¡NUNCA!
Bajo la luna de mil jinetes,
como señal para llamar a la colección,
voy, vuelo, jadeante, en libertad,
cabello curvado sobre los negros caballos.
Ciego, loco, no se ve, en la vaga
montículos, el pelotón ofreció por medio de tornillos,
o de las invitaciones chispa casas
la paz, en las orillas de los lagos somnolientos.
¡No, no, no! Sólo brillante, con alas,
hermosa en una terrible belleza,
los comandos de voz y acariciar
llamado el sueño soñado por muchos años.
Allá abajo, allá tenazmente llama
y no el torbellino horda de moscas
crédulos, donde una palabra cruel
extinguir el fuego, el gran deseo.
Es la horrible palabra en lo profundo
abismo que atrae a los codiciosos y golondrinas
quienes cuestionan la magia de la noche
corre a los espejismos que no son del mundo.
¡Pero eso val! pero a quién le importa? - La mente del sueño;
todo es vano! - A quién le importa? ¡Siguiente! yo
con ustedes, hermanos! y estimuló y alentó y estimuló
mi caballo desesperadamente.
LA CANCIÓN DEL ODIO
Él se escapa hacia el mar en las frías sombras de la
noche
una muchacha de mejillas pálidas.
No tiene más lágrimas en los ojos perdidos
pero la gran muerte proponimento.
Allí, entre amigos felices allettan, fácil
triunfos y vanas ama a un núcleo frío
obblioso; se hacen eco de los aplausos
el sonido de sala llena de gente por él.
Fuera de las profundidades, de repente, un demonio surge
y de paso alto en la noche llorando
- Que usted, como un grito desesperado,
la chica muerta de amor en vano. -
da: «Leggenda eterna»
Tomado de:
http://rincondepoetasmajo.blogspot.com/2012/03/vittoria-aganoor.html
Visión
Sé de un palacio con muros antiguos so
triste que parece un sepulcro;
marrón de musgo desde las estribaciones hasta el techo,
abarrotando el atrio de verduras y ortigas.
En el interior, un aura arrugada, recogida en sí misma
ante el focolar desierta y apagada,
sigue para narrar
a leyenda que nadie escucha con acento infantil.
*
Lluvia
Piovea; a través de los ventanales abiertos
a esa tregua de obstinado ardor,
frescas ráfagas se elevan desde el jardín
de hierbas resucitadas y flores resucitadas.
El tumulto de colores se apaciguó
bajo el velo de las gotas imploradas;
y en back to los álamos, los fresnos, los laureles,
los terrones staientos bebían con avidez.
- ¡Ser planta, ser hoja, ser tallo
y en la angustia del ardor (pensé) tan tierno ancho
refresco del cielo! -
En el alféizar de la ventana extendí los árboles
jóvenes,
las flores, las hierbas, miré, miré ...
Y la lluvia me golpeó el pelo.
*
¡Oh muerto! ...
Los transeúntes permanecen en las puertas,
espiando los secretos de las sombras verdes;
pero son las sombras desiertas, y los musgos y las
hierbas
parasitarias que recubren las avellas
recubren el avelli veston la villa sumergida entre los
abetos.
Yo, sentado aquí bajo el pórtico de
donde
mi padre vino solo a las vísperas, miro y me creo una
sombra,
la sombra de un pasado muy lejano que solo
tiene la forma de un ser vivo.
El rostro blanco
entre planta y planta aparece de la Luna, pero la vaga
escolta
de los sueños ya no está con ella; ahora parece
una calavera y con una risa bromear conmigo
parece decirme: - «¿No ves? ¡Yo también estoy muerto!
" -
Aquí está el Ave, el timbre que escuchó,
el mismo sonido… y vuelven los
recuerdos de horas lejanas: días felices,
tardes dulces; una íntima y
evocadora agonía que desgarra el corazón.
¡Oh muerto, de una palabra, de
una palabra! ... Con mi oído extiendo
toda mi alma ... un frío pasa
y la hierba tiembla ... Oh seguro que
me oyes, me hablas ... y soy yo quien no está, quiero
decir.
*
Canción de abril
Una voz canta: - ¡Oh gente dolorosa
, vengo, vengo! Abre
tu corazón a las esperanzas, abre las habitaciones
cerradas
a la carga de rosas que se avecina.
¡Vengo, vengo! Cada desierto y cada
acantilado florece; levanta la cabeza
y sonríe; Vengo para la fiesta
maravillosa, llena de sueños.
Les traigo la promesa de un mayo más constante y luminoso.
¡Oh
corazones tristes, o descuidados, o derrotados, o no
amados,
o humanidad vacilante, valor! -
*
Tentación
Sobre el rugido del torrente, incliné
la cabeza desde el acantilado oscuro,
quemado por mil arroyos,
y pensé: - ¡Qué entierro ideal
en esos abismos, eternamente vivo
con animadas olas de voces y tormentas!
¡Entonces, así cantar
con una voz más poderosa
que los torbellinos a través de los bosques,
con el correr del mar!
Pero luego que busca en vano esta
alma mía, para estallar en un clamor
soberbio, que sacude los abismos y los picos, se
desvía
entre los altísimos acantilados de la palabra;
entonces que el pasaje sublime
no se abre, y en olas claras
y fuertes, las rimas no estallan
rugiendo de gloria hacia el mar;
de la roca resonante
para las bobinas cubiertas de musgo
mejor como gota caer en el fondo, perderse, faltar
! ...
*
En camino
Caminaba delante de mí, inclinada, con un bebé
en el cuello, y el bebé detrás de ella miraba, con su
rostro regordete y su halo
rizado extendido, hacia arriba en el húmero del ava.
¡Oh tribuna fresca, oh viejo homero! Como
un muro ruinoso Pueblo y
las almenas
, una rosa si se eleva desde el parque cerrado y hacia
afuera apunta, riendo.
*
En coche
¡Calle! ¡Calle! ¡Sube con nosotros el vértigo
del triunfo! Volemos al desconocido
malicioso domain de los torbellinos
, señores del tiempo y del movimiento.
Detrás de nosotros, en el polvo abruma la
expectativa y el tedio, el triste recuerdo
; ¡Calle! ¡Calle! no más limites
a nuestra conquista soberana.
Detrás de nosotros las horas, lentas de
ansias ansiosas, los fantasmas ciegos de la
ociosidad perezosa, el éxtasis vain. ¡Calle! el alma
del futuro más allá de los pelaghi migratorios.
¿Nos desafía la tormenta? No es tímido,
nos veremos en la discapacidad.
Ganaremos huyendo más rápido
que las nubes, la hora, el viento.
¡Vamos, más rápido, más rápido! persiguen
sombras fantasmales; Veo que las
manos de ganchos amarillos se levantan, se
estiran para tirar de nosotros detrás de nosotros.
¡Empújalos hacia atrás, hola! Son los pálidos
cuidados, infestados de
valiente temperamento, que todo audaz vigor nos envidia:
¿seremos sus esclavos para siempre?
¡No, larvas satánicas! y si el
nuestro no puede ganarte, el destino se
burlará, con nosotros arrastrándote
a la muerte, a la muerte, a la muerte.
*
diciembre
Aquí y allá, en el campo,
las ramas de las plantas agotadas se levantan hacia el
cielo.
Está lloviendo; se cierne sobre la vasta soledad
desolada, el silencio.
Sobre la desierta inmensidad del alma llora a
veces la lluvia tan silenciosa;
brazos humanos
extendiéndose así al cielo a veces, y mundos y
suplicantes.
Tomado de:
https://alessandria.today/2019/02/25/dieci-poesie-di-vittoria-aganoor/
Temor
Muy bien, moriré, mi espíritu es fuerte.
Pero, para confesar la sagrada verdad,
hay algo que temo: temo que la muerte también,
dejándome ir al otro lado,
quiere jugarme una mala pasada:
lágrimas ardientes caen sobre
mi cadáver helado, y alguien
cubre el féretro con flores
por vano celo, y en amorosa multitud, los
amigos son arrastrados detrás de mi ataúd.
Temo - apenas en la tierra
del cementerio - cambiar
en una sombra querida, objeto de amor preciado,
y sobre mi piedra derramará plenamente
lo vivo que mi corazón hambriento pidió
siempre en vano.
(traducido del
italiano por Brenda Webster)
Tomado de:
https://www.thereader.org.uk/featured-poem-fear-by-vittoria-aganoor-pompili/
Búscame, te veo, inclínate
Búscame, te veo, inclínate
ante tu clave, tus pequeñas y dulces
canciones de los primeros años, escuchadas a la sombra
de las palmas y en las hermosas y doradas;
o las fiestas, las oraciones, el sueño luminoso
que nunca se olvida, oigo que la
infancia narra, florece en el sol
de Asia, allí, entre las blancas columnas
de su soberbia morada, en el viento
de tu mar salvaje, dentro de los
bosques intactos, con los acentos solemnes,
hablo de Dios
te encantaron las flores,
María: los mechones oscuros de los
sicomoros fragantes y las glicinias, que tenían
para ti palabras y canciones, y un
parentesco secreto con tus sueños y los
éxtasis mudos de tus dulces y atentos ojos.
¡Cuánto soñamos y cuánto lloramos!
¿Te acuerdas del olor a madreselva
allí en el jardín, de las noches de verano
allí en el jardín, de las noches de verano
bajo las estrellas que llovieron rayos
y promesas y suspiros? y el plenilunio que nos vieron,
muchachas jóvenes, alegres y hermosas, allá abajo,
dentro de la lenta
góndola, camino a la laguna; y las canciones
del viejo poeta (a las que él deleita
¿Estuviste entre todos nosotros) la voz y el verso
resonante, que a nuestras almas listas bajaron al
despertar visiones y a
latidos del corazón encendidos? ¿Recuerdas los primeros
estudios,
los serenos triunfos, la alegre
luz y las manos que nos extendieron a nosotros, a
quienes íbamos, la frente aguda y precisa
de la juventud real, conociendo
el futuro?
Tomado de:
https://diario-nco.com/cultura/de-hoy-y-de-siempre-vittoria-aganoor/
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