde del primor,
Y me quiere profundamente.


Una mañana paseábamos por nuestro muro,
Nuestra casa sosegada, llenaba por completo la vista,
Y sosteníamos una conversación intermitente
Como solemos hacer.

Mis pensamientos pasaron sobre lejanos placeres;
Pensé en la encantadora costa de Kilve,
Mi hogar agradable, cuando se inició la primavera,
Un largo, largo año pasado.
 

Fue un día, cuando pude sobrellevar
Pensar, pensar y pensar de nuevo;
Con tanta felicidad de sobra,
No podía sentir un dolor.

Mi hijo estaba a mi lado, tan delgado
Y ¡elegante en su vestido rústico!
Y muchas veces he hablado con él,
Con bastante ociosidad.
 


Las crías de los corderos corrieron agraciadamente;
El sol de la mañana brillaba luminoso y cálido;
"Kilve," dije, "era un lugar agradable,
"Y así es la granja Liswyn.

"Mi hijito, que te gusta más"
Dije y lo tomé del brazo-
"Nuestra casa encantadora junto a la costa de Kilve,
"O ¿aquí en la granja Liswyn?"
 


"Y dime, preferirías estar,"
Dije y lo sostuve por el brazo,
"En la tranquila costa de Kilve en el mar verde,
"O ¿aquí en la granja Liswyn?"

Con estado de ánimo despreocupado me miró,
Mientras que aún lo sostenía por el brazo,
Y dijo: "En Kilve Prefiero estar
"¿Que aquí en la granja Liswyn?"
 


"Ahora, pequeño Edward, di por qué;
Mi pequeño Edward, dime por qué ";
"No puedo decirte, no sé"
"Por qué es extraño", le dije .

"Porque, por aquí son cálidos los bosques y las verdes colinas;
"No hay duda que debe haber alguna razón
"Por qué tendrías que cambiar la dulce granja Liswyn
"Por Kilve junto al mar verde."
 


Al oír esto, mi muchacho, tan hermoso y delgado,
Bajó la cabeza, no respondió;
Y cinco veces le dije a él,
"¿Por qué? Edward, dime ¿por qué?"

Levantó su cabeza, hubo un vislumbramiento,
Que le llamó la atención, vio claro
Sobre la parte superior de la casa, un brillo rutilante
Una veleta amplia y dorada.
 


Luego el niño manifestó a través de su lengua,
Y así el me contestó;
"En Kilve no había veleta,
"Y esa es la razón del por qué."

Oh querido, ¡querido muchacho! mi corazón
Para bien de la tradición rara vez lo anhelaría,
Solamente enseñaría la centésima parte
De lo que de ti aprendo.


SOMOS SIETE. (1798)
(We are Seven)
 Un niño ingenuo, querido hermano Jim,
Que percibe ligeramente su respiración,
Y que siente su vida en todos sus miembros,
¿Qué debe saber de la muerte?

Conocí a una niña pequeña en una casita,
Ella tenía ocho años, ella dijo;
Su pelo estaba lleno de muchos rizos
Estando agrupados aquellos entorno a su cabeza.
 


Tenía un rústico aire de bosques,
Y estaba vestida locamente;
Sus ojos eran justos, y muy bellos,
-Su belleza me hizo feliz.

"Hermanas y hermanos, pequeña doncella,
"¿Cuántos pueden ser?"
"¿Cuántos? Siete en total," dijo,
Y preguntando me miró.
 


"¿Y dónde están, te ruego dilo?"
Ella respondió: "Siete somos,
"Y dos de nosotros en Conway vivimos,
"Y dos se han ido al mar.

"Dos de nosotros yacen en el cementerio,
"Mi hermana y mi hermano,
"Y en la casita del cementerio, yo
"Moro cerca de ellos con mi madre."
 


"Dices que dos viven en Conway,
"Y dos se han ido a la mar,
"Sin embargo, ustedes son siete; os ruego que digas
"Dulce Doncella, ¿cómo puede ser?"

Luego la pequeña Doncella réplica,
"Siete niños y niñas nosotros somos;
"Dos de nosotros yacen en el cementerio ,
"Bajo el árbol del cementerio".
 


"Corre alrededor, mi pequeña doncella,
"Tus extremidades están vivas;
"Si dos se encuentran ubicados en el cementerio,
"Entonces, vosotros sólo sois cinco."

"Sus tumbas son de color verde, para ser vistas"
La pequeña Doncella respondió:
"Doce pasos o más desde la puerta de mi madre,
"Y ellos están uno al lado del otro.



"Mis medias allí a menudo tejo,
"Mi pañuelo allí doblo;
"Y en el suelo me siento-
"Me siento y canto con ellos.

"Y a menudo después de la puesta del sol, Señor,
"Cuando hay luz y es bella,
"Tomo mi escudilla,
"Y consumo mi cena allí. 



"El primero que murió fue la pequeña Jane;
"En la cama gimiendo yacía,
"Hasta que Dios la liberó de su dolor,
"Y luego se fue.

"Así que en el cementerio, ella fue dispuesta,
"Y todo el seco verano,
"Juntos alrededor de su tumba jugamos,
"Mi hermano John y yo 



"Y cuando el suelo estaba blanco de nieve
"Y pude correr y deslizarme,
"Mi hermano John se vio obligado a irse,
"Y él está a su lado."

"¿Cuántos son entonces", dije yo,
"Si ellos dos están en el Cielo?"
La pequeña Doncella réplica,
"¡Oh Maestro! Somos siete." 



"Pero están muertos, ¡los dos están muertos!
"¡Sus espíritus están en el cielo!"
Fue lanzando palabras a distancia, porque todavía
La doncella tenía su voluntad,
Y dijo: "¡No, somos siete!" 

Galactic turmoil

Galactic turmoil

Herschel and Planck find missing clue to galaxy cluster formation

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lunes, 30 de marzo de 2015

Haruki Murakami: mitos y seres fantásticos

A CONSTRUIR UNA NUEVA SOCIEDAD

A CONSTRUIR UNA NUEVA SOCIEDAD

 La incompetencia de los estados

Está claro, que día a día queda más al descubierto, como los estados pierden competencia, o mejor, se quedan cortos para asumir y coordinar a sus ciudadanos. Este comportamiento obviamente es causado por el carácter capitalista de la sociedad de hoy, estamos inmersos en una dinámica social, que decidió acabar con el concepto de los dioses, no para liberarnos de esa pesada carga, sino para desocupar nuestra mente y así apropiarse de ella. La sociedad moderna ha practicado en nosotros una suerte de lobotomía, y en ese lugar afectado, con falsas promesas de libertad, nos han sembrado una falsa moral, que tiene como fin sustituir ese viejo concepto de Dios, por una serie de cosas, en especial aquellas que produzcan placer, y que por tal motivo nos ciegan, y nos muestran falsos caminos y felicidades.

El estado nos miente y nos esclaviza con promesas falsas

No es ningún secreto, que constantemente, desde que nacemos, esta sociedad nos convierte en seres dignos de ser felices, pero esa felicidad solo es posible en la medida en que nos encadenan a toda una serie de conceptos, preceptos y falsos paraísos, solo buscan alienar nuestra mente, desde los primeros años de colegio, sino antes desde el seno de la familia, nos hacen rendirnos a una suerte de principios, que cada vez tienen menos que ver con el verdadero valor del ser humano.
La Familia

La sociedad, desde tiempos inmemorables se ha demarcado dentro de algún tipo de moral, y ha establecido una serie de condicionantes, que le suponen a la final ostentar un poder sobre la humanidad; para ejercer dicho poder, primero ha dado un gran poder al concepto de Dios, esto con el único fin de encadenar a los espíritus libres, y a partir de allí, ha creado su célula fundamental: La familia. Esta se ha erigido como pieza fundamental de la sociedad, y en este sentido es la encargada de formar, o mejor deformar a los individuos desde su nacimiento hasta su entrada en la escuela.

La Escuela:

La escuela, continúa con el adoctrinamiento de los futuros ciudadanos, en este caso, el conocimiento no es utilizado como herramienta liberadora, sino todo lo contrario, se convierte en el lugar en donde se va moldeando al futuro ciudadano, entregándole un conocimiento pequeño y fragmentario, que impide que este ser humano, que ha sido arrojado a un mundo opresor, y de carácter capitalista, se pregunte, y elabore su realidad, a partir de otros principios que vayan más allá de los dioses, o de las enseñanzas de la familia. Cuando el individuo sale del seno de la familia, ya es un ser apocado, con un concepto sesgado de la moral, y con un sueño esclavo, que tan solo tiene deseos hedonistas, que lo hacen aun más susceptible de caer bajo el influjo de la sociedad y obedecer sin resistencia alguna. Esto es un gran logro de la escuela, la cual se ha olvidado del ser que necesita adquirir conocimientos para liberarse, y ahora le entrega apenas lo necesario, para que no piense y sea mano de obra barata y sin riesgo de sublevarse.

La sociedad capitalista un redil que hay que romper

Es necesario, romper las gruesas cadenas de la ignorancia, y el hedonismo, para lograr rescatar al ser humano, al individuo, no a la sociedad, sino al individuo, y no como parte de un todo, ni para que este logre su superación personal, no, debemos dejar libre el espíritu del hombre, dejar que este se proyecte en el tiempo y el espacio, de ser necesario, al margen de la sociedad actual.

Necesidad de un nuevo orden social

Sea como sea, el hombre de hoy, y pese a todo lo que se erige en contra de él, tiene una necesidad imperiosa de cuestionarse y proponerse un nuevo horizonte, uno en donde el auténtico ser humano, viva en libertad, en libertad para pensar y pensarse, en construir y construirse con una nueva forma de organización por encima de los viejos modelos como el socialista o el capitalista. Hemos visto que las llamadas democracias son hoy por hoy sociedades fallidas, al igual que el socialismo, ambas han demostrado clara y convincentemente que pueden llegar a  convertirse en meros reinados despóticos y que es hora de plantear una nueva salida, otra solución que estoy seguro que tarde o temprano alguien se tomará el trabajo de teorizar sobre el particular.

Nuevas relaciones de poder

Las nuevas relaciones de poder deberían plantearse no desde la sumisión de lo económico, sino más bien ser transversales al conocimiento, es preferible un nivel de relaciones basadas en el respeto a la libertad y la individualidad esto a su vez engalanado con un nuevo concepto del saber, y permitir que el ser humano individual se desarrolle a placer, a partir del conocimiento y el cultivo de la sensibilidad y el arte, este será el respeto a la diferencia, al saber, no solo al saber que nos convierte en mano de obra, sino aquel que nos permite superar estos estadios de pequeños, y nos permita proyectarnos como seres pensantes, reflexivos, y con aspiraciones, estas no hedonistas, sino de superación por el simple derecho a un bienestar más allá de la mera acumulación de cosas, pues puede ser más satisfactorio acumular experiencia y pensamientos, que lingotes de oro o barriles de petróleo.

Un nuevo modo de gobierno

Esta es otra pregunta que deben contestar los especialistas, y la verdad no soy uno de ellos, pues se necesita una suerte de gobierno, o de coordinación, pero no como se hace hasta ahora, que el gobierno simplemente subyuga, moldea a su antojo, y finalmente se nutre de los seres en su seno. Prefiero la palabra coordinar, a gobernar, pues en el caso de gobernar se establece una relación de dominio, mientras que en coordinar estamos todos presentes y no como subordinados, pues no creo que ningún ser humano deba subordinarse a ningún otro, creo en colaborarse y coordinar, no en dirigentes y dirigidos, pues los primeros han demostrado a través de la historia su egoísmo y fracaso, y los segundos se han convertido en meros esclavos.



domingo, 29 de marzo de 2015

LA JUSTICIA EN COLOMBIA UN CIRCO SIN PAN

LA JUSTICIA EN COLOMBIA UN CIRCO SIN PAN


No es un problema de ultimo momento, realmente en Colombia la justicia siempre ha operado bajo unos parámetros que dejan muchas dudas, no es de ahora que se juzgue a la justicia, como una de las más corruptas ramas del poder en el país, pues desde hace muchos años, y en especial durante el auge, y apogeo del narcotráfico, se rumoreaba, que la justicia siempre tenía precio, y quien contara con el dinero, o las comodidades suficientes, podría pasar inadvertido, y delinquir a gusto, o sin ser llamado por las autoridades. Tal vez fue esta la razón por la cual cuando menos lo pensaron, la delincuencia había superado, y por mucho al gobierno, al punto que en un momento dado, y en palabras de los propios integrantes de los carteles, arrodillaron al estado, y lo obligaron a ceder al punto de hacerles cárceles a su gusto.

Pero esto no solo afectó a la justicia, sino que logró que toda una generación de jóvenes terminara perdida entre el sicariato, y el dinero fácil, e hizo carrera la ley del menor esfuerzo, y así es que llegamos a un momento de la historia nacional, en donde el dinero fácil, y el menor esfuerzo dejaron en el pasado a quienes con estudio, y grandes sacrificios hicieron una carrera, y dejaron espacio a una juventud derrochadora y con una cultura de violencia y sin futuro.

MURAKAMI

MURAKAMI


Recomiendo leer las obras de este magnífico escritor japones, encontré en sus obras, una gran vitalidad e imaginación, estoy casi seguro que en un futuro cercano será un nobel más, su prosa es limpia, ágil, llena de situaciones más allá de lo imaginable, tiene esa especial magia de los escritores japoneses, sumada a un lenguaje claro, lleno de maravillosas descripciones de lugares imaginarios, que conjuga de manera exitosa, con narraciones y descripciones del Japón de la pos guerra

sábado, 28 de marzo de 2015

POEMAS DE MIGUEL HERNÁNDEZ A 73 AÑOS DE SU MUERTE


A la luna venidera
te acostarás a parir
y tu vientre irradiará
la claridad sobre mí.A la luna venidera
te acostarás a parir
y tu vientre irradiará
la claridad sobre mí.

Alborada de tu vientre,
cada vez más claro en sí,
esclareciendo los pozos,
anocheciendo el marfil.

A la luna venidera
el mundo se vuelve a abrir.


Alborada de tu vientre,
cada vez más claro en sí,
esclareciendo los pozos,A la luna venidera
te acostarásA MI HIJO
Te has negado a cerrar los ojos, muerto mío,
abiertos ante el cielo como dos golondrinas:
su color coronado de junios, ya es rocío
alejándose a ciertas regiones matutinas.

Hoy, que es un día como bajo la tierra, oscuro,
como bajo la tiera, lluvioso, despoblado,
con la humedad sin sol de mi cuerpo futuro,
como bajo la tierra quiero haberte enterrado.

Desde que tú eres muerto no alientan las mañanas,
al fuego arrebatadas de tus ojos solares:
precipitado octubre contra nuestras ventanas,
diste paso al otoño y anocheció los mares.

Te ha devorado el sol, rival único y hondo
y la remota sombra que te lanzó encendido;
te empuja luz abajo llevándote hasta el fondo,
tragándote; y es como si no hubieras nacido.

Diez meses en la luz, redondeando el cielo,
sol muerto, anochecido, sepultado, eclipsado.
Sin pasar por el día se marchitó tu pelo;
atardeció tu carne con el alba en un lado.

El pájaro pregunta por ti, cuerpo al oriente,
carne naciente al alba y al júbilo precisa;
niño que sólo supo reír, tan largamente,
que sólo ciertas flores mueren con tu sonrisa.

Ausente, ausente, ausente como la golondrina,
ave estival que esquiva vivir al pie del hielo:
golondrina que a poco de abrir la pluma fina,
naufraga en las tijeras enemigas del vuelo.

Flor que no fue capaz de endurecer los dientes,
de llegar al más leve signo de la fiereza.
Vida como una hoja de labios incipientes,
hoja que se desliza cuando a sonar empieza.

Los consejos del mar de nada te han valido...
Vengo de dar a un tierno sol una puñalada,
de enterrar un pedazo de pan en el olvido,
de echar sobre unos ojos un puñado de nada.

Verde, rojo, moreno; verde, azul y dorado;
los latentes colores de la vida, los huertos,
el centro de las flores a tus pies destinado,
de oscuros negros tristes, de graves blancos yertos.

Mujer arrinconada: mira que ya es de día.
(¡Ay, ojos sin poniente por siempre en la alborada!)
Pero en tu vientre, pero en tus ojos, mujer mia,
la noche continúa cayendo desolada. a parir
y tu vientre irradiará
la claridad sobre mí.
Al derramar tu voz su mansedumbre
de miel bocal, y al puro bamboleo,
en mis terrestres manos el deseo
sus rosas pone al fuego de costumbre.

Exasperado llego hasta la cumbre
de tu pecho de isla, y lo rodeo
de un ambicioso mar y un pataleo
de exasperados pétalos de lumbre.

Pero tú te defiendes con murallas
de mis alteraciones codiciosas
de sumergirte en tierras y océanos.

Por piedra pura, indiferente, callas:
callar de piedra, que otras y otras rosas
me pones y me pones en las manos.
Alborada de tu vientre,
cada vez más claro en sí, AL SOLDADO INTERNACIONAL CAÍDO EN ESPAÑA
Si hay hombres que contienen un alma sin fronteras,
una esparcida frente de mundiales cabellos,
cubierta de horizontes, barcos y cordilleras,
con arena y con nieve, tú eres uno de aquellos.

Las patrias te llamaron con todas sus banderas,
que tu aliento llenara de movimientos bellos.
Quisiste apaciguar la sed de las panteras,
y flameaste henchido contra sus atropellos.

Con un sabor a todos los soles y los mares,
España te recoge porque en ella realices
tu majestad de árbol que abarca un continente.

A través de tus huesos irán los olivares
desplegando en la tierra sus más férreas raíces,
abrazando a los hombres universal, fielmente.

   LLAMO AL TORO DE ESPAÑA
Alza, toro de España: levántate, despierta.
Despiértate del todo, toro de negra espuma,
que respiras la luz y rezumas la sombra,
y concentras los mares bajo tu piel cerrada.
Despiértate.
Despiértate del todo, que te veo dormido,
un pedazo del pecho y otro de la cabeza:
que aún no te has despertado como despierta un toro
cuando se le acomete con traiciones lobunas.
Levántate.
Resopla tu poder, despliega tu esqueleto,
enarbola tu frente con las rotundas hachas,
con las dos herramientas de asustar a los astros,
de amenazar al cielo con astas de tragedia.
Esgrímete.
Toro en la primavera más toro que otras veces,
en España más toro, toro, que en otras partes.
Más cálido que nunca, más volcánico, toro,
que irradias, que iluminas al fuego, yérguete.
Desencadénate.
Desencadena el raudo corazón que te orienta
por las plazas de España, sobre su astral arena.
A desollarte vivo vienen lobos y águilas
que han envidiado siempre tu hermosura de pueblo.
Yérguete.
No te van a castrar: no dejarás que llegue
hasta tus atributos de varón abundante
esa mano felina que pretende arrancártelos
de cuajo, impunemente: pataléalos, toro.
Víbrate.
No te van a absorber la sangre de riqueza,
no te arrebatarán los ojos minerales.
La piel donde recoge resplandor el lucero
no arrancarán del toro de torrencial mercurio.
Revuélvete.
Es como si quisieran arrancar la piel al sol,
al torrente la espuma con uña y picotazo.
No te van a castrar, poder tan masculino
que fecundas la piedra; no te van a castrar.
Truénate.
No retrocede el toro: no da un paso hacia atrás
si no es para escarbar sangre y furia en la arena,
unir todas sus fuerzas, y desde las pezuñas
abalanzarse luego con decisión de rayo.
Abalánzate.
Gran toro que en el bronce y en la piedra has mamado,
y en el granito fiero paciste la fiereza:
revuélvete en el alma de todos los que han visto
la luz primera en esta península ultrajada.
Revuélvete.
Partido en dos pedazos, este toro de siglos,
este toro que dentro de nosotros habita:
partido en dos mitades, con una mataría
y con la otra mitad moriría luchando.
Atorbellínate.
De la airada cabeza que fortalece el mundo,
del cuello como un bloque de titanes en marcha,
brotará la victoria como un ancho bramido
que hará sangrar al mármol y sonar a la arena.
Sálvate.
Despierta, toro: esgrime, desencadena, víbrate.
Levanta, toro: truena, toro, abalánzate.
Atorbellínate, toro: revuélvete.
Sálvate, denso toro de emoción y de España.
Sálvate. ANTES DEL ODIO
Beso soy, sombra con sombra.
Beso, dolor con dolor,
por haberme enamorado,
corazón sin corazón,
de las cosas, del aliento
sin sombra de la creación.
Sed con agua en la distancia,
pero sed alrededor.

Corazón en una copa
donde me lo bebo yo
y no se lo bebe nadie,
nadie sabe su sabor.
Odio, vida: ¡cuánto odio
sólo por amor!

No es posible acariciarte
con las manos que me dio
el fuego de más deseo,
el ansia de más ardor.
Varias alas, varios vuelos
abaten en ellas hoy
hierros que cercan las venas
y las muerden con rencor.
Por amor, vida, abatido,
pájaro sin remisión.
Sólo por amor odiado,
sólo por amor.

Amor, tu bóveda arriba
y no abajo siempre, amor,
sin otra luz que estas ansias,
sin otra iluminación.
Mírame aquí encadenado,
escupido, sin calor,
a los pies de la tiniebla
más súbita, más feroz,
comiendo pan y cuchillo
como buen trabajador
y a veces cuchillo sólo,
sólo por amor.

Todo lo que significa
golondrinas, ascensión,
claridad, anchura, aire,
decidido espacio, sol,
horizonte aleteante,
sepultado en un rincón.
Esperanza, mar, desierto,
sangre, monte rodador:
libertades de mi alma
clamorosas de pasión,
desfilando por mi cuerpo,
donde no se quedan, no,
pero donde se despliegan,
sólo por amor.

Porque dentro de la triste
guirnalda del eslabón,
del sabor a carcelero
constante, y a paredón,
y a precipicio en acecho,
alto, alegre, libre soy.
Alto, alegre, libre, libre,
sólo por amor.

No, no hay cárcel para el hombre.
No podrán atarme, no.
Este mundo de cadenas
me es pequeño y exterior.
¿Quién encierra una sonrisa?
¿Quién amuralla una voz?
A lo lejos tú, más sola
que la muerte, la una y yo.
A lo lejos tú, sintiendo
en tus brazos mi prisión,
en tus brazos donde late
la libertad de los dos.
Libre soy. Siénteme libre.
Sólo por amor.
            I
Astros momificados y bravíos
sobre cielos de abismos y barrancas
como densas coronas de carlancas
y de erizados pensamientos míos.

Bajo la luz mortal de los estíos,
zancas y uñas se os ponen oriblancas,
y os azuzáis las uñas y las zancas
¡en qué airados y eternos desafíos!

¡Qué dolor vuestro tacto y vuestra vista!
intimidáis los ánimos más fuertes,
anatómicas penas vegetales

Todo es peligro de agresiva arista,
sugerencia de huesos y de muertes,
inminencia de hogueras y de males.

Atraviesa la calle,
dicen que todo el barrio
y yo digo que nadie.

Pero escuchando, ansiando,
oigo en su mismo centro
el alma de tus pasos,
y me parece un sueño
que, sobre el empedrado, 
alza tu pie su íntimo
sonido descansado.
 ELEGÍA PRIMERA
(A Federico García Lorca, poeta).
Atraviesa la muerte con herrumbrosas lanzas,
y en traje de cañón, las parameras
donde cultiva el hombre raíces y esperanzas,
y llueve sal, y esparce calaveras.
Verdura de las eras,
¿qué tiempo prevalece la alegría?
El sol pudre la sangre, la cubre de asechanzas
y hace brotar la sombra más sombría.
El dolor y su manto
vienen una vez más a nuestro encuentro.
Y una vez más al callejón del llanto
lluviosamente entro.
Siempre me veo dentro
de esta sombra de acíbar revocada,
amasado con ojos y bordones,
que un candil de agonía tiene puesto a la entrada
y un rabioso collar de corazones.
Llorar dentro de un pozo,
en la misma raíz desconsolada
del agua, del sollozo,
del corazón quisiera:
donde nadie me viera la voz ni la mirada,
ni restos de mis lágrimas me viera.
Entro despacio, se me cae la frente
despacio, el corazón se me desgarra
despacio, y despaciosa y negramente
vuelvo a llorar al pie de una guitarra.
Entre todos los muertos de elegía,
sin olvidar el eco de ninguno,
por haber resonado más en el alma mía,
la mano de mi llanto escoge uno.
Federico García
hasta ayer se llamó: polvo se llama.
Ayer tuvo un espacio bajo el día
que hoy el hoyo le da bajo la grama.
¡Tanto fue! ¡Tanto fuiste y ya no eres!
Tu agitada alegría,
que agitaba columnas y alfileres,
de tus dientes arrancas y sacudes,
y ya te pones triste, y sólo quieres
ya el paraíso de los ataúdes.
Vestido de esqueleto,
durmiéndote de plomo,
de indiferencia armado y de respeto,
te veo entre tus cejas si me asomo.
Se ha llevado tu vida de palomo,
que ceñía de espuma
y de arrullos el cielo y las ventanas,
como un raudal de pluma
el viento que se lleva las semanas.
Primo de las manzanas,
no podrá con tu savia la carcoma,
no podrá con tu muerte la lengua del gusano,
y para dar salud fiera a su poma
elegirá tus huesos el manzano.
Cegado el manantial de tu saliva,
hijo de la paloma,
nieto del ruiseñor y de la oliva:
serás, mientras la tierra vaya y vuelva,
esposo siempre de la siempreviva,
estiércol padre de la madreselva.
¡Qué sencilla es la muerte: qué sencilla,
pero qué injustamente arrebatada!
No sabe andar despacio, y acuchilla
cuando menos se espera su turbia cuchillada.
Tú, el más firme edificio, destruido,
tú, el gavilán más alto, desplomado,
tú, el más grande rugido,
callado, y más callado, y más callado.
Caiga tu alegre sangre de granado,
como un derrumbamiento de martillos feroces,
sobre quien te detuvo mortalmente.
Salivazos y hoces
caigan sobre la mancha de su frente.
Muere un poeta y la creación se siente
herida y moribunda en las entrañas.
Un cósmico temblor de escalofríos
mueve temiblemente las montañas,
un resplandor de muerte la matriz de los ríos.
Oigo pueblos de ayes y valles de lamentos,
veo un bosque de ojos nunca enjutos,
avenidas de lágrimas y mantos:
y en torbellino de hojas y de vientos,
lutos tras otros lutos y otros lutos,
llantos tras otros llantos y otros llantos.
No aventarán, no arrastrarán tus huesos,
volcán de arrope, trueno de panales,
poeta entretejido, dulce, amargo,
que al calor de los besos
sentiste, entre dos largas hileras de puñales,
largo amor, muerte larga, fuego largo.
Por hacer a tu muerte compañía,
vienen poblando todos los rincones
del cielo y de la tierra bandadas de armonía,
relámpagos de azules vibraciones.
Crótalos granizados a montones,
batallones de flautas, panderos y gitanos,
ráfagas de abejorros y violines,
tormentas de guitarras y pianos,
irrupciones de trompas y clarines.
Pero el silencio puede más que tanto instrumento.
Silencioso, desierto, polvoriento
en la muerte desierta,
parece que tu lengua, que tu aliento,
los ha cerrado el golpe de una puerta.
Como si paseara con tu sombra,
paseo con la mía
por una tierra que el silencio alfombra,
que el ciprés apetece más sombría.
Rodea mi garganta tu agonía
como un hierro de horca
y pruebo una bebida funeraria.
Tú sabes, Federico García Lorca,
que soy de los que gozan una muerte diaria.



LA BOCA
Boca que arrastra mi boca:
boca que me has arrastrado:
boca que vienes de lejos
a iluminarme de rayos.
Alba que das a mis noches
un resplandor rojo y blanco.
Boca poblada de bocas:
pájaro lleno de pájaros.
Canción que vuelve las alas
hacia arriba y hacia abajo.
Muerte reducida a besos,
a sed de morir despacio,
das a la grama sangrante
dos fúlgidos aletazos.
El labio de arriba el cielo
y la tierra el otro labio.
Beso que rueda en la sombra:
beso que viene rodando
desde el primer cementerio
hasta los últimos astros.
Astro que tiene tu boca
enmudecido y cerrado
hasta que un roce celeste
hace que vibren sus párpados.
Beso que va a un porvenir
de muchachas y muchachos,
que no dejarán desiertos
ni las calles ni los campos.
¡Cuánta boca enterrada,
sin boca, desenterramos!
Beso en tu boca por ellos,
brindo en tu boca por tantos
que cayeron sobre el vino
de los amorosos vasos.
Hoy son recuerdos, recuerdos,
besos distantes y amargos.
Hundo en tu boca mi vida,
oigo rumores de espacios,
y el infinito parece
que sobre mí se ha volcado.
He de volverte a besar,
he de volver, hundo, caigo,
mientras descienden los siglos
hacia los hondos barrancos
como una febril nevada
de besos y enamorados.
Boca que desenterraste
el amanecer más claro
con tu lengua. Tres palabras,
tres fuegos has heredado:
vida, muerte, amor. Ahí quedan
escritos sobre tus labios.
NUESTRA JUVENTUD NO MUERE
Caídos sí, no muertos, ya postrados titanes,
están los hombres de resuelto pecho
sobre las más gloriosas sepulturas:
las eras de las hierbas y los panes,
el frondoso barbecho,
las trincheras oscuras.

Siempre serán famosas
estas sangres cubiertas de abriles y de mayos,
que hacen vibrar las dilatadas fosas
con su vigor que se decide en rayos.

Han muerto como mueren los leones:
peleando y rugiendo,
espumosa la boca de canciones,
de ímpetu las cabezas y las venas de estruendo.

Héroes a borbotones,
no han conocido el rostro a la derrota,
y victoriosamente sonriendo
se han desplomado en la besana umbría,
sobre el cimiento errante de la bota
y el firmamento de la gallardía.

Una gota de pura valentía
vale más que un océano cobarde.

Bajo el gran resplandor de un mediodía
sin mañana y sin tarde,
unos caballos que parecen claros,
aunque son tenebrosos y funestos,
se llevan a estos hombres vestidos de disparos
a sus inacabables y entretejidos puestos.

No hay nada negro en estas muertes claras.
Pasiones y tambores detengan los sollozos.
Mirad, madres y novias, sus transparentes caras:
la juventud verdea para siempre en sus bozos.


Callo después de muerto. 
Hablas después de viva. 
Pobres conversaciones 
desusadas por dichas, 
nos llevan a lo mejor 
de la muerte y la vida. 

Con espadas fraguadas 
en silencio, fundidas 
en miradas, en besos, 
en pasiones invictas 
nos herimos, nos vamos 
a la lucha más íntima. 

Con silencio te ataco. 
Con silencio tú vibras. 
Con silencio reluce 
la verdad cristalina. 
Con silencio caemos 
en la noche, en el día.
Callo después de muerto. 
Hablas después de viva. 
Pobres conversaciones 
desusadas por dichas, 
nos llevan a lo mejor 
de la muerte y la vida. 

Con espadas fraguadas 
en silencio, fundidas 
en miradas, en besos, 
en pasiones invictas 
nos herimos, nos vamos 
a la lucha más íntima. 

Con silencio te ataco. 
Con silencio tú vibras. 
Con silencio reluce 
la verdad cristalina. 
Con silencio caemos 
en la noche, en el día.



CAMPESINO DE ESPAÑA
Traspasada por junio,
por España y la sangre,
se levanta mi lengua
con clamor a llamarte.

Campesino que mueres,
campesino que yaces
en la tierra que siente
no tragar alemanes,
no morder italianos:
español que te abates
con la nuca marcada
por un yugo infamante,
que traicionas al pueblo
defensor de los panes:
campesino, despierta,
español, que no es tarde.

Calabozos y hierros,
calabozos y cárceles,
desventuras, presidios,
atropellos y hambres,
eso estás defendiendo,
no otra cosa más grande.
Perdición de tus hijos,
maldición de tus padres,
que doblegas tus huesos
al verdugo sangrante,
que deshonras tu trigo,
que tu tierra deshaces,
campesino, despierta,
español, que no es tarde.

Retroceden al hoyo
que se cierra y se abre,
por la fuerza del pueblo
forjador de verdades,
escuadrones del crimen,
corazones brutales,
dictadores del polvo,
soberanos voraces.

Con la prisa del fuego,
en un mágico avance,
un ejército férreo
que cosecha gigantes
los arrastra hasta el polvo,
hasta el polvo los barre.

No hay quien sitie la vida,
no hay quien cerque la sangre
cuando empuña sus alas
y las clava en el aire.

La alegría y la fuerza
de estos músculos parte
como un hondo y sonoro
manantial de volcanes.

Vencedores seremos,
porque somos titanes
sonriendo a las balas
y gritando: ¡Adelante!
La salud de los trigos
sólo aquí huele y arde.

De la muerte y la muerte
sois: de nadie y de nadie.
De la vida nosotros,
del sabor de los árboles.

Victoriosos saldremos
de las fúnebres fauces,
remontándonos libres
sobre tantos plumajes,
dominantes las frentes,
el mirar dominante,
y vosotros vencidos
como aquellos cadáveres.

Campesino, despierta,
español, que no es tarde.
A este lado de España
esperamos que pases:
que tu tierra y tu cuerpo
la invasión no se trague.


 CANCIÓN DEL ESPOSO SOLDADO
He poblado tu vientre de amor y sementera,
he prolongado el eco de sangre a que respondo
y espero sobre el surco como el arado espera:
he llegado hasta el fondo.
Morena de altas torres, alta luz y ojos altos,
esposa de mi piel, gran trago de mi vida,
tus pechos locos crecen hacia mí dando saltos
de cierva concebida.
Ya me parece que eres un cristal delicado,
temo que te me rompas al más leve tropiezo,
y a reforzar tus venas con mi piel de soldado
fuera como el cerezo.
Espejo de mi carne, sustento de mis alas,
te doy vida en la muerte que me dan y no tomo.
Mujer, mujer, te quiero cercado por las balas,
ansiado por el plomo.
Sobre los ataúdes feroces en acecho,
sobre los mismos muertos sin remedio y sin fosa
te quiero, y te quisiera besar con todo el pecho
hasta en el polvo, esposa.
Cuando junto a los campos de combate te piensa
mi frente que no enfría ni aplaca tu figura,
te acercas hacia mí como una boca inmensa
de hambrienta dentadura.
Escríbeme a la lucha, siénteme en la trinchera:
aquí con el fusil tu nombre evoco y fijo,
y defiendo tu vientre de pobre que me espera,
y defiendo tu hijo.
Nacerá nuestro hijo con el puño cerrado
envuelto en un clamor de victoria y guitarras,
y dejaré a tu puerta mi vida de soldado
sin colmillos ni garras.
Es preciso matar para seguir viviendo.
Un día iré a la sombra de tu pelo lejano,
y dormiré en la sábana de almidón y de estruendo
cosida por tu mano.
Tus piernas implacables al parto van derechas,
y tu implacable boca de labios indomables,
y ante mi soledad de explosiones y brechas
recorres un camino de besos implacables.
Para el hijo será la paz que estoy forjando.
Y al fin en un océano de irremediables huesos
tu corazón y el mío naufragarán, quedando
una mujer y un hombre gastados por los besos.


 EL NIÑO YUNTERO
Carne de yugo, ha nacido
más humillado que bello,
con el cuello perseguido
por el yugo para el cuello.
Nace, como la herramienta,
a los golpes destinado,
de una tierra descontenta
y un insatisfecho arado.
Entre estiércol puro y vivo
de vacas, trae a la vida
un alma color de olivo
vieja ya y encallecida.
Empieza a vivir, y empieza
a morir de punta a punta
levantando la corteza
de su madre con la yunta.
Empieza a sentir, y siente
la vida como una guerra
y a dar fatigosamente
en los huesos de la tierra.
Contar sus años no sabe,
y ya sabe que el sudor
es una corona grave
de sal para el labrador.
Trabaja, y mientras trabaja
masculinamente serio,
se unge de lluvia y se alhaja
de carne de cementerio.
A fuerza de golpes, fuerte,
y a fuerza de sol, bruñido,
con una ambición de muerte
despedaza un pan reñido.
Cada nuevo día es
más raíz, menos criatura,
que escucha bajo sus pies
la voz de la sepultura.
Y como raíz se hunde
en la tierra lentamente
para que la tierra inunde
de paz y panes su frente.
Me duele este niño hambriento
como una grandiosa espina,
y su vivir ceniciento
resuelve mi alma de encina.
Lo veo arar los rastrojos,
y devorar un mendrugo,
y declarar con los ojos
que por qué es carne de yugo.
Me da su arado en el pecho,
y su vida en la garganta,
y sufro viendo el barbecho
tan grande bajo su planta.
¿Quién salvará a este chiquillo
menor que un grano de avena?
¿De dónde saldrá el martillo
verdugo de esta cadena?
Que salga del corazón
de los hombres jornaleros,
que antes de ser hombres son
y han sido niños yunteros.

Cerca del agua te quiero llevar,
porque tu arrullo trascienda del mar.
Cerca del agua te quiero llevar,
porque tu arrullo trascienda del mar.

Cerca del agua te quiero tener,
porque te aliente su vívido ser.

Cerca del agua te quiero sentir,
porque la espuma te enseñe a reír.

Cerca del agua te quiero, mujer,
ver, abarcar, fecundar, conocer.

Cerca del agua perdida del mar,
que no se puede perder ni encontrar.
Cerca del agua te quiero tener,
porque te aliente su vívido ser.
CENICIENTO MUSSOLINI
Ven a Guadalajara, dictador de cadenas,
carcelaria mandíbula de canto:
verás la retiradas miedosa de tu hienas,
verás el apogeo del espanto.

Rumoras provincia de colmenas,
la patria del panal estremecido,
la dulce Alcarria, amarga como el llanto,
amarga te ha sabido.

Ven y verás, mortífero bandido,
ruedas de tus cañones,
banderas de tu ejército, carne de tus soldados,
huesos de tus legiones,
trajes y corazones destrozados.

Una extensión de muertos humeantes:
muertos que humean ante la colina,
muertos bajo la nieve,
muertos sobre los páramos gigantes,
muertos junto a la encina,
muertos dentro del agua que les llueve.

Sangre que no se mueve
de convertida en hielo.
Vuela sin pluma un ala numerosa,
rojo y audaz, que abarca todo el cielo
y abre a cada italiano la explosión de una fosa.

Un titánico vuelo
de aeroplanos de España
te vence, te tritura,
ansiosa telaraña,
con su majestuosa dentadura.

Ven y verás sobre la gleba oscura
alzarse como un fósforo glorioso,
sobreponerse al hambre, levantarse del barro,
desprenderse del barro con emoción y brío
vívidas esculturas sin reposo,
españoles del bronce más bizarro,
con el cabello blanco de rocío.

Los verás rebelarse contra el frío,
de no beber la boca dilatada,
mas vencida la sed con la sonrisa:
de no dormir extensa la mirada,
y destrozada a tiros la camisa.

Manda plomo y acero
en grandes emisiones combativas,
con esa voluntad de carnicero
digna de que la entierren las más sucias salivas.

Agota las riquezas italianas,
la cantidad preciosa de sus seres,
deja exhaustas sus minas, sin nadie sus ventanas,
desiertos sus arados y mudos sus talleres.

Enviuda y desangra sus mujeres:
nada podrás contra este pueblo mío,
tan sólido y tan alto de cabeza,
que hasta sobre la muerte mueve su poderío,
que hasta del junco saca fortaleza.

Pueblo de Italia, un hombre te destroza:
repudia su dictamen con un gesto infinito.
Sangre unánime viertes que ni roza,
ni da en su corazón de teatro y granito.
Tus muertos callan clamorosamente
y te indican un grito
liberador, valiente.

Dictador de patíbulos, morirás bajo el diente
de tu pueblo y de miles.
Ya tus mismos cañones van contra tus soldados,
y alargan hacia ti su hierro los fusiles
que contra España tienes vomitados.

Tus muertos a escupirnos se levanten:
a escupirnos el alma se levanten los nuestros
de no lograr que nuestros vivos canten
la destrucción de tantos eslabones siniestros.

EL SILBO DE AFIRMACIÓN EN LA ALDEA
Alto soy de mirar a las palmeras,
rudo de convivir con las montañas...
Yo me vi bajo y blando en las aceras
de una ciudad espléndida de arañas.
Difíciles barrancos de escaleras,
calladas cataratas de ascensores,
¡qué impresión de vacío!,
ocupaban el puesto de mis flores,
los aires de mis aires y mi río.
Yo vi lo más notable de lo mío
llevado del demonio, y Dios ausente.
Yo te tuve en el lejos del olvido,
aldea, huerto, fuente
en que me vi al descuido:
huerto, donde me hallé la mejor vida,
aldea, donde al aire y libremente,
en una paz meé larga y tendida.
Pero volví en seguida
mi atención a las puras existencias
de mi retiro hacia mi ausencia atento,
y todas sus ausencias
me llenaron de luz el pensamiento.
Iba mi pie sin tierra, ¡qué tormento!,
vacilando en la cera de los pisos,
con un temor continuo, un sobresalto,
que aumentaban los timbres, los avisos,
las alarmas, los hombres y el asfalto.
¡Alto!, ¡Alto!, ¡Alto!, ¡Alto!
¡Orden!, ¡Orden! ¡Qué altiva
imposición del orden una mano,
un color, un sonido!
Mi cualidad visiva,
¡ay!, perdía el sentido.
Topado por mil senos, embestido
por más de mil peligros, tentaciones,
mecánicas jaurías,
me seguían lujurias y claxones,
deseos y tranvías.
¡Cuánto labio de púrpuras teatrales,
exageradamente pecadores!
¡Cuánto vocabulario de cristales,
al frenesí llevando los colores
en una pugna, en una competencia
de originalidad y de excelencia!
¡Qué confusión! ¡Babel de las babeles!
¡Gran ciudad!: ¡gran demontre!: ¡gran puñeta!
¡el mundo sobre rieles,
y su desequilibrio en bicicleta!
Los vicios desdentados, las ancianas
echándose en las canas rosicleres,
infamia de las canas,
y aun buscando sin tuétano placeres.
Árboles, como locos, enjaulados:
Alamedas, jardines
para destuetanarse el mundo; y lados
de creación ultrajada por orines.
Huele el macho a jazmines,
y menos lo que es todo parece
la hembra oliendo a cuadra y podredumbre.
¡Ay, cómo empequeñece
andar metido en esta muchedumbre!
¡Ay!, ¿dónde está mi cumbre,
mi pureza, y el valle del sesteo
de mi ganado aquel y su pastura?
Y miro, y sólo veo
velocidad de vicio y de locura.
Todo eléctrico: todo de momento.
Nada serenidad, paz recogida.
Eléctrica la luz, la voz, el viento,
y eléctrica la vida.
Todo electricidad: todo presteza
eléctrica: la flor y la sonrisa,
el orden, la belleza,
la canción y la prisa.
Nada es por voluntad de ser, por gana,
por vocación de ser. ¿Qué hacéis las cosas
de Dios aquí: la nube, la manzana,
el borrico, las piedras y las rosas?
¡Rascacielos!: ¡qué risa!: ¡rascaleches!
¡Qué presunción los manda hasta el retiro
de Dios! ¿Cuándo será, Señor, que eches
tanta soberbia abajo de un suspiro?
¡Ascensores!: ¡qué rabia!  A ver, ¿cuál sube
a la talla de un monte y sobrepasa
el perfil de una nube,
o el cardo, que de místico se abrasa
en la serrana gracia de la altura?
¡Metro!: ¡qué noche oscura
para el suicidio del que desespera!:
¡qué subterránea y vasta gusanera,
donde se cata y zumba
la labor y el secreto de la tumba!
¡Asfalto!: ¡qué impiedad para mi planta!
¡Ay, qué de menos echa
el tacto de mi pie mundos de arcilla
cuyo contacto imanta,
paisajes de cosecha,
caricias y tropiezos de semilla!
¡Ay, no encuentro, no encuentro
la plenitud del mundo en este centro!
En los naranjos dulces de mi río,
asombros de oro en estas latitudes,
oh ciudad cojitranca, desvarío,
sólo abarca mi mano plenitudes.
No concuerdo con todas estas cosas
de escaparate y de bisutería:
entre sus variedades procelosas,
es la persona mía,
como el árbol, un triste anacronismo.
Y el triste de mí mismo,
sale por su alegría,
que se quedó en el mayo de mi huerto,
de este urbano bullicio
donde no estoy de mí seguro cierto,
y es pormayor la vida como el vicio.
            * * *
He medio boquiabierto
la soledad cerrada de mi huerto.
He regado las plantas:
las de mis pies impuras y otras santas,
en la sequía breve de mi ausencia
por nadie reemplazada. Se derrama,
rogándome asistencia,
el limonero al suelo, ya cansino,
de tanto agrio picudo.
En el miembro desnudo de una rama,
se le ve al ave el trino
recóndito, desnudo.
Aquí la vida es pormenor: hormiga,
muerte, cariño, pena,
piedra, horizonte, río, luz, espiga,
vidrio, surco y arena.
Aquí está la basura
en las calles, y no en los corazones.
Aquí todo se sabe y se murmura:
No puede haber oculta la criatura
mala, y menos las malas intenciones.
Nace un niño, y entera
la madre a todo el mundo del contorno.
Hay pimentón tendido en la ladera,
hay pan dentro del horno,
y el olor llena el ámbito, rebasa
los límites del marco de las puertas,
penetra en toda la casa
y panifica el aire de las huertas.
Con una paz de aceite derramado,
enciende el río un lado y otro lado
de su imposible, por eterna, huida.
Como una miel muy lenta destilada,
por la serenidad de su caída
sube la luz a las palmeras: cada
palmera se disputa
la soledad suprema de los vientos,
la delicada gloria de la fruta
y la supremacía
de la elegancia de los movimientos
en la más venturosa geografía.
Está el agua que trina de tan fría
en la pila y la alberca
donde aprendí a nadar. Están los pavos,
la Navidad se acerca,
explotando de broma en los tapiales,
con los desplantes y los gestos bravos
y las barbas con ramos de corales.
Las venas manantiales
de mi pozo serrano
me dan, en el pozal que les envío,
pureza y lustración para la mano,
para la tierra seca amor y frío.
Haciendo el hortelano,
hoy en este solaz de regadío
de mi huerto me quedo.
No quiero más ciudad, que me reduce
su visión, y su mundo me da miedo.
¡Cómo el limón reluce
encima de mi frente y la descansa!
¡Cómo apunta en el cruce
de la luz y la tierra el lilio puro!
Se combate la pita, y se remansa
el perejil en un aparte oscuro.
Hay az'har, ¡qué osadía de la nieve!
y estamos en diciembre, que hasta enero,
a oler, lucir y porfiar se atreve
en el alrededor del limonero.
Lo que haya de venir, aquí lo espero
cultivando el romero y la pobreza.
Aquí de nuevo empieza
el orden, se reanuda
el reposo, por yerros alterado,
mi vida humilde, y por humilde, muda.
Y Dios dirá, que está siempre callado.
De aquel querer mío,
¿qué queda en el aire?

Sólo un traje frío
donde ardió la sangre.

Cerca del agua te quiero sentir,
porque la espuma te enseñe a reír.

Cerca del agua te quiero, mujer,
ver, abarcar, fecundar, conocer.

Cerca del agua perdida del mar,
que no se puede perder ni encontrar.

Cerca del agua te quiero llevar,
porque tu arrullo trascienda del mar.

Cerca del agua te quiero tener,
porque te aliente su vívido ser.

Cerca del agua te quiero sentir,
porque la espuma te enseñe a reír.

Cerca del agua te quiero, mujer,
ver, abarcar, fecundar, conocer.

Cerca del agua perdida del mar,
que no se puede perder ni encontrar.
Cerca del agua te quiero llevar,
porque tu arrullo trascienda del mar.

Cerca del agua te quiero tener,
porque te aliente su vívido ser.

Cerca del agua te quiero sentir,
porque la espuma te enseñe a reír.

Cerca del agua te quiero, mujer,
ver, abarcar, fecundar, conocer.

Cerca del agua perdida del mar,
que no se puede perder ni encontrar.
Cerca del agua te quiero llevar,
porque tu arrullo trascienda del mar.

Cerca del agua te quiero tener,
porque te aliente su vívido ser.

Cerca del agua te quiero sentir,
porque la espuma te enseñe a reír.

Cerca del agua te quiero, mujer,
ver, abarcar, fecundar, conocer.

Cerca del agua perdida del mar,
que no se puede perder ni encontrar.
esclareciendo los pozos,
Cerca del agua te quiero llevar,
porque tu arrullo trascienda del mar.

Cerca del agua te quiero tener,
porque te aliente su vívido ser.

Cerca del agua te quiero sentir,
porque la espuma te enseñe a reír.

Cerca del agua te quiero, mujer,
ver, abarcar, fecundar, conocer.

Cerca del agua perdida del mar,
que no se puede perder ni encontrar.

anocheciendo el marfil.

A la luna venidera
el mundo se vuelve a abrir.
anocheciendo el marfil.

A la luna venidera
el mundo se vuelve a abrir.

SEMANA DE REFLEXIÓN

SEMANA DE REFLEXIÓN


Ojalá, los católicos, y los creyentes en general esta semana que toman como sagrada, reflexionen sobre sus actuaciones, y pasen de ser una secta retardatoria, a una comunidad, identificada con los más pobres, tal cual lo hizo su figura principal Jesús, y vean en el otro, a una persona digna, sin ningún tipo de exclusión, ni por sexo, ni raza ni situación económica, ojalá recuerden que la iglesia que deseaba Jesús, era una iglesia comprometida con el pueblo, una iglesia al servicio de los pobres y de quienes se mantienen marginados. Ojalá recuerden en esta semana a personajes comprometidos con el pueblo de Dios, como Monseñor Romero, en Salvador, Camilo Torres, y Domingo Laín en Colombia, Mártires en la construcción de una verdadera iglesia de los pobres.