martes, 14 de julio de 2015

LOS GOLIARDOS

La poesía de los goliardos
Como ya hemos visto en clase, con el término goliardo se denomina a los clérigos y estudiantes universitarios de sólida formación intelectual que, entre los siglos XI y XIII, compusieron poemas líricos en los que abandonaban la erudición para centrarse en el canto a los placeres.
Aunque la etimología de la palabra es incierta, parece que proviene del bajo latín gens Goliae, literalmente «gente del demonio». También podría proceder de «gula» por aproximación fonética.
La poesía de los goliardos se ha conservado en distintos cancioneros, como el Carmina Burana, y reúnen textos de diversos autores y abordan dos temas principales: por un lado, el más habitual, la referencia autobiográfica a su vida amorosa, por donde corre el vino y domina la diversión placentera; y por otro, el ataque a las instituciones religiosas, donde se denuncia la hipocresía y la corrupción eclesiástica. Es por ello que fueron duramente condenados por los distintos concilios que se hacían de la Iglesia.
He hablado del Carmina Burana. Traducidos como Cantos de Beuren a causa del nombre con el que Johann Andreas Schmeller publicó en 1847 la primera edición del manuscrito de la obra. Los poemas goliardescos que integran esta colección se sabe que fueron reunidos hacia 1225 y encontrados en el monasterio de Benediktbeuren en Baviera, región alemana ubicada entre los Alpes y la frontera con Chequia. Los poemas están en lenguas latina y bajo-alemán y en esta página podéis leer aquellos que Carl Orff seleccionó para su conocida obra Carmina Burana, donde se acompaña la traducción al español.
Estas veinticinco piezas componen la obra Carmina Burana, del compositor alemán Carl Orff (1895-1982). Compuesta entre 1935 y 1936, fue estrenada el 8 de julio de 1937. A continuación os dejo con la obra completa, interpretada por la UC Davis Symphony Orchestra, dirigida por Kern Holoman. La parte más conocida es la primera parte del preludio, O Fortuna, pero la obra completa es una maravilla.



Hay constancia de poesía goliardesca en buena parte de Europa (Inglaterra, Francia, Alemania, Italia...). En España fueron llamados sopistas (quizá porque buscaban un plato de sopa), estudiantes sin recursos que aparecen en el siglo XII con las primeras universidades, y que derivaron en la tuna.
Como comenté en clase, mucho ha cambiado la tuna desde esos años hasta la actualidad. Si antes eran un modo de costearse los estudios y conseguir un plato de comida u hospedaje, hoy en día son agrupaciones musicales que se forman en torno a ciertas facultades universitarias y que, en ocasiones, reúnen a antiguos estudiantes como una forma de no perder el contacto. Para acabar, para el que no conozca lo que no es una tuna, aquí tenéis una interpretación de la tuna de la Universidad de Salamanca, actuando en plena plaza.
ENSAYOLos goliardos. La lírica profana medieval
El concierto del huevo_El Bosco
ENSAYOLos goliardos. La lírica profana medieval

La doma del asno, Eduardo Zamacois y Zabala, 1868
Codex Buranus (Carmina Burana), 1220
Baco bebiendo, Guido Reni (1623)
Flora y Céfiro (1875), William-Adolphe Bouguereau
Monje y monja (1591), Cornelis Van Haarlem

Entre los siglos XI y XIII irrumpe en la Europa medieval un curioso género de poesía profana en latín, que ostenta una originalidad, un estilo y una actitud frente al mundo y sus placeres, que le permite pasearse libremente por la taberna o el lupanar sin por ello carecer de un genuino valor literario y un profundo significado social y cultural. Se trata de un movimiento poético que florece en Alemania, España, Francia e Inglaterra y emerge del ambiente literario más culto, elevando cantos al vino, al amor, a los placeres corrientes o simplemente a la vida alegre. Los autores de esto cantos, por lo general anónimos, son altos dignatarios de la Iglesia, clérigos y estudiantes atiborrados de retórica latina y lecturas de clásicos, que ponen toda su preparación literaria y su agudo ingenio al servicio de una creación poética que satiriza su entorno, parodia la majestad de los himnos eclesiásticos, canta alegremente al vino o al amor y da rienda suelta a la malicia estudiantil. Difícilmente puede verse en este feliz descenso de la poesía docta, desde las alturas del templo o la severa cátedra, hasta la taberna o el lupanar, la pretensión de divertir al pueblo, pues como advierte el medievalista español Martín de Riquer: “No [es] para divertir al pueblo, que difícilmente podría entender su engolado latín y su chiste intelectual, sino para cantar en regocijado grupo de gente cultivada[1].”
La doma del asno (1868), Eduardo Zamacois y Zabala
Los poetas que nutren este movimiento son llamados goliardos (goliardi) yclérigos vagantes (clerici vagantes). Los segundos son, por lo general, o bien estudiantes en constante movimiento de una escuela a otra, pues es el momento en que las grandes universidades europeas se están organizando, y que se ganan el sustento diario ejerciendo actividades más o menos relacionadas con los juglares; o bien, clérigos sin beneficio o monjes que han abandonado el claustro de las órdenes religiosas y se han entregado a una vida irregular y errabunda. En cuanto a los goliardos, no resulta fácil determinar el origen de dicha denominación. Para algunos, el término alude al gigante Goliat a quien se relacionaba con el demonio; otros sostienen que la palabra deriva de gula, dada la glotonería y la afición por el vino que demuestran muchos de estos poetas; hay quienes afirman que se trata de una referencia al “obispo Golias”, un santo patrón posiblemente mítico, al que muchos goliardos hacen referencia; lo único que puede afirmarse en este sentido, es que estos poetas se daban a sí mismos el nombre de goliardos afirmando en tono burlón que pertenecían a la “orden goliárdica”, afirmación que no debe tomarse en serio. Sin embargo, estas clasificaciones no describen a todos los autores de este movimiento. Altas dignidades eclesiásticas, así como también destacados personajes de la cultura de la época cortejaron a su musa con este género de poesía como el Canciller Felipe, el gramático Matthieu de Vendôme o el diplomático y poeta Pierre de Blois, entre otros.
Entre los muchos cancioneros en los que se ha conservado la poesía goliárdica se encuentran la colección denominada Carmina Cantabrigensia, y el conocido cancionero denominado Carmina Burana[2], que reúne poemas escritos en Alemania, Francia e Inglaterra; también vale la pena citar la colección de poemas escritos en las proximidades del monasterio de Ripoll (Cataluña) en el siglo XIII, conocido como Carmina Rivipullensia, entre otros.
Codex Buranus o Carmina Burana (1220). La rueda de la fortuna
Ahora bien, los temas que tratan estos poemas ponen de manifiesto una actitud resueltamente hostil hacia la jerarquía eclesiástica, desde el Papa y los obispos, a la corte pontificia, el clero y el monacato. Sin embargo, es de destacar que estos poemas, o sus autores, en ningún momento pretenden cuestionar la fe y tampoco el dogma; incluso en los momentos de mayor irreverencia, la actitud de los goliardos no supone herejía, ni escepticismo, ni oposición al dogma de la Iglesia. Se trata sencillamente de un anticlericalismo que sólo pretende mostrar su inconformismo con el abuso de poder, la corrupción, o la política de la Iglesia, y frente a lo cual levanta su protesta ya sea en forma de burla o de lamento, y,  Como advierte Martin de Riquer:
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“No hay que olvidar que los autores de las poesías goliárdicas son por lo general clérigos o aspirantes a las órdenes religiosas. Los textos bíblicos y las formulas del culto y de la liturgia les son familiares en grado sumo y de ahí que las retuerzan parodísticamente en busca de recursos de expresión cómicos y malintencionados[3].”
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Así pues, todos sus conocimientos de latín, poesía y música, son convertidos en chanzas y juegos de palabras y traducidos a todo tipo de farsas e irreverencias de tal modo que las expresiones comúnmente utilizadas en el ordinario de la misa, se transforman en irrespetuosa parodia, tal como podemos apreciar en los siguientes ejemplos citados por Gonzalo Soto Posada:
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“El per omnia saecula saeculorum (por los siglos de los siglos) viene cambiando en per omnia pocula poculorum (por las copas de las copas); el introibo ad altare Dei (me acercaré al altar de Dios) se transforma en introibo ad altare Bacchi (me acercaré al altar de Baco); el venite adoremus (venid adoremos) se hace venite apotemus (venid y bebamos); el beati qui habitant in templo tuo (felices los que moran en tu templo) lo modifican en beati qui habitant in taberna tua (felices los que moran en tu taberna); el himno mariano Verbum bonum et suave (Verbo de Dios bueno y suave) se cambia en vinum bonum et suave (vino bueno y suave)[4]…”
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Baco bebiendo (1623), Guido Reni
Un tema común, en ocasiones desarrollado con una gracia no exenta de dramatismo, lo constituye la autobiografía de un clérigo vagante; uno de los mejores ejemplos de este tema es el del Archipoeta de Colonia, quien se presenta como resignada víctima del amor y el vino:
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Res est arduissima vincere naturam.
in aspectu virginis mentem esse puram;
iuvenes non possumus legem sequi duram
leviumque corpomm non habere curam.
[…] Meum est propositum in taberna mori,
ut sint vina próxima morientis orí.
Tune cantabunt letius angelorum chori:
“Sit deus propitius huic potatori[5].”
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Nótese la parodia evangélica en el último verso donde Potatori  (Bebedor), sustituye a Peccatori (Pecador). El vino resulta ser el tema preferido de los goliardos y su poesía, báquica y tabernaria, adquiere altas dosis de alegría y optimismo que derrocha en voluptuosos torrentes de gracia, de ingenio y de exuberante locuacidad. En este sentido, a los goliardos se deben las mejores y más sinceras poesías dedicadas al vino. Uno de los mejores cantos al vino, es el conocidísimo In taberna Quando Sumus que con toda la seriedad del caso empieza[6]:
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In taberna quando sumus,
non curamus quid sit humus,
sed ad ludum properamus,
cui semper insudamus.
Quid agatur in taberna
ubi nummus est pincerna,
hoc est opus ut queratur,
si quid loquar, audiatur[7].
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Para, luego de enumerar todos los brindis que los alegres bebedores dedican a todos los estamentos sociales, terminar con una desbordante letanía de bebedores:
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Bibit hera, bibit herus,
bibit miles, bibit clerus,
bibit ille, bibit illa,
bibit servus cum ancilla,
bibit velox, bibit piger,
bibit albus, bibit niger,
bibit constans, bibit vagus,
bibit rudis, bibit magus.
Bibit pauper et egrotus,
bibit exul et ignotus,
bibit puer, bibit canus,
bibit presul et decanus,
bibit soror, bibit frater,
bibit anus, bibit mater,
bibit ista, bibit ille,
bibunt centum, bibunt mille[8].
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Si bien son los cantos al vino, entonados en ingeniosos e irreverentes himnos tabernarios de ritmo rápido y alegre, los favoritos de los goliardos, también se encuentran muestras de poesía inocua, libre de toda intención, pero pensada para estallar en risas en despreocupado canto coreado por un grupo de estudiantes, como el lamento de un pato asado listo para ser servido a la mesa:
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Olim lacus colueram,
olim pulcher exstiteram,
dum cignus ego fueram.
Miser, miser!
modo niger
et ustus fortiter!
Girat, regirat garcifer;
me rogus urit fortiter:
propinat me nunc dapifer.
Miser, miser!
modo niger
et ustus fortiter!
Nunc in scutella iaceo,
et volitare nequeo,
dentes frendentes video.
Miser, miser!
modo niger
et ustus fortiter[9]!
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Otro tema común en los goliardos, al lado del consabido tema del vino, es el del amor. El amor es un tema de especial importancia para los goliardos. Desde la ternura más inocente y delicada saturada de llantos y suspiros enamorados, hasta obscenas alusiones acompañadas de aplausos y carcajadas, el amor reviste las más variadas formas en las composiciones de estos poetas, que se sirven de su erudición para mezclar felizmente referencias bíblicas y mitológicas. En este punto, cabe recordar las palabras de Martín Riquer, quien señala al respecto:
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“Algunas poesías de los goliardos son magnificas desde este punto de vista y revelan no tan sólo un bien asimilado conocimiento de la poesía latina clásica sino también un claro paralelismo con la poesía culta en lengua vulgar, principalmente la trovadoresca.[10]
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Flora y Céfiro (1875), William-Adolphe Bouguereau
Así, el Anónimo Enamorado[11] del Carmina Rivipullensia eleva su voz evocando alegremente el florido escenario de la primavera:
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Aprilis tempore, quo nemus frondibus
et parum roseis ornatur floribus,
iuventus tenera fervet amoribus.
Fervet amoribus iuventus tenera,
pie cum coincinit omnis avicula
et cantat dulciter silvestris merula[12].
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Por su parte, el Carmina Burana también nos ofrece una muestra del mismo género, añadiendo una pícara invitación a disfrutar de los placeres del amor:
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Tempus est iocundum,
o virgines,
modo congaudete,
vos iuvenes.
Oh, totus floreo!
Iam amore virginali
totus ardeo,
novus, novus amor est,
quo pereo[13].
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Por otra parte, como ya se mencionó, los goliardos manifiestan una actitud hostil a la jerarquía eclesiástica, y, en consecuencia, el tema eclesiástico ocupa un lugar preponderante en sus poemas. No sobra recordar que su anticlericalismo no constituye herejía alguna, se trata más bien de una voz de protesta contra la decadencia de la Iglesia del momento que, para ellos, tuvo épocas mejores. De este modo, los goliardos sientan su voz de protesta provocando la risa con ingeniosos juegos de palabras, al tiempo que denuncian los vicios y excesos de aquellos que dicen salvaguardar las buenas costumbres y la moral cristiana. Un claro ejemplo de este tipo de poesía eclesiástica lo constituye el poema latinoMetra de Monachis Carnalibus (Versos sobre los monjes carnales), conservado en diversos manuscritos del siglo XV, aunque posiblemente sea de fecha muy anterior, en que el anónimo autor de dichos versos hace gala de su erudición, especialmente de su conocimiento de los salmos, para censurar la desmedida afición de los monjes por la comida y el sexo, y que aquí vale la pena citar completo:
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Metra de Monachis Camalibus
Scire vis, quid sit monachorum nobile vulgus:
In omnem terram exivit sonus eorum. (Rom. X 18.)
Metra de monachis camalibus
Scire vis, quid sit monachorum nobile vulgus:
In omnem terram exivit sonus eorum (Romanos X, 18).
Statim post primam veniunt of fare coquinam:
Sepulchrum patens est guttur eorum (Romanos III, 13).
Vix psalmos dicunt et mox concumbere discunt:
Sicut equus et mulus, quibus non est intellectus (Tobias VI, 17).
Omnia consumunt, possunt nee eos saturare:
Volucres celi et pisces mari (Psalmos VIII, 9).
Fercula multa petunt et longum tempus edendi:
Si non ftierint saturati et murmurabunt (Psalmos LVIII, 16).
Dicunt gaudenter, dum plurima fercula cernunt:
Letatus sum in hiis (Psalmos CXXI, 1).
Sed cum pauca vident, replicant miserabile carmen:
Heu michi, quia incolatus meus prolongatus est (Psalmos, CXIX, 5).
Ut bene pascatur monachus, non aliud optat:
Superbo oculo et insaciabili corde (Psalmos C, 5).
Sic igitur sperant celestia regna mereri:
Non sic, impii, non sic ! (Psalmos I, 4.)[14].
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Un monje y una monja (1591), Cornelis Van Haarlem
Como vemos, a pesar de la gran variedad de temas que trata esta lirica profana, podemos encontrar en los goliardos dos corrientes definidas: por una parte, la poesía satírica en la que expresan su descontento y con la que elevan criticas a la Iglesia, a la sociedad establecida y al poder; y por otra parte, la composición lírica, en la que cantan alegremente a la taberna, al vino, al amor y a las mujeres. No sobra destacar esa compleja mezcla de matices e intenciones que constituye la poesía de los goliardos, y que tal como señala Martín de Riquer:
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“Surge en un ambiente en que se unen la refinada cultura y la alegre despreocupación con unos propósitos meramente literarios, de regocijo y de burla. El repertorio de los temas es extraordinariamente variado, pues va desde la obscenidad y la irreverencia hasta la sana alegría y el sentimiento de la naturaleza. Todo ello siempre salpicado de una aguda gracia estudiantil y de juegos de palabras cultos y con frecuencia pedantes, que el no iniciado no suele captar[15]”.
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Por último, cabe resaltar que esa fusión de los espíritus popular y monástico, resulta de singular importancia para el posterior desarrollo no sólo de la literatura sino también de la música medieval. Los goliardos son precursores de ese arte poético musical, al que con tanto fervor se entregaron los trovadores, ya que son ellos los primeros en reunir la notación musical con los textos de autores clásicos como Horacio y Virgilio. Para concluir, anotemos que los estudiantes y los clérigos vagantes fueron absorbidos por la organización de las grandes universidades europeas, alrededor de 1225, lo que a la postre termino por desvanecer en el tiempo la figura de los goliardos, aunque su influencia se dejó sentir por muchos siglos más y su legado artístico es aún, hoy en día, valorado y apreciado, no sólo por los expertos, sino también por los amantes de la literatura y del arte en general.
[1] Riquer Martín de (1968). Historia de la Literatura Universal. De la Antigüedad al Renacimiento. Editorial Planeta, S.A. Barcelona. España.
[2] El nombre Carmina Burana, obedece a la traducción realizada en 1847 por el bibliotecario muniqués Johann Andreas Schmeller, quien da al manuscrito hallado en 1803 en la abadía benedictina de Benedikthbeuern el nombre de: “Canciones de Beuern” (el nombre latino del pueblo alemán de Benediktbeuern). La palabra “Carmina”, procede del latín Carmen- inis (canto, cantico o poema), que no debe confundirse con la palabra árabe Carmen (jardín). La palabra Burana, es un adjetivo gentilicio que indica la procedencia: “de Bura”. Asi pues, la denominación Carmina Burana significa simplemente: Poemas buranos, o también: Poemas procedentes de la abadía de Benediktbeuern.
[3] Ibíd.
[4] Soto Posada, Gonzalo, Filosofía medieval, Bogotá, Universidad Pedagógica Nacional, San Pablo, 2007.
[5] “Es trabajosísimo vencer a Natura/ que ante una muchacha siga el alma pura;/ no podemos, jóvenes,/ seguir la ley dura/ y no estar pendientes de hermosas figuras/[…]/ Éste es mi propósito: morir en taberna,/ para que esté el vino de mi boca cerca./ Y los coros de ángeles cantarán, ya en fiesta:/ `Que a este bebedor Dios propicio sea´.” Traducción de C. Martín Puente y S. Romano Martín. Disponible en: C. Martín Puente y S. Romano Martín. EL ARCHIPOETA DE COLONIA: POEMAS I Y X. Pág. Web:http://dspace.uah.es/dspace/bitstream/handle/10017/6968/archipoeta_martin_PIB_1994.pdf?sequence=1
[6] El poema In taberna Quando Sumus, fue uno de los 24 poemas seleccionados por el músico muniqués Carl Orff (1895 – 1982), para su conocida obra Carmina Burana. Dicho obra alcanzó una difusión y una nombradía poco comunes, lo que permitió el reconocimiento, por parte del gran publico, de los poemas por él seleccionados. Ahora, estos poemas fueron seleccionados de un total de 228 poemas reunidos en el cancionero conocido como Carmina Burana. (ver nota 2.)
[7] Cuando estamos en la taberna/ nos despreocupamos del mundo,/ nos entregamos al juego/ y por él siempre sudamos./ La cuestión es ésta: que se pregunte/ qué se hace en la taberna/ donde el dinero es camarero,/ escúchese lo que digo. Traducción de Antonio García Masegosa. El texto completo del poema, con su respectiva traducción, puede leerse en el sitio Web:http://webs.uvigo.es/masegosa/Intaberna.htm
[8] Beben la dueña y el dueño,/ bebe el soldado, bebe el religioso,/ bebe el hombre, bebe la mujer,/ bebe el siervo con la criada,/ bebe el rápido y el lento,/ bebe el blanco, bebe el negro/ bebe el constante, bebe el vago,/ bebe el campesino, bebe el mago.// Bebe el pobre y el doliente,/ bebe el desterrado y el ignorado,/ bebe el joven, bebe el viejo,/ beben el prelado y el decano./ Bebe la hermana, bebe el hermano,/ bebe la vieja, bebe la madre,/ bebe ella, bebe él,/ beben ciento, beben mil. Traducción de Antonio García Masegosa. (ver nota 6).
[9] En otro tiempo adornaba los lagos;/ en otro tiempo aparecía hermoso,/ cuando todavía yo era un cisne./ ¡Desdichado, desdichado!/ Ahora, sólo negro/ y fuertemente chamuscado./ El cocinero me da vueltas y más vueltas;/ la hoguera me quema profundamente;/ ahora el camarero me sirve a la mesa./ ¡Desdichado, desdichado!/ Ahora, sólo negro/ y fuertemente chamuscado./ Ahora yazgo en el plato/ y no puedo revolotear;/ veo dientes que se afilan./ ¡Desdichado, desdichado!/ Ahora, sólo negro/ y fuertemente chamuscado. Traducción de José García Illa, recuperada del sitio:http://webs.ono.com/jgarciailla/introduccion.htm
[10] Ibíd. Nota 1
[11] Personaje al que la crítica atribuye diecinueve de los treinta y nueve poemas que conforman el Carmina Rivipullensia.
[12] “En el tiempo de abril, cuando el bosque se adorna de hojas/ y los prados de flores rosadas,/ la tierna juventud hierve de amores./ Hierve de amores la juventud tierna/ y todas las avecillas hacen un pío concierto/ y dulcemente canta el mirlo salvaje.” Traducción de Martín Riquer. (Véase nota 1.)
[13] “Es un tiempo alegre,/ muchachas;/ ¡solamente disfrutad,/ jóvenes!/ ¡Oh, todo entero florezco!/ Ya por el amor de una doncella/ todo entero ardo;/ por un nuevo amor/ es por lo que muero”. Traducción de José García Illa. (véase nota 9)
Versos Sobre los Monjes Camales.
Si quieres saber quién es el noble vulgo de los monjes:/ Por todo la tierra se extendió su sonido./ Después de prima, van a la cocina a por un trozo de algo:/ Sus gargantas son un sepulcro abierto./ Apenas recitan los psalmos y ya aprenden el coito:/ Así como el caballo y el mulo, en los que no hay entendimiento./ Lo consumen todo, y nada puede saciarlos:/ Las aves del cielo y los peces del mar./ Piden muchas viandas, y tiempo prolongado para comerlas:/ Si no quedan satisfechos, murmurarán./ Hablan gozosamente mientras contemplan las viandas:/ Estoy contento al verlas./ Pero cuando ven pocas, replican con una triste cantilena:/ ¡Ay de mí!, que mi vida miserable se ha prolongado./ El monje no piensa en otra cosa que comer bien:/ Con ojo soberbio y corazón insaciable./ De esta manera, pues, esperan ganarse el Reino de los Cielos:/ Así no, impíos, así no. Traducción de Bienvenido Morros, en: Las horas canónicas en el libro de buen amor. Disponible en pág. Web:http://estudiosmedievales.revistas.csic.es/index.php/estudiosmedievales/article/viewFile/189/192
[15] Ibíd. Nota 1.

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