miércoles, 2 de julio de 2014

VANESSA TRAS LOS CRISTALES

El hecho de andar no es simplemente el hecho de andar. El hecho de andar es la espera del momento de tornar al vientre de la tierra, y de sentir sobre la bóveda los pasos de otros que también ansían el momento de estar en el vecindario de lápidas. Aparte de estos estúpidos pensamientos, experimentaba algo más deprimente: ver a Vanessa sentada en algún rincón de la casa o el andén: viendo sin ver, viviendo sin vivir, sumida, sumida tras los cristales de sus ojos, pensando quien sabe que cosa, mirando a un punto en el infinito totalmente indescifrable.

Vanessa y yo somos diferenciados, iguales, mi soledad es su misma soledad  mis fantasías también las vive ella, su silencio es el mismo mío y quizá es nuestra la desesperanza, por eso me he sentido bastante unido a ella, así, cada vez que paso frente a su casa, espío por las ventanas tratando de hallarla, luego, yo no sé cuanto demoro conversando silencios, intentando observar que hay tras sus cristales.

Continúo caminando, en tanto, pateo polvo, piedras, desperdicios, como si fueran fragmentos de mi conciencia.

No sé si algunas veces pienso que la amo. Es posible. Cuando llueve y siento las gotas de lluvia mezclarse con mi cuerpo, ese penetrar por los espacios descubiertos que deja el cuello de la camisa, gustoso pienso que me acaricia con sus imaginarios dedos, o simplemente que ve la lluvia y la llena de si misma esperando que me regale algo de ella... tal vez ni las vea ni las sienta y mucho menos asimile mi existencia.

Vanessa, a veces dibuja sonrisas en su rostro, y nunca empaña sus cristales con lágrimas, creo que no las conoce. Así mejor.

La madre de ella no aguantó más la curiosidad y decidió llamarme: sirvió café en dos pocillos desportillados por el tiempo, ofreció cigarros y galletas dulces, luego empezó el interrogatorio:..............................................................................................................................................................................................................................................................................................................................?
Estaba convencida de mi condición de ladrón, aunque siempre contesté con evasivas, la idea murió. Tan embarazoso fue el incidente, que ahora cuando me llama salgo corriendo y no veo hacia atrás hasta que haya avanzado unas cinco cuadras, y ya tranquilo navego las calles hasta llegar a casa.

Jugaba a dialogar con ella, y sin darme cuenta caminó unos 10 metros conmigo y luego corrió despavorida de nuevo a su casa... ojalá se repita el incidente, pero no para caminar 10 metros sino para correr millas y millas hasta que corazón, cerebro y pulmones exploten.
Sé que moriré, no me disgusta la idea por el contrario la espero: morir es tomar la vida por los cuernos. De algo que puedo estar seguro es que no me suicidaré, seguiré en mi soledad, tratando de ver tras mis propios cristales, como Vanessa: Protagonista de sus propias irrealidades. extirparé de mi mundo al mundo, mirando a un punto inexistente en el infinito.

Envidio a Vanessa, a su autismo, nunca tuvo que vivir la vida, siempre tras sus cristales, en su mundo...siempre tas sus cristales lejos de nosotros de quienes como yo solo esperan el momento de habitar este cementerio de lápidas, el momento en que la suerte cambie y la tierra sea testigo del rompimiento en mil pedazos de mis cristales tras los cuales habito ahora y me refugio de un mundo egoísta y sin sentido.

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