miércoles, 6 de junio de 2018

POEMAS DE MANUEL ORTIZ GUERRERO


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(16 de julio de 1897, Villarrica, Paraguay - 8 de mayo de 1933, Asunción, Paraguay)


SUSANA


(A mi madre)

Cuando niño, me han dicho que tenía
Mi madre la elegancia del bambú
Regalando frescura y melodía. . .

Yo jamás conocí la madre mía
Qué habrá sido inefable como tú.

Desdichada de amor, ella habría sido
Azulada torcaza de ITAYBÚ
Que con pajas de olor me tejió el nido.

Y. . . se murió de sed cuando he nacido.

Susana se llamaba como tú.

Los ojos de un azul inigualado,
Tajadita la boca de URUCÚ,
El cabello en resol, todo rizado . . .

Yo nunca a mi mamá, nunca he mirado,
Quién sabe ... si ... quién sabe no eras tú.

La ilusión, con piedad siempre infinita.

Le dio a mi desnudez chal de tisú ...

Yo no aprendí a decir: "papá" "mamita",
¡Y hoy mi madre en tus ojos resucita!
¡Te reconoce el alma! ¡Tú eres tú!
Huerfanito de luz, ciego del arte
Me dio miedo el gemir de URUTAÚ.

¡Tuve miedo de noche al no encontrarte!
Mamá: mi corazón se parte,
Cántame el arrorró que sabes tú".
(1931)

ROGACIÓN (1)


Eterna Esperanza todopoderosa,
Madre del Ensueño, del Dolor esposa,
Tutora inefable de los mutilados y ciegos de amor;
Perpetua abogada de los afligidos,
Las tristes princesas, las rosas, los nidos
Que en esta cruzada de vida y de sueño te claman favor.

Nos, los tus ahijados, madrina Esperanza,
Tañemos la grata lira en tu alabanza:
Ceñidas las frentes de espinas y rosas, bendecímoste.

Y gloria a ti sea durante que exista
Un beso en el mundo, un lirio, un artista,
Que lleve en el alma como un solitario diamante, la fe.

Naciste en la cuna del hombre, Señora,
Y siempre aliviaste sus hambres de aurora.;
Tú diste a las aguas del Ganges sagrado tu azul bendición;

Por ti florecieron Bagdad, Babilonia
Y Nínive y Tiro, también Macedonia,
Y Menfis, la ilustre, la Tebas radiante, la altiva Sión.

Tus trenzas celestes mojaste en el Indo,
Besaron tus sienes olivos del Pindo,
Las palmas de Egipto, los mirtos del Asia, de Epiro el laurel;

Remaste cantando con los argonautas,
Al son jubiloso de liras y flautas,
Y, Cólquida siempre, las manos de Fidias llevaste al cincel.

Cuando discutían los sabios de Atenas,
De túnicas largas, sedosas melenas
Y lenguas floridas con ellos Tú estabas bajo el Partenón:

A Homero, el divino señor de las griegas
Cigarras de oro, vendaste las ciegas
Pupilas y entonces, de siglo a otro siglo voló su canción.

Posaste en el Lacio donde, de topacio,
Zafiro y diamantes tuviste un palacio,
Que alzaran tus novios Virgilio y Horacio y Ovidio Inmortal.

Temblaste en Pompeya de horror al estrago,
En Roma venciste, lloraste en Cartago;
¡Tú viste las flores enormes y extrañas del bien y del mal!

Del Puerto de Palos de histórica arena,
Soplaste tres velas, de largas antenas
Que invictas llevara por sobre los mares tu nuevo Jalón:
Tú misma una tarde mostraste el señuelo
De blancas gaviotas marinas en vuelo ...
¡Y fue un nuevo Mundo, la aurora siguiente, que diste a Colón!

Perpetuo celaje de la lontananza,
Aquí renovaste, Señora Esperanza,
La Cólquide tuya, tu Hespérides misma, gracias tu virtud.
Tuviste, "Eldorado" que el sueño arrebata,
Tu "Sierra de Oro", tu "Río de la Plata";
Con Ponce tuviste la "Fuente imposible de la Juventud".

Por ti una danzante legión de quimeras
Se va por el mundo tras de tus banderas
Regando el efluvio de las primaveras por sobre el erial;
Por ti se padece, por ti se combate,
Se llora y se canta, se sueña y se late:
¡Por ti estos capullos de rimas, en fresco manojo floral!

Invicta eres, Fénix de sonambulismos,
Triunfante apareces sobre los abismos,
Igual que la luna, te levantas ... creces ... hostia de ilusión,
Y como la luna también, languideces ...
Te adelgazas ... ¡mueres! ... ¡si mueres cien veces!
¡Las cien, y mil veces! Siempre resucitas en el corazón.

Pues bien, Esperanza, todopoderosa,
Madre, del Ensueño, del Dolor esposa:
Rodando en el río de las multitudes que vienen a ti,
Oscuro trovero de amor también llego,
Las vívidas brasas del verso y del ruego,
Señora, en los labios ... No vengo a pedirte favor para mí.

Si todo he perdido, nada desespero.
Fue allá en un recodo del grato sendero,
Clavóme su acero feroz Infortunio, Señora, a traición:
Torpe bandolero, rompió mi florero

De lirios celestes ... ¡Robóme el lucero!
No tengo ya nada sino esta bandurria de trémulo son.

Que a mí me taladren la peste y duda,
Y aunque acribillado viva sin tu ayuda,
No importa, no importa con tal de que alcancen otros tu merced;
Bendita Esperanza: yo vengo a implorarte

Por los que en el vasto Sahara del Arte,
Cargado de ensueños y exhaustos de fuerzas, se mueren de sed;
Por los cincelistas fogosos y raros
Que un día iniciaron la marcha hacia Paros,
Y desatinados vagan para siempre por el Boulevard:
Las brochas cargadas de un cárdeno intenso,
Y van por seis lustros que esperan el lienzo,
El lienzo inefable que nunca, ya nunca podrán realizar:

Por el nocheriego violín que desate
Su lluvia de perlas en la serenata
Cuando tartamudo sus versos de oro recita el flautín;
Por los que vertieron su acíbar secreto
En el venenoso panal de un cuarteto,
Dejándonos toda su herencia divina de sueño y de esplín.

No es cierto, Señora, que en el mundo ha muerto.
Tu luz, ni tu canto, no es cierto, no es cierto.
Ceñidas las frentes de espinas y rosas bendecímoste.
Y gloria a ti sea durante que exista
Un beso en el mundo, un lirio, un artista
Que lleve en el alma como un solitario diamante, la fe.
(1). Premiada en los "Juegos Florales", de Posadas (Misiones),
República Argentina; el 12 de octubre de 1925.


 CANCIÓN DE ENSUEÑO


El verso puro de fragancia suave
Con un desmayo sensual me gusta;
Mezclo en mi canto la canción del ave
Con la del bosque de cadencia augusta.

De noche en mi jardín, hace retreta
Parlero surtidor, perlas en fiesta,
Y el nardo y el jazmín y la violeta
Preludian, muda, una olorosa orquesta.

En mi ventana abierta junto al cielo
Y llena de un azul de lontananza,
Vienen querubes a cantar, en vuelo,
Una inmortal canción a la esperanza.

Algún fracaso de mi buena suerte
Bendigo por el bien; nunca me asusta;
Que el beso frío de la misma muerte
Halle en mis labios la canción robusta.

Seda de ensueño que bordé, de viaje
Por el imperio azul de la quimera,
Son mis estrofas; se dijera: encaje
De tibios besos en mi primavera.

La flor sangrante del, martirio llevo
Puesta en mi ojal sobre mi pecho izquierdo,
Y así, soñando con un canto nuevo,
Entre la espesa multitud me pierdo.

Canta la abeja en el vergel florido
Empapada de miel y polen tibio;
Yo que soy del dolor fatal ungido
Hallo en la estrofa mi mayor alivio.

Bajo mis sauces de canción doliente
Vive una virgen beatitud pagana;
El mundo necio, la creerá serpiente,
Una serpiente de cabeza humana.

Ebria gaviota sobre el mar en vuelo
Sobre París y sobre Grecia avanza
Audaz v lírica, esa es mi anhelo:
Loca gaviota que a la mar se lanza!

La frente al sol y con la herida al viento
Paso cantando indiferente al premio,
Vive en mis labios, con mi propio aliento
La rubia estrofa de un marqués bohemio.

No matarán las nieves tantas flores
¿Que ha alimentado la locura mía?
Y mis vigilias, como mis dolores,
¿Daranme tiempo y sueños todavía?

Mi juventud parece que ya mengua
Y aún duerme intacta la secreta lira,
La palabra inmortal calla la lengua
Y atrás la noche contra mí conspira.

Lento maduran del ideal los frutos
¡Hombro mío: tu cruz carga y soporta!
Que en el dolor son vastos los minutos
Y para el bien, la vida siempre es corta.

Ignoro el metro y la cadencia loca
Para la estrofa melodiosa y trunca
Que hay en mi boca y morirá en mi boca
Porque su ritmo no he de hallar ya nunca.

Porque no tenga mi canción acento
No espere el mundo que me desespere,
A impulsos de alas viajaré en el viento
Y he de ser cisne que cantando muere ...

RAIDA POTÏ


Rumbo a la espesura, donde la fontana
Late en el silencio como un alma humana
Que padece a solas inconfeso mal;
Donde, la insinuante voz de la torcaza
La húmeda tristeza de la tarde pasa
Cual si fuera un largo lírico puñal.

          -La fuente es la fresca sangre de la tierra
          Que baja del áurea vena de la sierra
          Y llora escondida detrás de un zarzal;
          Es fuente una limpia, sonora hemorragia
          De música y sueños, de perlas y magia
          Que sangra con una paciencia eternal.-

Sobre el raso verde de fragantes pastos,
Propio para blancos corderitos castos
Que fueran de viejos magos guaraní,
Como una escapada ninfa tentadora
Con sus pies, de lirio húmedo de aurora,
Corre hacia la fuente la "RAÍDA POTÏ".

          En campos de luna dos negros anfibios
          Flagelan sus hombros de mármoles tibios
          Dos trenzas, más negras que antenas del mal,
          Y hay en su peineta piedras incrustadas,
          Como parpadeantes pupilas aguadas
          De estrellas enfermas, en noche otoñal.

Sus dedos de rosa, que oprimen anillos
Que fueran de Persia cuajados de brillo,
Destilan doradas gotas de "EIRETÉ";
Sus pies, transparentes como alas de sueño,
Podrán, sobre el hilo de un verso guaireño,
Llegar a la luna, viajeros de fe.

          Dos conos de nieve, de jazmín y lino,
          Cúpulas labradas de témpano andino,
          Colinas de armiño, luceros "REÑÓI",
          Semejan sus senos de suave opulencia,
          Que van titilando como con cadencia
          Bajo los encajes del níveo "TYPOI".

Azucena humana, más blanca que plumas
De paloma blanca; con temblor de espumas
Su cuerpo prestigia tenue ÑANDUTÍ;
Rival de la noche por sus negros ojos,
Del clavel de España por sus labios rojos ...
Pasa y queda el viento "JHYA-CUÄ BÚ-REÍ".

          ¿Dónde va la ninfa? Temo la roben
          Los gnomos del bosque; ¿no estará algún joven
          Sátiro, emboscado tras del matorral?
          Será que la virgen no tiene sospecha
          Que haya una serpiente que espera y acecha
          Dentro del secreto del tembladeral?

Bajo sus guayabos de suave fragancia
No vendrán a amarla los grandes de Francia?
¿Qué manos labriegas han de destrenzar
Esa cabellera negra cual la envidia?
Y si el amor mata de sutil perfidia
También esos ojos tendrán que llorar?

          Cual paje obediente pagado en sonrisas,
          Le tiende la hamaca movida por brisas
          Bajo de los frescos naranjos en flor?
          Junto a su ventana, qué amante guitarra
          El alma sonora de un canto desgarra,
          En manos de un dulce trovero de amor?

¿Un artista joven no vendrá algún día,
Tejedor de aromas, trinos Y armonía,
Para ver la criolla reina sin rival
Habladora en lengua de esparcido ungüento,
Con rumor al suave secreteo del viento
Que va suspirando bajo del rosal?

          Va con el nervioso ritmar de la ola.
          Al viento la rauda mantilla española
          Que cubre su espalda de limpio marfil;
          Rumbo a la fontana que en la tarde llora,
          Con sus pies, de lirio húmedo de aurora, Pasa ...
          sobre el césped la "RAIDA POTÏ".


LA GUITARRA DEL DESENGAÑO


Solloza la prima
y el bordón rezonga,
dúo en cada rima
la morena ponga
y el trovero gima
la cruel milonga:
"tu buena
garganta
me encanta
morena;
me llena
de pena
serena
tu trino
de ave
divino,
suave,
q'canta
la "loca"
y encanta
tu boca;
dúo en cada rima
la de roja boca ponga,
que solloza de pena la prima,
q'ronca de llanto la sexta rezonga
y el dulce trovero canta la milonga
de la loca desnuda y doliente
la que de fiebre y delirio
quiere la esplendente
estrella, sea lirio
para prenderla a su frente;
Dúo ponga la boca escarlata
que dentro de la guitarra sensitiva
llora y canta a solas, de añoranza una cautiva
princesa de otros tiempos, a quien de a poco el amor mata
en las noches de luna, cuando, con una ciencia grata
las cuerdas doloridas el trovero desgarra ...
Pero, ¿qué pasa a la guitarra sensitiva?
De súbito, una voz blasfema al ignoto
y dice: aparta de la guitarra
tu boca, morena, ¡aparta!
de dolor se ha roto
la cuarta.

SU BOCA


Moscatel en racimo que encontró mi apetencia:
Diviniza mis labios su inefable merced;
Mi sandía escarlata de madura excelencia
Que el verano codicia: cántaro de mi sed ...

Limosna de mi fiebre, mi pozo de frescura,
En donde se zambulle desnuda mi ansiedad;
Fuente de los milagros que me lava y me cura
Mi perpetua locura de voluptuosidad.

Camarín purpurado, gruta de terciopelo,
Donde mora su lengua, mi júbilo en panal,
Mi penuria en azúcar. ¡Oh rojo caramelo!
¡Que chupo, chupo en sueños, golosina eternal! . . .

Contagióle el tramonto su sangrienta agonía,
Y en cien noches de besos no acabó de sangrar:
Y después de diez años ¡derrama todavía
En mi boca el almíbar con que puedo cantar!...


JAMÁS


Princesa de ojos negros con un fulgor de acero
que en mi cielo custodias una estrella de fe:
me aguardarás tres meses, un año, un siglo entero,
¡eternamente! En vano, que ya no volveré.

¿Recuerdas la partida del pálido viajero,
con el morral de ensueños, que para siempre fue?
Moría el blanco cirio del último lucero
de aquella azul mañana que nunca olvidaré.

Era el último instante de aquellos dulces días,
de nuestros caros sueños ... Albina: no sabías
     que sin volver a vernos, "por siempre" cerrarás

aquellos ojos negros con un fulgor de acero,
que has clavado en el alma del pálido viajero
que partió una mañana para no volver más.

DELIRIO DE PIZZICATOS


          Serenata grata,
          Mi verso perverso
Preludia en tu puerta ¡Despierta mi amor!
          El encanto canto
          De la bella estrella
Que con su luz baña tu pestaña en flor.

          A la rosa hermosa
         Tu mejilla humilla,
Que no habrá cual ella bella en el jardín;
          Que linda la guinda
          De tu boca loca
¡Para golosina, divina y carmín!

          Si ríes, deslíes
          Perlada cascada
Y oloroso ungüento, al viento al pasar;
          Tesoro sonoro:
          ¡Tu risa! la brisa
Lleva en serpentina fina., sin cesar.

          En su canto un tanto
          Delira la lira
Por darte su ignota nota mi sentir.
          ¡Despierta! En tu puerta
          Clama quien te ama.
¡Sellada, esculpida vida, tu vivir!

          Piensa tu inmensa
          Pupila tranquila,
En un país vago de halago y canción.
         Y sigue, persigue
         Vuelo de un anhelo
Tu vista serena, llena de ilusión.

          Tu pecho se ha hecho
          Con pomas de aromas:
¡Oh, las dos manzanas sanas del amor!
          Escultura pura,
          Norma de la forma:
¡Tu cuerpo! Armoniosa rosa blanca en flor.

          La llave suave
          Que abra a palabra
Tu portón prohibido, pido que me des;
          Que entre y encuentre
          Reposo, alborozo;
Que a probar tu uva ... me suba después.

          Tu parra, se amarra
          Con lazos de abrazos,
Maduros racimos de mimos, ¡tu ardor!
          El vino divino
          ¡De tu viña, niña!
¡Es más que la muerte fuerte de sabor!


 EL PIANO


En una caja enorme, de un ébano pulido,
Para que su amorosa locura tenga fin,
Sus padres la encerraron, del novio dolorido,
La virgen del Danubio que enloqueció en el Rhin.

El novio ha perforado la cárcel y ha podido
Hablarle, en una clave pulsada, de su esplín,
Y. . . ella, desde adentro, ¡llorando ha respondido! . . .
(Fue ésta la cautiva que subyugó a Chopin.)

De aquella triste caja de corazón humano
Copióse el primitivo modelo del piano
Que el mundo hoy multiplica como una devoción.

Para evocar los ecos de la infeliz cautiva,
¡Apenas! Si es bastante como una ofrenda viva,
Que el atril, clavado., sangre tu corazón.

JOVITA HA MUERTO

... Por la calle quieta bajo un cielo sin manchas y un lánguido sol de junio, lentamente, un espléndido cortejo pasa. En las frentes desnudas hay un reflejo de tristeza rara. Limpios caballeros trajeados de negro, portan a pulso un fúnebre cajón. Los rostros van muy pálidos y las pestañas húmedas, brilla la mañana clara saturada de perfume. Paso a paso el cortejo se encamina como sobre terciopelo, sin ruido, y hasta los pasos parecen meditar. Los cuerpos se inclinan como si llevaran un invisible fardo, tal vez de dolor o de ternura, o como si los corazones, cargados de sentimiento, pesaran demasiado, obligando a caminar en silencio, con el cuerpo inclinado y muy despacio ... La enorme comitiva pasa por la calle quieta, lentamente, en la mañana pálida a manera de una profunda visión, bajo el sol rubio y lánguido.
Marqueses jóvenes de negras corbatas, ¿qué sufrís, que vais tan callados, tan tristes? Bellos estudiantes, ¿adónde vais? ¡Vuestros rostros están desolados y vuestras pupilas no tienen consuelo! Y en ese cajón, que tan tímidos tocáis, con sagrada unción, decidme, mis amigos, ¿qué lleváis? Tan delicada es vuestra carga, marqueses, que camináis tan lentos y tan pensativos?
-“¡Sí, sonámbulo de silueta extravagante, sí, sufrimos grandemente y en este cajón ... En este cajón llevamos una muerta azucena, que la tormenta ajó. Todo este gran cortejo aún respira su perfume, insigne flor morena del nervio y del amor! En el cajón se encierra, el cadáver azul de una joven estrella que quiso sepultura para ser más divina; es el fragante féretro de aquella princesita a quien las blancas hadas llamaban Jovita".
Marqueses amigos de negras corbatas y estudiantes dignos: pisad más despacio, caminad más lento que Jovita duerme, que Jovita ha muerto.
En la gran jaula del mundo era un ave la joven que quiso volar, que quiso ser suspiro. Y no tuvo puerta por donde escaparse el ave por amplia que la tierra fuese y por más vasto que el cielo sea.
-¡Oh la jaula satánica que no tiene salida cuando el ave buena medita una fuga! ¡Oh, la puerta secreta que el misterio custodia y que ni sospechamos dónde y cuándo se abrirá! -Ella ha sido un ave de ojos de diamante y alma de gaviota en la jaula enorme y sellada.
La Jovita cuyos ojos cantados por un pálido poeta "que desvanecieran sombras del destino como si la Diosa del amor mirara", tuvo el arranque de improvisar un agujero por donde se escape la vida. Asomó los labios redondos de la boca de un revólver sobre su frente. Se oyó un estampido ahogado. Era el ruido de un beso formidable, un beso de plomo que el Destino puso sobre su sien, beso saturado de misterio y de desconsuelo. Por aquel agujero se escapó la Jovita adorada, y al volar aquella dulce tarde de junio, salpicó la pared con un tibio pedazo de cerebro y de alma.
La crisálida se volvió mariposa. Sus restos acompañáis. El sol de la mañana se detiene un instante para verla bajar al punto donde convergen todas las actividades para descansar un instante y a donde nos empujan las profundas injurias del tiempo.
Salid de la necrópolis uno a uno. Pisad más despacio, caminad más lento, que la Jovita duerme, que la Jovita ha muerto.
El sonámbulo de silueta extravagante se descubre y murmura al oído de la muerta: blanda la tierra te sea.

CON, “JOVITA HA MUERTO”, QUEDA DEMOSTRADO, QUE ORTIZ GUERRERO, ERA TAN BUEN PROSISTA COMO VERSIFICADOR.
 Fuente: EL PARMASO GUAIREÑO
Obra de ROMUALDO ALARCÓN MARTÍNEZ
Ediciones INTENTO.
Asunción – Paraguay
1987 (1ª edición – 407 páginas)


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