martes, 18 de marzo de 2025

RECORDAMOS A STÉPHAN MALLARMÉ -EN SU NATALICIO-


Angustia

 

Hoy no vengo a vencer tu cuerpo, oh bestia llena

de todos los pecados de un pueblo que te ama,

ni a alzar tormentas tristes en tu impura melena

bajo el tedio incurable que mi labio derrama.

 

Pido a tu lecho el sueño sin sueños ni tormentos

con que duermes después de tu engaño, extenuada,

tras el telón ignoto de los remordimientos,

tú que, más que los muertos, sabes lo que es la nada.

 

Porque el Vicio, royendo mi majestad innata,

con su esterilidad como a ti me ha marcado;

pero mientras tu seno sin compasión recata

 

un corazón que nada turba, yo huyo, deshecho,

pálido, por el lúgubre sudario obsesionado,

¡con terror de morir cuando voy solo al lecho!

 

Versión de Andrés Holguín

 

 

Angustia (Otra versión)

 

Yo no vengo esta noche para vencer tu cuerpo,

en el que están los pecados de un pueblo ni para,

en tu impuro cabello, alzar tormenta

bajo el fastidio incurable. que destilan mis besos.

 

Pido a tu lecho el pesado sueño sin fantasmas

deslizándose a través de las cortinas ignoradas del remordimiento,

que tú puedes saborear después de tus negras mentiras.

Tú que sobre la nada sabes más que los muertos.

 

Pues el vicio, royendo mi nativa nobleza,

me ha marcado, como a ti, con el sello de la esterilidad;

mas en tanto que tu seno de piedra lo habita

 

un corazón que la garra de ningún crimen hiere,

yo huyo, pálido, deshecho, obsesionado por mi sudario,

temiendo morir cuando duermo solo.

 

Versión de L. S.

 

 

Aparición

 

La luna se entristecía. Serafines llorando

sueñan, el arquillo en los dedos, en la calma de las flores

vaporosas, sacaban de las lánguidas violas

blancos sollozos resbalando por el azul de las corolas,

 

Era el día bendito de tu primer beso.

Mi ensueño que se complace en martirizarme

se embriagaba sabiamente con el perfume de tristeza

Que incluso sin pena y sin disgusto deja

el recoger de su sueño al corazón que lo ha acogido.

 

Vagaba, pues, con la mirada fija en el viejo enlosado,

cuando con el sol en los cabellos, en la calle

y en la tarde, tú te me apareciste sonriente,

y yo creí ver el hada del brillante sombrero,

que otrora aparecía en mis sueños de niño

mimado, dejando siempre, de sus manos mal cerradas,

cien blancos ramilletes de estrellas perfumadas.

 

Versión de L. S.

 

 

Brisa marina

 

Leí todos los libros y es, ¡ay! , la carne triste.

¡huir, huir muy lejos! Ebrias aves se alejan

entre el cielo y la espuma. Nada de lo que existe,

ni los viejos jardines que los ojos reflejan,

ni la madre que, amante, da leche a su criatura,

ni la luz que en la noche mi lámpara difunde

sobre el papel en blanco que defiende su albura

retendrá al corazón que ya en el mar se hunde.

¡Yo partiré! ¡Oh, nave, tu velamen despliega

y leva al fin las anclas hacia incógnitos cielos!

Un tedio, desolado por la esperanza ciega,

confía en el supremo adiós de los pañuelos.

Y tal vez, son tus mástiles de los que el viento lanza

sobre perdidos náufragos que no encuentran maderos,

sin mástiles, sin mástiles, ni islote en lontananza...

Corazón, oye cómo cantan los marineros!

 

Versión de Andrés Holguín

Tomado de:

http://amediavoz.com/mallarme.htm

 

 

DON DEL POEMA

¡Te traigo aquí a la hija de una noche idumea!

Negra, de ala sangrienta y pálida e implume,

por el vidrio que incendian los aromas y el oro,

por heladas ventanas opacas todavía,

la aurora se arrojó sobre el candil angélico,

¡palmas! y cuando ya mostraba esa reliquia

al padre que enemiga sonrisa aventuraba,

la estéril soledad azul se estremecía.

¡Oh arrulladora, con tu niña y la inocencia

de tus helados pies el nacimiento horrible

acoge, y con tu voz que viola y clave evoca!

¿Oprimirán tus dedos marchitos ese pecho

del que mana en blancura sibilina la hembra

hacia labios que el aire del azul virgen tienta?

Trad.: Ulalume González de León

 

 

SANTA

En la ventana está ocultando

desdorados sándalos viejos

de su viola resplandeciente

—flauta o laúd en otro tiempo—

la pálida Santa que extiende

el libro viejo que prodiga

el Magnificat deslumbrante

según las completas y vísperas.

Roza el vitral de ese ostensorio

el arpa alada de algún Ángel

creada en el vuelo vespertino

para el primor de su falange.

Y deja el sándalo y el libro,

y acariciante pasa el dedo

sobre el plumaje instrumental

la tañedora del silencio.

Trad.: Mauricio Bacarisse

 

 

SI TODA EL ALMA…

Si toda el alma resumo

cuando lentamente espira

abolida y nueva espira

en cada espira de humo

algún cigarro compruebo

docto en arder, aunque aprisa

no se aparte la ceniza

del claro beso de fuego

así al coro de canciones

que al labio vuela servil

suprime cuando lo entones

todo lo real por vil

que lo muy preciso estraga

tu literatura vaga.

Trad. Ulalume González de León

 

 

OTROS POEMAS Y SONETOS

I

De la noche el Orgullo humea

cual antorcha en revuelo ahogada

sin que pueda la llamarada

inmortal diferir su entrega.

La antigua estancia, rica un día,

hoy con decrépitos trofeos,

no entibiaría el heredero

si apareciera en la crujía.

¡Oh necesario horror de un muerto

ayer!: con garras aferrando

la tumba de una palinodia,

bajo el denso mármol desierto

su único fuego dispensando

y fulgurante, una consola.

 

II

Surgido del salto y la grupa

de efímero cuerpo de vidrio,

sin florear la amarga velada

se interrumpe el cuello ignorado.

Yo creo que nunca dos bocas

—de su amante y mi madre— me han

bebido en la misma Quimera,

a mí, silfo del frío techo,

vaso puro de ningún filtro

que en la viudez inagotable

agoniza, pero no cede,

beso ingenuo de los más fúnebres

que anuncia sin nada espirar

una rosa entre las tinieblas.

 

III

Un encaje queda abolido

en la duda del Juego extremo,

al sólo entreabrir, ¡oh blasfemo!,

un lecho desaparecido.

El blanco, unánime altercado

de una guirnalda con la misma

huye, y más flota que se abisma,

por vidrios lívidos cercado.

En quien el sueño de oro viste,

una mandola duerme triste

en hueca Nada musical

que hacia alguna ventana hiciera,

no de otro vientre sino tal,

que alguien, filial, nacer pudiera.

Trad.: Ulalume González de León

Tomado de:

https://materialdelectura.unam.mx/images/stories/pdf5/stephane-mallarme.pdf

 

 

CANSADO DEL AMARGO REPOSO...

Cansado del amargo reposo donde ofende

mi pereza una gloria por la que huí antaño

de la infancia adorable de los bosques de rosas

bajo azul natural, cansado siete veces

del exigente pacto de cavar por velada

nueva fosa en la tierra frígida y avarienta

de mi propio cerebro,

de la esterilidad cruel sepulturero.

-¿Qué decirle a esta Aurora, oh Sueños, visitado

por las rosas, con miedo de las lívidas, cuando

junte el extenso osario los vacuos agujeros?

Renunciar quiero al Arte voraz de un cruel país

y sonriente para los caducos reproches

que me hacen mis amigos, el pasado y el genio,

y mi lámpara que conoce mi agonía,

imitar al sutil chino de fino y límpido

corazón cuyo albo éxtasis está en pintar el fin,

sobre tazas de nieve de una arrobada luna,

de una flor peregrina que perfuma su vida

transparente, la flor que sintió cuando niño

a la azul filigrana del alma injertándosele.

Para la muerte como solo sueño del sabio,

sereno, escogeré un juvenil paisaje

que he de pintar aún, distraído, en las tazas.

Un pálido y delgado trazo de azul sería

un lago, entre el cielo de nuda porcelana,

nítida media luna perdida en blanca nube

baña su quieto cuerno en las heladas aguas

no lejos de tres juncos, pestañas de esmeralda.

(TRAD. JAVIER SOLOGUREN)

 

 

UNA NEGRA...

Una negra por el demonio sacudida

Quiso en un niño triste gustar de nuevos frutos

Y criminales bajo su veste agujereada.

Esta voraz prepara sus trabajos astutos:

Con su vientre compara dos airosos pezones

Y allá donde la mano no consigue ascender

Eleva el golpeteo sordo de sus tacones

Como una rara lengua torpe para el placer.

Contra la desnudez miedosa de gacela

Que tiembla, sobre el dorso, como un gran elefante

Enajenada aguarda y se admira y encela

Y ríe con sus dientes ingenuos al infante.

Y entre sus piernas donde su víctima se acuesta,

Bajo la crin la negra piel abierta al azar,

La extraña boca su paladar manifiesta

Pálido y rosa como un caracol de mar.

(TRAD. RAÚL GUSTAVO AGUIRRE)

 

 

El CIGARRO

Toda el alma resumida

cuando lenta la consumo

entre cada rueda de humo

en otra rueda abolida.

El cigarro dice luego

por poco que arda a conciencia:

la ceniza es decadencia

del claro beso de fuego.

Tal el coro de leyendas

hasta tu labio aletea.

Si has de empezar suelta en prendas

lo vil por real que sea.

Lo muy preciso tritura

tu vaga literatura.

(TRAD. ALFONSO REYES)

Tomado de:

https://web.seducoahuila.gob.mx/biblioweb/upload/LA%20SIESTA%20DE%20UN%20FAUNO%20Y%20OTROS%20POE.pdf

 

 

Las cuatro estaciones

 

1. Resurgir

 

Primavera enfermiza tristemente ha expulsado

Al invierno, estación de arte sereno, lúcido,

Y, en mi ser presidido por la sangre sombría,

La impotencia se estira en un largo bostezo.

 

Unos blancos crepúsculos se entibian en mi cráneo

Que un cerco férreo ciñe como a una vieja tumba

Y triste, tras un sueño bello y etéreo, vago

Por campos do la inmensa savia se pavonea.

 

Luego caigo enervado de perfumes arbóreos,

Cavando con mi rostro una fosa a mi sueño,

Mordiendo el suelo cálido donde crecen las lilas,

 

Espero que, al hundirme, mi desgana se alce…

-Mientras, el Azur ríe sobre el seto y despierta

Tanto pájaro en flor que al sol gorgea-.

 

2. Tristeza de verano

 

El sol, sobre la arena, luchadora durmiente,

Calienta un baño lánguido en tu pelo de oro

Y, consumiendo incienso sobre tu hostil mejilla,

Con las lágrimas mezcla un brebaje amoroso.

 

De ese blanco flameo esa inmutable calma

Te ha hecho, triste, decir -oh, mis besos miedosos-:

“¡Nunca seremos una sola momia

Bajo el desierto antiguo y felices palmeras!”

 

¡Pero tu cabellera es un río tibio,

Donde ahogar sin temblores el alma obsesionante

Y encontrar esa Nada desconocida, tuya!

 

Yo probaré el afeite llorado por tus párpados,

Por ver si sabe dar al corazón que heriste

La insensibilidad del azur y las piedras.

 

3. Suspiro

 

Mi alma hacia tu frente donde sueña

Un otoño alfombrado de pecas, calma hermana,

Y hacia el errante cielo de tus ojos angélicos

Asciende, como en un melancólico parque,

Fiel, un surtidor blanco suspira hacia el azul.

-Hacia el Azur eternecido de octubre puro y pálido

Que mira en los estanques su languidez sin fin

Y deja, sobre el agua muerta do la salvaje

Agonía de las hojas yerra al viento y excava un frío surco,

Arrastrarse al sol gualda de un larguisimo rayo.

 

4. Invierno

 

¡El virgen, el vivaz y bello día de hoy

Da un aletazo ebrio va a desgarrarnos este

Lago duro olvidado que persigue debajo de la escarcha

El glaciar transparente de los vuelos no huidos!

 

Un cisne de otro tiempo se acuerda de que él es

Quien, aun sin esperanza, magnífico se libra

Por no haber cantado la región do vivir

Cuando ha esplendido el tedio del estéril invierno.

 

Sacudirá su cuello entero esta blanca agonía

Por el espacio impuesto al ave que lo niega,

Mas no el horror del suelo que aprisiona al plumaje.

 

Fantasma que su puro destello a este lugar asigna,

Se aquieta en el ensueño helado del desprecio

Que entre su exilio inútil viste el Cisne.

 

Traducción de: Aníbal Núñez

Tomado de:

https://www.zendalibros.com/5-poemas-mallarme/

 

 
Galantería macabra*.

En uno de esos barrios donde van las

caravanas De traperos a pelear y a besar

galantemente Una vieja tela que huele a piel

de cortesana

Y a lapidar los gatos que en el amor se abisman,

 

Como ellos iba: mi alma vagaba por un cielo

apagado Parecida al fulgor pleno de vago pánico

Que sobre los muros lívidos esbozan sus linternas

Cuya mañana enrojece la llama un día frío.

 

Y vi un cuadro fúnebremente grotesco

Cuyo sueño aún me pena,

y que expongo:

Una mujer, muy joven, una indigente, a punto

De dar a luz, estaba muerta en un tugurio

oscuro.

 

–Sin sacramentos y como un perro–dijo su

vecina. Un andrajo negro allí cuelga y por

lágrimas de plata

Muestra el muro demacrado por sus agujeros: la

avaricia Y el incienso rancio van en sus pliegues

dando vueltas.

 

Tres sillas esperan al féretro: en el suelo, un

cirio Cuya cera ha llorado ya más de un muerto, y

luego Un candelero que dejaba, bajo su plata

austera, Reír al cobre y, bajo la lluvia, una brizna

de boj…

Tomado de:

https://es.scribd.com/document/42669917/Seleccion-de-poemas-Stephane-Mallarme

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