lunes, 12 de octubre de 2015

Poemas de Louis Aragon



POEMAS DE LOUIS ARAGON



 
El asesino se acuerda como el fuego de las hojas
Como el viento de las puertas
El asesino se acuerda del brazo y del ojo
Del gesto y de la fuerza

Ay aquel día de árbol humillado hasta la frente
El alma arrancada de la corteza
El gran poder de aniquilar Fue roto
El asesino recuerda lo que fue para él solo
Pues que el otro está muerto o la otra está muerta

No hay vino más ebrio que el secreto
No hay mayor maravilla que la de saberlo no compartido
Y aquel que hace morir su vida tras
Su víspera sin remordimiento con consciencia plena
Yo te envidio asesino hermano mío de sangre
Por todo este tiempo mudo reviviendo tu crimen
Por ese refugio en ti de escarlata y de gritos
Ahogados
Por ese teatro palpitante en que toda casa se transforma si tú
En ella te encierras

Yo te envidio asesino por tu tumulto sordo
Porque nunca más me acontecerá hacer así el amor
Con aquella a quien a todo lo largo de mi vida amé a semejanza del asesinato
Porque esa cosa de nosotros los vivos esa cosa
Que es de nosotros dos ese cielo demencial
Que no tiene palabras para ser y que es vano
Desear del revés recorrer como se hace con un camino
Esa cosa que es nuestra cada vez que vino
A abatirse sobre nosotros no era sin duda más que cosa mía
(...)

• • •

Hay habitaciones hermosas como heridas
Hay habitaciones que os parecerían triviales
Hay habitaciones de súplicas
Habitaciones de luz baja
Habitaciones dispuestas para todo salvo para la dicha
Hay habitaciones que para mí estarán siempre de mi sangre
Salpìcadas

En todas la habitaciones llega un día en que el hombre en ellas se
Desuella vivo
En que cae de rodillas pide piedad
Balbucea y se vuelca como un vaso
Y sufre el espantoso suplicio del tiempo
Derviche lento es el redondo tiempo que sobre sí mismo gira
Que observa con ojo circular
El descuartizamiento de su destino
Y el ruido mínimo de angustia que precede a las
Horas las medias
No sé jamás si lo que va a anunciar es mi muerte
Todas las habitaciones son salas de justicia
Aquí conozco mi medida y el espejo
No me perdona

Todas las habitaciones cuando finalmente me duermo
Han lanzado sobre mí el castigo de los sueños

Pues no sé qué es peor si soñar o vivir.

• • •

El espejo me mira y se aflige Lee en mi la historia de los años
Ese alfabeto sordo que un tiempo solar tatúa en la frente del hombre mal lunado

El espejo gris
Descifra solo mis historia
En los nudosos secretos de mis venas
Mucho tendría que decir pues he leído cómo en mi carne se abren camino los advientos

Mucho esfuerzo le cuesta al espejo gris recordar toda la desdicha que ve
Le faltan las palabras para fijarla le falta la voz
Yo no soy más que un detalle de la habitación para él sólo una lágrima en su rostro
Pesada pesada lágrima largamente cayendo con rectitud lenta desde el ojo de acuerdo con la costumbre

Sabe todo eso el espejo gris y tanto a cuenta mía De nada ya se extraña
Mejor que nadie me ve desnudo adivina al hombre en la nuez como un perro
Que se remueve en su caseta adivina los vagos sobresaltos que en mis sueños tengo
Adivina en ese brazo que cuelga bruscamente de la cama lo que me mina y me roe
Se pregunta si duermo
Y qué es lo que así puede gemir en mi pensamiento
Esta noche se aburre apenas espera de mí nada más que cosas insensatas
Hete aquí que ya ni me escucha y de pronto arrastrado por un ciego miedo de la muerte
Temiendo no volver ya a verse empañado por mi aliento se da la vuelta espía a Elsa que duerme.



Traducción de Gabriel Albiac
(De "Habitaciones", 1996.)



Licantropía Contemporánea



El grado más alto de la tristeza tanto puede ser
un general ciego mendigando a través de las islas
Como hacia las 3 de la mañana la avenida
de la Ópera
No hay límites para la melancolía humana
Se cuenta siempre con una piedra para colocar sobre la pirámide
de las lágrimas
Estáis seguros de padecer tanto como una mujer estrangulada
en el momento en que ella sabe que todo ha terminado y desea acabar
Estáis seguros de que no valdría más ser
ser estrangulado si uno piensa en los cuchillos de las horas que se acercan
Desde hace tiempo vivo mi último minuto
La arena que mastico es la de una agonía invisible y perpetua
Las llamas que hago recortar de tiempo en tiempo por el peluquero
son las únicas en delatar el negro infierno interior que me habita
Como cuerpos privados de sepultura
los hombres se pasean por el jardín de mi mirada
Soñadores inexplicables
o soy el único a quien golpea una mano desecada
en este desierto poblado entre estas flores áridas

Amo y soy amado Nada nos separa
Por qué entonces estar triste en el corazón espléndido del amor
El mundo sacude su estúpida cabeza Sabelotodo
Amo aunque la vida sea mortalmente intolerable
Amo aunque luego me vea obligado a aullar
se extiende por el horizonte donde graznan inútilmente los cuervos
Sin embargo en cada árbol hay un ahorcado que se balancea
en cada hoja una mancha de sangre

Qué puede haber peor que el cielo al amanecer o el betún de la tarde
Qué es eso que me impide morder a los paseantes en los bulevares
La amargura que siento crecer en mí puede ser el primer
torrente de un diluvio
a cuyo lado el otro parece un vulgar desborde de cloacas
Recuerdo que en mil quinientos cuarenta y uno
cerca de Pavía
cuando me apresaron en la campiña por donde deambulaba
víctima de los primeros efectos del mal
los campesinos no quisieron creerme cuando les dije la verdad
Rehusaron tomarme por lobo furioso
a causa de mi piel humana y Santos Tomases
eternos de la ciencia experimental
cuando les confesé que mi piel lupina estaba oculta
entre pellejo y carne
con sus puñales me hicieron tajos en los miembros y el cuerpo
para verificar mis melancólicas afirmaciones
no me tocaron la cara
espantados por la atroz poesía de mis rasgos


Qué es eso que me impulsa a aullar en las tumbas
qué es eso que me obliga a escarbar irresistiblemente en el polvo
donde duermen los enamorados en descomposición
Qué vas tú a exhumar como si la luz viviente
no tuviera bastante con las heridas de los vivos
Dadme el lenguaje tenebroso de los ajusticiados en la silla eléctrica
el vocabulario último de los guillotinados
La existencia es un ojo reventado Que se me entienda
bien un ojo que hacen reventar a cada instante
O lo haré examinar con engaños por un médico alienista
o bien lo mataré fríamente
amor mío
durante su sueño mientras yace pálido y desnudo
mientras los lobos surgen en torno de los cementerios donde duermen
los bellos días que pasamos juntos amor mío.


Carlitos místico


El ascensor descendía siempre hasta perder aliento
y la escalera subía siempre
Esta dama no entiende lo que se habla
es postiza
Yo que ya soñaba con hablarle de amor
Oh el dependiente
tan cómico con su bigote y sus cejas
artificiales
Dio un grito cuando yo tiré de ellos
Qué raro
Qué veo Esa noble extranjera
             Señor yo no soy una mujer liviana
Uh la fea
               Por suerte nosotros
               tenemos valijas de piel de cerdo
               a toda prueba
Ésta
               Veinte dólares
Y contiene mil
Siempre el mismo sistema
Ni medida
ni lógica
                  mal tema
                                                                   Feu de joie

Versión de Aldo Pellgrini

 



Ce

Todo empezará en el CE,
el puente que yo crucé.

Habla un romance perdido
del buen caballero herido;
de una rosa en la calzada
y una túnica soltada;
de un castillo misterioso
y albos cisnes en el foso,
y una pradera en que danza
la novia sin esperanza.

Como una noche de hielo,
el lay de glorias en duelo.

Se van con mis pensamientos
por el Loire los armamentos;
y los convoyes volcados
y llantos mal enjugados.

¡Oh Francia, mi bien-amada!
¡Oh mi dulce abandonada!
qué sola yo te dejé
cruzando el puente de CE.

Versión de: Carlos López Narváez



Del poeta a su "Estrella"

Dirá alguien que un hombre 

no debe exponer su amor
en la plaza pública.

Yo responderé que un hombre
no tiene nada mejor, 
más puro y más digno
de ser perpetuado, que su amor...

Versión de: María Dolores Sartorio




La rosa y la reseda


El que en el Cielo creía,
el que no creía en él,
los dos con idolatría
amaban a la rehén.
Uno a mirarla subía,
otro tendíase al pie:
el que en el Cielo creía,
el que no creía en él.

Nada importa cuál sería
la luz que alumbrando fue;
uno del templo salía,
otro esquivó su dintel:
el que en el Cielo creía,
el que no creía en él.

Cuerpo y alma en alegría,
cada cual amante fiel,
que Ella vive se decía,
y quien viva lo ha de ver:
el que en el Cielo creía,
el que no creía en él.

Loco pedir cortesía
viendo arrasada la mies,
rumiando melancolía
de la metralla al vaivén:
el que en el Cielo creía,
el que no creía en él.

Desde lo alto el vigía
tiró una y otra vez;
uno tras otro caía;
¿cuál de ellos muerto fue:
el que en el Cielo creía,
el que no creía en él?

¿En la prisión cuál sería
el de más duro yacer;
cuál de los dos prefería
de las ratas el tropel:
el que en el Cielo creía,
el que no creía en él?

Sollozar de rebeldía,
¿a quién puede conmover?
Dejan la terrena vía
al rayar el alba cruel
el que en el Cielo creía,
el que no creía en él.

Al caer, nombrar se oía
a la que adorada fue;
con brillo igual relucía
la roja sangre al caer
del que en el Cielo creía,
del que no creía en él.

Cárdeno arroyo teñía
la tierra de su nacer
para que madure un día
vendimias de moscatel
el que en el Cielo creía,
el que no creía en él.

Corren, vuelan a porfía
el bretón y el lorenés;
vuelve el grillo a su tonía
en el huerto y el vergel.
Flauta o viola en melodía,
en doble amor van a arder
las aves entre la umbría,
rosa y reseda también.

Versión de: Carlos López Narváez


 

Licantropía contemporánea


El grado más alto de la tristeza tanto puede ser
un general ciego mendigando a través de las islas
como hacia las 3 de la mañana la avenida de la Ópera
No hay límites para la melancolía humana
Se cuenta siempre con una piedra para colocar sobre la pirámide de las lágrimas
Estáis seguros de padecer tanto como una mujer estrangulada
en el momento en que ella sabe que todo ha terminado y desea acabar
Estáis seguros de que no valdría más
ser estrangulado si uno piensa en los cuchillos de las horas que se acercan
Desde hace tiempo vivo mi último minuto
La arena que mastico es la de una agonía invisible y perpetua
Las llamas que hago recortar de tiempo en tiempo por el peluquero
son las únicas en delatar el negro infierno interior que me habita
Como cuerpos privados de sepultura
los hombres se pasean por el jardín de mi mirada
Soñadores inexplicables
o soy el único a quien golpea una mano desecada
en este desierto poblado entre estas flores áridas

Amo y soy amado Nada nos separa
Por qué entonces estar triste en el corazón espléndido del amor
El mundo sacude su estúpida cabeza Sabelotodo
Amo aunque la vida sea mortalmente intolerable
Amo aunque luego me vea obligado a aullar
Detrás de mí arrastro el manto fantasmal de las intenciones ocultas
Una cadena de perfeccionamientos del dolor moral
suena a mis pies espantosamente desdichados
Amo y nos amamos pero en medio de un naufragio
pero en la punta de un puñal y no puedo
no puedo soportar el mal que esto ha de hacerte
Tus ojos tus ojos amor mío desorbitados por todo lo que sea placer
Que me arranquen el corazón con tenazas
que terminen con mi cabeza que se despega
Bebo una leche como tinta y la hora del mediodía
se parece al carbón de los pantanos
donde se marchita el Sphagnum al que tomo por mi imagen en los espejos
Yo amo Yo te amo pero
en la cala de un barco en el instante de dar el salto Impaciencia
Innoble impaciencia de saber si eso podrá soportarse

Es probable que todos me juzguen un criminal
guiándose sólo por las debilidades y el aspecto
Ese hombre que según los diarios de la mañana decapitó a su amante
mientras dormía a su lado sollozó en el juzgado
La había asesinado en el cuarto después
en el sótano primero con un cuchillo luego con una sierra
separó la cabeza adorable para poner
el cuerpo en una bolsa lamentablemente algo pequeña
Sollozó en el juzgado
No somos acaso parecidos a las palmas
que crecen unidas florecen y fructifican
para dar una imagen del amor perfecto
El otoño llega con las manos llenas de ilusiones resplandecientes
Qué crimen es ese que me hace sollozar
Mirad mi amor está vivo Muéstrate querida mía
Nada podréis probar La coartada verde como una floresta
Se extiende por el horizonte donde graznan inútilmente los cuervos
Sin embargo en cada árbol hay un ahorcado que se balancea
en cada hoja una mancha de sangre

Qué puede haber peor que el cielo al amanecer o el betún de la tarde
Qué es eso que me impide morder a los paseantes en los bulevares
La amargura que siento crecer en mí puede ser el primer  torrente de un diluvio
a cuyo lado el otro parece un vulgar desborde de cloacas
Recuerdo que en mil quinientos cuarenta y uno
cerca de Pavía
cuando me apresaron en la campiña por donde deambulaba
víctima de los primeros efectos del mal
los campesinos no quisieron creerme cuando les dije la verdad
Rehusaron tomarme por lobo furioso
a causa de mi piel humana y Santos Tomases
eternos de la ciencia experimental
cuando les confesé que mi piel lupina estaba oculta
entre pellejo y carne
con sus puñales me hicieron tajos en los miembros y el cuerpo
para verificar mis melancólicas afirmaciones
no me tocaron la cara
espantados por la atroz poesía de mis rasgos

Qué es eso que me impulsa a aullar en las tumbas
qué es eso que me obliga a escarbar irresistiblemente en el polvo
donde duermen los enamorados en descomposición
Qué vas tú a exhumar como si la luz viviente
no tuviera bastante con las heridas de los vivos
Dadme el lenguaje tenebroso de los ajusticiados en la silla eléctrica
el vocabulario último de los guillotinados
La existencia es un ojo reventado Que se me entienda
bien un ojo que hacen reventar a cada instante
el harakiri sin fin Me enfurezco
al ver la calma idiota con que reciben mis gritos
Por eso quiero sacar de las fosas hipócritas
a los fallecidos de muerte violenta con sus pupilas horrorizadas
quiero desterrar a las víctimas de las catástrofes
cuyos esqueletos conservan las posturas del terror
que se adaptan maravillosamente a estos días que corren

Decía precisamente mi vecina que hay
gentes que se tiran al agua
Si soy una bestia babosa a quien el asco del mundo
hace babear sería muy fácil acabar con todo
amor mío amor mío oyes esta blasfemia
No es la palidez del amor no es la palidez de la muerte
sino la de los lobos ésta que hay en mi rostro
No puedo morir a causa de esta flor inmensa
cuyo cáliz no puedo soportar que se cierre
Se ha logrado un notable progreso en materia de torturas
sobre el cobayo que soy
sobre el cobayo salvaje que soy las dos manos
atrapadas en dos puertas
el amor la muerte
y unos hércules abstractos se apoyan sobre las dos puertas
con la tranquila seguridad de un número de music-hall
ejecutado sin ningún esfuerzo aparente
Cómo nunca notaste que mis besos se parecían a las palabras sacrílegas
que son todo lo que queda por decir a los esclavos descuartizados
Cómo nunca notaste que te amo en el instante mismo en me matan
que es siempre la última vez que gozo abominablemente en tus brazos
Tus brazos tan bellos que ahí está justamente
ahí está lo más terrible

Todo tendrá que acabar de modo salvaje
Yo te perteneceré haré arrojar a tu amante a las fieras
O lo haré examinar con engaños por un médico alienista
o bien lo mataré fríamente
amor mío
durante su sueño mientras yace pálido y desnudo
mientras los lobos surgen en torno de los cementerios donde duermen
los bellos días que pasamos juntos amor mío.

De Persécuté Persécuteur

Versión de Aldo Pellegrini


Persona pálida


Más mísero que las piedras
                                triste a más no poder
                                el hombre escuálido
el atril hubiera querido aniquilarse
Qué frío el viento me penetra en el sitio
de las hojas
de las orejas muertas
Solo cómo patalear para ahuyentar el frío
con qué pie iniciar la semana
Un silencio que nunca acaba
Ni una palabra tierna para engañar al invierno
La sombra del alma del amigo La escritura
Tan sólo las señas
                                 Mi sangre daría una sola vuelta
Los sonidos se pierden en el espacio,
como dedos congelados.
Nada más
                    que un patín abandonado en el hielo
El fulano
                    A través de él se ve el día 


Poemas de capa y espada


Los caballeros del huracán se enganchan en los postigos de los comercios
Vuelcan los jarros de leche como simples alfeñiques
Giran alrededor de las cabezas
Van a apoyarse con nostalgia en la bola pilosa de los peluqueros

                       Caballeros del huracán
                       qué habéis hecho de vuestros guantes

Al azar por los barrios que ellos perturban
Suben entre las casas 

Hacia arriba hacia abajo hacia arriba hacia arriba
Suspiran en las buhardillas
Suspiran en los respiraderos
                       Caballeros del huracán
                       Pero dónde pero dónde dejasteis vuestros guantes

Uno se aleja otro se aproxima 
son dos bien lo veo
El que se aleja es San Sebastián
El que se aproxima es un pagano

                       Caballeros del huracán
                       Qué intrigantes que sois

San Sebastián se arranca algunas flechas
El pagano las recoge y las lame
San Sebastián lleva el reloj en la muñeca
Las tres y diez

                        Caballeros del huracán
                        Dónde dónde dónde dejasteis vuestros guantes 

Uh Uh en las chimeneas
Las tres y once actualmente 
Hace rato que no hay trenes subterráneos 
Qué vais a buscar en los sótanos 

                        Caballeros del huracán 
                        Quizás hayáis perdido vuestros guantes 

Aquí dejé mi corbata 
Me responde San Sebastián
El pagano nada dice
Sin duda ha extraviado su corbata 

                          Caballeros del huracán 
                          Los guantes han caído a la alcantarilla 

Uno observa el momento actual
El otro tiene recuerdos en los oídos
Uno alza vuelo y el otro muere
La noche se abre y muestra las piernas 

                          Caballeros del huracán
                          Caballeros extravagantes  

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