domingo, 24 de mayo de 2015

POEMAS DE MARÍA MERCEDES CARRANZA Y ENLACES

Cuatro poemas de María Mercedes Carranza

Aquí entre nos
Un día escribiré mis memorias,
¿quién que se irrespete no lo hace?
Y
allí estará todo. Estará el
esmalte de las uñas revuelto
con Pavese y Pavese con las agujas
y una que otra cuenta de mercado.
Donde debieran estar los
pensamientos sublimes pintaré
tus labios a punto de decirme
buenos días todos los días.
Donde haya que anotar lo más
importante recordaré un almuerzo
cualquiera llegando al
corazón de una alcachofa,
hoja por hoja. Y de resto,
llenaré las páginas que me falten
con esa memoria que me espera entre cirios,
muchas flores y descanse en paz.
* * *

Babel y usted

Si las palabras no se arrugaran, si
fuera posible ponérselas cada
mañana, como una blusa o una
falda, previo
uso del quitamanchas, el cepillo y la plancha.
Si no se pudieran pronunciar ya
más por lo brilladas y rodillonas.
Si, después de un largo viaje, se
botaran como la maleta, tan
descosida, tan llena de letreros y de
mugre. Si no se cansaran, si fuera
normal y corriente someterlas a
chequeo médico cada año,
con diagnósticos y exámenes de
laboratorio, vitaminas y
reconstituyentes y hasta menjurges para
la anemia. Si las
palabras hicieran sindicato en defensa
de sus fueros más legítimos y
reclamaran indemnizaciones por
abuso de confianza a aquellos que las
tratan como a violín prestado. Si
algún día hicieran huelga,
¿qué opina usted, García?
* * *

El oficio de vestirse

De
repente,
cuando despierto en la
mañana me acuerdo de mí,
con sigilo abro los
ojos y procedo a
vestirme.
Lo primero es colocarme mi
gesto de persona decente.
En seguida me pongo las
buenas costumbres, el amor
filial, el decoro, la
moral, la fidelidad
conyugal:
para el final dejo los
recuerdos.
Lavo con
primor
mi cara de buena
ciudadana
visto mi tan deteriorada
esperanza, me meto entre la
boca las palabras, cepillo la
bondad
y me la pongo de
sombrero y en los ojos
esa mirada tan
amable.
Entre el armario selecciono las
ideas que hoy me apetece lucir
y sin perder más
tiempo me las meto en
la cabeza. Finalmente
me calzo los
zapatos
y echo a andar: entre paso
y paso tarareo esta canción que
le canto a mi hija:
“Si a tu ventana
llega el siglo
veinte
trátalo con cariño
que es mi
persona”.
* * *

Tengo miedo

“Todo desaparece ante el miedo. El
miedo, Cesonia; ese bello sentimiento, sin
aleación, puro y desinteresado; uno de los
pocos que saca su nobleza del vientre”.
Albert Camus
Miradme: en mí habita el miedo.
Tras estos ojos serenos, en este cuerpo que ama: el miedo.
El miedo al amanecer porque inevitable el sol saldrá y he de
verlo, cuando atardece porque puede no salir mañana.
Vigilo los ruidos misteriosos de esta casa que se
derrumba, ya los fantasmas, las sombras me cercan y
tengo miedo. Procuro dormir con la luz encendida
y me hago como puedo a lanzas, corazas,
ilusiones. Pero basta quizás sólo una mancha
en el mantel para que de nuevo se adueñe
de mí el espanto. Nada me calma ni sosiega:
ni esta palabra inútil, ni esta pasión de
amor, ni el espejo donde veo ya mi rostro
muerto. Oídme bien, lo digo a gritos:
tengo miedo.



Ahora en la hora del desamor
Y sin la rosada levedad que da el deseo
Flotan sus pasos y sus gestos.

Las sonrisas sonámbulas, casi sin boca,
Aquellas palabras que no fueron posibles,
Las preguntas que sólo zumbaron como moscas
Y sus ojos, frío pedazo de carne azul.
Días perdidos en oficios de la imaginación,
Como las cartas mentales al amanecer
O el recuerdo preciso y casi cierto
De encuentros en duermevela que fueron con nadie.
Los sueños, siempre los sueños.

¡Qué sucia es la luz de esta hora, 
Qué turbia la memoria de lo poco que queda 
Y qué mezquino el inminente olvido!

Lee todo en: Poema del desamor - Poemas de María Mercedes Carranza http://www.poemas-del-alma.com/maria-mercedes-carranza-poema-del-desamor.htm#ixzz3b5QSTCSP

Te perseguiré por los siglos de los siglos.
No dejaré piedra sin remover
Ni mis ojos horizonte sin mirar.

Dondequiera que mi voz hable
Llegará sin perdón a tu oído
Y mis pasos estarán siempre
Dentro del laberinto que tracen los tuyos.

Se sucederán millones de amaneceres y de ocasos,
Resucitarán los muertos y volverán a morir
Y allí donde tú estés:
Polvo, luna, nada, te he de encontrar.

Lee todo en: Maldición - Poemas de María Mercedes Carranza http://www.poemas-del-alma.com/maria-mercedes-carranza-maldicion.htm#ixzz3b5QcRJk8

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