Mamá negra
Cuando mamá negra hablaba del Chocó
le brillaba la cadena de oro en el pescuezo,
su largo pescuezo para beber agua en las totumas,
para husmear el cielo,
para chuparles la leche a los cocos.
Su pescuezo largo para dar gritos de colores con las
guacamayas,
para hablar alto entre las vecinas,
para ahogar la pena,
y para besar a su negro, que era alto hasta el techo.
Su pescuezo flexible para mover la cabeza en los bailes,
para reír en las bodas.
Y para lucir la sombrilla y para lucir el habla.
Mamá negra tenía collares de gargantilla en los baúles,
prendas blancas colgadas detrás del biombo de bambú,
pendientes que se bamboleaban en sus orejas,
y un abanico de plumas de ángel para revolver el aire.
Su negro le traía mucho lujo del puerto cada vez que
venían los barcos,
y la casa estaba llena de tintineantes cortinas de
conchas y de abalorios,
y de caracoles para tener las puertas y para tener las
ventanas.
Mamá negra consultaba el curandero a propósito del
tabardillo,
les prendía velas a los santos porque le gustaba la
candela,
tenía una abuela africana de la que nunca nos hablaba,
y tenía una cosa envuelta en un pañuelo,
un muñequito de madera con el que nunca nos dejaba
jugar.
Mamá negra se subía la falda hasta más arriba de la
rodilla para pisar el agua,
tenía una cola de sirena dividida en dos pies,
y tenía también un secreto en el corazón,
porque se ponía a bailar cuando oía el tambor del
mapalé.
Mamá negra se movía como el mar entre una botella,
de ella no se puede hablar sin conservar el ritmo,
y el taita le miraba los senos como si se los hubiera
encontrado en la playa.
Senos como dos caracoles que le rompían la blusa,
como si el sol saliera de ellos,
unos senos más hermosos que las olas del mar.
Mamá negra tenía una falda estrecha para cruzar las
piernas,
tenía un canto triste, como alarido de la tierra,
no le picaba el aguardiente en el gaznate,
y, si quería, se podía beber el cielo a pico de
estrella.
Mamá negra era un trozo de cosa dura, untada de risa por
fuera.
Mi taita dijo que cuando muriera
iba a hacer una canoa con ella.
Alheña y azúmbar
¡Ya no más –por favor– las aburridas descripciones de
semillas tropicales!
Gabriel Jaime Franco
La digestión de la pulpa del coco demora cuarenta días y
cuarenta noches.
Ni mucho, ni poco. Al plátano hartón de cáscara roja le
falta un grado para ser veneno. Compadre, no coma coco. Si se ha comido banano
y se toma ron, muerte segura. Nadie comió. Ni yo tampoco. La pepita de la
pitahaya si la comes no la muerdas, si la muerdes no la tragues; si la tragas,
allá tú.
La pepita de la granadilla si la tragas se te embucha.
Para que no se te embuche, mejor que no comas mucha.
La pepita de la granada no es como la de la granadilla.
La pepita de la guayaba no es como la de la granada. Y la pepita de la papaya
no es como la de la guayaba. Es como la de la papayuela, pero más dulce.
Si es más dulce es más sabrosa, si es más sabrosa es más
cara. Para que no sea más cara no compre papaya ni compre nada.
La pepita de la guanábana es como la de la chirimoya. Y
ambas son como la de la calabaza. Cuando a uno le dan calabazas no le dan
chirimoya ni le dan papaya.
Las pepitas de la guama se usan para hacer zarcillos,
quiero decir que se utilizan como pendientes, o mejor dicho lo que quiero decir
es que los chicos se las cuelgan de las orejas.
Trae el corozo una nuez, trae la nuez una almendra, pero
la almendra de la nuez no es como la nuez del corozo. Si no se entiende que no
se entienda.
La ciruela se lava, pero no se pela; el madroño se pela,
pero no se lava. Para saber si una fruta se lava o se pela hay que consultar el
diccionario. El diccionario tiene la palabra. Pero si no la tiene será que le
falta una página.
La pulpa de la algarroba se ataruga y se atraganta. Si
tomas agua se forma una pasta y se te pega en la garganta. Con la garganta
atragantada tratas de ver si resuellas o si no resuellas nada. Si no resuellas
mortus est.
El hicaco es una fruta especial para diabéticos: no
tiene azúcar, ni tiene harina, ni tiene hicaco ni nada.
El que come patilla oxidada seguro estira la pata. Para
no correr el riesgo es mejor comer sandía. La sandía es una fruta sandia.
El tamarindo es la fruta que más me gusta porque es de
negros y de tierra caliente. Qué sería de los blancos cuando van a tierra
caliente si los negros no les sirvieran refrescos de tamarindo. Con el sabor
áspero del tamarindo se forman bolas ácidas recubiertas de azúcar que sirven
para vender en las calles de Cartagena, y se hace una miel espesa de tamarindo
para lamer sobre hojas de plátano. También se hacen sorbetes para el arzobispo,
y además el árbol de tamarindo produce una sombra verde y fresca para construir
un banquito y sentarse alrededor del tronco. El tamarindo es un tronco de árbol
copudo completamente lleno de tamarindos. Sólo los negros lo pueden coger
porque no es fruta de blancos. Si los blancos tuvieran tamarindo entonces los
negros serían blancos. Pero no puede ser.
Hay muchas frutas que son de negros. Dios les dio a los
negros la tierra caliente y las frutas porque Dios tiene predilección por los
negros, eso es evidente. A los blancos los puso en tierras frías para que se
resfríen, pero ellos inventaron la aspirina y las cobijas de lana. El níspero y
el mamey son frutas de negros. Y el zapote también. Pero lo que pasa es que a
los blancos siempre les ha gustado comerse la comida de los negros. Y la música
de los negros. Y los bailes de los negros. Y las negras de los negros.
Sigamos: mi negra se emperejila, se emperespeja, se
aliña,
Con alhucema y albahaca, con cidrón y toronjil,
Con lavanda, con canela, con loción y con anís.
Mi negra tiene un meneo que no cabe por la calle,
Mueve el tacón y la punta del zapato y ese baile
Derrama tantas fragancias que no caben en el aire.
Mi negra es alta y esbelta, muy lucida y bien plantada,
Su cuello es tan largo que anda su cabeza por el aire.
El donaire de mi negra no cabe en ninguna parte.
Mi negra tiene ojos blancos, dientes blancos, calzones
blancos,
Calzones en diminutivo, calzoncitos, prendas íntimas…
Yo no sé qué tienen de íntimas si las anda mostrando por
todos lados.
Cuando mi negra se desnuda queda completamente desnuda,
No como las blancas que aunque se desnuden siempre
tienen algo que las cubre, aunque sea un concepto. Mi negra no tiene conceptos,
ella nació y se crió desnuda, y por lo tanto no se puede vestir completamente
porque mientras más se viste más desnuda queda.
Mi negra se aceita el codo, se pule el pelo, acicala,
Se emperimbomba, se tiñe, se sahúma, se apercala,
Se va de rumba y regresa cuando está la noche alta.
Yo no sufro por mi negra. ¡Cómo me alegra mirarla!
Mi negra camina en versos de cuatro o cinco tonadas,
Su habla es un canto largo, con las palabras cortadas.
Mi negra es dulce por fuera. Por dentro yo no sé nada.
Por dentro mi negra tiene alguna cosa guardada.
Agüita de manzanilla,
Tisana de ron y eneldo,
La raíz del limoncillo
Y un manojito de espliego.
El aire huele a linaza
Con astillas de canela.
Con alheña y con azúmbar
Viene pintada mi negra.
Pintada no es la palabra,
Viene más azul que negra,
Como esculpida en el aire
¡Durísimo de la piedra!
Tomado de:
https://www.poeticous.com/jaime-jaramillo-escobar?locale=es
El deseo
Hoy tengo deseo de encontrarte en la calle,
y que nos sentemos en un café a hablar largamente
de las cosas pequeñas de la vida,
a recordar de cuanto tú fuiste soldado,
o de cuando yo era joven y salíamos a recorrer juntos
la ciudad, y en las afueras, sobre la yerba, nos echábamos
a mirar cómo el atardecer nos iba rodeando.
Entonces escuchábamos nuestra sangre cautelosamente
y nos estábamos callados.
Luego emprendíamos el regreso y tú te despedías siempre
en la misma esquina hasta el día siguiente,
con esa despreocupación que uno quisiera tener toda
la[vida,
pero que sólo se da en la juventud,
cuando se duerme tranquilo en cualquier parte sin un pan
entre el bolsillo,
y se tienen creencias y confianzas
así en el mundo como en uno mismo.
Y quiero además aún hablarte,
pues tú tienes dieciocho años y podríamos divertirnos
esta
noche con cerveza y música,
y después yo seguir viviendo como si nada...
o asistir a la oficina y trabajar diez o doce horas,
mientras la Muerte me espera en el guardarropa para
ponerme mi abrigo negro a la salida,
yo buscando la puerta de emergencia,
la escalera de incendios que conduce al infierno,
todas las salidas custodiadas por desconocidos.
Pero hoy no podré encontrarte porque tú vives en otra
ciudad.
Mientras la tarde transcurre
evocaré el muro en cuyo saliente nos sentábamos
a decir las últimas palabras cada noche
o cuando fuimos a un espectáculo de lucha libre y al
salir
[comprendí que te amaba,
y en fin, tantas otras cosas que suceden...
En la luna
Suelen decirme –a manera de crítica– que vivo en la
Luna.
¿Les he dicho yo –a manera de crítica– que viven en
Tierra?
Cada uno tiene que vivir en algún astro, a no ser que él
mismo sea un asteroide.
Si ustedes viven en la Tierra y yo vivo en la Luna,
quiere decir que somos vecinos.
Vecinos míos: vuestra Tierra se ve amenazadora allá en
lo alto. ¿Qué nueva guerra estáis tramando?
Prestadme una ramita de culantro para adornar mi sopa.
Comeré a vuestro nombre pero a mi buen provecho.
“FELICITACIONES FELIZ CUMPLEAÑOS STOP RECUERDA CUANTO TE
GUSTABA EL CULANTRO CUANDO ESTABAS EN CASA STOP ENRIQUE Y YO TE ECHAMOS MUCHO
DE MENOS STOP BENDIGOTE AMALIA”
Aquí en la Luna se vive supremamente bien. Os veo rodar
a mi alrededor en esa bola de tierra que va dando tumbos por el universo sin
sentido y sin seso.
Y yo estoy aquí confortablemente iluminado meciéndome en
el espacio sideral como en una hamaca de oro,
Vuestra pobre Tierra trastabillando en el infinito y
pidiendo limosna entre los astros.
El Señor Jehová viene a hacerme la visita en la Luna
nueva,
Y se queda toda la tarde aspirando el incienso que le
ofrezco en un potecito,
Porque desde que se jubiló quedó eternamente enviciado
con el humo del incienso.
Las conversaciones del Señor Jehová exceden todo límite
de hermosura,
Y luego se despide majestuosa y cortésmente, porque
tiene la piel tan delicada que no puede dormir sobre el esponjoso polvillo de
la Luna.
El Señor Jehová me trajo un pastel de chocolate que
quién sabe de dónde lo tomaría.
Debió haber sido de la Casa Blanca, porque estaba
adornado con el signo U$A.
¡El Señor Jehová hace unas cosas!
Aquí en mi Luna me paso los días cantando,
Los felices días del Universo en el coro de las
estrellas.
El Señor Jehová no me cobra el arrendamiento ni me manda
la factura de la luz.
Me dice que está muy disgustado con los que venden el
agua, el aire y la luz en esa Tierra desgraciada –y la señala repetidamente con
el dedo.
Si yo no me hubiera venido a vivir en la Luna ya me
habría muerto en vuestra Tierra inhóspita y cicatera,
A la que el Señor Jehová le tiene tanta lástima como a
un hijo deforme.
Yo no le pregunto nada al Señor Jehová porque Él se
maravillaría de que le preguntase algo.
El Señor Jehová, amablemente, me anuncia su visita con
tres días de anticipación,
Y yo salgo a recibirlo radiante y alborozado.
Cuando lo veo venir, parecido a Walt Whitman, le lanzo
gritos jubilosos para que sepa que lo espero con gusto,
Y cuando llega y me abraza me siento tan contento como
un cohete que estalla.
Le he quitado a la Luna las banderillas que le clavaron
rusos y norteamericanos,
Y le he puesto un poco de tintura de yodo en las
heridas, para que cicatrice.
La Luna es un torito virgen que muge por el cielo; el
hocico le huele a leche de nube.
Yo no voy a permitir que los gringos y los rusos me lo
toreen.
La Tierra lleva a la Luna de la mano a dar un paseo por
el Universo, la Luna que es su hija pequeñita.
La Tierra le da de mamar a la Luna, el seno cubierto con
sus chales de nubes.
Como dicen que la Luna anda desnuda, yo le pido a mi
mujer que se enlune, que se alune, que se deslune, que me enlunice.
Lo que más falta me hace en la Luna son las noches de
Luna,
Cuando la Luna perfuma las noches de la Tierra.
La Tierra que adivina el porvenir en la bola de la Luna.
La Tierra que se mira en el espejo de la Luna.
La Luna recubierta con espato de Islandia.
Vecinos míos: el hijo de la Tierra en la Luna se marea,
La Luna se tambalea, se bambolea, se menea.
Yo no puedo sentirme como en mi casa en esta Luna.
Si no mandáis por mí, me arrojaré de cabeza.
Invitación a comer
Hombres sin tierra. Niños sin cuchara.
PABLO NERUDA
Ahora que la fe en el hombre ha desaparecido de los
intelectuales,
Y el pesimismo enceguece el pensamiento, las artes, la
literatura,
Ahora que el mundo por fin tambalea,
Precisamente en este momento tenemos hambre.
En la antigua China las leyes de la moral se dictaban
después de las cosechas,
A causa de que el soberano no quería ser soberano de
nada,
Y pensaba que más valía ser soberano de un pueblo
fuerte,
Que ser el triste y pobre soberano de un pueblo
arruinado, amenazado por ávidos enemigos.
Si hombres ambiciosos se adueñan de las tierras, son
responsables por los que mueran a causa de la falta del grano.
Ellos dicen: –No somos responsables porque no existe
Dios, y si existiera estaría de nuestra parte, o al menos no le permitiríamos
estar de parte de ustedes.
Pero son responsables ante la humanidad y ante la
historia de la humanidad, son responsables ante el polvo de la Tierra, ¡nada
menos!. Ante su poquito de polvo, ante sí mismos son responsables, polvo que
recibe la condena de su propia alma, polvo despavorido hasta que la combustión
de los astros purifique lo inmundo en el Universo purificador.
Y el tiempo gira como agua que pasa una esponja sobre la
Tierra astral para brillarla y pulirla y mantenerla habitable, palacio para los
hijos de Dios, siempre perdonados, siempre acudidos, los hermosos hijos de Dios
que se comportan mal como todo hijo de rey entre sus privilegios, y el Gran
Padre condesciende, pero reserva para el final su mano inapelable.
En la paz el sufrimiento. Resultado de un predominio.
Muchos de los nuestros prolongan edades prehistóricas.
No somos contemporáneos de nuestros contemporáneos.
Y desde los centros del poder mundial, calculadas y
sutilísimas manipulaciones nos empujan a su arbitrio.
Envilecen nuestros precios, roban nuestro trabajo, y
permanecemos en la pobreza.
Construimos nuestras viviendas en los lechos secos de
los ríos y cuando regresan las aguas desaparecemos en las aguas.
Nuestras casas construimos al borde de los precipicios,
en las faldas de las montañas, sobre cordilleras de piedra las construimos,
Y el viento y el huracán nos arrojan a los abismos con
nuestras bestias queridas, nuestras compañeras.
Al borde de los caminos construimos nuestras casas, las
construimos en las orillas de los ríos y después flotamos en las grandes
crecientes de invierno con nuestras gallinas y chanchitos.
Sobre cualquier pedacito sobrante de tierra construimos
nuestro albergue, en lo más alto y árido lo construimos y en lo más bajo y
lacustre.
Poco vestido tenemos, poca comida tenemos: con un
calzón, con una saya; con un pescadito y una cebolla; y el agua de coco que es
misericordiosa porque sirve también para los enfermos y los heridos.
En el mar los gigantescos portaaviones acorazados y los
submarinos nucleares ocultos entre los peces.
Juanito pescó un submarino nuclear, una noche que estaba
pescando y se dejaba venir la tormenta.
Se asustó muchísimo y dejó que se fuera, porque los
submarinos son como el pez eléctrico, que no se come.
El niño desnudo que buscaba la cabra encontró una
granada explosiva que no se le había perdido a él,
Y es sobre nuestra condición que se elevan los augustos
himnos del progreso.
El mar y el cielo contra nosotros, artefactos disimulados
entre las estrellas nos espían, y no conocemos más abundancia que la de
nuestros corazones.
La noticia del día es que la gente humana padece hambre,
diez mil años después de haber sido inventada la agricultura.
Como en Hiroshima, como en Vietnam, como en España, como
en tantos otros santos lugares,
Nuestras casas a la deriva sobre la espuma del fuego.
Cinco aviones disparando a razón de 18.000 proyectiles
por minuto, equivalen a 90.000 proyectiles contra nosotros por minuto, y esta
es nuestra primera lección de aritmética,
Pero lo peor es que nosotros mismos somos obligados a
pagar los aviones y los proyectiles y por eso es que tenemos hambre.
Preguntan si esto es poesía de la buena, o de la mala, y
el poeta dice que es de la mala,
De la que dijo Blake que nadie cree que la poesía pueda
causar daño alguno,
De la que dijo Juvenal que la indignación es la
inspiración del poeta: “Facit indignatio versus”.
Tomado de:
http://www.arquitrave.com/arquitraveantes/poetas/x504/x504poemas.htm
1965
I
Ya que hacer un soneto me has pedido,
trataré de probar si tengo suerte,
y puedo al fin, Eduardo, complacerte
con un soneto, o algo parecido.
Que no es cosa difícil he creído,
y al contrario, es un juego que seduce,
ya que todo el problema se reduce
a que el soneto quede concluido.
Por lo cual, si quisiera hacer sonetos,
como nadie los hizo, los haría,
y para que quedaran más completos
tres o cuatro tercetos les pondría.
Mas lo que pasa, Eduardo, es que hoy en día
no está la vida para hacer sonetos.
II
Si sonetos, Eduardo, me gustara
hacer, seguramente los haría,
y ni Lope de Vega me igualara
en el arte de hacer sonetería.
Mas no puedo encerrar mi fantasía
en esa jaula de oro del soneto,
que ninguna prisión soportaría,
y a límite ninguno me someto.
Años hace, obediente a preceptivas,
con metro y rima me inicié de bardo,
pero vi mis ideas tan cautivas,
y mis poemas vi tan incompletos,
que lo juré por Dios, querido Eduardo,
nunca jamás volver a hacer sonetos.
III
Si hacer sonetos me gustara, Eduardo,
mejor que Núñez de Arce los hiciera,
y no hubiera lirida, aedo o bardo,
que conmigo en tal arte se midiera.
Porque si hacer sonetos yo quisiera,
ni Quevedo ni Lope me igualaran,
ni Campoamor, ni Góngora siquiera,
ni Argensola, al tobillo me llegaran.
Ni Gracián, Garcilaso, ni Cetina,
ni Machado, ni Tirso de Molina,
ni Fray Luis, ni san Juan, ni otros sujetos,
de igual o parecida maestría,
harían los sonetos que yo haría.
Mas como no me gusta hacer sonetos…
Tomado de:
https://barbarieilustrada.wordpress.com/2017/07/31/3-sonetos-de-jaime-jaramillo-escobar/
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