A los pecados capitales
Por nuestra fantasía, nos liberan
de la materia pura, pero caemos en la red
de la esperanza. Pecados, vicios, y hasta
las débiles virtudes, nos separan
del cuerpo único del caos.
nos arrancan
de la madera y de los mares.
Guardianes en el umbral de la nada.
Tomado de:
http://campodemaniobras.blogspot.com/2017/07/juan-jose-saer-dos-poemas.html
Vecindad de Logroño
Anotar: en la siesta que arde
la noche voluntaria hace señas,
desde lejos, ubicua,
en la constancia amarilla. Anotar:
viñas verdes sobre tierra roja. Anotar que
la liebre, presa y escándalo,
desea al faro que la inmoviliza.
Anotar: abismos soleados
en días cuyo nombre es legión.
Leche de la Underwood
Por delicadas que sean, las mañanas
envilecen; lo destructible vacila
y lo que pareciera, frente a nosotros, perdurar,
no nos acoge, menos cruel que indiferente. Animal
anónimo, por más que grites, nadie escucha,
y ni por lejos la lengua es la que conviene.
Existe, tal vez, en alguna parte, un idioma,
nadie niega, pero habría que desandar,
salir, si fuese posible, del centro de la noche,
y empezar de nuevo con otra clase de balbuceo.
Tantas tardes que resbalan:
ya no se sabe
en qué mundo se está, y sobre todo si se está
en un mundo. Se muerde
un fantasma de manzana, mientras sigue merodeando,
como desde un principio, lo oscuro. Destellos
de un sol de invierno en la ciudad
transparente; brillos, rápidos o lentos,
que algunos blanden como pruebas
abandonándose, soñadores, su tibieza. Entre tantas
estrellas, esperanzas: relentes
de un reino animal.
Tomado de:
http://lauragiordani.blogspot.com/2011/06/tres-poemas-de-juan-jose-saer.html
Elegía Pichón Garay
Deberes
y un cielo, azul, que se hunde
en el ramo de tardes
que atravieso
como quien se levanta, ciego,
desde una cama de ceniza.
Bienaventurados
los que están en la realidad
y no confunden
sus fronteras.
El Arte de Narrar
Juan José Saer- Seix Barral, 2012
Tomado de:
https://tierrapapel.wordpress.com/2015/08/07/elegia-pichon-garay-poema-juan-jose-saer/
Yo empezaría…
Yo empezaría…
Yo empezaría
si tuviese un lugar
o hubiese un lugar
por donde empezar.
La casa del emigrado es una casa…
La casa del emigrado es una casa
vacía, y el idioma que le obligan a hablar
viene como ceniza a su boca; nadie
lo reconoce al cruzar la calle, y en la
esquina, los olores que vienen del bar,
son de otra especie: opaca y sin vida.
Para él no hay más allá en las voces que escucha
—extraña ritmo o permanencia—
hay ruido, ruido en la calle, en el bar,
y la chispa de hogar que lleva consigo
se adelgaza,
día a día. La casa
del emigrado no tiene
cortinas; el cartel «se alquila»,
listo detrás de la puerta
en el despacho del portero
ha sido pensado para él. La casa
del emigrado es como un cementerio
anticipado. La casa del emigrado
es una casa vacía, en el extranjero
sita en una noche sin fin.
Tomado de:
https://www.antologiapoetica.com.ar/poemas/juan-jose-saer/
El Graal
El mar destila incertidumbre,
la montaña perplejidad; y el propio
cuerpo no abandona, por nada
del mundo, su secreto. El viaje
se volvió errabundo, y el aura
solitaria, retirándose,
nos transformó en manada.
En la llanura inmóvil
el cansancio nos visita:
todo esto podía haber sido
de esta manera o de alguna otra,
el tiempo hubiese preferido
correr para adelante o para atrás
y abstenerse de salir, indiferente,
la luna. Nos creeríamos perdidos,
si fuésemos capaces, todavía,
de distinguir un lugar.
La mirada rebota, espesa;
ni reconoce ni interroga.
Astillas turbias flotan
entre la sombra que amenaza.
Confusos, vacilamos:
salimos a buscar no sabemos qué
ya no nos acordamos bien cuándo.
***
El arte de narrar
Cada uno crea
de las astillas que recibe
la lengua a su manera
con las reglas de su pasión
-y de eso, ni Emanuel Kant estaba exento.
Juan José Saer, Serodino, 1937- París, 2005
Tomado de:
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