sábado, 5 de julio de 2014

Busqué la ciudad
En los libros
Y solo hallé
Las minúsculas
Letras de su muerte.




El tiempo
Alcanza
La velocidad
De mi mano
Que traza
Una estrella
Moribunda.




Esta tarde
Visité el parque,
Los niños jugaban
-En tanto-
Mi corazón
Gritaba
En el tiempo




Con los años
Mi rostro
Ha tomado
Un aire
Serio
Y mi alma huye
En cada respiración.




Las ventanas,
Sonrisas de la tarde
Despiden
El paso lento
De mi cadáver.




Entonces,
Mis ojos
Vieron la tarde
El bullicio
Y los cadáveres
En medio de las protestas.




En sus ojos
La muerte
Tatuó
El signo de la cruz.




Ahora
Mi agonía
Es la sombra
De la muerte
Al filo
De la soledad.




Dejo
Mi alma
En medio de la noche,
A veces
Parte sin mí al alba.




El rompecabezas
De la ciudad
Se juega:
En las sombras,
En los burdeles
Y sangra
En mis ojos
Muertos.




A quienes
Consideran
Que mi forma de ser
Es tosca y burda
No saben
Que a cada minuto
Muero
 Y actúo como
Ave de presa.




Tarde
Casi noche
El murmullo
De los chamanes
Amenazan
Los oídos
Del demonio
De la muerte.




Alrededor
De los féretros
Las mujeres
Derraman sus lágrimas
Como mensajes cifrados
De sus hijos.




Cada mañana
Muero un poco
Y en cada muerte
Encuentro
El poema
De mi destino.




En la tarde
Los autobuses
Como una vitrina
El muestrario
De los rostros desvalidos
De los hombres
Al llegar del trabajo.




El tiempo de la muerte
Es proporcional
A la distancia
Del brazo
Que aprieta mi cuello.




Las palabras
Un puñado de arena
En la boca
Dolían
Al salpicar mis ojos.
Desde su ausencia.
La noche,
Trae la música
Del grito
                Del ebrio
Tras la noche.




La distancia
Más corta
Entre dos realidades
Es El poema.




En la calle
El bullicio,
La basura,
El canto
De los limosneros
Los autos
Las palomas
Los trabajadores
Y mi alma
Pisoteada
Por el destino.




Camino
Bajo la lluvia,
Mis zapatos húmedos
Mi camisa rota,
Las manos en la cabeza
Testigo de mi asombro.




Atento vigilé tus pasos,
Te dije
Como desandar
Las calles
Observé
Cuidadosamente el paisaje
Buscando enemigos
En sus rincones.
Vigilé las carreteras,
Bajé primero del auto
Para hacerme escudo,
Ahora,
La noche tatuó
Su luna en mi frente
Y yazco en las grietas

Del poema.

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