- Aria de antaño
- Lucen vagamente las teclas del piano
A la luz del suave crepúsculo rosa,
Y bajo los finos dedos de su mano
Un aire de antaño canta y se querella
En la diminuta cámara suntuosa
En donde palpitan los perfumes de ella.
Un plácido ensueño mi espíritu mece
Mientras que el teclado sus notas desgrana;
¿Por qué me acaricia, por qué me enternece
Esa canción dulce, llorosa e incierta
Que apaciblemente muere en la ventana
A las tibias auras del jardín abierta?
Arriba
Canción de otoño
- Los sollozos más hondos
Del violín del otoño
Son igual
Que una herida en el alma
De congojas extrañas
Sin final.
Tembloroso recuerdo
Esta huida del tiempo
Que se fue.
Evocando el pasado
Y los días lejanos
Lloraré.
Este viento se lleva
El ayer de tiniebla
Que pasó,
Una mala borrasca
Que levanta hojarasca
Como yo.
Arriba
El hogar
- El hogar y la lámpara de resplandor pequeño;
La frente entre las manos en busca del ensueño;
Y los ojos perdidos en los ojos amados;
La hora del té humeante y los libros cerrados;
El dulzor de sentir fenecer la velada,
La adorable fatiga y la espera adorada
De la sombra nupcial y el ensueño amoroso.
¡Oh! ¡Todo esto, mi ensueño lo ha perseguido ansioso,
Sin descanso, a través de mil demoras vanas,
Impaciente de meses, furioso de semanas!
Arriba
En el balcón
- En el balcón las amigas miraban ambas como huían las golondrinas
Una pálida sus cabellos negros como el azabache, la otra rubia
Y sonrosada, su vestido ligero, pálido de desgastado amarillo
Vagamente serpenteaban las nubes en el cielo
Y todos los días, ambas con languideces de asfódelos
Mientras que al cielo se le ensamblaba la luna suave y redonda
Saboreaban a grandes bocanadas la emoción profunda
De la tarde y la felicidad triste de los corazones fieles
Tales sus acuciantes brazos, húmedos, sus talles flexibles
Extraña pareja que arranca la piedad de otras parejas
De tal modo en el balcón soñaban las jóvenes mujeres
Tras ellas al fondo de la habitación rica y sombría
Enfática como un trono de melodramas
Y llena de perfumes la cama vencida se abría entre las sombras
Arriba
Id pues, vagabundos, sin tregua
- Id pues, vagabundos, sin tregua,
Errad, funestos y malditos
A lo largo de los abismos y las playas
Bajo el ojo cerrado de los paraísos.
(...)
Y nosotros, a los que la derrota nos ha hecho sobrevivir,
Los pies magullados, los ojos turbios, la cabeza pesada,
Sangrantes, flojos, deshonrados, cansados,
Vamos, penosamente ahogando un lamento sordo.
Arriba
Lasitud
- Encantadora mía, ten dulzura, dulzura...
Calma un poco, oh fogosa, tu fiebre pasional;
La amante, a veces, debe tener una hora pura
Y amarnos con un suave cariño fraternal.
Sé lánguida, acaricia con tu mano mimosa;
Yo prefiero al espasmo de la hora violenta
El suspiro y la ingenua mirada luminosa
Y una boca que me sepa besar aunque me mienta.
Dices que se desborda tu loco corazón
Y que grita en tu sangre la más loca pasión;
Deja que clarinee la fiera voluptuosa.
En mi pecho reclina tu cabeza galana;
Júrame dulces cosas que olvidarás mañana
Y hasta el alba lloremos, mi pequeña fogosa.
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