SANTIAGO DE COMPOSTELA
El granito es la piedra
de la iglesia y la lonja,
a excepción de los mármoles
donde fulge el pescado:
la robusta mujer
que gobierna el lugar
pelea con un congrio vivo
que extrae del acuario:
lo vemos serpear,
escurridizo, entre sus manos,
se agita y culebrea
hasta saciar nuestra curiosidad,
luego ella lo arroja
de nuevo al tanque y saca
(hurgando más abajo
en la escala del ser)
una lamprea, toda boca
circular y ojo inevitable:
desafiante, el monstruo
se libera y apresa
de una sola embestida
un pez tendido sobre el mostrador
con su ventosa primordial,
precisa como
Santiago Matamoros,
vieja como el granito.
MUERTE DE UN POETA
i.m. Ted Hughes
Fue una muerte lo que nos trajo al sur,
por una autopista que no existía
al nacer la amistad que la muerte ha cerrado.
Con qué delicadeza se tiende ahora la muerte
sobre los intercambios y condados
de esta Inglaterra nuestra,
radial y ensordecida. Veo a un hombre
emerger de una tienda junto a un prado,
dando la espalda al tráfico, abarcando los amplios
llanos de Sedgemoor como si la historia
los hubiera evitado, en el ancho silencio
creado por las llantas percutientes.
Los robles se incorporan entre sombras tempranas.
El sol muda la sombra de sus piernas
en largas tijeras que se abren paso
por un nuevo sembrado, recortándole.
Y los ríos de Hardy —Parret, Yeo, Tone—
derraman su caudal a nuestro paso.
Luego, ya en la campiña remendada de Devon,
será imposible predecir el modo
en que Dartmoor emerge de una bruma
tan móvil como densa. Sin aviso,
el sol prende en los campos,
anticipando esa otra unión y entrada
del fuego en el cuerpo, el cuerpo en el fuego,
que borra los contornos y disuelve
el sello y simplificación de los límites humanos.
La multitud se esparce en torno de la iglesia
y sigue con los ojos la lenta procesión
del coche funerario, al pairo por las calles
de la nada final. Una malla de sendas
enreda nuestro adiós y pone un cerco
de setos repulidos al deseo
de nuevas primaveras. Apenas queda tiempo
para rememorar las sendas o la costa
que oyeron nuestros acentos dispares
contra un aire avariento de sonidos.
Debajo de nosotros, por las radas de Hartland,
los pequeños halcones se emplumaban de luz
sobre las infinitas metamorfosis de las aguas.
Las huellas de la voz se desvanecen
antes que las pisadas; mas su eco
late aún, se prolonga en el oído.
Buscamos la autopista que es Inglaterra ahora.
El espejo de bronce de la luna,
clausurado por nubes súbitas,
entra en la opacidad. Y la hilera de robles
que lanzaba al amanecer sus sombras
es ya una larga sombra a nuestra vuelta.
(traducciones de Jordi Doce)
LA REALIDAD HA DE SER BUSCADA, NO EN LO CONCRETO,
sino en el espacio articulado:
La costa, por ejemplo,
Expandiéndose de muro a muro;
La voz del mar
Rompiendo el silencio desde el silencio.
(traducción de Marcelo Pellegrini)
NADA
No pasa nada
Una gota de agua
Se dispersa sigilosa
Una telaraña se disipa
Contra este espacio vacante
Un pájaro atolondrado
Podría probar su voz
Pero no hay pájaro alguno
En el suelo trillado
Aun mis pasos
Son más pulsación que sonido
Al regreso
Un poco borracho
De aire
Saber que
Nada
Está pasando
TODA LA TARDE LAS SOMBRAS HAN ESTADO CONSTRUYENDO
una ciudad propia de las calles,
corrigiendo con cuidado las perspectivas
con diagonales oscuras, y reduciendo
veredas a plataformas, franjas de luminosas
escalerillas, como si fuera un barco
esta contra-ciudad. Pero los inclinados, negros
encabalgamientos como escaleras para asalto
trepan a las fachadas y las atan a la tierra,
confunden salidas para incendio que ya están enredadas
en vapuleadas ambigüedades. Tocas
las movedizas formas para saber cuál sitio es cuál
y te tiznas un dedo con ceniza del tiempo
que sopla a través de ambas, la sombra en la penumbra
y en la luz, que recorre los caminos
para agujerear las paredes, elevarse por patio y
escalera
y deslustrar el pináculo azteca del Chrysler.
DESDE LA AUTOPISTA
Las gaviotas se amontonan para comer de la basura
que se descarga, camión por camión,
sobre un montículo que tres carreteras
han aislado:
cuando las semillas se hundan y se enreden
este abono movedizo donde las gaviotas
rebuscan el sustento invernal
se transformará en cerro -para los halcones
un terreno de caza, pero no tendrá nombre:
jamás nadie irá allí. ¿Cómo
lo recuperaremos, una forma que nos pertenezca?
Ya que no engendrará fantasmas
sino sólo -bajo la zambullida e inspección
de las alas del halcón- los huesos de pequeñas presas,
su resplandor de sodio en las tardes de invierno
inaccesible como el Edén…
SOBRE EL REFLEJO
A volar la gravedad —
Basta pararse de cabeza y ver
cómo el reflejo
en la calle anegada
es mucho más veloz que los dos pies
que se desprenden de esta imagen desdeñada
rumbo a la prosa de la acera.
Y sin embargo cómo
los barrotes que guardan las ventanas
con cada cuadro iluminado
y las rendijas de las puertas tras la tromba
aún dan firme testimonio
desde el lugar donde se elevan todas
estas ambigüedades,
y cómo harían escarnio de ellas
frente a sus propios ojos.
Ahora que has mirado de cabeza
puedes nadar en la firmeza turbia
que a diario te rodea,
y luego regresar, también nadando,
en estado sólido,
pues sin polaridad
¿en dónde están la prosa, la poesía?
DICIEMBRE
Constancia de la escarcha, cada vez
más blanca, más helada. Parecía
que el fulgor salino de los cristales
hubiera transformado la esencia de las cosas
al cubrirlas: tus pasos cruzaban aquel mundo
como si de un momento a otro fuera a romper
en campanas de vidrio, o en helados vibráfonos,
y la luz golpeaba las colinas inermes
y les daba relieve: alineados
en lo blanco, los árboles mostraban
nervios de taracea, mínimos, irreales,
y el sol daba de pleno en su leve armadura
que pronto, en una sola tarde, se desharía.
Tomado de:
https://www.vallejoandcompany.com/el-espejo-de-bronce-11-poemas-de-charles-tomlinson/
‘Asolo’
Fuentes, columnas de caliza, pórticos
en sombra que resuenan como pozos,
y ante el cielo el negror de los cipreses:
Browning los trajo de Toscana
para que supieran del sol
último de la tarde. Las terrazas
no sabrían marcar una ladera
con más exactitud que estas hileras,
y, cuando el sol se pone detrás de ellas,
una a una le ofrecen sus peldaños
para que afirme su descenso, su desaparición.
Basta pararse de cabeza y ver
cómo el reflejo
en la calle anegada
es mucho más veloz que los dos pies
que se desprenden de esta imagen desdeñada
rumbo a la prosa de la acera.
Tomado de:
https://letraslibres.com/libros/charles-tomlinson-1927-2015/
PARA NŌRIKŌ
Mientras miraba las flores del cerezo
pensé en los rasgos de tu caligrafía
cabalgando en el aire de la página
sobre la que oscilaba tu pincel: trazo a trazo,
un repentino florecer de caracteres,
de signos vivos, surgidos de la nada,
como si el pliego fuera, a la vez, rama y aire.
Pero si tu escritura se parecía a un árbol
desplegando sus pétalos, ¿qué decir de tu arte,
cuántas generaciones fluían por tu brazo?
Hubiera asegurado que tus ágiles toques
irradiaban la vida que había en ti y en otros.
Retirado el pincel, el texto aún ondea
en la luz indecisa, en este vacilante
invierno inglés que a medias entra en la primavera.
CAMPOS DE CASTILLA
i. m. Antonio Machado
Las cigüeñas, de nuevo en estos campanarios,
nos dicen que el invierno se termina. Este año
se quedaron, pero el sol de diciembre,
que es reflejo de su blancura, no puede hacer
que los meses se esfumen, suspensos entre
las ceras de esta escarcha, su deshielo brumoso,
y el regreso del verde a lo que ahora
se nos muestra desierto. Las encinas,
como las cepas, crían presencias color pardo;
los campos, que parecen en barbecho, yacen tranquilos
y arados sobre el grano que pronto ha de inundarlos…
pronto, esto es, para las estaciones giratorias
y las altas cigüeñas, con su longevidad por delante,
que ocupan ciudadelas de ramas apiladas sobre Castilla.
Alcalá de Henares-Toledo
Tomado de:
https://letraslibres.com/libros/charles-tomlinson-1927-2015/
Cézanne en Aix
Y la montaña: cada día
Inmóvil como fruta. Y diferente
De ella también
-Por lo irreductible, pues
Ni es parte de lo delicioso
Y por tanto cuestionable
Ni (como al modelo) le distrae
Su propia pose y es, por tanto
Doblemente cuestionable: no
Posa. Es. Ignorante,
Inalterable, una cabeza de puente
De piedra hacia lo que es tangible
Pues no se sintió antes. Ahí,
En su peso curtido por la intemperie,
Su silencio silencia, una presencia
Que no se presenta a sí misma.
En Connecticut
Blancos, estos pueblos.
Blancas sus iglesias sin altares. La primera nieve
cae a través de un cielo blanco, grisáceo
y la blancura en las ramas
del abedul se hace más blanca
contra el gris. Blanca
la línea de columnas (cada una
de ellas es un solo árbol), las paredes
sin esculpir. "Esta parroquia fue creada
en 1741. En 1742,
la Asamblea General de Connecticut
se anexionó por decreto este territorio
que pasó a llamarse Judea".
El sol pasa, los olmos
lo invaden como sombras de encaje, luego
sale de nuevo. Blanco...
"Tenemos un buen cura. Es un cura
en la iglesia, y un hombre fuera" -pronunciado
sin sombra de duda, con la misma seguridad
que su invitación, cuando
inclinándose, asomándose
por la ventana mientras la limpiaba
había dicho: "Tenemos la puerta
siempre abierta".
Tomado de:
https://campodemaniobras.blogspot.com/2021/10/charles-tomlinson-dos-poemas.html
San Carlo ai Catinari
"Una orquesta de ángeles
aletea en la piedra
y se posa en el borde
del domo, entonando alabanzas
en honor de Santa Cecilia.
Admiro, sí, esta escena
extendida sobre mis ojos
por su solidez: tales
presencias no son sombras
sino carne y piedra interanimadas.
Y si fuéramos ángeles
podríamos oír, sin duda,
su música silente,
hecha cuerpo
en la sustancia de otra esfera...
Una esfera que los sentidos
penetran, aunque raramente,
mientras reúnen pruebas
aún más palpables
del porqué de nuestro deleite.
Pues qué supone el cielo
sino el aumento y cuidado
de nuestras afinadas facultades,
atentas al servicio y la alabanza,
hechas a semejanza de aquel alto consorte."
Tomado de:
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