miércoles, 22 de julio de 2015

Poemas de Eeva Liisa Manner

Bach

Hay una corriente,
piedras que se ordenan formando puentes,
dorados dragones grabados adormilados bajo el agua,
escaleras para subir a muchas casas blancas,
descanso y libertad en una profundidad de azul Giotto.
construye una ciudad
con otra ciudad dentro de sí,
puentes con otros puentes dentro de ellos
para caballos blancos como la nieve y carros de luz,
escaleras, eco, multiplicidad de puertas en el espacio:
Se abren los picos púrpuras, son variación y flauta,
se abren las alas arrojadas, se elevan, es una fuga,
palpitan las torres, la hierba que fluye
armoniza música de luz y agua.
Adonde van las mañanas
a través del follaje de los árboles, los pájaros desgranan su canto
a través del follaje de los árboles.
cae la lluvia; las nubes, nómadas del cielo
se deshacen en el viento.
con los vagones de la cosecha
por los serenos valles.


[Cuando leo, alguien piensa por mí]

Cuando escribo, mi mano piensa por mí.
Cuando duermo no pregunto ¿existo?
Existo y sé que no soy libre,
no puedo engañarme: estoy en un sueño.
[No conozco el ser de las cosas, sí sus cualidades]
Conozco tu ser, no tus cualidades.
¿decir cosas frías abrasadoramente? ¿cosas abrasadoras, fríamente?
y volver a empezar desde el principio: escribir con niebla.
lo hace todo al revés.
Nada
“Sí, se puede”, dije
y me vestí de negro
para el último baile de disfraces.
como si se me hubiese secado de tanto llorar
(ahora no había llorado en cincuenta años).
las mendaces promesas, los falsos amigos,
las calles de besos,
las mentiras de espejos huidizos.
Quiero romper el último sello,
la luna que no da luz,
la noche en la que no brilla nada.
[CUANDO LEO, ALGUIEN PIENSA POR MÍ]
Cuando leo, alguien piensa por mí.
Cuando escribo, mi mano piensa por mí.
Cuando duermo no pregunto ¿existo?
Existo y sé que no soy libre,
no puedo engañarme: estoy en un sueño.



JUEGOS PARA LOS QUE ESTÁN SOLOS

Los caminos son largos y ardientes.
El cielo está blanco. Las cornejas vuelan 
gritando insultos, una nube ronca, chillona. 
Las ventanas son ojos. Mi sombra, un muñón.
Adonde iría, mi casa
está llena de historias extrañas, frases como trampas, 
palabras pesadas, que abrasan como estaño líquido, 
y presagian, proyectando sombras por las paredes.
Tengo mucho peso, desde mi herida crece un árbol 
de hojas apolilladas.
A través del árbol se ve un cielo fulgurante, 
mi entendimiento no alcanzará tan lejos.


MURIÓ EL OTOÑO DEBILITADO

Las alamedas se vuelven rojas, los bosques, amarillos,
las montañas se oscurecen en una lluvia lejana,
en los corrales arden las hojas del otoño, humeando,
El hacha resuena mas sonora que antes,
las voces más hondas del bosque cuentan
del paso del leñador por la cuesta del Cerro del Halcón,
El eco corre por la orilla opuesta, agudo, claro,
como si una mano invisible cortara en una orilla vacía
árboles supuestos.
A veces se saludan, 
aquél, y el otro, el hombre de los ecos,
gritándose algo
a través de un lago silvestre, calmo, profundo, frío.


Teorema

Que la prosa sea dura, que despierte inquietud.
Pero la poesía es un eco que se oye cuando la vida está muda:
sombras que se deslizan en las montañas: imagen de viento y nubes,
el paso del humo o de la vida: claro, oscuro, claro,
un río que fluye lentamente, profundos bosques brumosos,
casas que se pudren lentamente, callejones que exhalan calor,
el umbral gastado y frágil, el silencio de la sombra,
el tímido paso del niño entrado a la penumbrosa habitación,
la carta de lejos que se echa por debajo de la puerta,
tan grande y tan blanca que llena la casa,
o el día, tan rígido y trasparente, que uno puede oír
cómo clava el sol la solitaria puerta azul.
                                                                         Paetkaa purret kevein purjein, 1971




Tiempo detenido
Y las puertas se abren, se abren.
El mosaico de la noche, y las hojas iluminadas.

La verde mañana desciende de los árboles,
Las mañanas caen, los pájaros, las canciones,
Vuelven las estaciones, el otoño
El invierno abre su manto, cubre los cuadros de los campos.

Cuando leo, alguien piensa por mí.

No conozco el ser de las cosas, sí sus cualidades.
¿Por qué esta infinita intriga y capricho?
Cuadratura del círculo, qué multitud de aristas,
Mira lo que hace en el espejo la mano que escribe:

“No se puede vivir sin amar”
Y tenía la boca llena de polvo
No quiero vuestro cielo, compañeros,



MISERICORDIA  PARTE IV


¿Qué sucedió en su viaje al río?
¿Qué oyó?
 Susurró
y un eco con múltiples bocas le contestó a lo lejos.
Se fue deslizando hacia su propia voz
sin saber lo que era.
Preguntó: ¿Dónde estoy? Y la pregunta
resonó siempre multiplicada.
Y continuó buscando a su interlocutor
sin saber que se buscaba a sí mismo.
¿Quién está ahí? Preguntó. Ahí, ahí
repitió el eco absurdo.
Finalmente él se despedazó
y cuando vio su imagen en el agua
se lanzó a abrazar al desconocido,
caminaron cogidos de la mano, entusiasmados,
hasta que se agarró a las hierbas acuáticas.
El silencio se apoderó del mundo bajo el agua
y le condujo a  la profundidad del río.
Por fin oyó el grito de un pájaro ordinario,
claro y melodioso bajo las aguas.
Quizás creyó que su madre le llamaba.
Quizás era su madre.



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