Los lirios
amarillos
Los chicos
salieron una mañana
de junio con
el aire bajo los plátanos
que parecía
envolver otro aire
los chicos
salieron a pescar
con una sola
línea
pero con su
canasta en bandolera cada uno
en silencio
ahora se sientan en el trolebús
que sale
rápido de la terminal
con el sueño
atropellado de que Milán
tenga valles
azules más allá del Castillo
donde saltan
los peces en los arroyos.
Cubre un
poco de niebla la pradera
la tenca en
su pozo de barro
vuelve ya a
dormirse. Mañanera
la carpa
explora los bordes
del
tranquilo canal. La carpa
es astuta,
nunca pica.
Poca suerte
tendrán los pescadores. Mas
remontando
los canales y las zanjas,
entre prados
e hilos de agua,
llegarán los
muchachos donde domina
el verdor de
las acequias, donde son
amarillas
las flores de los lirios y como espadas
cortan las
hojas las frescas correntadas
bajo la
sombra de los sauces.
Llegarán
hasta las flores lejanas
los
pescadores sin fortuna
¡chicos de
excursión por la llanura!
Luciano Erba
(Milán, Italia, 1922-2010), Il male minore, Arnoldo Mondadori Editore, Milán,
1960
Traducción:
Natalia D´Agostino, Darío D. Díaz
El
conductor de tranvías metafísico
Regresa a
veces el sueño en que me veo
maniobrar un
tren sin vías
entre campos
de papas e higueras verdes
en los
cultivos las ruedas no se hunden
esquivo
espantapájaros y cabañas
voy hacia
setiembre, octubre
los
pasajeros son mis muertos.
Al despertar
reaparece la antigua duda
si esta vida
no es un evento casual
y el nuestro
sólo un pobre monólogo
de preguntas
y respuestas caseras.
Creo, no
creo, cuando creo querría
llevarme al
más allá un poco de acá
incluso la
cicatriz que me marca
una pierna y
me hace compañía.
¿Y entonces?
parece decir in excelsis
otra voz.
¿Otra?
Sin brújula
Según Darwin
debería haber sido eliminado
según
Malthus ni siquiera haber nacido
según
Lombroso terminaré de todos modos mal
y ni hablar
de Marx, yo, petit bourgeois
a escapar,
entonces, a escapar
hacia
adelante hacia atrás de costado
(como en el
cuarenta, igual que todos) pero
permanecen
las personales perplejidades
¿estoy al
este de mi herida
o al sur de
mi muerte?
Sin brújula
Se creía en
Milán que el ver
un hombre en
el umbral de casa
yendo a misa
el primero de enero
era señal de
próspero futuro.
Eran figuras
negras de abrigos
inciertos en
la niebla matutina
echarpes
blancos, sombreros, lánguidos y duros
repiques de
bastón, pasos lejanos.
¿Ahora dónde
están, hombres augurales?
¿La larga
onda de su presagio
rompe aún en
la ribera de los años?
En la niebla
entre nosotros siempre más espesa
me parece a
veces entrever
un vuelo de
capas proféticas.
Año nuevo
en Milán
Parecía todo
posible
dejar atrás
las curvas
con un
supremo golpe de freno
galopar de
pie sobre la montura
otras
soberbias cosas
más nobles
prósperas cosas
aparecían a
la altura de los ojos.
Ahora los
años giran veloces
por cielos
sin presagios
te
despiertan azules bordados
en una
habitación de muebles con espejos
estudias las
combinaciones de los trenes
pasas un
umbral florecido de salvia roja
lees
"Hola" sobre un felpudo
más tarde
sales en mangas de camisa
a sacudir la
ensalada de la servilleta.
La línea de
la vida
deriva calla
se obstina
salta
desfila
entre los
pálidos montes de los dioses.
La Grande
Jeanne
La Grande
Jeanne no hacía distinciones
entre
ingleses y franceses
siempre que
se hicieran las manos
como decía
ella
vivía en el
puerto, su hermano
trabajaba
conmigo
en 1943.
Cuando me
vio en Lausana
donde solía
pasar el verano
me dijo que
podía salvarla
y que su
mundo estaba en mis manos
y entre mis
dientes que habían comido liebre en la alta montaña.
En el fondo
habría
querido la Grande Jeanne
volverse una
señora de bien
tenía ya un
sombrero
azul,
amplio, y con tres vueltas de tul.
Tomado de:
https://periodicodepoesia.unam.mx/texto/el-conductor-de-tranvias-metafisico/
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