miércoles, 14 de octubre de 2015

POEMAS DE VINICIUS DE MORAES


VINICIUS DE MORAES
VINICIUS DE MORAES (1913-1981)


Canción del demasiado amor


Quiero llorar porque te amé demasiado,
quiero morir porque me diste la vida,
ay, amor mío, ¿será que nunca he de tener paz?
Será que todo lo que hay en mí
sólo quiere decir saudade...
Y ya ni sé lo que va a ser de mí,
todo me dice que amar será mi fin...
Qué desespero trae el amor,
yo que no sabía lo que era el amor,
ahora lo sé porque no soy feliz.

Versión de César Conto


 

La rosa de Hiroshima

Piensen en la criaturas
Mudas telepáticas
Piensen en las niñas
Ciegas inexactas
Piensen en las mujeres
Rotas alteradas
Piensen en las heridas
Como rosas cálidas
Pero ¡oh! no se olviden
De la rosa de la rosa
De la rosa de Hiroshima
La rosa hereditaria
La rosa radioactiva
Estúpida e inválida
La rosa con cirrosis
La anti-rosa atómica
Sin color sin perfume
Sin rosa sin nada.
 


Mensaje a la poesía


No puedo
No es posible
Díganle que es totalmente imposible
Ahora no puede ser
Es imposible
No puedo

Díganle que estoy tristísimo, pero esta noche no puedo ir a su encuentro.
Cuéntenle que hay millones de cuerpos por enterrar
Muchas ciudades por reconstruir, mucha pobreza en el mundo;
Cuéntenle que hay en alguna parte del mundo una criatura llorando
Y las mujeres están volviéndose locas y hay legiones de ellas que tortura
la nostalgia de sus hombres; cuéntenle que hay un vacío
en los ojos de los parias, cuya inanición es extrema; cuéntenle
que la vergüenza, la deshonra, el suicidio, rondan el hogar
y que se quiere reconquistar la vida.



 

Mujer al sol

Una mujer al sol es todo mi deseo,
viene del mar, desnuda, con los brazos en cruz
y la flor de los labios abierta para el beso
y en la piel refulgente el polen de la luz.

Una hermosa mujer, los senos en reposo
y caliente de sol, nada más se precisa.
El vientre terso, el pelo húmedo y una sonrisa
en la flor de los labios, abierta para el gozo.

Una mujer al sol sobre quien yo me arroje
y a quien beba y me muerda y con quien me lamente,
y que al someterse se enfurezca y solloce,

e intente rechazarme, y que al sentirme ausente
me busque nuevamente y se quede a dormir
cuando yo, apaciguado, me disponga a partir.




Poema para todas las mujeres

Sobre tus blancos pechos lloro,
mis lágrimas bajan por tu vientre
y se embriagan del perfume de tu sexo.
¿Mujer, qué máquina eres, que solo me tienes desesperado
confuso, niño para contenerte?
¡Ah, no cierres tus brazos sobre mi tristeza, no!
¡Ah, no abandones tu boca a mi inocencia, no!
Hombre, soy bello, Macho, soy fuerte; poeta soy altísimo
y sólo la pureza me ama y ella es en mí, una ciudad
y tiene allí mil y una puertas.
¡Ay! tus cabellos huelen a la flor del mirto
¡Mejor sería morir o verte muerta
y nunca, nunca más poder tocarte!
Pero, fauno, siento el viento del mar rozarme los brazos
Ángel, siento el calor del viento en las espumas
Pájaro, siento el nido en tu vello
¡Corred, corred, oh lágrimas nostálgicas
ahogadme, sacadme de este tiempo
llevadme hacia el campo de las estrellas
entregadme de prisa a la luna llena
dadme el lento poder del soneto,
dadme la iluminación de las odas
dadme el cantar de los cantares.
Que no puedo más, ¡Ay!¡que esta mujer me devora!
¡que yo quiero huir, quiero a mi mamita,
quiero el regazo de Nuestra Señora! 



 

Soneto

Esa mujer que se arroja fría
y lúbrica en los brazos, y a sus senos.
Me aprieta, me besa y balbucea
versos, rezos a Dios, votos obscenos.

Esa mujer, flor de melancolía
que ríe de mis pálidos recelos,
la única entre todas a quien di
caricias que jamás a otra daría.

Esa mujer que a cada amor proclama
la miseria y grandeza de quien ama
y feliz de mis dientes guarda huella.

¡Un mundo, esa mujer! Es una yegua
quizás, pero en el marco de una cama
nunca mujer alguna fue tan bella.

Versión de Mariano Ramos



Soneto de la separación


De repente la risa se hizo llanto,
silencioso y blanco como la bruma;
de las bocas unidas se hizo espuma,
y de las manos dadas se hizo espanto.

De repente la calma se hizo viento
que de los ojos apagó la última llama,
y de la pasión se hizo el presentimiento
y del momento inmóvil se hizo el drama.

De repente, no más que de repente,
se volvió triste lo que fuera amante,
y solitario lo que fuera contento.

El amigo próximo se hizo distante,
la vida se volvió una aventura errante.
De repente, no más que de repente.

Versión de César Conto
 


Soneto del amigo


En fin, después de tanto error pasado,
tantas represalias, tanto peligro,
resurge en otro el viejo amigo
nunca perdido, siempre reencontrado.

Es bueno sentarlo nuevamente al lado
con ojos que contienen la mirada antigua
siempre conmigo un poco atribulado
y como siempre singular conmigo.

Un bicho igual a mí, simple y humano
sabiendo moverse y conmoverse
y a disfrazar con mi propio engaño.

El amigo: un ser que la vida no explica
que sólo se va al ver otro nacer
y el espejo de mi alma multiplica.

Versión de César Conto


Fidelidad


De todo a mi amor estaré atento
Antes, y con tal celo, y siempre, y tanto
Que aun enfrente del mayor encanto
De él se encante más mi pensamiento.

Quiero vivirlo en cada vano momento
Y en su honor he de esparcir mi canto
Y reír mi risa y derramar mi llanto
A su pesar o a su contento.

Y así, cuando más tarde me procure
Quién sabe la muerte, angustia de quien vive
Quién sabe la soledad, fin de quien ama

Que yo pueda decirme del amor (que tuve):
Que no sea inmortal, puesto que es llama,
Pero que sea infinito mientras dure.

Una mujer


Cuando entró la madrugada extendí mi pecho sobre tu pecho.
Estabas temblorosa y tu rostro pálido y tus manos frías
Y la angustia del regreso habitaba ya en tus ojos.
Tuve piedad de tu destino que era morir en mi destino
Quise librar por un segundo de ti el peso de la carne.
Quise besarte en un vago cariño agradecido.
Pero cuando mis labios tocaron tus labios
Comprendí que la muerte ya estaba en tu cuerpo
Y que era preciso huir para no perder el único instante
En que fuiste realmente la ausencia del sufrimiento
En que realmente fuiste la calma.



La ausente


Amiga, infinitamente amiga
En algún lugar tu corazón late por mí
En algún lugar tus ojos se cierran al recuerdo de los míos.
En algún lugar tus manos se contraen, tus senos
Se llenan de leche, desfalleces y caminas
Como ciega a mi encuentro…
Amiga, última dulzura
La tranquilidad suavizó mi piel
Y mis cabellos. Sólo mi vientre
Te espera, lleno de raíces y de sombras.
Ven, amiga
Mi desnudez es absoluta
Mis ojos son espejos para tu deseo
Y mi pecho es tablero de suplicios.
Ven. Mis músculos son dulces para tus dientes
Y áspera está mi barba. Ven a sumergirte en mí
Como en el mar, ven a nadar en mí como en el mar
Ven a ahogarte en mí, amiga mía
En mí como en el mar…

Para vivir un gran amor

Vinícius de Moraes

Para vivir un gran amor,
se necesita mucha concentración y mucha sensatez,
mucha seriedad y y poca risa - para vivir un gran amor.

Para vivir un gran amor,
es menester ser un hombre de una sola mujer;
pues ser de muchas, ¡vaya! Eso es fácil… 
- No tiene mérito alguno.

Para vivir un gran amor,
primero es preciso consagrarse caballero
y entregarse a su dama por entero, no importa cómo sea.

Hay que convertir el cuerpo
en una morada donde se encierre a la mujer amada
y luego apostarse afuera con una espada- para vivir un gran amor.

Para vivir un gran amor, os cuento,
es necesario prestar atención a los “viejos amigos”,
que por querer acapararnos, pueden estropear el gran amor.

Hay que tener muchísimo cuidado
con cualquiera que no esté enamorado,
pues quien no lo está, está siempre preparado
para fastidiar el gran amor.

Para vivir un gran amor, en realidad,
hay que convencerse de que la verdad
es que no existe amor sin fidelidad - para vivir un gran amor.

Pues quien traiciona su amor por vanidad
es un desconocedor de la libertad,
de esa inmensa, indivisible libertad que trae un sólo amor.

Para vivir un gran amor,
“il faut”, además de ser fiel
ser un buen conocedor del arte culinario y del judo
-para vivir un gran amor.

Para vivir un gran amor perfecto,
no basta sólo con ser un buen sujeto;
es preciso también tener mucho pecho -pecho de remero.
Es preciso mirar siempre a la persona amada
como a la primera novia y a su viuda también,
amortajada en su amor muerto.

Es muy necesario tener preparado
crédito para rosas en el florista
- ¡mucho, mucho más que en la modista! -
para complacer al gran amor.
Pues de lo que el gran amor quiere saber,
es de amor, de amor sin medida;
después, un tutuzinho com torresno es un punto a favor…

También puntúa saber hacer cositas:
huevos revueltos, gambas, sopitas, salsas, strogonoffs
- comiditas para después del amor.
¿Y qué hay mejor que ira a la cocina
y preparar con amor una gallina con una rica y sabrosa farofinha,
para tu gran amor?

Para vivir un gran amor
es muy, muy importante
vivir siempre juntos y hasta ser, en lo posible,
un solo difunto, para no morir de dolor.
Es necesario un cuidado permanente,
no sólo con el cuerpo sino también con la mente,
pues cualquier bajón tuyo, la amada lo siente -
y se enfría un poco el amor.

Hay que ser muy cortés sin cortesía;
dulce y conciliador sin cobardía;
saber ganar dinero con poesía - para vivir un gran amor.
Es necesario saber beber whisky,
(¡con un mal bebedor nunca se arriesgue!)
y ser impermeable al qué dirán, que nada quiere con el amor.
Pero todo esto no sirve de nada,
si en esta selva oscura y desorientada
no se supiese hallar a la amada
-para vivir un gran amor.

 Poema Para Todas Las Mujeres 

Sobre tus blancos pechos lloro,
mis lágrimas bajan por tu vientre
y se embriagan del perfume de tu sexo.
¿Mujer, qué máquina eres, que solo me tienes desesperado
confuso, niño para contenerte?
¡Ah, no cierres tus brazos sobre mi tristeza, no!
¡Ah, no abandones tu boca a mi inocencia, no!
Hombre, soy bello, Macho, soy fuerte; poeta soy altísimo
y sólo la pureza me ama y ella es en mí, una ciudad
y tiene allí mil y una puertas.
¡Ay! tus cabellos huelen a la flor del mirto
¡Mejor sería morir o verte muerta
y nunca, nunca más poder tocarte!
Pero, fauno, siento el viento del mar rozarme los brazos
Ángel, siento el calor del viento en las espumas
Pájaro, siento el nido en tu vello
¡Corred, corred, oh lágrimas nostálgicas
ahogadme, sacadme de este tiempo
llevadme hacia el campo de las estrellas
entregadme de prisa a la luna llena
dadme el lento poder del soneto,
dadme la iluminación de las odas
dadme el cantar de los cantares.
Que no puedo más, ¡Ay!¡que esta mujer me devora!
¡que yo quiero huir, quiero a mi mamita,
quiero el regazo de Nuestra Señora!


 La Hora Íntima de Vinícius de Moraes

¿Quién pagará el entierro y las flores
si yo muero de amores?
¿Qué amigo será tan amigo
que en el entierro esté conmigo?
¿Quién, en medio del funeral
dirá de mí: “Nunca hizo el mal…?
¿Quién borracho, llorará en voz alta
por no haberme traído nada?
¿Quién deshojará violetas
en mi tumulto de poeta?
¿Quien lanzará tímidamente
al suelo un grano de simiente?
¿Quién mirará, cobarde,
la estrella de la tarde?
¿Quién me dirá palabras mágicas
que hagan empalidecer a los mármoles?
¿Quién, oculta en velos oscuros,
se crucificará por los muros?
¿Quién, con el rostro descompuesto,
sonreirá: Rey muerto, rey puesto…?
¿Cuántas, en presencia del infierno
sentirán dolores de parto?
¿Cuál la que, blanca de recelo,
tocará el botón de su seno?
¿Quién loca, ha de caer de
hinojos sollozando tantos sollozos
que despierte recelos?
¿Cuántos, los maxilares contraídos,
con sangre en las cicatrices
dirán: Fue un loco amigo…?
¿Qué niño mirando a la tierra
y viendo moverse a un gusano
tendrá un aire de comprensión?
¿Quién, en circunstancia oficial,
propondrá para mí un pedestal?
¿Qué llegados de la montaña
tendrán circunspección tamaña
que he de reír blanco de cal?
¿Cuál la que, el rostro al viento
lanzará un puñado de sal
en mi guarida de cemento?
¿Quién cantará canciones de amigo
el día de mi funeral?
¿Cuál la que no estará presente
por motivo circunstancial?
¿Quién clavará en el seno duro
una hoja oxidada?
¿Quién, con verbo inconsútil,
ha de orar: La paz le sea dada?
¿Cuál el amigo que, a solas consigo,
ha de pensar: No será nada…?
¿Quién será la extraña figura
a un tronco de árbol recostada
con mirar frío y aire de dudas?
¿Quién conmigo se abrazará
y tendrá que ser arrancada?
¿Quién va a pagar el entierro y las flores
si yo muero de amores?
Versión de César Conto


ELEGÍA CASI UNA ODA


Sueño mío, yo te perdí; me hice hombre.
El verso que se hunde en el fondo de mi alma
Es simple y fatal, pero no trae caricia.
Me hace acordar de ti, poesía niña, de ti
Que te colgabas del poema como de un seno en el espacio.
Llevabas en cada palabra el ansia
De todo el sufrimiento vivido.

Quería decir cosas simples, bien simples
Que no hiriesen tus oídos, madre mía.
Quería hablar de Dios, hablar dulcemente de Dios
Para arrullar tu esperanza, abuela mía.
Quería volverme mendigo, ser miserable
Para participar de tu belleza, hermano mío.
Quería, mis amigos… quería, mis enemigos…
Quería…
¡Quería tan exaltadamente, amiga mía!
Pero tú, Poesía
Tú desgraciadamente Poesía
Tú que me ahogaste en mi desesperación y me salvaste
Y me ahogaste de nuevo y de nuevo me salvaste y me trajiste
Al borde de abismos irreales en que me lanzaste y que después eran
/abismos verdaderos
Donde vivía la infancia corrompida por gusanos, la locura preñada por
/el Espíritu Santo, e ideas e ideales en lágrimas, y castigos /y redenciones momificados en semen crudo
¡Tú!
Iluminaste, joven danzarina, la lámpara más triste de la memoria…

Pobre de mí, me hice hombre.
De repente, como el árbol pequeño
Que en la estación de las lluvias bebe la savia en el humus pleno
Estira el tallo y duerme para despertar adulto
Así, poeta, te hiciste para siempre.

Mientras tanto, era más bello el tiempo en que soñabas.

¿Qué sueño es mi vida?
¡Te diré que eres tú, María Aparecida!
A ustedes, en el pudor de hablar ante vuestra grandeza
Les diré que es olvidar todos los sueños, mis amigos.
Al mundo, que ama la leyenda del destino
Le diré que es mi camino de poeta.
Y para mí, lo llamaré inocencia, amor, alegría, sufrimiento, muerte,
/serenidad
Lo llamaré así porque soy débil y cambiante
Y porque es preciso que no mienta nunca para poder dormir.
Ah
No debería nunca atender los llamados de lo íntimo.

Tus brazos largos, fulgurantes; tus cabellos de oleoso color; tus manos musicalísimas; tus pies que llevan prisionera la danza; tu cuerpo grave de gracia instantánea; el modo con que miras la sustancia de la vida; tu paz, angustia paciente; tu deseo irrevelado; ¡el grande, el infinito inútil poético! todo eso sería un sueño a soñar en tu seno que es pequeño…

¡Oh, quién me diera no soñar ya nunca
No tener ni tristezas ni nostalgias
Ser apenas Moraes sin ser Vinicius!
¡Ah, si pudiese por siempre, al levantarme
Espiar la ventana sin paisaje
Sin tiempo el cielo y el tiempo sin memoria!
¡Qué he de hacer de mí que sufro todo
Demonio y ángel, angustias y alegrías
Que peco contra mí y contra Dios!
A veces me parece que mirándome
Él dirá, desde su lar celeste:
Fui demasiado cruel con ese chico…
En tanto, ¿qué otra mirada de piedad
Curará en este mundo a mis llagas?
Soy fuerte y débil, venzo la vida: pronto
Lo pierdo todo; pronto, no puedo más…
¡Oh, naturaleza humana, qué desgracia!
¡Si supieses qué fuerza, qué locura
Son todos tus gestos de pureza
Contra una carne tan alucinada!
¡Si supieses el impulso que te impele
En estas cuatro paredes de mi alma
Ni sé lo que sería de este pobre
Que te arrastra sin dar ningún gemido!
Es muy triste sufrirse tan joven
Sabiendo que no hay ningún remedio
Y teniéndose que ver a cada instante
Que la cosa es así, que pasa luego
Que sonreír es cuestión de paciencia
Y quien manda la vida es la aventura.
¡Oh ideal misérrimo, te quiero:
Sentirme apenas hombre y no poeta!

Y escucho… ¡Poeta! ¡triste Poeta!
No, seguramente fue el viento de la mañana en las araucarias
Fue el viento… tranquilízate, corazón mío; a veces el viento parece
/hablar…

Y escucho… ¡Poeta! ¡pobre Poeta!
Cálmate, tranquilidad mía… es un pájaro, sólo puede ser un pájaro
Nada me importa… y si no fuera un pájaro, hay tantos lamentos en
/esta tierra…
Y escucho… ¡Poeta! ¡sórdido Poeta!
¡Oh angustia! esta vez… ¿no fue la voz de la montaña? ¿No fue el eco
/distante
De mi propia voz inocente?

Lloro.
Lloro atrozmente, como lloran los hombres.
Las lágrimas corren millones de leguas por mi rostro que el llanto hace
/gigantesco.
Oh lágrimas, sois como mariposas doloridas
Revoloteáis desde mis ojos hacia los caminos olvidados.
¡Padre mío, madre mía, socórranme!
¡Poetas, socórranme!
Pienso que de aquí a un minuto estaré sufriendo
Estaré puro, renovado, niño, haciendo dibujos perdidos en el aire…
Vengan a decirme lo que es la vida, lo que es el conocimiento, lo que
/quiere decir la memoria
Escritores rusos, alemanes, franceses, ingleses, noruegos
¡Vengan a aconsejarme, filósofos, pensadores
Vengan a darme ideas como antiguamente, sentimientos como
/antiguamente
Vengan a hacerme sentir sabio como antiguamente!
¡Hoy me siento despojado de todo lo que no sea música
Podría silbar la idea de la muerte, hacer una sonata de toda la tristeza
/humana
Podría agarrar todo el pensamiento de la vida y ahorcarlo en la punta
/de una clave de Fa!

¡Nuestra Señora mía, dame paciencia
San Antonio mío, dame mucha paciencia
San Francisco de Asís mío, dame muchísima paciencia!
Si vuelvo los ojos tengo vértigos
Siento extraños deseos de mujer grávida
Quiero el pedazo de cielo que vi hace tres años, detrás de una colina
/que sólo yo sé.
Quiero el perfume que sentí no me acuerdo cuándo, y que era entre
/sándalo y carne de seno.
Tanto pasado me alucina
Tanta nostalgia me aniquila
En las tardes, en las mañanas, en las noches de la sierra.
¡Dios mío, qué pecho grande el que yo tengo
Qué brazos fuertes que yo tengo, qué vientre esbelto el que yo tengo!
¿Para qué un pecho tan grande
Para qué unos brazos tan fuertes
Para qué un vientre tan esbelto
Si todo mi ser sufre de la soledad que tengo
En la necesidad que tengo de mil caricias constantes de la amiga?
¿Por qué yo caminando
Yo pensando, yo multiplicándome, yo viviendo
Por qué yo en los sentimientos ajenos
Y yo en mis propios sentimientos
Por qué yo animal libre pastando en los campos
Y príncipe tocando mi laúd entre las damas del señor rey mi padre
Por qué yo truhán en mis tragedias
Y Amadís de Gaula en las tragedias de otros?
¡Basta!
¡Basta, o dame paciencia!
He tenido mucha delicadeza inútil
Me he sacrificado muy por demás, un mundo de mujeres en exceso
/me ha vendido

Quiero un lugar de abrigo
Me siento repelente, impido a los inocentes que me toquen
Vivo entre las aguas torvas de mi imaginación
Ángeles, tañid campanas
El anacoreta quiere a su amada
Quiere a su amada vestida de novia
Quiere llevarla a la neblina de mi amor
Mendelssohn, toca tu marchita inocente
Sonrían, pajes, obreras curiosas
El poeta va a pasar soberbio
De su brazo una criatura fantástica derrama los santos óleos de las
/últimas lágrimas
¡Ah, no me ahoguen en flores, poemas míos vuelvan a los libros
No quiero glorias, pompas, adiós!
Solness, vuela hacia la montaña, mi amigo
Comienza a construir una torre bien alta, bien alta…


  

POEMA DE NAVIDAD


Para eso fuimos hechos
Para recordar y ser recordados
Para llorar y hacer llorar
Para enterrar a nuestros muertos
Por eso tenemos brazos largos para los adioses
Manos para tomar lo que fue dado
Dedos para cavar la tierra.

Así será nuestra vida:
Una tarde siempre por olvidar
Una estrella apagándose en la sombra
Un camino entre dos sepulcros –
Por eso necesitamos velar
Hablar bajo, pisar suave, ver
A la noche dormir en silencio.

No hay mucho que decir:
Una canción sobre una cuna
Un verso, tal vez, de amor
Una oración por quien se va
Pero que esa hora no olvide
Y por ella nuestros corazones
Se dejen, graves y simples.

Pues para eso fuimos hechos
Para confiar en el milagro
Para participar de la poesía
Para ver el rostro de la muerte –
De repente nunca más esperaremos
Hoy la noche es joven; de la muerte, apenas
Nacemos, inmensamente.

  
  

RECETA DE MUJER


Las muy feas que me perdonen
Pero belleza es fundamental. Es necesario
Que haya algo de flor en todo eso
Algo de danza, algo de haute couture
En todo eso (o entonces
Que la mujer se socialice elegantemente en azul, como en la
/República Popular China.)
No hay término medio posible. Es necesario
Que todo eso sea bello. Es necesario que súbito
Se tenga la impresión de ver una garza apenas posada y que un rostro
Adquiera de vez en cuando ese color sólo posible en el tercer minuto
/de la aurora.
Es necesario que todo eso sea sin ser, pero que se refleje y
/desprenda
En la mirada de los hombres. Es necesario, es absolutamente
/necesario
Que sea todo bello e inesperado. Es necesario que unos párpados
/cerrados
Recuerden un verso de Éluard y que se acaricie en unos brazos
Algo más que carne: que se los toque
Como el ámbar de una tarde. Ah, déjenme decirles
Que la mujer que allí está como la corola ante el pájaro
Sea bella o tenga por lo menos un rostro que recuerde un templo y
Sea leve como un resto de nube: pero que sea una nube
Con ojos y nalgas. Las nalgas son importantísimas. Ojos, de eso
Ni se habla, que miren con cierta maldad inocente. Una boca
Fresca (¡nunca húmeda!) es también de extrema pertinencia
Es necesario que las extremidades sean delgadas; que unos huesos
Despunten, sobre todo la rótula al cruzar las piernas, y las puntas
/pélvicas
Al abrazar una cintura semoviente
Gravísimo es no obstante el problema de las jaboneras: una mujer sin
/jaboneras
Es como un río sin puentes. Indispensable
Que haya una hipótesis de barriguita, y en seguida
La mujer se alce en cáliz, y que sus senos
Sean una expresión grecorromana, más que gótica o barroca
Y puedan iluminar lo oscuro con una capacidad mínima de 5 velas.
Sobremanera pertinaz es que la calavera y la columna vertebral
Se muestren levemente; ¡y que exista un gran latifundio dorsal!
Los miembros que terminen como astas, pero bien haya un cierto
/volumen de muslos
Y que sean lisos, lisos como el pétalo y cubiertos de suavísima pelusa
Entre tanto sensible a la caricia en sentido contrario
Es aconsejable en la axila una dulce hierba con perfume propio
Apenas sensible (¡un mínimo de productos farmacéuticos!)
Preferibles sin duda los cuellos largos
De forma que la cabeza dé a veces la impresión
De no tener nada que ver con el cuerpo, y la mujer no recuerde
Flores sin misterio. Pies y manos deben contener elementos
Discretos. La piel debe ser fresca en las manos, en los brazos, en la
/espalda y en la cara
Pero que las concavidades y convexidades tengan una temperatura
/nunca inferior
A 37º centígrados, pudiendo eventualmente provocar quemaduras
Del 1er grado. Los ojos que sean de preferencia grandes
Y de rotación por lo menos tan lenta como la de la tierra; y
Que se coloquen siempre más allá de un invisible muro de pasión
Que es necesario sobrepasar. Que la mujer sea en principio alta
O, si es baja, que tenga la actitud mental de las altas cumbres.
Ah, que la mujer dé siempre la impresión de que, si se cerraran los
/ojos
Al abrirlos ella ya no estará presente
Con su sonrisa y sus tramas. Que ella surja, no venga; parta, no vaya
Y que posea una cierta capacidad de enmudecer súbitamente y
/hacernos beber
La hiel de la duda. Oh, sobre todo
Que ella no pierda nunca, no importa en qué mundo
No importa en qué circunstancias, su infinita volubilidad
De pájaro; y que acariciada en el fondo de sí misma
Se transforme en fiera sin perder su gracia de ave; y que exhale
/siempre
El imposible perfume; y destile siempre
La embriagadora miel; y cante siempre el inaudible canto
De su combustión; y no deje de ser nunca la eterna danzarina
De lo efímero; y que en su incalculable imperfección
Constituya la cosa más bella y más perfecta de toda la creación
/innumerable. 





Traducción de Rodolfo Alonso

1 comentario:

  1. Buscando un poema de este autor, he encontrado la belleza de la palabra en honor a las mujeres.
    Gracias por publicar

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