domingo, 13 de noviembre de 2016

POEMAS DE EEVA-LIISA MANNER


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(5 de diciembre de 1921, Helsinki, Finlandia - 7 de julio de 1995, Tampere, Finlandia)


Bach

Hay una corriente,
piedras que se ordenan formando puentes,
dorados dragones grabados adormilados bajo el agua,
escaleras para subir a muchas casas blancas,
descanso y libertad en una profundidad de azul Giotto.

Tiempo detenido
construye una ciudad
con otra ciudad dentro de sí,
puentes con otros puentes dentro de ellos
para caballos blancos como la nieve y carros de luz,
escaleras, eco, multiplicidad de puertas en el espacio:

Y las puertas se abren, se abren.
Se abren los picos púrpuras, son variación y flauta,
se abren las alas arrojadas, se elevan, es una fuga,
palpitan las torres, la hierba que fluye
armoniza música de luz y agua.

El mosaico de la noche, y las hojas iluminadas.

Adonde van las mañanas



La verde mañana desciende de los árboles,
a través del follaje de los árboles, los pájaros desgranan su canto
a través del follaje de los árboles.

Las mañanas caen, los pájaros, las canciones,
cae la lluvia; las nubes, nómadas del cielo
se deshacen en el viento.

Vuelven las estaciones, el otoño
con los vagones de la cosecha
por los serenos valles.

El invierno abre su manto, cubre los cuadros de los campos.

[Cuando leo, alguien piensa por mí]


Cuando leo, alguien piensa por mí.
Cuando escribo, mi mano piensa por mí.
Cuando duermo no pregunto ¿existo?
Existo y sé que no soy libre,
no puedo engañarme: estoy en un sueño.


[No conozco el ser de las cosas, sí sus cualidades]



No conozco el ser de las cosas, sí sus cualidades.
Conozco tu ser, no tus cualidades.

¿Por qué esta infinita intriga y capricho?
¿decir cosas frías abrasadoramente? ¿cosas abrasadoras, fríamente?

Cuadratura del círculo, qué multitud de aristas,
y volver a empezar desde el principio: escribir con niebla.

Mira lo que hace en el espejo la mano que escribe:
lo hace todo al revés.


Nada


“No se puede vivir sin amar”
“Sí, se puede”, dije
y me vestí de negro
para el último baile de disfraces.

Y tenía la boca llena de polvo
como si se me hubiese secado de tanto llorar
(ahora no había llorado en cincuenta años).

No quiero vuestro cielo, compañeros,
las mendaces promesas, los falsos amigos,
las calles de besos,
las mentiras de espejos huidizos.
Quiero romper el último sello,
la luna que no da luz,
la noche en la que no brilla nada.


MISERICORDIA  PARTE IV


¿Qué sucedió en su viaje al río?
¿Qué oyó?
 Susurró
y un eco con múltiples bocas le contestó a lo lejos.
Se fue deslizando hacia su propia voz
sin saber lo que era.
Preguntó: ¿Dónde estoy? Y la pregunta
resonó siempre multiplicada.
Y continuó buscando a su interlocutor
sin saber que se buscaba a sí mismo.
¿Quién está ahí? Preguntó. Ahí, ahí
repitió el eco absurdo.
Finalmente él se despedazó
y cuando vio su imagen en el agua
se lanzó a abrazar al desconocido,
caminaron cogidos de la mano, entusiasmados,
hasta que se agarró a las hierbas acuáticas.
El silencio se apoderó del mundo bajo el agua
y le condujo a  la profundidad del río.
Por fin oyó el grito de un pájaro ordinario,
claro y melodioso bajo las aguas.
Quizás creyó que su madre le llamaba.
Quizás era su madre.



B O N U S  T R A C K




Si el dolor humease,
la tierra se cubriría de humo.
Y sin embargo, debajo de este dolor
también hay un fuego,
mi corazón arde, sin consumirse.


Si el dolor humease,
la tierra se cubriría de humo.
Y sin embargo, debajo de este dolor
también hay un fuego,
mi corazón arde, sin consumirse.




JUEGOS PARA LOS QUE ESTÁN SOLOS


Los caminos son largos y ardientes.
El cielo está blanco. Las cornejas vuelan 
gritando insultos, una nube ronca, chillona. 
Las ventanas son ojos. Mi sombra, un muñón.

Adonde iría, mi casa
está llena de historias extrañas, frases como trampas, 
palabras pesadas, que abrasan como estaño líquido, 
y presagian, proyectando sombras por las paredes.

Tengo mucho peso, desde mi herida crece un árbol 
de hojas apolilladas.
A través del árbol se ve un cielo fulgurante, 
mi entendimiento no alcanzará tan lejos.




MURIÓ EL OTOÑO DEBILITADO


Las alamedas se vuelven rojas, los bosques, amarillos,
las montañas se oscurecen en una lluvia lejana,
en los corrales arden las hojas del otoño, humeando,

El hacha resuena mas sonora que antes,
las voces más hondas del bosque cuentan
del paso del leñador por la cuesta del Cerro del Halcón,
El eco corre por la orilla opuesta, agudo, claro,
como si una mano invisible cortara en una orilla vacía
árboles supuestos.
A veces se saludan, 
aquél, y el otro, el hombre de los ecos,
gritándose algo
a través de un lago silvestre, calmo, profundo, frío.



lo abro a la luz de la lámpara,

el libro amarillento que huele a hierba y moho.



lo hojeo, es como un sonido de lluvia

y una ligera brisa pasa de hoja en hoja



y por el campo de batalla.

el humo de las explosiones se desvanece como pelusa de ranúnculo.



estrépito: silencio. numerosos caballos vagan perdidos

y hombres sin caballos. a través de las grietas del enrejado



sonidos y aromas campestres. agudos gritos de golondrinas.

anís y perifollo. amapola, pelusa de ranúnculo



y el humo de los proyectiles en las páginas del libro.

el suave círculo de la lámpara encierra el campo de batalla.

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