lunes, 27 de noviembre de 2017

Pietà. Margarita Losada Vargas

BAUDELAIRE DE LA BOHEMIA A LA MODERNIDAD LITERARIA







BAUDELAIRE

DE LA BOHEMIA A LA MODERNIDAD LITERARIA

Respetados lectores: el día de hoy no publico al poeta de siempre con una muestra de sus textos, hoy les hablaré de un libro sobre "El Poeta",  lo pongo así, porque es un libro que me tiene alucinado. A quien llamo "El poeta", no es nadie más sino el maravilloso Charles Baudelaire quien este año cumplió 150 años de su fallecimiento; por tal motivo el estudioso de su obra, doctor, traductor y maestro Juan Zapata junto con un puñado de cómplices entre ellos "Editorial Babilonia y Filomena Edita", así como otras personas hicieron posible esta maravillosa compilación de ensayos sobre el poeta. Que me tiene maravillado, y es porque rompe con una tradición de escritos acerca del autor en donde se nos mostraba un Baudelaire desordenado, como un poeta romántico, dando tumbos por París, entre prostitutas y malbaratando su dinero. Aquí nos enseñan un Baudelaire estudioso, dedicado al oficio de escribir, un hombre de labor, claro un rebelde, en cuanto a la temática, pero un hombre con un fuerte trabajo en la prensa parisina en especial en lo atinente a la crítica del arte. Este es otro rostro de Baudelaire que nos muestran, uno que quita los velos de un hombre maldito sumido en el alcohol y las mujeres de dudosa reputación, y aunque no haya sido, ni cercano a un hombre célibe, si fue un hombre de trabajo con las letras, un hombre responsable, juicioso y  cuidadoso de cada palabra; y esto se nota en las correcciones a sus ediciones. 

Realmente recomiendo este libro, en especial para quienes deseen empezar a escribir. Es un libro de caracter académico, pero que se lee fàcil y con un enorme placer, es un obsequio magnífico, y de verdad aplaudo este tipo de esfuerzos realizados para desenmascarar y llevar a su justa dimensión y devolvernos a los escritores a nosotros los lectores.

El libro, que además, como objeto es hermoso consta de 288 páginas de una amena historia contada en ensayos que más parecen capítulos de una historia contada por varios narradores.

No me extiendo más en esta disertación y los invito a viajar en este barco que es Baudelaire.

domingo, 26 de noviembre de 2017

POEMAS DE JUAN LARREA

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(13 de marzo de 1895, Bilbao, España - 9 de julio de 1980, Córdoba (Argentina), Argentina)



Aunque bajo el temor


En el fondo estas mujeres necesarias del frío
estas mujeres sin recuerdos más allá de los abedules
palidecen sin saber por qué

El cielo en cambio está enfermo de pizarras
y sus cabellos caen como pozos de mina

El cielo el cielo ingeniero amigo mío
construirás un velero con el soplo que me anima
puesto que el reloj hace el dragado de nuestros fastidios
y su círculo viene a ser nuestra corona a menudo de espinas

Sobre el horizonte de ciego que la hora mojada tentalea
los pichones se conducen como segundas intenciones
empleando hasta el final la mano de obra del otoño

Auque la tarde haga sus víctimas
si tú no temes el deterioro de los mares
ven con tus párpados hinchados por un aire familiar
ven a expandirte como los autores de cartas anónimas

Sol de las cumbres sol

  

Brisa loca


Un esplendor sin velos en el hueco del aire
¿quién no ama a las gaviotas que desprenden tus buenos modales?
quemando impaciencias en el corazón del mar
deja ondear el ritmo de una veleta altanera
por otra parte nada es más digno de ti que
el pudor de un párpado humedecido

(pero tú te equivocas de
tristeza y de lámpara
soñadora
pequeña casa gris
tristeza de la lámpara
de las abnegaciones en el fondo marítimas
por una extraña coincidencia
camisa gris apenas
con toda el alba esencial de una botadura de barco
me  deslizo camisa
hacia el infinito
me deslizo
camisa
con placer)



Carne de mi carne


Entre lirios de falsa alarma
la insistencia de una avispa deja adivinar tu cuerpo
el ardor ahoga una presa demasiado mía para ser fingida
nodriza de dos filos sobre su lecho de convidado
el ardor deshace el nudo de la marisma viviente
donde el amor te esparce y se retira

El ancla de tu palidez se sumerge
hasta la detención de las formas es aquí
donde la lluvia se pinta de azul el corazón
y furtiva una corriente de aire
desmiente ese gesto que significa ignoro
el bello blanco que ofrezco

El ojo lava su párpado al borde confuso de la duda
y descompone tu cabeza en siete ruiseñores mórbidos
lo hay ya necesidad de apagar nuestras heridas
espacio por sí mismo se olvida para plegarse a tus alas

Traducción de  Gerardo Diego



El corazón viene a encallarse en su forma habitual


La transparencia viaja a lo largo de sus brazos
la transparencia prolonga una vida sin amargura
es en el lecho de su lago
un pedazo de ella misma de ella misma rodeada
centellear de las sombras alud inimitable
el ámbar desnudo de la vida ya no ofrece resistencia

(Una mirada nos separa
un día hermoso nos enluta
porque edificas tu casa
con todo lo que de mí mismo ignoro)

Traducción de Carlos Barral





El mar en persona


He aquí el mar alzado en un abrir y cerrar de ojos de pastor
He aquí el mar sin sueño como un gran miedo de tréboles en flor
y en postura de tierra sumisa al parecer
Ya se van con sus lanas de evidencia su nube y su labor
A la sombra de un olmo nunca hay tiempo que perder

Crédula exquisita la oscuridad sale a mi encuentro
Mi frente abriga la corteza del pan que llevo adentro
cortado a pico sobre un pájaro inseguro

Y así me alejo bajo la acción del piano
que me cose a las plantas precursoras del mar
Un ciervo de otoño baja a lamer la luna de tu mano
Y ahora a mi orilla el mundo se empieza a desnudar
para morirse de árboles al fondo de mis ojos.

Mis cabellos se llenan de peces de penumbra
y de esqueletos de navíos forzosos

Sin ir más lejos
tú eres fría como el hacha que derriba el silencio
en la lucha entre el paisaje y su golpe de vista

Mas cuando el cielo exporta sus célebres pianistas
y la lluvia el olor de mi persona
cómo tu hermoso corazón se traiciona




El niño ofrece sus ojos a los tallos del viento


Deshechos como lechos profundos de gestos pero descarnados
dejando caer nuestras paredes a lo largo de nuestro Mcuerpo
en este otoño que no osa llenar la distancia entre tus manos
en este otoño desfigurado por el color de mis desvelos

Paseando las sombrillas de un viento de carne mis cicatrices
han olvidado sus llaves en los furtivos reflejos de las aguas
pero la canastilla que flota allí llena de pestañeos efímeros
me indemniza de tantas y tantas puertas cerradas detrás de ti

Comparte tú mi angustia y mis banderas llovedoras
vela por el canario que persigue su flauta entre mis huesos
que come y bebe las tardes en los huecos de una lengua ausente
exponiéndose a ser sorprendido demasiado lejos de mi sueño

Traducción de Gerardo Diego




El umbral de las calumnias


El surtidor de alma donde tu esperanza se abate es sólo una hipótesis falsa aunque bonita

Todos los jardines empiezan por sanarte
                                                                                    Te mueves
y la luz se enturbia
crees que evitas las zarzas y entonces es cuando tus cabellos se tornan transparentes

Comprendido por la distancia hermano de tu hermano tierra de tu tierra
el jardín te relame con motivo del jardín de tus poros

Tu frente desmigaja las tardes desde la cúspide de tus alabanzas
Hay ya algunos barquitos en tu saliva




Interior


Tus cabellos están fuera de ti misma sufriendo pero perdonando
gracias al lago que se deshace en círculos
alrededor de los ahogados cuya gotera de pasos muertos
ahonda en tu corazón el vacío que nada vendrá a llenar
aún si sientes la necesidad de zurcir

aún si tu nuca se pliega a los menores caprichos del viento
que exploras tu actitud y ahuyenta la ventana allí dormida
y abre tus párpados y tus brazos y se lleva
si tienes necesidad de zurcir
todo tu follaje hacia tus extremidades



 


Locura de la danza


Su olor se alía a la obediencia de mi memoria
si en el mundo existen hojas ella no tiene la culpa
En los muros de alas sus olvidos vienen a ser muebles de época
su voz agrupa en la sombra las ráfagas de ojos negros

Sus manos de habitación que comunica con el establo
respiran el orden que reina en el corazón de los rompientes de luz
sus ojos se agrietan en la superficie de un agua de mesa
sobre la mesa una flor sostiene su presencia de espíritu

Ella come las víctimas de un durmiente solitario
Al andar desprende una estatua a cada paso

Pero cuando su piel no es más que una nueva forma de obediencia
la pelusa que mi alma despide hacia su ombligo
sale en tribus de nieve o de huesos sacudidos por la danza
sale de los pequeños túneles de mis piernas visibles

Traducción de Gerardo  Diego




Montoncitos de desnudez


Islotes de soledad puños de paraíso cerrado
el azul del cielo alumbra mejor que ningún otro síntoma
las relaciones que existen entre mis ojos y los brotes de mujer
cuando la sombra desella el ave que cifra la esperanza del mundo

Pero tú controversia en el verdor
provisto de brazos para vencer la repugnancia de los soñadores
reloj que dosifica el viento de las aventuras
separada de mi cuerpo por una antigua victoria
coronada de rosas iniciativas
por qué piensas que nunca es demasiado tarde
cuando las playas vacilan entre el cielo y sus menudos quehaceres




Nadie desciende de una lámpara


No mientas más enfermedad
sólo ha quedado un olvido
llévatelo lejos de aquí
las acuarelas de la sangre tamborilean
la tarde de sus brazos la he tomado
llévate todo
sostenida por sus dos tinieblas
sombra y sol te lo juro
allí donde el perdón se derrumba
en traje de novia la ignorancia trapea
donde el sol recibe las confidencias para hacer qué
imposible recuerdo me llama dulzor
escúchame sin niños de agua adormilada
tú me amas corazón de arena noche y día
tú me amas
cumbres delicia ya no soy aquél
que el cielo oscurecía fuera




Naturaleza muerta


El precio de tu silencio
y la aureola de las losas
el día reducido a tu mano
la mano reducida a su invierno apremiante

la salida deja que mueran sus mirlos
soltando una carne azulada
como los ojos que siguen lentamente
fuera del dominio del oro tus piernas irradiantes

todo lo imprevisto en el relámpago de un cuchillo
todo el horizonte en la espera de un sobresalto
todos los secretos todos los pesares en una estrella



 

No todo estaba dicho


Entre tú y yo el cielo ahogaba a su presa
entre el orden y tú la fuga encamaba a sus peldaños
entre el ala y yo el alba amaba su sangre fría

Entre tú y yo los verdores innatos soltaron
el pecho de vidrio y de trueno
arrastrando carriles de espuma gracia inútil
en los parajes dolorosos para una sola persona

Escombros de llanura por todas partes donde la boca serpea
cuando mi cadáver aún está en su casa




Primavera provisional


Deja fluir mis huesos entre las hojas
entre las hojas nacidas de haberte conocido
un día de lluvia
cuando los barquichuelos de tus orejas
cortaban las flores ocultas bajo los nombres de mis calles




Punto de referencia


No a la arena ya su soltura
no a los pies dispuestos a la persecución
no a un techo más cálido que otro
no a la noche perforada detrás de la oreja
no a los guijarros heroicos a las capas de polvo
no a la llamada del oro adulterado de las dudas
no a los adioses a las mentiras a las reconciliaciones
a todo lo que no sea asegurarme
que ni tú ni yo hemos existido nunca

Traducción de Carlos Barral




Silla felicidad


La caída de vuestros cabellos es el ángel que me eterniza señora
pero cada día nos sirve un ala de horizonte posible
en la vajilla que rompe vuestra risa
sobre el fondo incansable de vuestro carácter

El abanico instalado en vuestro aire de familia
retiene su soplo y vuestro rostro se aquieta
fuera hace entonces frío todas las piedras están huérfanas
todos los puños cerrados todas las cenizas al acecho
cada gota de sol testimonia una voluntad opuesta a honrar vuestras deudas

Parcialmente sentado sobre un filón de alma no me atrevo
a oscilar de miedo a que cielo y tierra rechinen los goznes de nuestra vida privada
si yo os contemplo la noche deposita un sauce en la llanura de los suspiros
si me duermo el viento abre el armario de mi espalda
y deja huir las alas de los verdores

Traducción de  Gerardo  Diego



Vendimia


Un gran viento se ha levantado entre tu espalda y tú
un gran viento armonioso de sorpresas y pámpanos
en el que voy raptado por un celo sin máscara
hacia ese último extravío que un racimo de olvido asombra

La estatua corporal del éxtasis es sacudida
sin embargo porque el sol al cabo de fatigas
no se acuerda de haber quemado tu sonrisa
sólo la niebla que cae despliega sus alas de helecho

El proceder ilimitado de la otoñada desfallece
en los brazos transparentes de un bello curso de mentiras
y el amor reflejado al filo de los adioses se derrumba
labios abandonados concluidos como dos remos

(La única manera de ser dos es creer en tu dolor
dándole un sentido a la tarde que tiembla y se deshoja
como un ramo de azares escogido aprisa en, el destino
de un ser llamado a producir un tierno despojo mortal )

Este mundo reconstruye el crimen de haberte visto
enteramente desnuda
                                              antorcha
                                                                 no domesticada






Verdad capital


Como ala una concesión a la sombra
un gusto definido por los peligros al sol
una vida corta
una reserva prudente

En la escuela de los vencidos el hollín empavesa sus ventanas
el rosal que te ignora ocupa aquí poco sitio
las contingencias se agolpan a la puerta como mendigos
el error se guía por su volumen

La tormenta flaquea en la espera
                                                                    La mía




 

Verdores innatos


Amiga mía eres tierna hasta el delirio
aquí está la hierba que sube por tus piernas
qué llama ligera
puesto que en cada oreja una anémona
la tierra jamás escucha las palabras que uno quisiera
hagamos nacer mariposas suscitando inquietudes
suscitando caléndulas para huir a no importa dónde
no demasiado pero sin embargo
¿no es así?



miércoles, 22 de noviembre de 2017

POEMAS DE TÉOPHILE GAUTIER





(Théophile Tarbes, Francia, 1811 - París, 1872)

El arte


Sí, es más bella la obra trabajada
con formas más rebeldes, como el verso,
o el ónice o el mármol o el esmalte.

¡Huyamos de postizas sujeciones!
Pero acuérdate, oh Musa, de calzar,
un estrecho coturno que te apriete.

Rehúye siempre cualquier ritmo cómodo
como un zapato demasiado grande
en el que todo pie puede meterse.

Y tú, escultor, rechaza la blandura
del barro al que el pulgar puede dar forma,
mientras la inspiración flota lejana;

es mejor que te midas con carrara
o con el paros * duro y exigente,
que custodian los más puros contornos;

o pídele quizá a Siracusa
su bronce en que resalta firmemente
el rasgo más altivo y delicioso;

con la delicadeza de tu mano
descubre dibujando en una veta
de ágata el perfil del dios Apolo.

Huye, pintor, de la acuarela y fija
el color demasiado desvaído
en el horno de los esmaltadores.

Haz que sean azules las sirenas
y retuerzan de cien modos distintos
los heráldicos monstruos sus figuras;

en el lóbulo triple de su nimbo,
la Virgen con el Niño, en cuya mano
hay la esfera con una cruz encima.

Todo pasa. Tan sólo el arte fuerte
posee la eternidad. Únicamente
el busto sobrevive a la ciudad.

Y la moneda rústica y austera
que un labriego ha encontrado bajo tierra,
recuerda que existió un emperador.

Hasta los mismos dioses al fin mueren.
Mas los versos perfectos permanecen
y duran más que imágenes de bronce.

Artista, esculpe, lima o bien cincela;
que se selle tu sueño fluctuante
en el bloque que opone resistencia.


El hipopótamo


El hipopótamo de vientre enorme
suele vivir en selvas como Java,
y allí en el fondo de las cuevas hay
monstruos que no se pueden ni soñar.

La boa que se agita entre silbidos,
el tigre que tan bien sabe rugir,
el búfalo enfadado que resopla;
él sólo duerme o pace siempre en calma.

El kris y la azagaya no le asustan,
contempla al hombre sin darse a la huida,
se ríe del cipayo y de sus balas
que no hieren su piel y que rebotan.

Por eso yo soy como el hipopótamo;
me protege mi fuerte convicción,
armadura que me hace invulnerable,
y así por el desierto ando sin miedo.


El traje rosa


Adoro la túnica rosa
en que va tu hermosura envuelta;
es el tibor de tu garganta;
es de tu cuerpo ánfora esbelta.

Frágil como una rosa thé,
leve como un ala de abeja,
toda te ciñe y te circunda
con rauda caricia bermeja.

A la seda tu piel trasmite
sus estremecimientos cálidos:
a tu piel la seda devuelve
reflejo de carmines pálidos.

-¿ Quién urdió la mágica tela
con hilos de tu carne misma,
en un misterio donde suman
luz, seda y piel un móvil prisma?

-¿Son los iris de la alborada;
o los nácares de Afrodita;
o los rubíes de tu seno
lo que en tu clámide se agita?

-¿Quizá las hebras se tiñeron
en tus corales de pudor,
cuando desnuda contemplabas
de tus líneas el esplendor?

Tú, despojada de esos velos
-soñada encarnación del arte-
ser podrías ante Canova
cual otra Venus Bonaparte.

No sé si eres urna de ónice
donde ávidos goces van presos,
o si lo que tu cuerpo ciñe
es una túnica de besos.

Versión de Carlos López Narváez


Humo


Bajo los árboles hay
una choza corcovada;
con el tejado vencido,
rotas paredes y musgo
en el umbral de la puerta.

Ciega está por sus postigos
la ventana, pero igual
que cuando hace mucho frío
se ve como un tibio aliento
de la casa que respira.

Un tirabuzón de humo
gira en hilillos azules
y así del alma encerrada
en aquel tugurio lleva
noticias frescas a Dios.


Las palomas


En el collado aquel de los sepulcros
una palmera y su penacho verde
se yerguen donde acuden las palomas
a anidar por la noche y guarecerse.

Con el alba desertan de las ramas:
como un collar que se desgrana, vemos
-blancas, dispersas, en el aire azul-
que algún tejado buscan aún más lejos.

Todas las noches es un árbol mi alma
donde se posan con las alas trémulas
enjambres blancos de visiones locas
para echar a volar cuando clarea.
Versión de Carlos Pujol



Lied


Es rosada la tierra en el abril,
como la juventud, como el amor;
y casi no se atreve, siendo virgen,
a enamorarse de la Primavera.

En junio, con un pálido semblante
y el corazón turbado de deseos,
con el Verano de tostada piel
se apresura a ocultarse en los trigales.

En agosto, bacante color cobre,
al Otoño le ofrece sus dos pechos,
con su piel atigrada se revuelca
y hace brotar la sangre de las vides.

En diciembre es la anciana que se encorva,
empolvada de blanco por la escarcha;
en sus sueños quisiera despertar
al Invierno que ronca junto a ella.
Versión de Carlos Pujol


Lo que dicen las golondrinas


Aquí y allá se ven las secas hojas
sobre campos de hierba amarillenta;
desde el alba a la noche el viento es fresco,
éste es el fin del tiempo de verano.

Veo abrirse las flores que conserva
el jardín como un último tesoro:
quiere lucir la dalia su divisa,
la maravilla su dorada toca.

La lluvia en el estanque hace burbujas;
y tienen conciliábulos extraños
las golondrinas sobre los tejados:
¡Ya ha llegado el invierno con sus fríos!

Se reúnen por cientos con el fin
de llegar a un acuerdo sobre su éxodo.
Una dice: «Qué bien se está en Atenas,
viéndolo todo desde la muralla.

Todos los años voy allí y anido en
metopas del mismo Partenón.
En los frisos mi nido disimula
el hueco de una bala de cañón.»

Otra dice: «Yo tengo mi cuartito
en Esmirna, en el techo de un café;
sus granos de ámbar cuentan los hayíes
en el umbral que recalienta el sol.

Entro y salgo, avezada como estoy
a los rubios vapores de las pipas,
y entre mares humosos rozo siempre
los turbanes y feces al pasar.»

Ésta dice: «Yo habito en un triglifo,
en el frontón de un templo, allá en Baalbek;
allí me poso y me sujeto, encima
de mis crías de pico puntiagudo.»

Otra dice: «Sabed mi dirección:
Rodas, palacio de los caballeros;
cada invierno mi tienda se alza allí
en capiteles de negros pilares.»

Y la quinta: «Yo voy a descansar,
pues la edad no permite largos vuelos,
en las blancas terrazas que hay en Malta,
entre el azul del agua y el del cielo.»

La sexta: «¡Hay que ver qué bien se está
en El Cairo y sus altos minaretes!
Recubro con el barro un ornamento
y mi cuartel de invierno ya está listo.»

«Pues yo tengo mi nido», dice la última
«donde está la segunda catarata;
el exacto lugar está indicado
en el psen de un monarca de granito».

«Mañana cuántas leguas», dicen todas,
«nuestra bandada habrá dejado atrás,
pardas llanuras, picos blancos, mares
azules con bordados espumosos».

Entre tanto chillido y aleteo,
sobre estrechas cornisas de la altura,
conversan entre sí las golondrinas
viendo cómo la herrumbre invade el bosque.

Comprendo las palabras que se dicen
porque al fin el poeta es como un pájaro;
pero, ay, está cautivo, y sus impulsos
se rompen contra redes invisibles.

¡Alas quiero tener, dadme unas alas!,
como dice aquel cántico de Rückert,
para volar con ellas hacia el oro
del sol, hacia la primavera verde.



Paisaje


No se mueve ni una hoja,
no hay ni un pájaro que cante,
sobre el rojizo horizonte
de vez en cuando un relámpago;

a un lado algunos espinos,
surcos a medio anegar,
lienzos grises de murallas,
sauces nudosos plegados;

al otro un campo limita
una zanja llena de agua,
y hay una vieja cargada
con un fardo muy pesado;

luego el camino se pierde
entre colinas azules,
y lo mismo que una cinta
se alarga en pliegues sinuosos.


Pastel


No me canso de veros en los marcos ovales,
amarillos retratos de beldades de antaño
en la mano unas rosas quizá ya un poco pálidas,
como es propio de flores de cien años atrás.

El invierno al rozar vuestras frescas mejillas
marchitó lo que en ellas era lirio y clavel,
ahora sólo lucís algún lunar de barro,
y aquí estáis en los muelles, ensuciados, manchados.

Aquel dulce reinado de las bellas pasó;
tanto la Parabère como la Pompadour *
sólo indóciles súbditos hoy tendrían tan sólo,
y en sus mismos sepulcros también yace el amor.

Pero, oh viejos retratos olvidados, aún
os conmueve aspirar vuestra flor sin perfume,
y podéis sonreír, melancólicamente
recordando a galanes hace un siglo difuntos.
Versión de Carlos Pujol


Soneto japonés

Por subrayar, glorioso, de tu frente la albura
el Japón dio a tus ojos su más límpido añil;
la porcelana blanca no tiene la blancura
de tu cuello tan suave como terso marfil.
En tu rostro sedátil suave lampo fulgura;
es tu voz como el eco de las auras de abril,
y cuando te levantas, sonriendo, en mi negrura
eres luna de nácar que me alumbra sutil.
Hay núbiles anhelos en tu mirar de raso;
tu boca tiene púrpura de nubes en ocaso
y es tu nariz risueña la de gentil musmé.
Pareces una frágil sombrilla japonesa
y cerca de ti aspiro, mi lánguida princesa,
algo tan dulce y raro como el olor del té.
Versión de Carlos Pujol

 

Tristeza en mar


Vuelan como jugando las gaviotas;
y los blancos corceles de la mar,
encabritados sobre el oleaje,
sus despeinadas crines dan al aire.

Cae la tarde y una fina lluvia
apaga las hogueras de la noche;
a su paso el vapor escupe hollín
y abate su penacho largo y negro.

Más pálido que el cielo sin color,
me dirijo a la tierra del carbón,
donde reinan la niebla y el suicidio;
-Hace un tiempo ideal para matarse.

Siento ahogarse mis ávidos deseos
en el abismo amargo que blanquea;
se arremolina el agua, danza el barco,
el viento cada vez se hace más fresco.

¡Está tan dolorida el alma mía!
El océano se hincha, suspirando,
y su desesperado pecho me parece
como un amigo fiel que me comprende.

¡Penas de amor perdidas, adelante,
esperanzas truncadas, ilusiones
apeadas de alturas ideales,
podéis saltar hasta los surcos húmedos!

¡Id al mar, sufrimientos del pasado
que volvéis nuevamente para hurgar
en vuestras cicatrices mal cerradas
intentando otra vez que lloren sangre!

Id al mar los fantasmas de mis sueños,
congojas de mortales palideces
en este corazón con siete espadas
como lleva la Madre dolorosa.

Cada fantasma se sumerge y lucha
durante unos momentos con el agua
que lo cubre al final de su voluta
y lo engulle lanzando un gran sollozo.

¡Oh, pesado equipaje, lastre de alma,
tesoros miserables y queridos
hundíos y después de este naufragio
yo mismo os seguiré al fondo del mar!


Último deseo

Hace ya tanto tiempo que te adoro,
dieciocho años atrás son muchos días...
eres de color rosa, yo soy pálido,
yo soy invierno y tú la primavera.

Lilas blancas como en un camposanto
en torno de mis sienes florecieron,
y pronto invadirán todo el cabello
enmarcando la frente ya marchita.

Mi sol descolorido que declina
al fin se perderá en el horizonte,
y en la colina fúnebre, a lo lejos,
contemplo la morada que me espera.

Deja al menos que caiga de tus labios
sobre mis labios un tardío beso,
para que así una vez esté en mi tumba,
en paz el corazón pueda dormir.

Versión de Carlos Pujol

viernes, 17 de noviembre de 2017

POEMAS DE JAMES LAUGHLIN

Resultado de imagen para JAMES LAUGHLIN
(30 de octubre de 1914,Pittsburgh, Pensilvania, Estados Unidos - 12 de noviembre de 1997, Norfolk, Connecticut, Estados Unidos)


 EL DESLUMBRAMIENTO DEL AMOR
Procede frecuentemente
de la llamarada de
la luz, cuando un asteroide
pasa demasiado cerca.
También existe la
radiación más suave
cuando nos separamos
y entramos en el sueño
pensando uno en el otro.
ESTABAS DORMIDA
Cuando me metí en la cama
acurrucándome todo
cual niño bajo la manta
y cuando llegué a tu la-
do con el mayor sigilo
te moviste sin llegar
a despertarte una mano
pusiste bajo mi cara
igual que si sostuvieras
un tazón o un balón.
para Ann
MEDIO A OSCURAS
tu cara sigue siendo muy hermosa
hay una radiación que es diferente
y llega con el sueño me despierto
y acariciando tu mejilla noto
tu aliento entre mis dedos inseguros
tus ojos ahora están cerrados pero
yo sospecho que pueden ver y están
mirando el porvenir y contemplando
el futuro hasta un punto tan distante
como el final de nuestro tiempo juntos.
LA PREGUNTA SIN RESPUESTA
Se hace fácil complacerte
cuando aseguras que entero
tu cuerpo quiere tocar
todo el mío desde la
frente hasta los pies mas ¿qué
pasa con el alma? ¿cómo
dar con el alma? ¿cuál es
su punto? ¿dónde reside?


LA IMPORTANCIA DEL SILENCIO
Porque hay algunas cosas
para las que no hay nombres
no tienes que ponerte
a inventarlos los términos
que tomas de los viejos
poetas son bonitos
para leerlos en páginas
pero los que yo quiero
escuchar y sentir
los únicos que quiero
proceden de tus labios
proceden de tus manos.
LA DANZA DE LA PIEL
Sobre su carne la piel
danza no intentes hablar
de la danza de la piel
no digas nada de nada
quieto sin más siéntela
moverse quieto sin más.
MASILLA QUISIERA SER
en tus manos deberías
convertirme en la perso-
na que tú de verdad amas
yo no tengo espejo para
verme (lo único que veo
es a ti) con esos finos
dedos debes modelarme
como te guste que sea.
ALTAR DEL AMOR
Déjame postrarme ante
el altar del amor deja
que haga una genuflexión
en este lugar sagrado
es inútil que argumentes
que es normal ese fulgor
y común a todo tu
sexo para mí es el punto
justo para el sacramento
el altar donde se cumple
el ritual de los Misterios.
ATRAÍDO POR LA LUZ
Esta cálida tarde un bicho diminuto
volando ha penetrado por la ventana abierta.
Después de aterrizar en mi cabeza, está
explorando mi pelo, haciéndome cosquillas.
Como un buen jain,* no intento matarlo. Criatura
de Dios. ¿No tengo suerte a mis 79
años por conservar bastante pelo para
resultar atractivo a un bicho diminuto?
Tú, a quien ahora estoy dirigiendo estas líneas,
¿sigues pensando en mí allá lejos, en Londres,
tan distante de aquí como te hallas ahora?
Tú sigues siendo para mí la luz.
para Vanessa
* Un jain puede ser un monje o un seglar del jainismo, la segunda religión heterodoxa de la India, después del budismo. Fundada en el siglo VI a.c., esta comunidad se interesa por el ascetismo y la no violencia. Para esta doctrina, basada en un panteísmo pananimista, el mayor pecado que puede cometer un hombre es hacer daño a un ser vivo. Aunque el jainismo prevé su propia desaparición como religión, el poema de Laughlin atestigua su conocimiento en los Estados Unidos. [N. del T.]
UNA SUGERENCIA
Estaría bien que pudieras
dejar de hablar mientras besas
que me encantan los poetas
y sus cataratas de
palabras mas cada cosa
a su tiempo por favor.
DOS CUCHARAS
Hecho ya el amor tenemos
sueño nos acurrucamos
juntos como dos cucharas
adaptada cada una
bien a la otra mi brazo
te rodea está mi mano
sosteniendo tu seno
y puedo sentir incluso
tu pie en los dedos del mío
tu pelo largo se extiende
entre tu espalda y mi pecho
te hablo bajito al oído
aprietas por un momento
mis dedos ya nos dormimos.
EL ESTANQUE PROFUNDO
Quiero que te zambullas en mi vida
igual que si estuvieras buceando
dentro del mar en un profundo estanque
que nada se te oculte aguanta la
respiración y nada bajo el agua
para explorar las grietas una a una
en rocas y coral avanza entre
las plantas submarinas preguntando
a las extrañas criaturas que
te puedas encontrar y que los peces
charlen contigo sobre mí pregunta
al calamar gigante y a la raya
de aguijón venenoso que ellos pueden
darte muchos detalles sobre mí
tal vez algunos no te guste oírlos
que nada se te pase has de saber
cómo era yo antes de tu llegada.
LARGA Y LÁNGUIDA
Una tarde robada entera ante nosotros
sin prisa sin agobios saboreando cada
sensación quizá empieza con una repetida
mímesis de recuerdos de nuestra adolescencia
lo que tú aprendiste del chico de la puerta
de al lado lo que a mí me enseñó la señora
divorciada sin prisa sin agobios cómo esto
de hacer el amor puede después de tanto tiempo
de manera tan vívida retornar todavía
podemos sentir ciertas caricias oír ciertos
tonos de voz incluso rememorar algunas
palabras que cruzamos hacer el amor es
algo acumulativo nada de lo que entonces
fue bueno está realmente perdido pues aún
puede seguir habiendo nuevos descubrimientos
caminitos ocultos dirigidos al goce
sin prisa sin agobios tiempo para poder
dormitar un momento entre abrazo y abrazo
tiempo de bromear también un poco por-
que existe asimismo ese aspecto de lo
ridículo en el acto de copular. Mejor
que todo sea tierno y delicado
y generoso igual que nuestra tarde va
veloz por su camino a la vez larga y lánguida.
ANIMA MEA
Después de que acabamos
de hacer el amor una
muchacha de ojos grandes
y aliento tibio se
puso a hablar de mi alma
silencio yo le dije
silencio y precaución
si tengo alma es tan sólo
caja de vanidades
atada con pedazos
de cuerda estremecidos.
AMOR QUE LLEVA REGALOS
El poeta dispara tantas cartas
a Lucina, como una catapulta,
son tan incomparables sus imágenes…
¡Quisiera él que esto signifique
que habrá una conjunción de corazones!
LA ESTRELLA DEL ATARDECER
Llegaste
como un pensamiento cuando yo
había dejado atrás tanto pensar.
Llegaste como una
canción cuando yo había terminado
de cantar.
Llegaste cuando el sol
acababa de empezar
su ocaso.
Eras la estrella de mi atardecer.
EL FARO
Tú eres mi faro. Incesantes
tus rotaciones irradian
sobre el mar, sobre la tierra.
Por ellas se guían los pájaros
y los viajeros perdidos
en los páramos. Mi brújula
y mi luz, eso eres tú.
MIGAJAS DE AMOR
Tus cartas, infrecuentes
pero dulces y erráticas
en lo que cuentan, son
migajas de amor. ¿Qué
haría yo sin ellas?
Son mi alimento cuando
siento hambre de ti
desde tan lejos. Toma
tu lápiz por favor
tan a menudo
como puedas, una postal
al menos, y no olvides,
las infantiles fotos
en las que estamos juntos
cogiéndonos las manos.
HABITACIÓN A OSCURAS
La noche: habitación
oscurecida para los amantes.
Se fue el sol y con él las distracciones
e inquietudes diurnas.
Ahora estamos a oscuras y tan juntos
como les corresponde a unos amantes.
Cuando estamos dormidos
o cuando despertamos,
no se interpone nada entre nosotros.
Nos calma y nos protege
la oscuridad de nuestra habitación.
Las dos primeras líneas proceden
de «Queja» de William Carlos Williams.
UN LENGUAJE SECRETO
Ojalá yo pudiera conversar con tu cuerpo
sin tantas precauciones. Quiero decir en un
idioma tan sincero como el que su belleza
merece. Por supuesto, cada vez que nosotros
hacemos el amor, está presente allí
la comunicación de la caricia, dedos
sobre la carne, labios adentro de la carne,
pero seguramente tiene que haber alguna
variedad de lenguaje, cuerpo en el otro cuerpo,
que es más profundo incluso que tanta superficie
de contacto, un idioma que aún no he aprendido
o no lo he aprendido lo suficientemente
bien, por más que lo he intentado.
¿Algún día
dominaré ese idioma secreto para ti?

DULCE NIÑEZ
Por qué no pretender que
somos dos niños que juegan
cada uno con el otro
sin comprender de verdad
lo que estamos haciendo, sólo que es
divertido, nos hace sentir bien
y tenemos una urgente
curiosidad cada uno
por estudiar cada parte
del otro. Dulce niñez,
tiempo feliz de la inocencia,
vuelve a nosotros, trae
otra vez una hora de los días
en que todo era tierno y era nuevo.
NUNCA HAY NUNCA
en amor lo que una vez
fue bello puede volver
siempre cuando la tormenta
escampa o se lleva el viento
las nubes no te apresures
ni cierres tu corazón
nunca hay nunca en el amor.
POEMAS DE AMOR CLÁSICOS
EL PÁJARO DEL TIEMPO INTERMINABLE
Tus dedos me acarician como el ala de un pájaro,
lo mismo que las plumas del pájaro que vuelve
cada centena de años a rozar una cima
allá en el Himalaya hasta que está la roca
gastada totalmente, y acabados los kalpas.
Kalpas: en el hinduismo, un eón.
LA LLEGADA DE LA PRIMAVERA
Se acerca la estación primaveral,
¿quién me ayudará a reunirme con mi amada?
Cómo describiré la belleza de la amada
que está inmersa en todas las bellezas,
que colorean todas las pinturas del universo…
-Kabir (1440-1818),
abreviado, traducción de Ezra Pound a partir
de la versión inglesa de Kali Mohan Ghose.
LA GRULLA
¡Fuera, grulla, del jardín!
No le contaste a mi amor,
el príncipe de la playa,
el tormento que padezco.
¡Fuera, grulla, del jardín!
-del Tamil de Shilappadikaram,
siglo III d.C, traducción de
Alain Danielou.
LOS AMANTES
Radha observó al dios Krisna, que la deseaba sólo a ella,
que largamente había querido un devaneo
con ella. Su cara
estaba poseída de deseo. Mostraba su pasión
por estremecimientos de sus ojos brillantes.
Eran como un estanque de lotos con un par
de aguzanieves que jugaran.
-del Gita-Govinda hindú (siglo XII),
traducción de Keyt.
RECUERDO DE ELLA
No puede ser que pase un solo día aburrido
ningún hombre que tenga algún recuerdo de ella,
por ella es el principio y nacimiento de
todo gozo y aquel
que se ponga a alabarla,
por muy bien que hable de ella
¡está mintiendo!
-del trovador Peire Vidal (1175-1205),
traducción del provenzal de Paul Blackburn.
LA VISITA DE EROS
Filodemo recuerda cómo fue:
primero emborrachamos el candil
del dormitorio con aceite. Y luego
lo dejamos que él solo se apagara.
Sabíamos que hay veces
en las que Eros no quiere testigos.
Hicimos uso de la cama, esa
amiga del amante, para que fuera ella
la que nos enseñara los secretos
de Afrodita, las cosas
de las que rara vez nos atrevemos
a hablar.