INVENCIÓN DE (LA) NADA
No me di cuenta
mientras le escribía a ella
que nada permanece del mundo
excepto mi mesa y silla.
Así que dije:
(porqué sí, para abusar de la paciencia)
¿Es ésta la taberna
sin un vaso, vino o mozo
donde soy el largamente esperado ebrio?
El color de la nada es el azul.
Lo golpeo con mi mano izquierda y la mano
desaparece.
¿Por qué estoy tan callado entonces
y tan contento?
Me subo a la mesa
(la silla ya no está)
y canto a través del cuello
de una botella de cerveza vacía.
AVENIDA EUCLIDES
Todos mis oscuros pensamientos
estirados
en una línea recta.
Una calle abstracta
en la que una igualmente abstracta inteligencia
siempre avanza, dudando
del sonido de sus propios pasos.
Interminable séquito.
El lenguaje
tan antiguo como la lluvia.
El sortilegio del adivino
de donde tiene su comienzo,
su canil y hueso,
el olor de un palo
que yo solía arrojar.
Una especie de oscuridad sin los bosques,
luz-de-cuervo, pero sin el cuervo,
Hotel Splendide
todo cerrado con llave para la noche.
Y allá afuera,
avistando alguna última panadería
la luz-de-calle
de mi insomnio.
*
Un lugar
conocido como el infinito
hacia el cual aquel viejo sí mismo
avanza.
El hijo pobre de padres pobres
que aspira a complacer
a tan tardía hora.
Las mágicas monedas
en su bolsillo
ocupando todos sus pensamientos.
Un lugar conocido
como el infinito,
su puerta mosquitero chillando
interminablemente chillando.
NOTA DESLIZADA BAJO UNA PUERTA
Vi una alta ventana enceguecida
Por la luz del sol de la tardía tarde.
Vi una toalla
Con muchas oscuras huellas dactilares
Colgando en la cocina.
Vi un viejo manzano,
Un chal de viento sobre sus hombros,
Avanzando solitario muy de a poquito
Camino de las áridas colinas.
Vi una cama sin hacer
Y sentí el frío de sus sábanas.
Vi una mosca empapada en la oscuridad
De la adviniente noche
Mirándome porque no podía salir.
Vi piedras que habían venido
De una gran distancia púrpura
Amontonándose alrededor de la puerta de entrada.
POSICIÓN SIN UNA MAGNITUD
Como cuando alguien
Que no habías notado antes
Se levanta en un teatro vacío
Y proyecta su sombra
Sobre los fabulosos jinetes
De la pantalla
Y tú tiemblas
Mientras te das cuenta de sólo eres tú
En tu camino
A la enceguecedora luz solar
De la calle.
ARBOLES DE NOCHE
Apagando la luz
Para oírlos mejor
*
Para diferenciar las hojas
De un fresno
De aquellas
De un abedul blanco.
*
Ambos podrían
Aproximarse,
Ambos podrían barrerme.
*
Imágenes de pájaros
Huyendo de un incendio,
Imágenes de un bote salvavidas
Atrapado en la tormenta.
*
El sonido de aquellos
Que duermen sin sueños.
*
Siendo tomado
Por ellos.
Siendo activamente tomado,
Y arrastrado
En agonía.
*
Por momentos también el toque
De una polilla
En un mosquitero.
*
Una ráfaga de pensamientos,
Sedimentos
En el fondo de la tinta de la noche,
Empapándose, calmándose.
*
Ramas inclinándose
A las fronteras
De lo inaudible.
*
Un prolongado silencio
Que me recuerda
Trabar las puertas.
*
Claridad.
El mástil de mi espinazo, por ejemplo,
Al que la muerte adhiere
Un aleteante pañuelo.
*
Y el viento hace
Una gran cosa de eso.
(Y uno más...)
MIEDO
El miedo pasa de hombre a hombre
Sin saber,
Como una hoja le pasa su temblor
A otra.
De pronto todo el árbol está temblando
Y no hay señal alguna del viento.
MENÚ DEL DÍA
Sólo nos queda, caballero,
un plato vacío y una cuchara
con la que puede sorber
enormes tragos de nada
que suenen como si comiera
una sopa negra y densa,
humeante de tan caliente
en el plato vacío.
SOBRE MÍ MISMO
Soy el rey sin corona de los insomnes
que aún lucha contra sus fantasmas con una
espada.
Un estudiante de techos y puertas cerradas
que apuesta a que dos y dos no siempre son
cuatro.
Una vieja alma que feliz toca el acordeón
en el turno del cementerio en la morgue.
Una mosca que escapa de la cabeza de un loco
y descansa en la pared junto a su cabeza.
Descendiente de curas de aldea y herreros:
un reticente ayudante de dos
ilusionistas famosos e invisibles,
uno llamado Dios, el otro Demonio, asumiendo, por
supuesto,
que yo sea la persona que me digo ser.
EL DICCIONARIO
Tal vez haya alguna palabra por ahí
que describa el mundo tal y como es esta mañana,
una palabra para cómo la luz temprana
se deleita en apartar la oscuridad
de los escaparates y los portales.
Y otra palabra para el modo en que se detiene
sobre un par de gafas de alambre
que alguien perdió en la acera
la noche pasada, tambaleándose a ciegas
hablando consigo mismo o rompiendo a cantar.
EN TIEMPOS DE MI ABUELA
La Muerte vino a pedirle a una anciana
que por favor le cosiera un botón
y ella dijo que sí, se levantó
de la cama y se puso a buscar
aguja e hilo a la luz de una vela
que el cura había dejado sobre su cabeza.
LA FUGITIVA
El nombre de una muchacha que amé una vez
salió volando de la punta de mi lengua
hoy en medio de la calle,
como una mosca amaestrada
guardada por un loco en una caja de cerillas—
¡Ya no está!
Dejando mi boca abierta
de par en par
de modo que cualquiera que pasase pueda verla.
LA MEDIUM
Esta mesa redonda perteneció a una mujer
que solía convocar a visitantes fantasma
y transmitir sus crípticos mensajes
a los clientes que se tomaban las manos en
círculos,
sus rostros apenas iluminados por una vela,
esperando ver aparecerse a su amor
o escuchar al menos su voz familiar
saludándoles de nuevo, revelando un secreto
de ultratumba
o haciendo que alguien en la habitación se tapase
los oídos,
que otro comenzara a sollozar,
mientras más allá de las gruesas cortinas
los copos de nieve comienzan a caer
en esta fría, oscura y silenciosa noche,
cada uno de ellos empeñado en enterrar algo
no importa cómo de pequeño, no importa cómo de
grande.
CONDUCIENDO
Y luego está nuestra Calle Mayor
que parece
el decorado abandonado de una película
cuyo director
se quedó sin dinero y sin ideas,
despidiendo al momento
a todo su equipo,
dejando a la hermosa joven actriz
vestida para la parte
en que se detiene con una sonrisa contraída
frente al escaparate polvoriento
de la tienda de vestidos de novia de Miss Emma.
EL CABALLO
Me desperté en medio de la noche y encontré
a un caballo muy quieto sobre mi cama.
Amigo mío, qué alegría verte, le dije,
está nevando y debías sentir frío
y soledad en tu establo allá abajo
junto al granjero y su esposa, ambos muertos.
Déjame que te arrope y compruebe
si hay algún terrón de azúcar en la cocina,
como el que vi una vez a un hombre con chistera
darle a una yegua en un circo. Aunque temo
que te hayas ido cuando vuelva; de modo que mejor
será quedarme en tu compañía en esta oscuridad.
Tomado de:
Mil años de soledad
Al anochecer
Cuando deja de nevar
Nuestras casas se levantan
Muy por encima de la tierra
En el silencioso espacio
Al que ni el ladrido de un perro
Ni el grito de un pájaro, llegan.
Somos como los antiguos marineros:
Nuestros cuerpos son el océano
Y el silencio es el bote
Que Dios nos ha dado
Para nuestro largo y desconocido viaje.
De Regreso a un lugar iluminado por un vaso de
leche (1974)
Lengua materna
Vendida por un carnicero
Envuelta en un periódico
Viaja en la bolsa
De la viuda encorvada
Junto a algunas cebollas y patatas.
Hacia una casa oscura
Donde un gato
Saltará de la estufa
Ronroneando
A su llegada.
De Blues interminable (1986)
Departamento de Monumentos públicos
Si la Libertad y la Justicia
Pueden ponerse en un pedestal,
¿Por qué no la Historia?
Podría ser esa mujer gorda
Vestida con batas desteñidas
Fuera de su caravana
En una carretera embarrada que va
hacia un lugar llamado Pittsfield
o Babylon.
Ella dibuja un círculo mágico
Para que no se escapen los pollos,
Y se va cojeando hasta la cocina
a por el cuchillo y la olla.
Hoy ha vuelto cargada
Con un saco de maíz amarillo.
Puedes oír cacarear a las gallinas,
Los perros hacen sonar sus cadenas.
De El mundo no se acaba (1990)
*
Todo es predecible. Todo ha sido previsto. Lo que
estaba destinado no se puede evitar. Incluso esta patata cocida. Este tenedor.
Este pedazo de pan negro. Incluso este pensamiento…
Mi abuela, que barre la acera, lo sabe. Dice que
no hay dios, sólo un ojo aquí y allá que ve con claridad. Los vecinos están
demasiado ocupados viendo la televisión como para quemarla por bruja.
De Hotel Insomnia (1992)
Guerra
El dedo tembloroso de una mujer
Recorre la lista de víctimas
La noche de la primera nevada.
La casa está fría y la lista es larga.
Todos nuestros nombres están incluidos.
Hotel Insomnia
Me gustaba mi cuartucho,
Su ventana frente al muro de ladrillo.
En la habitación contigua había un piano.
Algunas noches al mes
Un viejo tullido venía a tocar
«My Blue Heaven».
Aunque la mayor parte del tiempo estaba
tranquilo.
Cada cuarto tenía una araña bien abrigada
Cazando moscas en su telaraña
de ensueños y humo de cigarrillos.
Era tan oscuro,
Que no podía verme la cara en el espejo al
afeitarme.
A las 5 de la madrugada se escuchaban unos pies
descalzos arriba.
Era la “gitana” adivinadora
que tenía una tienda en la esquina,
Y que iba a orinar después de una noche de amor.
También, una vez, escuché el sollozo de un niño.
Tan cerca, que llegué a pensar,
Por un momento, que era yo quien sollozaba.
De Una boda en el infierno (1994)
Motel Paraíso
Había millones de muertos; todos eran inocentes.
Me quedé en mi habitación. El Presidente
habló de la guerra como de una mágica poción de
amor.
Mis ojos se abrieron asombrados.
En el espejo mi rostro
parecía un sello de correos ya usado.
Vivía bien, pero la vida era espantosa.
Había tantos soldados aquel día,
Miles de refugiados atestaban los caminos.
Naturalmente todos desaparecieron
En un abrir y cerrar de ojos.
La historia lamía la comisura de su boca
sangrienta.
En los canales de la televisión por cable, un
hombre y una mujer
Se comían a besos y se arrancaban la ropa,
Mientras yo los miraba
Con la televisión en silencio y el cuarto a
oscuras
Salvo por la pantalla en la que el color
Se volvía demasiado rojo, demasiado rosado.
De Paseando al gato negro (1996)
Lo que los gitanos le dijeron a mi abuela
Guerra, enfermedad y hambruna harán de ti
nieta favorita.
Serás como una persona ciega que mira una
película muda.
Cortarás cebollas y trozos de tu corazón
en la misma sartén.
Tus hijos dormirán en una maleta atada con una
cuerda.
Tu marido besará tus pechos cada noche
como si fueran dos lápidas.
Los cuervos ya se acicalan
para ti y para tu gente.
Tu hijo mayor se acostará con moscas en los
labios
sin sonreír ni mover un dedo.
Envidiarás a cada hormiga que encuentres en tu
vida
y hasta cada maleza del camino.
Tu cuerpo y tu alma se sentarán en peldaños
diferentes
mascando el mismo trozo de chicle.
Muñeca, ¿estás en venta?, te dirá el diablo.
El sepulturero comprará un juguete a tu nieto.
Tu mente será un avispero aun en tu lecho de
muerte.
Le rogarás a Dios pero Dios colgará
el cartel de no molesten.
No preguntes más, es todo lo que sé.
De Picnic nocturno (2001)
Perro encadenado
Así es como va a ser,
una tarde gris con olor a nieve.
Dando vueltas al roble
¿Cuánto crees que vas a tardar
En quedarte enredado?
Tu mala suerte fue ser cariñoso
Con gente que prefiere un nuevo sofá
Que a ti.
Fred, pobre chucho, la noche
Llega. Los niños que jugaban
Al otro lado de la calle tuvieron frío
Y volvieron a casa. Mira el humo
Salir de las chimeneas
Al cielo nublado, mientras puedas.
Pronto, ahí sentado, nadie podrá verte.
Tendrás que ladrar
Aunque no haya luna. Ladrar y gruñir
Para no sentirte tan solo.
De Mi séquito silencioso (2005)
Al destino
Para mí siempre fuiste más real que Dios.
Preparando el decorado para una tragedia,
Golpeando los clavos
Con sólo unos pocos amigos cercanos como
invitados.
Sólo por resultar amable, dejaste coja a una
joven hermosa,
Y atropellaste a un niño con una motocicleta.
Puedo pensar en un millón de ejemplos parecidos.
De nuevo: ¿Cómo es que nos seguimos encontrando?
Una máquina que adivina el futuro en Chinatown
Quizás tenga la respuesta,
Una vieja puerta que cruje en una película de
terror,
Una baraja de cartas que dejé en una playa.
Puedo sentirte cuando te acercas a mí en las
noches,
Con tu respiración caliente, tus manos frías—
Y yo que ahora soy como un piano viejo
Colgando de una cuerda al otro lado de la
ventana.
Descripción de una cosa perdida
Nunca tuvo un nombre,
Tampoco recuerdo cómo lo encontré.
Lo llevaba en mi bolsillo
Como un botón perdido
Pese a que no era un botón.
Películas de horror,
Cafeterías nocturnas,
Bares oscuros,
Y salas de billar,
En calles brillantes por la lluvia.
Tuvo una tranquila y corriente existencia,
Como sombra en un sueño,
Un ángel en un alfiler,
Y después desapareció.
Pasaron los años con sus hileras
De estaciones sin nombre.
Hasta que alguien me dijo “es aquí”
Y yo que era tonto
Me bajé en un andén vacío
Sin ninguna ciudad a la vista.
De Un pequeño algo (2008)
En la chatarrería
Hay una pequeña cesta de mimbre
llena de medallas
De viejas guerras
Que nadie recuerda.
Le di la vuelta a una
Para sentir el alfiler
Que una vez atravesó
El orgulloso pecho del héroe.
Un pequeño algo
Para Li-Young lee
La probabilidad de encontrarlo es mínima.
Como si te abordara una mujer
Pidiendo ayuda
Para encontrar una perla
Que perdió aquí mismo en la calle.
Ella podría estar inventándoselo todo,
Incluso sus lágrimas, te dices,
Mientras buscas bajo tus pies,
Pensando, ni en un millón de años…
En una de esas tardes de verano
En las que se necesita una buena excusa
Para salir de una sombra fresca.
Mientras tanto, ¿Qué fue de ella?
¿Y por qué, años después, todavía,
Una y otra vez, miras al suelo
Mientras corres a una cita
A la que sabes que vas a llegar tarde?
De Señor de las máscaras (2010)
Señor de las máscaras
Seguro que anda entre nosotros sin ser
reconocido:
Algún barbero, cajero, mensajero,
Farmacéutico, peluquero, culturista,
Bailarín exótico, joyero, paseador de perros,
El mendigo ciego cantando, Oh, Señor, acuérdate
de mí,
Un decorador de ventanas enciende un falso fuego
En una falsa chimenea mientras la madre y el
padre observan
Desde el sofá con sus sonrisas congeladas
Mientras la calle se queda vacía y llega la hora
De que el sepulturero y el último camarero se
vayan a casa.
Oh, viejo vagabundo, de pie en un portal
Con tu cara medio cubierta,
Yo no ignoraría el gato negro que cruza la calle,
Ni a la bombilla moviéndose en un cable
En el túnel del Metro mientras el tren llega a la
estación.
Mil novecientos treinta y ocho
Fue el año en que los Nazis invadieron Viena,
Superman debutó en Action Comics.
Stalin mataba a sus camaradas revolucionarios,
Abrieron la primera Dairy Queen en Kakakee, III,
Mientras en la cuna yo me orinaba en los pañales.
“Seguro que fuiste un precioso bebé”, cantaba
Bing Crosby.
Un piloto a quien los periódicos llamaron “El
despistado Corrigan”
Despegó de Nueva York hacia California
Y aterrizó en Irlanda, mientras yo veía a mi
madre
Sacarse el pecho de su bata azul y acercarse a
mí.
En septiembre hubo un huracán que hizo que un
teatro
En Westhampton Beach acabara en el mar.
La gente temía que fuera el fin del mundo.
Un pez que se creía extinguido desde hace más de
setenta millones de años
Apareció en una red en la costa de Sudáfrica.
Yo estaba tumbado en mi cuna mientras los días
eran cada vez más cortos y fríos,
Y la primera gran nevada cayó de noche
Silenciando las cosas en mi habitación.
Pienso que entonces me oí llorar por mucho, mucho
tiempo.
Traducciones de Nieves García Prados
Tomado de:
https://www.laraizinvertida.com/detalle-2876-mil-novecientos-treinta-y-ocho-charles-simic
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