martes, 12 de abril de 2016

POEMAS DE RODOLFO DADA


San José, el 5 de marzo de 1952

CUENTO DE UNA SIRENA

 
Hace muchos, muchos años
me hice amigo de una sirena.
tenía el pelo de coral y sólo conocía
la lengua de las algas.
 
Ella me invitó a su casa.
Compré un traje de buzo
y descendimos las corrientes del mar.
 
Su casa era una cueva entre acantilados.
Tenía una cama de piedra,
una estufa de aguas turbulentas
y la campana de un naufragio.
 
Hice amistad con pulpos y medusas
y conversaba con los peces
mientras ella regresaba
después de cantarle a los marinos
y de la mano recorríamos
los jardines del mar.
Pero un día se me acabó el aire.
-¡Me ahogo!- le dije.
 
Salí a la superficie.
Nos abrazamos con tristeza.
No podía vivir más en su cueva.
 
Ahora, cuando escucho el canto de sirenas
en medio de la noche,
saco un remo y navego hasta su isla.
 
 
 

EN EL FONDO DEL MAR HAY UN POTRERO

 
En el fondo del mar hay un portero.
La corriente, como el viento en los pastizales,
mueve las verdes algas.
Ahí pastan, diminutos y briosos,
mil caballitos de mar.
 
- Un día quise tener uno -  dice Juan.
 
Oculto tras una piedra, esperé el paso de la manada.
Al oír el trote de sus patas en la corriente
lancé mis redes.
 
Atrapé al más pequeño. Daba tirones en las cuerdas,
pero no pudo escapar.
 
Le acariciaba el lomo amarillo
en su pecera de vidrio.
El me cerraba un ojo
y llenaba de burbujas la superficie.
 
Nos hicimos muy amigos mi caballito y yo.
 
Los turistas venían a verlo,
-te ofrezco un dólar por él.
 
Pero nada valía tanto como su cola,
sus ojos con la dulzura de la amistad,
su trompa de flautista.
 
Tiempo después lo devolví a sus pastizales.
 
Ahora tiene la crin plateada
Y relincha entre las algas.

 
 

 
Busco trabajo, señor.
Apenas se nadar un poco
y me aprieta la muerte las axilas.
Tengo miedo,
la sangre me hierve en el camino.
Busco, sabe usted,
profundo en las raíces,
y tengo flujo de mar entre las venas.
 
He buscado el agua, solamente
para limpiar mis dedos.
Tengo amigos también que se han marchado.
 
Si usted quiere
yo nado,
pienso,
a veces también lloro,
puedo sumergir entre las piedras
y ser buen compañero.

 
 
9
 
Mi infancia,
costa poblada de pájaros y peces,
pequeños ermitaños caminando en las bolsas,
paso tras un cardumen,
mariposas azules,
medusas encalladas en la playa como barcos en ruina
 
Mi infancia,
un mar vaciado con un vaso,
tronco amarrado a voces de un naufragio.
 
 
 
3
 
El mar no puede ser nostalgia para nadie.
 
Ningún pez tiene alas, agallas, ojos todavía.
Apenas se dibujan las aletas
en una costa más allá del hoy
en la que habita esta ventana.
 
Árbol es una palabra encendida entre volcanes,
hoja, rama, nido, ciervo
 
La palabra nostalgia no existe,
no hay boca para ella.
 
 
28
 
Una taza de café delata mi antigua condición de pez.
 
Doy de comer maíz a los percebes
desde un quiosco repleto de algas.
 
Una muchacha lee inscripciones en el monumento
y tira piedras a un estanque.
 
Es la última estación, yo plagio a tus amantes.
 
 
 
10
 
El mar se traga la noche,
Sólo la espuma lo separa del cielo
 
 
 
21
 
La medusa es una bailarina de otro siglo,
Ten cuidado con ella.
 
 
25
 
La imagen de un bote azul
en la vastedad de un mar azul,
 
como un meteorito en una constelación,
como una playa de mi infancia.


FOTOGRAFÍA EN BLANCO Y NEGRO


Cuando al mirarme en el espejo
Veo en mi cara la de mi padre...

José Coronel Urtecho.

Mi padre es mar, infancia,
plato frente a una costa incandescente,
ostión golpeado con un hacha,
cuerda girando en el aire matinal.
Un pochote repleto de iguanas y garrobos,
hamaca extendida entre almendros,
papaturro, rama de matapalo.
Mi padre es sueño, sombrero de paja,
la pijama azul, las pantuflas de cuero.
Cualquier referencia a su muerte
la niega el espejo. Su misma edad.
Manchas de sol.
Mar azul, plantado, infinito.
Aleta entre las olas, mantarrayas inmensas,
pargos rojos en una esquina de playa.
Ola perdida, arrecife sin corales,
la muerte es un mar vaciado.
El espejo es una canción,
“soy un pobre venadito...”,
la boca, el movimiento de la boca,
el magnetismo en sus dedos ondulantes.
Una caña doblada:
ojarán con su esperanza rota,
pez vela con el pico partido.
Es agua, silla, cuchillo, ostión abierto,
almeja, chinchorro, lisa, tiburón.
Mar desviscerado. 
Mi padre es aroma,
una jaula con bastirma bajo un sol enmohecido.
Hijos saliendo de un sueño. 
Una almohada en el espejo es mar.
Foto en blanco y negro:
un niño arrastra diez jureles y una cuerda.
Casa amarilla, paredes de pochote del 59.
Un niño mira el mar.

EL BOTE DE ALEJANDRO


I

Sobre la mesa una cuchara triste,
una malanga hervida,
la infancia nadando en un diluvio,
una esposa sentada en la fotografía
de un tiempo quebrado como un vaso.
El viejo se levanta, se calza la camisa,
abre el plástico negro que separa el cuarto
de una sala repleta de árboles y ríos.
Una leve llovizna sacude los plumones
y canta desde un árbol.
II
El bote de Alejandro es un enredo
de niños y tucanes,
en su madera crecen una bromelia azul,
un tabacón de hojas anchísimas,
orquídeas con las flores volcadas,
mochilas de musgos y cuadernos.
Navega con una herida abierta en un costado
cicatrizada por el canto y la brea.
En su estela una danta acaricia a su cría,
chasquean los saínos sus colmillos afilados
y diez niños viajan a una escuela perdida entre la selva,
las palabras son puntos azules en las lianas,
las sumas y las restas tienen exactitud de fruta.
Un bote rojo que navega con el olor rancio de la copra
pegado de la infancia,
la pobreza sentada en un pupitre.
Libro perdido en la voltea
y la esperanza graznando como un pájaro.

KARINA DICE SUS PRIMERAS PALABRAS


1
Karina dice mar,
y la palabra es agua,
sal, barcos a lo lejos.
Dice mar,
y la palabra es un delfín,
una ballena, un pez volador,
un arrecife.
Dice mar,
y una ola azul
inunda el cuarto y la cocina.
2
Karina dice agua,
y la palabra empapa la tierra,
hace crecer las plantas,
florecer un desierto.
Dice agua
y sus manos chapotean
en un río.
3
Karina dice árbol,
y surge un mundo de hojas,
de ramas, de líquenes.
Un bosque entero
lleno de pájaros.
4
Karina dice leche,
y la palabra es una madre inmensa,
un mundo,
un biberón repleto.
Un delfín esperando,
una ballena y su cría,
un ternero,
un potrillo,
un venadito.
Dice leche,
y la palabra blanca
se hace un río en la boca.
5
Karina dice cuchara
y hay un campo sembrado
de trigo,
de arroz.
Hay un plato de leche,
una sopa en la mesa.
6
Karina dice pan,
y la palabra se amasa,
entra por la puerta del horno,
sale dorada
y pinta una sonrisa
en la boca de todos
los niños del mundo.
Dice pan como decir amigo.
7
Karina dice más
y encienden de nuevo
las velas del pastel.
Dice más
y papá sigue rascándole la espalda.
Karina dice más
y la cuchara se hunde
en el platón de sopa.
8
Karina dice ternura
y la palabra se hace nido,
un gato acariciado,
un patito en la sala,
la voz de papá,
la luz de la mañana.
9
Karina dice mariposa,
y las palabra se llena de colores
ojos, alas, patas, formas
que danzan en un aire
repleto de néctar y de flores.
10
Karina dice mundo,
y todo cabe:
la casa, las ciudades,
los países, un grano de arena,
el atardecer mismo, el mar azul,
los peces, el ganado,
las personas que caminan
por la acera,
ella misma iluminada
con la palabra en la boca.
11
Karina dice cielo,
y la palabra se llena de nubes
y gaviotas
una fragata es un punto lejano,
un gavilán.
Las nubes tienen forma
de animales,
de montañas.
La palabra cielo,
es celeste como un pájaro.
12
Karina dice paz,
y es como decir la casa,
el cuarto,
como decir la música,
el futuro.
Dice paz
y la palabra vuela blanca
sobre mil niños jugando,
sobre una mesa servida,
sobre un hospital desierto.
Dice paz
y la palabra vuela.
13
Karina dice con.
El sol con la luna,
mamá con papá,
Nicole con Karina,
amigo con amiga,
río con mar.
Dice con
y es como juntar dos manos.
15
Karina dice y.
Entonces las palabras caminan de la mano:
el perro y el gato,
el sol y la luna,
el llanto y la sonrisa
y el mar,
el mar,
sobre todo el mar.
16
Karina dice no,
y la tristeza inunda la cocina:
el arroz sin el plato,
la galleta sin caja.
Dice no
y queda un beso solo,
un vestido en la cama,
un paseo perdido,
un perrito sentado.
17
Karina dice sí,
y la alegría hace fiesta en el plato:
el baile del arroz,
del espagueti,
del fresco de limón.
Dice sí
y el vestido sonríe,
el beso de papá,
una bola en la playa,
la muñeca en el cuarto,
un perrito abrazado.
18
Karina dice sol,

y la palabra es una bola de fuego.
Luz y calor sobre la tierra,
el mar, las montañas,
verdor entre los árboles, las plantas.
La tierra girando
alrededor de esa palabra encendida.
19
Karina dice luna
y la luna inicia
su camino nocturno,
en esta selva que conoce
mejor que la palma de su mano:
el árbol del almendro, el jabalí,
el vuelo dormido de un tucán,
del puma, del mono congo
del oso perezoso,
de una pareja de guacamayas.
y el canto del río,
sobre todo el canto,
donde la luna se refleja.
20
Karina dice sueño
y el libro se cierra.
El abuelo sale de puntillas.
Ella duerme plácida
junto a Nicole.

Nada se escucha,
nada se piensa,
sólo un mosquito zumba,
sólo un rayito de luz
flota en el cuarto.
Silencio.

EN EL FONDO DEL MAR HAY UN POTRERO.
 En el fondo del mar hay un portero.
La corriente, como el viento en los pastizales,
mueve las verdes algas.
Ahí pastan, diminutos y briosos,
mil caballitos de mar.
– Un día quise tener uno –  dice Juan.
Oculto tras una piedra, esperé el paso de la manada.
Al oír el trote de sus patas en la corriente
lancé mis redes.
Atrapé al más pequeño. Daba tirones en las cuerdas,
pero no pudo escapar.
Le acariciaba el lomo amarillo
en su pecera de vidrio.
El me cerraba un ojo
y llenaba de burbujas la superficie.

Nos hicimos muy amigos mi caballito y yo.

Los turistas venían a verlo,
-te ofrezco un dólar por él.

Pero nada valía tanto como su cola,
sus ojos con la dulzura de la amistad,
su trompa de flautista.

Tiempo después lo devolví a sus pastizales.

Ahora tiene la crin plateada
Y relincha entre las algas.

Digo patria
y hay un pez azul
que nada en un mar ilimitado
recuerdo el vértigo cuando el arrecife termina
y el mar vuela infinito
recuerdo también el pez azul de mi infancia
en estos ríos que cubren la tierra
la patria es entonces la memoria del agua
el vuelo de un albatros
sobre esa memoria
crecida por los años
aquí un ejército de peces
protege el infinito
la aleta que lo guía como la mano de dios
aquí la línea azul que separa
las dos manos se prolonga
y como un niño pinto pajaritos en ese horizonte
*

Camino una calle que no existe
             
Lo único que tengo se desliza
gota a gota entre los dedos
La gloria de otros años no es la sal
que ahora me conmueve
Vi una ciudad, lo juro
un café perdido entre sitios difusos
poblado de amigos y muchachas
Vastedad donde una barca azul
sólo es visible en la tormenta
Es una cárcel inmensa esta ventana
    Donde un pulpo desliza sus tentáculos
y un pez otea desde el vidrio
mi diminuto espacio
*

Sólo la lluvia recuerda al mar en esta ciudad
Infancia anclada entre fósiles, piedras
peces en las vitrinas
Presiento un mar ahogado
en la intimidad de las almejas
Saco mis manos
busco la sal y no la encuentro
Los pequeños caracoles se han ido,
el pulpo, los peces de arrecife
mis pasos de niño detrás de los jureles
Me adhiero a la roca como un alga
abro las branquias y me ahogo
Intento asir el esqueleto del mar
*

¿Quién podría recordar la lluvia?
            
En medio de un cielo gris
sólo se escucha algún retumbo débil
¡tanto azul, tanta inmensidad!
 La lluvia es ahora miserable
No tengo ventanas y todo es una ventana
Las gotas caen desde el techo de palma
y en las hojas arden sus bordes de fuego
La lluvia es la limosna de un avaro

Esta noche alisto la maleta
un paraguas sería desastroso
Afuera los volcanes son soles diminutos
Me siento a tomar café con los amigos
en otra mesa, una mujer con una bola de cristal
Dejo un infierno y sus fuegos nupciales
un arrecife en desorden con escamas de plata
Pero ese viejo de Darwin nos quitó las sorpresas
Salgo del agua, emerjo a tierra vaporosa
              abro la maleta
              y me pongo este disfraz de dinosaurio
*

Vos podrías hacer de este papel
un bodoquito para el cesto
de este lápiz astillas
iluminar el pedazo de noche en la ventana
Podrías caminar entre los pescadores
ahora que la furia del mar baña las calles
El agua, los peces que avecina
la profundidad poblada de esta hoja azul
donde los barcos sueltan sus amarras
Vos podrías caminar esta profundidad
hacer de este cuarto de hotel un incendio
estar desnuda como esta página
tan obra maestra
tan mar Caribe estallando su abanico
en este malecón de la Habana
*           
             
              El mar es una tumba
para los marineros
Dos barcas mecen
sus huesos en la noche
sus quebradas razones
En una viaja el fuego
con tu rostro encendido
entre vanas estrellas
En otra viaja el agua
con sus medusas vivas
sus inasibles peces
*
   
               Estoy sentado en una espera
               casi integrado al edificio
Pero es la última estación
y busco tu regalo
entre mis dedos un collar de nácar
una campana perdida en el naufragio
alguna estrella de cristales rotos
La vitrina exhibe tus pendientes de plata
Una estepa separa tu ciudad y la mía

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