domingo, 26 de julio de 2015

Poemas de Luis Carlos "El Tuerto" López

DE TIERRA CALIENTE.

Flota en el horizonte opaco dejo
crepuscular. La noche se avecina
bostezando. Y el amor, bilioso y viejo,
duerme como un sueño de morfina.

Todo está en laxitud bajo el reflejo
de la tarde invernal, la campesina
tarde de la cigarra, del cangrejo
y de la fuga de la golondrina...

Cabecean las aspas del molino
como con neurastenia. En el camino,
tirando el carretón de la alquería.

Marchan dos bueyes con un ritmo amargo
llevando en su mirar, mimoso y largo,
la dejadez de la melancolía...

CROMO.

En el recogimiento campesino,
que viola el sollozar de las campanas,
giran, como sin ganas,
las enormes antenas de un molino.

Amanecer. -Por el confín cetrino
atisba el sol de invierno. Se oye u ritmo
que semeja peinar ternuras canas,
y se escucha el dialecto de las ranas...

La campiña, de un pálido aceituna,
tiene hipocondría, una
dulce hipocondría que parece mía.

Y el viejo Osiris sobre el lienzo plomo
saca el paisaje lentamente, como
quien va sacando una calcomanía...

A BASILIO.

Tu organillo triste, tu organillo viejo,
cuando a media noche, bajo los balcones,
gime dulcemente con amargo dejo,
de seguro arrulla muchos corazones.

Tu organillo triste, de sentidos sones,
que refresca el alma con su amargo dejo,
mientras acaricia mis desilusiones,
cuántas cosas dice tu organillo viejo...

Cuando a media noche, bajo los balcones,
gime tu organillo de dolientes sones,
con plañir mimoso, con amargo dejo,

de seguro arrulla muchos corazones,
mientras acaricia mis desilusiones
tu organillo triste, tu organillo viejo...

DESPILFARRO.

Cuando te miro a solas
la ola soberbia de tu orgullo aplaca,
que al fin te humillarás, como las olas
se humillan sollozando en la resaca.

La vida viene y va...
Con la perdida
juventud, sin un sol de primavera,
¡qué amarga viene a ser la despedida
para quienes, cual tú, van a la vida
como las ondas van a la ribera!

TOQUE DE ORACIÓN.

Un pedazo de luna que no brilla
sino con timidez. Canta un marino,
y su triste canción, tosca y sencilla,
tartamudea con sabor de vino...

El mar, que el biceps de la plaza humilla,
tiene sinuosidades de felino,
y se deja caer sobre la orilla
con la cadencia de un alejandrino.

Pienso en ti, pienso que te quiero mucho
porque me encuentro triste, porque escucho
la esquila del pequeño campanario

que se queja con un sollozo tierno,
mientras los sapos cantan el invierno
con una letra del abecedario...
Luis Carlos López.


Mientras llueve


No me deja
salir el aguacero
pertinaz. Y en la tísica calleja,
debajo del alero,

se queja un organillo. Dulcemente
me arrulla con su queja
mimosa el organillo plañidero,
mientras yo mentalmente

musito dormitando: No me deja
salir el aguacero
pertinaz. No me deja
salir el aguacero.

Tarde de verano


La sombra, que hace un remanso
sobre la plaza rural,
convida para el descanso
sedante, dominical…

Canijo, cuello de ganso,
cruza leyendo un misal,
dueño absoluto del manso
pueblo intonso, pueblo asnal.

Ciñendo rica sotana
de paño, le importa un higo
la miseria del redil.

Y yo, desde mi ventana,
limpiando mi fusil, me digo:
--¿Qué hago con este fusil?

Un caso


Mi parienta, magra y fría,
solteronamente fea,
con nostálgica atonía
piensa en cosas de su aldea…

Quiere vivir con su cría
de palmípedos. Desea
manejar en la alquería
diariamente la polea

del pozo, oír en ayuna
su misa y tragarse alguna
que otra eucarística oblea,

sin tiznar el pensamiento
con el sexto mandamiento
pornográfico. Así sea.

In pace


Cruza el arroyo el solitario entierro
de un pobre. Es natural
que le acompañe un perro
bajo la indiferencia vesperal.

¿De qué murió? Sería
de bulimia, es decir,
de no haber visto la panadería
con ojos de fakir.

Y ahora va, como inútil adjetivo,
despanzurrado dentro de un cajón
de tablas de barril. –He aquí un motivo
para una cerebral masturbación.

Y Eres Traidora


Nadie ni remotamente se imagina
tu matinal rubor, ese rubor
disuelto en pinceladas de anilina,
producto de farmacia y tocador.

Deleitas el olfato con tu fina fragancia,
noble y arrogante flor de papiro.
Sutil treta supina
de gitano prestidigitador.

Pesar que asoma en ti,
pesar que vuela lejos,
con la jocunda francachela
de tu risa de hueco cascabel.

Y aunque finges reír
con el que llora penas del corazón,
eres traidora
como la cerradura de un hotel.

Serenata


       "Asómate a la ventana
       para tirarte un limón"
                 (Victor Hugo)


¡Ay, Camila, no vuelvo
ni al portón de tu casa,
porque tú la más bella
del contorno, me matas
con promesas que saben
a bagazo de caña!

¡Nada valen mis besos
y achuchones!...
¡Y nada
si murmuro en tu oreja,
tu orejita de nácar,
cuatro cosas que tumban
bocarriba a una estatua!

¡Ah, te juro que nunca
tornaré por tu casa,
ya que tú, más bonita
que agridulce manzana,
tienes ¡ay! la simpleza
del icaco y la guama!

¡Y eres más que imposible,
pues tus mismas palabras
son candados, pestillos,
cerraduras y aldabas
de tus brazos abiertos
y tus piernas cerradas!

Apan


Un indígena y dos bueyes,
lentos y mansos los tres,
van por un mar de magueyes 
mugiendo y dando traspiés… 

Jacal de adobe, a la vera 
del camino polvoriento
alguien canta lastimera
canción, que se lleva el viento. 

Mi perro para la oreja, 
levanta una pata y mea 
como por vía de comento. 

Y un remolino semeja 
descomunal chimenea 
que macula el firmamento…


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