martes, 27 de octubre de 2020

POEMAS DE AMELIA BIAGIONI

(Gálvez1916 - Buenos Aires2000 Argentina)


La llovizna

 

Yo, con la vaga frente en la balada

y el talón en el musgo de los siglos,

yo, que inventé el otoño lentamente

y gris y lentamente soy su vino,

yo, que ya agonizaba cuando el hombre

me amó para nombrarme "la llovizna",

yo, que cruzando su durar lo nublo

de eternidad y de melancolía,

yo, que debo medir la soledad

entera, y desandar todo el recuerdo

y más, gris y lentamente el día

señalado asperjar el fin del tiempo,

yo, a veces, mientras limo tristes mármoles

y herrumbro amantes, pienso que en la tierra

no existo, que tan sólo voy cayendo,

así, de la nostalgia de un poema.

 

 

***

 

Cada día, cada noche

 

Cada día

me levanto sin nombre,

y en la nuca

una sombra

tenaz, ajena, a filo,

me acusa desde siempre;

y la culpa

total, indescifrable,

entera, me usurpa,

no sé quién soy, me oculto, huyo,

y me pierdo extranjera.

Hasta sentir,

cada noche,

una luz

fiel, entrañable, mansa,

que vuelca desde siempre

río, libélulas, sol, trébol

en mi cabeza más lejana,

y le apoya

alguna, aquella mano;

y cuando empiezo a recordarme,

un ruido sucio, espeso,

de sombra,

se interpone en la nuca

y despierto

sin nombre.

Tomado de:

https://elrincondemisdesvarios.blogspot.com/2015/04/tres-poemas-de-amelia-biagioni.html

 

CANCIÓN DE CUNA PARA UN NIÑO MUERTO

 

 

Te alzaron de noche

las Siete Cabrillas.

De tu ausencia larga

mueren mis rodillas.

 

Te ciñen, te mecen

mis brazos vacíos.

Duérmete en el fondo

de los huesos míos.

 

Dejaste en mis pechos

la tierra y el mar.

Pechos de la luna

te dan de mamar.

 

Arrorró, lejano

nardo, niño frío,

arrorró! Te siento

llorar el rocío.

 

Con cuna vacía

ya estoy en el suelo.

Por tus piececillos

en mi desconsuelo.

 

Tus ojos -mis ojos-

se abren en las flores.

Duerme, que estoy ciega;

niño azul, no llores.

 

Ramo de mis venas,

esta madrugada

vuélvete a mi pecho:

¿no me ves talada?

 

*

TORRE DEL TÉ

 

 

Sobre infinitos pisos y negocios,

bebo magia de té dorado.

El ventanal profundo está ofreciéndome

un abismo de pórtland delicado.

 

Con la liviana llave de esta altura

abro el sueño de la ciudad;

y en la tarde, los prismas angustiados

se disfuman en ancha suavidad.

 

Quizás son voladoras estas torres,

donde milagros se aposentan

entre palomas, torres donde viven

los que de la ternura se alimentan.

 

En el río, que acaso es lento beso,

mezo un barquito, y Dios, el día.

De una calle, o del rastro de mis ojos,

alzo la miniatura de un tranvía.

 

Y a ti te olvido, hombre diminuto

como un terroncito de fe,

porque temo que te arroje mi mano

al misterio de mi taza de té.

 

 

*

EL AMOR

 

 

Solitario a quien palpo,

dios de mi soledad,

ven a tientas,

no hay nadie en la tierra,

nadie más,

y no tengo nombre.

 

Vengo de lo absoluto de tus fábulas,

cuido tu azar y tu silencio,

y he visto en tu espalda

el rostro que buscas cruzando visiones.

 

Con todo el amor y la vida

yo te conozco,

solitario, muchedumbre,

y te pregunto

quién eres.

 

Hombre mío sin bordes,

ven entero,

ven hasta la muerte

y no más, no hasta la tristeza,

ven a tientas,

y desde adentro fórmame

guitarra sin fin,

y lo que arranques,

mi hondo sonido de la especie,

arrójalo con júbilo

a la sombra constante,

amor mío, elemento,

a la tiniebla original arrójame,

así, contigo.

 

2

 

 

Tengo una herida siempre verde

que reconoce el filo

del nombre oculto en la neblina.

 

*

 

6

 

 

Quisiera decir la pasión

aterradora del universo en la noche,

su ardiente abrazo que abandona.

 

*

 

Entré en mi espesura

y vi tu nombre escrito con árboles.

Tomado de:

http://lahistoriadelamelancolia.blogspot.com/2019/08/7-poemas-de-amelia-biagioni.html

 

El azul

 

Si te acercas

a su reino ovalado,

la puerta

te engulle suavemente,

y adentro

en lugar de la puerta

está la ley,

que ordena:

 

Hay que fijarse al tema azul

cantando sin pasado:

“Azul, azul, azul”,

y alcanzar la soga que pende azul

y enroscarla en el propio cuello

distraído,

y apoyando un pie, un párpado azul

-con el otro encogido-

en el vacío azul,

en su mano sin palma,

darse un gran envión

en torno al eje, al ojo azul,

girar desarrollándose

sobre la mano del vacío azul,

y cantar sin pasado:

“Azul, azul, azul”,

hasta que llegue el miedo,

o el rojo con espuma.

O el frío.

Tomado de:

https://loscuadernosdevieco.blog/2018/07/22/cuaderno-de-poemas-el-azul-de-amelia-biagioni/

 

Decir

 

Cuando recibo una palabra inesperada

la retengo y vigilo sus diferentes porvenires

hasta que alguno e ellos

de pronto se recuerda se incorpora

y no hay palabra ya

sino un gran viento que me empuña.

 

León

 

No importa si la pálida mujer

que en su torre escribe

amontona palabras tibias.

 

Cuando duerme

de un rojo salto

la arrebato y enciendo

la llevo a su selva

le infundo mi dinastía

y la obligo a reinar,

a avanzar segura y espléndida

a apresar bravamente

las palabras amantes o guerreras

y a desdeñar las otras.

 

Tigre

 

En la curva del salto

rujo

 

Vil cazador

aún no ha nacido el rey

que ha de contar mis manchas

 

Yo estoy dentro del bosque

dentro del tiempo.

 

Y él

afuera

temiéndome

sentado sobre mi piel.

Tomado de:

https://loscuadernosdevieco.blog/2020/03/23/cuaderno-de-poemas-tres-textos-de-las-cacerias-amelia-biagioni/

 

 

 

 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario