jueves, 3 de octubre de 2024

POEMAS DE RICARDO SÁNCHEZ LARA


DECLARACIÓN DE PRINCIPIOS O LAS COSAS QUE NO PASAN EN ESTE PAÍS (DICEN)

 

Mírenos bien. Somos los personajes de un

 

cuento fantástico que usted contará a sus

 

bisnietos para ficcionalizar estos cuerpos que dicen, corrijo,

 

que escuchó que dicen que quizá alguna vez sufrieron de sed y pena.

 

Narrará con euforia, a veces, y dirá que

 

eran pobres, pobrecitos, pero que nada de

 

eso ocurre de verdad, que esas cosas son inventos,

 

que ese chile es un cuento fantástico.

 

Que había casas pequeñas, de 40 metros cuadrados, dirá.

 

Que eran flojos los personajes, que por eso.

 

Que eran cholos los personajes, que por eso.

 

Dirá que es mentira que la gente se tomaba de

 

las manos y rezaba para evitar impuestos y hospitales.

 

Dirá que es mentira que se juntaban huesos en el mar.

 

Que no existen las violaciones,

 

que eso ficción,

 

que no existen (ni existieron ni existirán) países rotos,

 

que el kiltraje es otro invento.

 

Que eran morenos los personajes, que por eso.

 

Eso dirá.

Tomado de:

https://panalart.cl/una-muestra-del-escritor-y-poeta-ricardo-sanchez-y-su-declaracion-de-principios-o-las-cosas-que-no-pasan-en-este-pais/

 

 

LUEGO CIERRAN SUS VENTANAS

 

Mujer. 22 años. Trabaja desde las 8 hasta las 17 horas.

 

Retorna a casa a las 18:30, aproximadamente.

 

Hombre. 53 años. Trabaja desde las 8 hasta las 17 horas.

 

Retorna a casa a las 18:30, aproximadamente.

 

Él la ve, la espera, la sabe, la espía.

 

A veces se masturba mirándola.

 

Ella lo sabe, le teme, lo odia.

 

Los vecinos saben, se esconden.

 

La escena es más o menos así:

 

Fisgonea, la vecina, masculla que ella es culpable.

 

Mucho escote, dice la vecina.

 

Luego cierra sus ventanas.

 

Rabea, otra vecina, su diatriba es contra el sistema,

 

que la culpa es de la prensa, dice la vecina,

 

que las cosas deben cambiar.

 

Luego cierra sus ventanas.

 

Mujer. 22 años.

 

Llora encerrada en el baño.

 

Sabe que mañana será otro día.

 

Los vecinos y ella (sobre todo ella) habitan un barrio sin luz.

 

Un país sin luz.

 

 

LOS DATOS SON INCENDIOS

 

La niña de vestido no sabe que la miro

 

(la miro cuando ella camina rumbo a la escuela).

 

Temprano camina, para agarrar desayuno gratis.

 

Temprano camina, para evitar la peste de mirarse en los espejos.

 

La niña de vestido se busca en las páginas raídas del texto de estudio (primer año de educación media, creo. Estudia en un liceo grande, muy grande, con nombre de presidente de la república). La niña de vestido espera que los poetas españoles la iluminen, o que

 

esos cuentos del boom latinoamericano contengan algo sobre la insoportable levedad de su país.

 

Tendrá:

 

5 clases en un día, 4 recreos, ½ pan, 2 sonrisas. Jugará a veces. Besará exploratoriamente al niño que la cela. Besará exploratoriamente a la chica que la cela. Leerá de pronto y escribirá más tarde, en el baño, que está aburrida, que pico pal que lee.  Que odia su vida, que odia a su madre, que papi es un delincuente habitual.

 

En una esquina cercana, la iglesia y su cristo -y todos los fieles, incluso- saben de su soledad (me refiero a la soledad de la niña del vestido). Sobre todo él (me refiero a jesús),

 

porque todos sabemos que jesús sabe de la amargura de esa muchacha,

 

todos sabemos que jesús sabe de sus cortes en los brazos,

 

todos sabemos que jesús sabe que ha sido tocada por adultos

 

(familiares y vecinos, dicen que en un día de fiesta).

 

Todos sabemos que jesús sabe que llora en su almohada.

 

Todos sabemos que jesús sabe que ella silba canciones viejas.

 

La niña de vestido no sabe que la miro cuando camina a la escuela.

 

Jesús no sabe que todos sabemos que le consuela saber que no es el único abandonado por su padre.

 

La miro y pienso que alguien, algún día (quizá alguna noche) hablará de ella diciendo que ese tipo de cosas no ocurren; que ella que papi que mami son la familia perfecta, que los datos sociales son inventos.

 

Que los datos son incendios que se apagan.

 

Queman,

 

devoran,

 

mutilan,

 

pero se apagan.

 

 

ESPEJO DE SANGRE

 

Crecerá, inevitable, la ciudad.

 

Y nosotros, bastarditos de dios,

 

miraremos edificios,

 

detenidos como trenes en la noche,

 

desaparecidos,

 

pujantes.

 

Nos quedará un refugio, quizá,

 

una piedra, quizá,

 

tan sólo un espejo de

 

sangre para vernos

 

como en la ventana

 

que nunca abrimos.

 

 

DOS PREGUNTAS SIN RESPONDER

 

Ahora que nos han parido en la absoluta abulia del sol,

 

podemos ser más que perros salvajes,

 

o animales destellando en la memoria de los barrios,

 

eternos.

 

¿Qué rabias devoras, esquina bestial?

 

La casa se muere de a poco, siempre.

 

El zinc de mi pobre gente es una imagen detenida en

 

la siniestra soledad de las ciudades,

 

o tal vez una imagen detenida tan solo en

 

esta esquina sin luz ni agua.

 

¿De qué sitios vienes, rabia voraz?

 

 

CORNETE 1

 

 Pichoncito mío: te escribí estos poemas para

 

que sepas que los pungas que dejaste pegados a

 

la ventana sucumben a veces en las entrañas del mundo.

 

Que seguimos siendo agitadores de lo

 

obsceno, vándalos incluso. Para que sepas, te

 

escribo, my love, la pastabase es el cementerio de

 

Shile, y Shile, tu Shile, sigue siendo un barrio sin luz ni agua.

 

 

CORNETE 2

 

 Me las azuzaron, por eso mis perras saltaron

 

encima, señor, le juro que eran buenas, que

 

sólo comían de noche cuando diosito andaba

 

salvajemente llevándose abuelas a su reino.

 

Los incitaron, señor, por eso mi gente cerró el

 

barrio un par de horas y salió a caminar,

 

a comerse los mocos, a mirar el cielo.

 

Le juro, señor, que este afán de juntar huesos no

 

es más que la metáfora de un hombre que

 

quiere levantar a su padre del polvo para decirle adiós.

 

 

THE END

 

La ciudad avanza sin nosotros, alcanzo a

 

murmurar mientras alguien que relata el

 

fin de la pelea dice que el guacho

 

conchetumare que quedó en el

 

ring tiene ojos que lleva como

 

alguien que aúlla deshabitado para siempre.

 

Si me vieras, jesús, con qué humanidad lamerías

 

mis venas, hasta tiznar de rojo carmesí,

 

uno por uno, los ojos de mi alma.

Tomado de:

https://carcaj.cl/los-datos-son-incendios-y-otros-poemas/

 

 

Tu fracaso

 

Tengo en las

manos frías una

esquina de

barrio completamente rota.

 

Míranos, diosito,

somos tu fracaso.

 

 

Ahora sé de dónde vienes

 

Hay fotos en las que uno sale riendo,

a los 8 años, antes de preguntarse por

la existencia de dios.

Imágenes como tangos, espejos y

mujeres llorando a las 5 de la tarde en

un baño público.

 

Luces hay, también miedo a esta pelea que

se acerca, escuelas con número y corbatas colgando

del cuello de mi papi que cuelga del techo de

la casa de su papi que cuelga de una ventana

donde nunca cupo la lluvia ni el amor

 

¿De dónde vienes,

pena infernal?

 

 

200 años

 

En la infancia no había más que

madres rompiendo en dos la ciudad y

salvajes historias sobre los techos de palo.

 

Hay sólo gemidos, ahora, sollozos.

 

Dibujos pornográficos de una bestia que

escupe sangre y 200 años de soledad para mi barrio.

Tomado de:

https://elipsisliteratura.wordpress.com/2023/06/11/poemas-de-ricardo-sanchez-lara/

 

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