jueves, 2 de agosto de 2018

POEMAS DE BLAGA DIMITROVA


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(2 de enero de 1922, Byala Slátina, Bulgaria - 2 de mayo de 2003, Sofía, Bulgaria)


solo

El árbol perdona al viento
que le saquea las hojas
y le Abraza con ramas.
El ave perdona a la nube
que se saque al sol
y la saluda con alas.
La ola perdona a la piedra
que le impide el salto
y la envuelve en caricias.
Sólo el hombre no perdona
al aire, al agua, a la piedra,
a ninguna criatura terrestre.
Persigue a todo con ensañamiento.

Y solo está en el universo.

JUVENTUD


Cuando eres joven
y ondean al viento
tus cabellos alborotados
y te sumerges en sus ojos
ves un fragmento del mundo,
un balcón rozando el cielo,
un tren rebelde sin raíles,
una bandada de álamos en vuelo.
¡ Mundo de libertad, sin fronteras
al cual añades fantasía con tu existencia!
De pronto un día tus cabellos clarean y ante ti
se descubre un mundo en su totalidad.
El balcón esta empotrado en un muro,
el tren se mueve por raíles
y los tallos inmovilizan a los álamos.
Aquí no hay lugar para la fantasía.

Perdiste tus cabellos alborotados.

ARS POETICA



Crea cada uno de tus poemas como si fuera el último.
En este siglo saturado de estroncio,
lleno de terrorismo,
en el que todo ha echado a volar con velocidad supersónica
la muerte viene aún más rápida.
Manda cada una de tus palabras
como si fuera la última carta antes de la ejecución,
como un mensaje en el muro de la prisión.
No tienes derecho a mentir,
ni el derecho a los juegos infantiles.
Simplemente no tienes tiempo para corregir tus errores.
Escribe cada uno de tus poemas,
lacónicos y despiadados,
con sangre, como una despedida.


SIN



Durante toda la vida aprendemos a vivir
sin miedo, con dignidad,
sin lloriqueos, con silencio,
sin drogas, con dolor.
Sin somníferos, con insomnio,
sin pareja, con soledad.
Sólo hay algo sin lo que no puedo aún
sin aire.
La muerte me lo enseñará.

TERNURA



Comenzaste a morir
ya en aquel momento,
cuando yo nací.

Día tras día
te encogías imperceptiblemente
mientras yo crecía.

Mis anginas infantiles
y mi imprudente juventud
dañaron tu corazón.

Mis derroches
en las despreocupadas bromas
las pagaste al contado con tus días.

Papá, con cuanta ternura
sentabas a la muerte en tus rodillas
y la hacías caricias.

Aún así


Traducción de Zhivka Baltadzhieva
Me hago una pregunta
de elevada dificultad:
 – qué pudiera cambiar
en este inconstante mundo,
cuando sin parar me cambio a mí
sin cambiar en nada?
Y mire, dicen sobre las constantes transformaciones:
Se vistió Elías con lo de todos los días...

Pero aquel día repentino,
cuando en mi ventana
cayó el álamo cercenado,
amputada columna del cielo,
y la bóveda del firmamento consigo arrastró,
sin que yo lograra, ni por un instante,
anular este crimen,
emplazar, pregonar,
estar al lado y gritar: -¡Si talas, tálame a mí!-
el árbol me sopló
una idea:

-¡Mientras todavía respiramos,
cambiemos este aire!

Solos, sin ayuda
y sin órdenes, sin parcartas ni cartel.
Por lo menos por aquí, al lado, a un paso,
a ramita, ala, brote,
en la sombra propia de uno,
en el espacio de la sonrisa,
a quemarropa contra el viento,
a voces, a susurro, a silencio,
a arrebato, a impulso,
a fresco y a verde, a altura,
a un tan sólo aliento...

Parece improbable:
respirar hedores y veneno
y exhalar oxígeno.
Aún así el árbol
lo practica.

AGUJERO EN EL CIELO



Un bípedo, sin alas, con fusil,
uno incapaz de volar,
desde abajo dio en un pájaro
que planeaba cadencioso en el firmamento.
Resonó el disparo
y un agujero en el azul abrió.
Y cayó en picado el ave,
piedra contra piedra arrojada.
Se vació el cielo sin alas
como mirada de asesino.

DIMENSIONES O CRUZ


De ala a ala,
abierta,
la medida del ave
para el horizonte.

De mano a mano,
en la cruz clavada,
la medida del hombre
para el Universo.

SIEMBRA A CIEGAS



Arrojadas de ninguna parte
por la mismísima mano vacía del Universo,
semillas de laboratorio,
esparcidas y abandonadas a su suerte,
o peor todavía,
bajo permanente control,
nos precipitamos
y precipitamos

cada vez más aceleradamente,
más unidireccional,
más vertical,
cada vez más y más
hacia la Tierra,

hasta sembrarnos en ella.

¿Y qué brotará?

FUTURO RADIANTE



–¿Pájaro? –preguntarán los niños–. ¿Pero qué es eso?
–Algo policromo, con plumas, alado.
Muy hermoso, etéreo.
Vuela hasta las nubes.
Y canta como una campanilla cristalina.
¿Vuela? –exclamarán los niños– ¿Sin pilas,
por sí sólo?
¿Su canto hechiza?
¿Todo plumas de colores deslumbrantes?
¿Y no nos ataca, no mata?
¡No! ¡Fantasías!
¡No ha habido, y menos habrá todavía
un ser así, de cuento de hadas!

HASTA DÓNDE LLEGAREMOS



De la época de los enormes dinosaurios,
a pesar de que corrían a desmayante velocidad,
apenas han llegado a nosotros fósiles
de vértebra o cascarón.

¿Desde nuestra época de vanidosos homosaurios
que vuelan a velocidad supersónica,
hasta dónde llegaremos bajo las cenizas
con el herrumbroso casquillo de bala?

¿Bajarán? los superiores equisaurios,
subatmosféricos buceadores-arqueólogos,
a arrancar con telepáticas uñas
desde el fondo del tiempo de nuestros barcos,

hundidos para siempre jamás,
el congelado embrión de una loca idea,
las huellas dactiloscópicas del dolor,
los moluscos de unos verbos:

Non omnis moriar.
To be o not to be.
SOS.

MURALLA CHINA



A primera vista la reconocí, y ella a mí.
Peldaño tras peldaño
siempre hacia arriba
por la milenaria muralla dentada.
Ningún guía me hacia falta,
ni lengua de confusiones.
El ancestral cordón umbilical me conducía
a ciegas.

Echaba vistazos por las aspilleras.
Al otro lado permanecían
la misma hierba ingenua,
las mismas montañas y bosques y cielo
radicalmente otros:
amenazantes, prohibidos, ajenos,
guaridas del terror y los sobresaltos.

Mucho tiempo anduve por esa espalda de dinosaurio,
alzada de horizonte a horizonte,
de época a época
sellando el aire,
suspendiendo el eco.
Sólo el tiempo como culebra
se abre paso sin obstáculo,
instante tras instante,
convulsión tras convulsión,
siglo tras siglo.

Palmeaba el hombro de la piedra
con un gesto familiar y le decía en silencio:
Estás en mis células, emparedada,
desde antes de nacer.
Tus aspilleras
son mis ojos hacia el mundo
entornados de desconfianza.
Tu cuerpo está soldado
con mi sangre, sudor y lágrimas
piedra sobre piedra,
horror sobre horror,
silencio sobre silencio.

¿Cuántos milenios de eternidad me serán necesarios
para en mí misma derrumbarte?


Estos poemas pertenecen al libro "ESPACIOS" Traducción de:Zhivka Baltadzhieva, editorial La Poesía Señor Hidalgo, Barcelona 2006. Pido disculpas a la traductora por haber omitido su enorme trabajo. Y, agradezco sus aportes.

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