(10 de agosto de 1941, Rioseco de Tapia, España - 11 de septiembre de 2012)/(imagen tomada de internet)
El primer hombre
El primer hombre
Que comparó a una mujer
Con una flor
Era un genio.
El segundo
Era un novísimo.
El tercer hombre
Descifró la batalla:
Los heridos se llamaban carabineros
Pues eran pobres.
Los hirientes se llamaban estudiantes
Pues eran delfines.
Reinaba, creo, Augusto.
Él , para más inri
No se escribía
Sino Pier y Páolo.
A saber
De qué lo flecharon.
La palabra mÁs exacta
El rayo inclinado se posa en la palabra más
exacta
Y de ella bebe y liba y evapora.
De espaldas a la luz de la ventana
Observo complaciente
La jerigonza lasciva de este rayo lenguaraz.
Caballo de buena boca
Secuestró de mi poema la palabra más exacta
Dejándolo desamparado
A la intemperie de los escalpelos.
Ven a mi lado, serena Gioconda
Y enséñame a leer en la diversidad.
Juntos veneremos al incansable Eros
Que con un solo beso de su rayo inclinado
Tanta luz regaló a mi poema
Despojándolo
De la belleza de la palabra más exacta.
Naturaleza muerta
Sobre coágulos de mármol las hilachas rojizas
Cuando el azúcar se desprende y muere
Al fondo de
la taza de café de verano.
La cuchara de plata
El cigarrillo rubio
Yéndose lentamente
Azulada pavesa
Entre cenizas ralas y círculos de sopor
Yéndose.
Bajo la soledad de las maderas del salón
milenario
En este reposo del mediodía
Ligeramente predispuesto a las palabras suaves
“Ángel azul
Festivales de amor plateada orla
De sueños”.
Dejó el líquido una red de espuma
En el borde de la taza disimulando aferrándose
El resbaladizo tiempo cristalino.
El ticket con el precio
El vaso de agua
Las cerillas
La mancha inmóvil calurosa empedernida
Muerta.
Me pegaría un tiro.
Tomado de:
«Otra vez más»
Siempre quedan los papeles llenos de metralla
encima de alguna mesa.
Pero más triste es morirse de hambre
y sin chaqueta y lejos de la patria.
Por eso hoy, Antonio Machado,
rasgo todos los versos,
todos los discursos de después de la comida
y me quedo en mi cuarto
mirando hacia afuera, mientras sigue la lluvia.
Por eso y porque es febrero,
tantas veces cuajado de nieve
pero tan pocas de copos de libertad.
Y porque el Volga
se deshiela a estas horas y en el Mediterráneo
llamean las aguas que te vieron morir.
Y también
por los dos versos
que encontraron en tu bolsillo y que dicen:
“estos días azules
y este sol de la infancia”.
Por sobre todo, padre mío,
porque estoy desnudo como los hijos de la mar.
Tomado de:
LA MUERTE DEL PADRE SE ALZA EN LA VENTANA...
La muerte del padre se alza en la ventana
sale al espacio vestida de blanco.
Por las escaleras interiores golpea su cuerpo
descendido a hombros bajo espesa madera.
Los hijos del padre cruzan las calles,
el globo de la tierra gira sobre sus ojos.
Están para estallar pero no sollozan.
Sonríen pero están para partir.
La energía del padre yace en el vaso de agua,
en la mesa de noche de las salas de espera.
La chaqueta del padre vaga por los percheros,
no es símbolo, no es viento, no es amor.
La madre de los hijos inflama la pared
con una luz roja y con una luz roja.
La memoria deshace las miradas.
Mariposas clavadas con alfileres.
La sombra del padre se disuelve en la atmósfera,
habita las galaxias, los macizos blancos.
La madre de los hijos y los hijos del padre
cavan una tumba en el corazón de la tierra.
Tomada de:
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