¡SED TENGO!
–¡Sed tengo! – clamó el justo, sobre la cruz clavado
sintiendo nuevas ansias en su tormento cruel.
Y un centurión acerca a su boca gimiente
¡una grosera esponja empapada de hiel!
Una veta de agua junto al monte corría,
y al percibir el eco del triste grito aquel,
de súbito extinguióse, herida en su frescura,
¡por no poder verterse sobre los labios de El!
INVOCACIÓN LUNAR
Es una gran hilandera, la luna;
teje ensueños de quimera,
de amores y de fortuna
para la tierra cansina,
y en las noches silenciosas
pone una gasa azulina
sobre el sueño de las cosas.
De día viste la tierra
una túnica de oro
esmaltada de arrebol,
regalo del padre sol;
mas consigo siempre en guerra,
malbarata su tesoro
a mordiscos y zarpazos,
y en la gran hora divina
de la magia vespertina
lo da al sol hecho pedazos.
A los brocados solares
siguen los velos lunares,
tan dulces, tan familiares, y
nadie rompe esos velos
porque la tierra está inerme:
bajo el palio de los cielos
duerme, duerme....
Dormidos el bien y el mal
han parado su carrera
sumidos en hondo sueño
y así puede la hilandera inmortal,
tejer con hilos de ensueño su cendal.
Y si en la noche callada
se diluye una armonía,
la luna pone en la hilada
su aroma de poesía.
En oculto camarín
ríen las notas de un piano;
se oye el sollozo lejano de un violín;
más lejos el silbo aldeano de un flautín.
Son tres perlas de un collar
que en arpegios se desata y
se engarzan en la plata
del crepúsculo lunar.
Luna amiga, cara luna, oye una
oración que yo te canto,
bajo el brillo de tu manto,
bajo el filtro de tu encanto;
cuando muera, hila mi alma, hilandera,
y hazme bajar de tu cumbre,
en las noches de tu ensueño,
hacia el mundo que he dejado,
como un místico beleño
infundido por tu lumbre
¡sobre todo lo que he amado!
Tomado de:
Apoteosis
Abrió el fastuoso
Oriente
Las ricas puertas de zafir y grana;
Su luz vivificante
Rozó del lago las dormidas aguas;
La sílfide que mora
En blando lecho de flotantes algas,
Al rielo apetecido
Despierta y mueve las undosas sábanas;
En grato cabrilleo
Sobre el espejo diáfano se enlazan
La linfa gemidora
Y el resplandor que de los cielos baja,
Y forma de consuno
La leve cuna de cristal y nácar
Que el orto de la nube
Entre rumores plácidos aguarda!
Algo que al cielo mira,
Algo que siente de vivir el ansia,
Aspiración oculta,
Sed de fulgores, ambición de alas,
Tenue vapor primero,
Girón de niebla refundida en plata,
Espumas voladoras
En levísimas ondas agrupadas
Osténtase la nube,
Transparente, sutil, leda, gallarda,
Sus tules balancea,
De la atracción del lago se desata;
Y al soplo de las brisas
A recorrer la inmensidad se lanza!
Adiós!, dice la ondina
En el rumor de las inquietas aguas;
Adiós!, la tersa nube
Dice agitando sus movibles gasas;
Y repentinas gotas,
Como tributo de memorias gratas,
Descienden, se iluminan
Y se pierden en cercos en el agua.
Otra vez el deseo
Como graciosa y fugitiva garza,
Que abandonó la orilla
Y va volando tímida y pausada;
Y ya bajel del viento,
Que ha desplegado sus banderas blancas
Y lleva a las alturas
Los terrestres arrullos y fragancias;
O bien preciado velo,
Que abandonó la nueva desposada,
Encantos que la virgen
Por la ilusión de los amores cambia!
Y cada vez subiendo,
Y cada vez más bella y más galana,
La lumbre que a torrentes
En la encendida inmensidad irradia
Parece que la busca,
Que en incesante expectación la aguarda,
La cerca con su oro,
Con suaves tintas de carmín la baña,
Abrocha al vivo seno
Del iris vario las lucientes franjas,
Y en noble apoteosis
La nube perfumada
Es el girón que adornará la frente
Del magnífico sol de la mañana.
Tomado de:
https://claridadpuertorico.com/poesia-modernista-en-puerto-rico-1891-1900/
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